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¿Es sacrificio su contribución?La Atalaya 1987 | 1 de diciembre
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¿Es sacrificio su contribución?
Un punto de vista equilibrado de las contribuciones
DESPUÉS de enseñar muchas cosas a la gente en el templo, Jesús “se sentó con las arcas de la tesorería a la vista, y se puso a observar cómo la muchedumbre echaba dinero en las arcas de la tesorería”. (Marcos 12:41.) Lo que aconteció después forma el bien conocido relato del óbolo de la viuda. Pero ¿por qué se sentó Jesús allí y observó a la gente echar sus ofrendas? ¿No había dicho él a sus discípulos que no deberían siquiera dejar que su mano izquierda supiera lo que su mano derecha estuviera haciendo cuando hicieran dádivas de misericordia? (Mateo 6:3.)
Antes, Jesús había denunciado vigorosamente a los líderes religiosos por usar métodos inescrupulosos para devorar “las casas de las viudas”. Había dicho que estos religiosos “recibirán juicio más pesado”. (Marcos 12:40.) Para enseñar una lección, se puso a notar lo que la gente hacía allí en las arcas de la tesorería. Hoy, cuando tanto se habla sobre el mucho dinero implicado en el funcionamiento de organizaciones eclesiásticas, su mal uso y el estilo de vida opulento de los que las dirigen, hacemos bien en prestar atención cuidadosa a lo que Jesús dijo. (Sírvase leer Marcos 12:41-44.)
Las arcas de la tesorería
El relato dice que Jesús “se sentó con las arcas de la tesorería a la vista”. Parece que esto fue en el Atrio de las Mujeres, donde, a lo largo de los muros, había varias arcas, o cajas, para que la gente echara en ellas sus ofrendas. La tradición judía nos dice que en total había 13 cajas. En hebreo las llamaban trompetas, porque en la parte superior tenían una abertura pequeña en la forma de la campana de una trompeta. Se dice que ‘nadie entraba en el templo sin echar algo allí’.
El profesor francés Edmond Stapfer, en su libro Palestine in the Time of Christ (1885), describió bastante minuciosamente estas arcas de la tesorería. Su relato nos da una vislumbre de la vida religiosa de la gente de aquel tiempo, especialmente respecto a sus contribuciones para los servicios del templo.
“Cada arca tenía un propósito diferente, como lo indicaba una inscripción en hebreo. La primera decía: Siclos nuevos; es decir, siclos apartados para los gastos del año en curso. La segunda: Siclos viejos; es decir, los dedicados a pagar los gastos del año anterior. La tercera: Tórtolas y palominos; el dinero que se echaba aquí era el precio que pagaban los que tenían que ofrecer dos tórtolas o dos palominos, una de las aves como ofrenda quemada y la otra como sacrificio por el pecado. Sobre la cuarta arca decía: Ofrendas quemadas; este dinero cubría el gasto de las otras ofrendas quemadas. La quinta tenía la inscripción: Madera, y contenía las dádivas de los fieles para comprar madera para el altar. La sexta: Incienso (dinero para comprar incienso). La séptima: Para el santuario (dinero para el propiciatorio). Las seis arcas restantes llevaban la inscripción: Ofrendas voluntarias.”
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¿Es sacrificio su contribución?La Atalaya 1987 | 1 de diciembre
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“De su indigencia”
Todo esto simplemente da énfasis a la ilustración de Jesús sobre la pequeña contribución que la viuda pobre echó, sin duda, en una de las cajas marcadas “Ofrendas voluntarias”. Por ser viuda, no se exigía que ella diera la capitación, y debido a sus recursos limitados lo probable era que no podía satisfacer los requisitos mínimos para las ofrendas quemadas de la madera ni de las ofrendas de incienso. Sin embargo, quería hacer algo para mostrar su amor a Jehová. No quería que la excluyeran, o solo dejar que contribuyeran los que ‘podían darse tal lujo’. Jesús dijo: “Ella, de su indigencia, echó cuanto poseía, todo lo que tenía para vivir”. (Marcos 12:44.)
De este relato podemos aprender muchas lecciones valiosas. Quizás la más sobresaliente es que, aunque todos tenemos el privilegio de apoyar la adoración verdadera mediante las posesiones materiales, lo que en verdad es precioso a la vista de Dios no es que demos o contribuyamos lo que, de todos modos, no nos hace falta, sino que demos lo que es valioso para nosotros. En otras palabras ¿estamos dando algo que en realidad no echaremos de menos, o es un verdadero sacrificio nuestra contribución?
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