-
“Jehová, un Dios misericordioso y benévolo”La Atalaya 1998 | 1 de octubre
-
-
Jesús presentó la tercera ilustración en forma de parábola.a Muchos la consideran la mejor narración breve de todos los tiempos. Un análisis de esta parábola nos ayudará a valorar e imitar la misericordia de Dios (Lucas 15:3-10).
Un hijo rebelde se va de casa
5, 6. ¿Cómo demostró ser un total desagradecido el hijo menor de la tercera ilustración de Jesús?
5 “Cierto hombre tenía dos hijos. Y el más joven de ellos dijo a su padre: ‘Padre, dame la parte que me corresponde de la hacienda’. Entonces él les dividió su medio de vivir. Más tarde, no muchos días después, el hijo más joven recogió todas las cosas y viajó al extranjero a un país distante, y allí malgastó su hacienda viviendo una vida disoluta.” (Lucas 15:11-13.)b
6 El hijo menor de la parábola fue muy desagradecido. En primer lugar, pidió su herencia y luego la dilapidó “viviendo una vida disoluta”. La expresión “vida disoluta” se traduce de una palabra griega que significa “con desenfreno”. Un comentarista dice que la palabra “expresa el mayor abandono de carácter”. Con buena razón se suele llamar pródigo al joven de la parábola de Jesús, pues este término define a “la persona que desperdicia y consume su hacienda en gastos inútiles, sin medida ni razón”.
7. ¿Quiénes se asemejan hoy al hijo pródigo, y por qué buscan muchos de ellos independencia en “un país distante”?
7 ¿Hay gente en la actualidad que se asemeje al hijo pródigo? Sí. Lamentablemente, una minoría ha abandonado la “casa” segura de nuestro Padre celestial, Jehová (1 Timoteo 3:15). Algunos piensan que el ambiente de la casa de Dios es demasiado restrictivo y que el ojo atento de Jehová es más un estorbo que una protección (compárese con Salmo 32:8). Puede citarse el caso de una cristiana que fue educada según los principios bíblicos, pero que más tarde se dio a la bebida y a las drogas. Al recordar ese período oscuro de su vida, dice: “Quería demostrar que podía vivir mejor por mí misma. Deseaba hacer lo que se me antojara, y no quería que nadie me contradijera”. Esta joven buscó su independencia, como hizo el hijo pródigo. Tristemente, hubo que expulsarla de la congregación cristiana por su modo de vivir contrario a las Escrituras (1 Corintios 5:11-13).
8. a) ¿Qué ayuda se puede dar a los que desean vivir de manera contraria a las normas de Dios? b) ¿Por qué debemos pensar con seriedad lo que optamos por hacer en materia de adoración?
8 Duele mucho el que un hermano en la fe diga que desea vivir de manera contraria a las normas de Dios (Filipenses 3:18). Cuando esto sucede, los ancianos y otros hermanos cualificados espiritualmente se esfuerzan por reajustarlo (Gálatas 6:1). No obstante, a nadie se le obliga a aceptar el yugo del discipulado cristiano (Mateo 11:28-30; 16:24). Incluso los jóvenes, cuando alcanzan la mayoría de edad, tienen que tomar una decisión personal en cuanto a su adoración. En última instancia, todos tenemos libre albedrío y rendiremos cuentas de nosotros mismos a Dios (Romanos 14:12). Por supuesto, también ‘segaremos lo que sembramos’, una lección que el hijo pródigo de la parábola de Jesús pronto aprendería (Gálatas 6:7, 8).
Desesperación en un país distante
9, 10. a) ¿Cómo cambiaron las circunstancias del hijo pródigo, y qué hizo él? b) Ilustre cómo algunos que abandonan la adoración verdadera hoy día tienen dificultades similares a las del hijo pródigo.
