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    Anuario de los testigos de Jehová 2005
    • Las buenas nuevas llegan a Islandia

      A principios del siglo XX, muchos islandeses habían emigrado a Canadá, entre otros motivos, para escapar de las dificultades ocasionadas por las erupciones volcánicas y el intenso frío. Fue allí donde algunos oyeron por primera vez las buenas nuevas del Reino de Dios. Una de estas personas fue Georg Fjölnir Lindal, quien poco después de dedicar su vida a Jehová Dios emprendió el servicio de precursor. Como el hermano Lindal hablaba islandés, en 1929, a la edad de 40 años, decidió trasladarse a Islandia. Llegó a Reykiavik el 1 de junio de aquel año, y fue el primer predicador de las buenas nuevas que hubo en el país.

      El hermano Lindal esperó tres meses a que le llegara el primer envío de publicaciones, pero tan pronto como lo recibió, empezó a predicar a todo el mundo. A finales de octubre ya había distribuido 800 libros El Arpa de Dios en islandés. En esas fechas escribió lo siguiente: “Desde mi llegada he abarcado varios pueblos con una población total de 11.000 personas. Islandia tiene poco más de 100.000 habitantes, así que todavía quedan por visitar unos 90.000. A una sola persona le tomaría mucho tiempo predicar todo el territorio, pues los desplazamientos no son nada fáciles. Este es un país montañoso con un litoral muy irregular, no hay ferrocarriles y son muy pocas las carreteras preparadas para el tránsito de automóviles, por lo que mayormente viajo en barco”.

      No se percibe ningún tono de queja en las pocas cartas escritas a mano que se conservan en una vieja carpeta con la etiqueta rotulada “Islandia”. En aquella misma carta de 1929, Lindal escribe: “Me da mucha satisfacción relatarles una experiencia animadora que viví hace poco. Tuve la oportunidad de regresar a un lugar donde había predicado anteriormente y encontré a varias personas que me habían comprado libros. Un hombre dijo: ‘He leído el Arpa dos veces y lo estoy leyendo por tercera vez. Es un buen libro. Gracias por visitarnos’. Otro comentó: ‘Así que ha regresado. Ese libro es buenísimo. ¿Por qué no publican en islandés todos los libros del juez Rutherford?’. Cuando le dije que muchos de ellos podían conseguirse en danés, me respondió: ‘Envíeme todos los que tengan, sí, los libros del pastor Russell también, así tendré suficiente para estudiar durante este invierno’. Otras personas también expresaron su aprecio por los libros. Doy gracias a Dios por permitirme llevar el mensaje de la verdad a los que desean escuchar”.

      Para una sola persona era una tarea enorme llegar a todos los islandeses, pues la isla abarca más de la mitad de la superficie de Inglaterra. Islandia mide 300 kilómetros [200 millas] de norte a sur y 500 kilómetros [300 millas] de este a oeste, y tiene casi 6.400 kilómetros [4.000 millas] de litoral, incluidos los fiordos y las ensenadas. Pese a ello, en diez años, el hermano Lindal logró predicar las buenas nuevas y distribuir publicaciones en toda la isla. Viajaba a lo largo de la costa en barco, y cuando visitaba las granjas del interior, utilizaba dos ponis, uno para él y otro para las publicaciones y el equipaje. Según los hermanos que tuvieron el privilegio de servir con él algunos años antes de su partida, Lindal era un cristiano fiel y formal, pero también tímido y reservado, un hombre de pocas palabras. Era de imponente estatura, casi demasiado alto para los pequeños ponis islandeses que utilizaba en sus desplazamientos. Tenía tanta fuerza que a veces, cuando no había disponible ningún poni, cargaba él mismo los libros y el equipaje.

      Poco se imaginaba este hermano en 1929, cuando comenzó su misión en la “Tierra de hielo”, lo difícil que sería romper el hielo, por así decirlo, y la mucha paciencia y perseverancia que requeriría. Durante casi dieciocho años fue el único Testigo en toda Islandia. Pese a su ardua labor, nadie se puso de parte del Reino en aquellos años. En 1936 escribió: “Durante el tiempo que llevo aquí, he dejado en manos de la gente entre veintiséis mil y veintisiete mil libros. Muchas personas los han leído. Algunas se han puesto en contra de la verdad, pero la mayoría se han quedado totalmente indiferentes”.

      Hubo algunos, no obstante, que sí apreciaron el mensaje que se les llevó. Por ejemplo, un señor muy mayor aceptó el libro El Arpa de Dios. Cuando el hermano Lindal regresó a visitarlo varios meses después, la hija del señor le dijo que a su padre le había gustado tanto el libro que lo estudió a fondo antes de morir. En conformidad con una costumbre pagana, hasta solicitó que cuando falleciera colocasen el libro junto a él dentro del ataúd, y así lo hicieron.

      La larga y solitaria estancia del hermano Lindal en Islandia concluyó el 25 de marzo de 1947, fecha en la que llegaron unos graduados de la Escuela Bíblica de Galaad de la Watchtower. Él continuó sirviendo en la isla hasta 1953, cuando regresó a Canadá. Dieciséis años después, Páll Heine Pedersen, quien para entonces era precursor especial en Islandia, decidió viajar a Winnipeg (Canadá) con la intención de conocer al hermano Lindal y oírle explicar personalmente algunos detalles sobre su labor en la isla, puesto que para aquel entonces los misioneros que habían predicado con él ya se habían ido. Aprovechando unas vacaciones en Estados Unidos, el hermano Pedersen se desplazó en autobús hasta Winnipeg. Pero cuando llegó, le dijeron que el hermano Lindal había terminado su vida en la Tierra aquella misma mañana. Había servido fielmente a Jehová hasta la muerte.

  • Islandia
    Anuario de los testigos de Jehová 2005
    • [Ilustración de la página 207]

      Derecha: Georg F. Lindal (1947)

      [Ilustración de la página 207]

      Abajo: el hermano Lindal con un poni islandés a principios de la década de 1930

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