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Cuando peligra la paz maritalLa Atalaya 1988 | 1 de noviembre
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Si un esposo incrédulo trata de impedir que su esposa cristiana sirva a Jehová, ella puede esforzarse por razonar con él, y señalar con prudencia que, puesto que ella le permite a él libertad religiosa, lógicamente debería recibir un trato similar. (Mateo 7:12.) Aunque debe estar en sujeción relativa a su esposo incrédulo, hay que hacer la voluntad de Dios cuando hay un conflicto implicado. (1 Corintios 11:3; Hechos 5:29.) Es obvio que el asistir a las reuniones cristianas tres veces a la semana no es excesivo. Pero pudiera ser sabio que la esposa creyente estuviera en el hogar las demás noches, y que programara gran parte de su ministerio del campo para las horas en que su esposo esté trabajando y los niños estén en la escuela. Si ella es razonable y traza buenos planes, no tiene que ‘desistir de hacer lo que es excelente’. (Gálatas 6:9.)
21 La sensatez se extiende a otros asuntos también. Por ejemplo, una persona tiene el derecho de practicar cierta religión. Pero no sería razonable ni prudente que la esposa cristiana pusiera Biblias y ayudas para el estudio de la Biblia donde disgustara a un esposo que se opone vigorosamente a sus creencias. Se pueden evitar conflictos si esas publicaciones se mantienen entre los efectos personales de ella y ella las estudia en privado. Por supuesto, no debe transigir en cuanto a los principios justos. (Mateo 10:16.)
22. ¿Qué se pudiera hacer si la perturbación de la paz hogareña gira en torno de la instrucción religiosa de los hijos?
22 Si la perturbación de la paz hogareña gira en torno de la instrucción religiosa de los hijos, la esposa creyente puede, con prudencia, hacer arreglos para que ellos la acompañen a las reuniones y salgan con ella en el ministerio del campo. Pero si el esposo o padre incrédulo impide esto, ella puede enseñar a los hijos los principios bíblicos; así, es posible que cuando crezcan y dejen el hogar abracen la adoración verdadera.
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¿Los ha llamado Dios a la paz?La Atalaya 1988 | 1 de noviembre
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Como señalamos en el artículo anterior, el apóstol Pablo instó a los cristianos casados a no abandonar a su cónyuge. (1 Corintios 7:10-16.) En vista de las palabras de Pablo, si un cónyuge incrédulo opta por permanecer con su cónyuge cristiano, el creyente debería tratar de ayudarle en sentido espiritual. (1 Pedro 3:1-4.) Su conversión contribuiría mucho a que hubiera descanso y paz en el hogar. Sin embargo, si el incrédulo presenta tan vigorosas objeciones a la fe de su cónyuge creyente que finalmente opta por separarse, ¿qué puede hacer el cristiano? Si el cristiano tratara de obligar al cónyuge a permanecer con él, el incrédulo pudiera hacer tan desagradable la situación que privara totalmente de paz al cristiano. Por eso, en el interés de la paz, el creyente puede dejar que el incrédulo se vaya. (Mateo 5:9.) Solo cuando un cónyuge incrédulo se va, puede decirse: “Dios los ha llamado a ustedes a la paz”.
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