9 “Cuando lo hubo gastado todo, ocurrió un hambre severa por todo aquel país, y él comenzó a padecer necesidad. Hasta fue y se acogió a uno de los ciudadanos de aquel país, y este lo envió a sus campos a guardar cerdos. Y deseaba saciarse de las algarrobas que comían los cerdos, y nadie le daba nada.” (Lucas 15:14-16.)
10 Aunque había quedado en la indigencia, el hijo pródigo no contemplaba todavía la posibilidad de regresar a casa. Al contrario, recurrió a un ciudadano que lo empleó guardando cerdos. Como la Ley mosaica estipulaba que los cerdos eran animales inmundos, es probable que este empleo fuera inaceptable para un judío (Levítico 11:7, 8). Pero si el hijo pródigo sintió algún remordimiento de conciencia tuvo que reprimirlo, pues no podía esperar que a su patrono, un ciudadano del país, le importaran los sentimientos de un extranjero vagabundo. Las dificultades del hijo pródigo son similares a las que experimentan muchos de los que abandonan hoy en día la senda recta de la adoración pura. Estos suelen involucrarse en actividades que antes habrían considerado degradantes. Por ejemplo, un joven de 17 años se rebeló contra la educación cristiana que había recibido. “La inmoralidad y las drogas borraron años de enseñanza bíblica”, reconoce. Al poco tiempo este joven se vio en prisión por robo a mano armada y asesinato. Aunque más tarde se recuperó espiritualmente, qué precio tan elevado tuvo que pagar por “disfrutar temporalmente del pecado” (compárese con Hebreos 11:24-26).
11. ¿Cómo se agravaron los problemas del hijo pródigo, y cómo han resultado ser un “vano engaño” para algunos hoy día los atractivos del mundo?
11 Los problemas del hijo pródigo se agravaron porque “nadie le daba nada”. ¿Dónde estaban sus nuevos amigos? Ahora que se había quedado sin dinero era para ellos como un “objeto de odio” (Proverbios 14:20). Del mismo modo, muchos de los que hoy se apartan de la fe descubren que los atractivos y criterios de este mundo son un “vano engaño” (Colosenses 2:8). “Sufrí mucho dolor y angustia sin la dirección de Jehová —dice una joven que abandonó la organización de Jehová por un tiempo—. Intenté encajar en el mundo, pero como en realidad no era igual que los demás, me rechazaban. Me sentí como una niña perdida que necesitaba a un padre que la guiara. Entonces fue cuando me di cuenta de que necesitaba a Jehová. No quería volver a vivir independientemente de él jamás.” El hijo pródigo de la parábola de Jesús llegó a una conclusión similar.
El hijo pródigo recobra el juicio
12, 13. ¿Qué ha ayudado a algunos a recobrar el juicio en la actualidad? (Véase el recuadro.)
12 “Cuando recobró el juicio, dijo: ‘¡Cuántos asalariados de mi padre tienen pan en abundancia, mientras yo aquí perezco de hambre! Me levantaré y haré el viaje a donde mi padre, y le diré: “Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no soy digno de ser llamado hijo tuyo. Hazme como uno de tus asalariados”’. De modo que se levantó y fue a donde su padre.” (Lucas 15:17-20.)
13 El hijo pródigo “recobró el juicio”. Por un tiempo se entregó a una vida de placeres, como si viviera en un mundo de ensueño. Pero luego tomó plena conciencia de su verdadera condición espiritual. En efecto, a pesar de haber caído, aún existía esperanza para este joven. Podía encontrarse en él algo bueno (Proverbios 24:16; compárese con 2 Crónicas 19:2, 3). ¿Qué puede decirse de los que abandonan el rebaño de Dios hoy en día? ¿Sería razonable llegar a la conclusión de que ya no tienen esperanza, que en todos los casos su rebeldía prueba que han pecado contra el espíritu santo de Dios? (Mateo 12:31, 32.) No necesariamente. Algunos de ellos se sienten angustiados por su mal proceder y con el tiempo recobran el juicio. “Nunca, ni un solo día, me olvidé de Jehová —dice una hermana reflexionando sobre el tiempo que estuvo apartada de la organización de Dios—. Siempre le pedía en oración que de algún modo, algún día, me aceptara de nuevo en la verdad.” (Salmo 119:176.)
