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  • La historia y el legado de los Asmoneos
    La Atalaya 2001 | 15 de junio
    • Juan Hircano, el hijo superviviente de Simón, se le avisó de que iban a atentar contra su vida, lo que le permitió capturar a quienes pretendían matarlo, tras lo cual asumió el control político y el sumo sacerdocio en lugar de su padre.

      Mayor expansión y opresión

      Al principio, Juan Hircano tuvo que hacer frente a graves amenazas de parte de las fuerzas sirias, pero en 129 a.E.C., la dinastía seléucida perdió una batalla crucial ante los partos. Con relación a cómo le afectó esta guerra, el historiador judío Menahem Stern escribió: “Toda la estructura del reino se desplomó”. Hircano “pudo entonces recobrar la total independencia política de Judea y comenzar a expandirse en varias direcciones”. Y en efecto se expandió.

      Como la amenaza siria ya no representaba un obstáculo, Hircano empezó a invadir y subyugar territorios fuera de los límites de Judea. Los habitantes de aquellos lugares tenían que convertirse al judaísmo, o sus ciudades serían destruidas. Una de tales campañas fue contra los idumeos (edomitas). El señor Stern comentó sobre ella: “La conversión de los idumeos fue la primera de su clase, por tratarse de la conversión de todo un pueblo y no de individuos aislados”. Otra de las zonas conquistadas fue Samaria, cuyo templo, situado en el monte Garizim, arrasó Hircano. El historiador Solomon Grayzel escribió lo siguiente sobre lo irónico de esta política de conversiones forzosas que llevó a cabo la dinastía asmonea: “Nos encontramos con que el nieto de Matatías [padre de Judas Macabeo] estaba violando el mismo principio que con tanta nobleza había defendido la generación anterior: la libertad de cultos”.

      Aparecen los fariseos y los saduceos

      Josefo habla por primera vez de la creciente influencia de los fariseos y los saduceos al escribir sobre el reinado de Hircano.

  • La historia y el legado de los Asmoneos
    La Atalaya 2001 | 15 de junio
    • Josefo cuenta que al principio Juan Hircano fue discípulo y partidario de los fariseos, pero en un determinado momento ellos lo censuraron por no renunciar al sumo sacerdocio, lo que desembocó en una drástica ruptura. Hircano prohibió las ordenanzas religiosas farisaicas y, como castigo adicional, tomó partido por los saduceos, adversarios religiosos de los fariseos.

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