14. ¿Qué decidió hacer el hijo pródigo, y por qué fue esto una demostración de humildad?
14 Pero ¿qué pueden hacer los que se han apartado? El hijo pródigo de la parábola de Jesús decidió regresar a su hogar y rogar el perdón de su padre. “Hazme como uno de tus asalariados”, decidió suplicarle. Al asalariado se le contrataba por un día y se le podía despedir al día siguiente. Su posición era más baja que la de un esclavo, pues en un sentido este era como un miembro de la familia. De modo que el hijo pródigo no pensaba pedir que se le aceptara de nuevo como hijo. Estaba dispuesto a aceptar la posición más baja para demostrar a su padre día a día su renovada lealtad. Sin embargo, le esperaba una sorpresa.
Un afectuoso recibimiento
15-17. a) ¿Cómo reaccionó el padre cuando vio a su hijo? b) ¿Qué muestra el que el padre le diera ropa, sandalias y un anillo? c) ¿Qué indica el que el padre organizara una fiesta?
15 “Mientras él estaba todavía lejos, su padre alcanzó a verlo, y se enterneció, y corrió y se le echó sobre el cuello y lo besó tiernamente. Entonces el hijo le dijo: ‘Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no soy digno de ser llamado hijo tuyo. Hazme como uno de tus asalariados’. Pero el padre dijo a sus esclavos: ‘¡Pronto!, saquen una ropa larga, la mejor, y vístanlo con ella, y pónganle un anillo en la mano y sandalias en los pies. Y traigan el torillo cebado, degüéllenlo, y comamos y gocemos, porque este hijo mío estaba muerto y volvió a vivir; estaba perdido y fue hallado’. Y comenzaron a gozar.” (Lucas 15:20-24.)
16 Todo padre amoroso desea el recobro espiritual de su hijo. Podemos imaginarnos, pues, al padre del hijo pródigo mirando todos los días el camino que había enfrente de su casa, esperando ansiosamente el regreso de su hijo. En un momento dado, vislumbra a su hijo subiendo por el sendero. La apariencia del joven no es la misma. No obstante, el padre lo reconoce mientras él está “todavía lejos”. Ve más que la ropa harapienta y el espíritu abatido; ve a su hijo, y corre a su encuentro.
17 Cuando el padre llega adonde él, se le echa al cuello y lo besa tiernamente. Luego manda a sus esclavos que le den una ropa larga, un anillo y unas sandalias. La ropa no era cualquier prenda de vestir, sino “la mejor” (quizá una vestidura bordada como la que se ofrecía a los invitados de honor). Puesto que los esclavos no solían llevar anillos ni sandalias, era evidente que el padre lo admitía de nuevo como miembro de pleno derecho de la familia. Pero hizo todavía más. Mandó que se organizara una fiesta para celebrar el regreso de su hijo. Es obvio que este hombre no había perdonado a su hijo a regañadientes, o solo por obligación; quería perdonarlo. Se sentía feliz.
18, 19. a) ¿Qué nos enseña la parábola del hijo pródigo sobre Jehová? b) ¿Cómo ‘se mantiene en expectación’ Jehová en cuanto al regreso del pecador, según lo demostró al tratar con Judá y Jerusalén?
18 Hasta aquí ¿qué nos enseña la parábola del hijo pródigo acerca del Dios a quien tenemos el privilegio de adorar? En primer lugar, que Jehová es “misericordioso y benévolo, tardo para la cólera y abundante en bondad amorosa y verdad” (Éxodo 34:6). La misericordia es en realidad una sobresaliente cualidad de Dios. Es su forma natural de tratar a los necesitados. Luego, la parábola de Jesús nos enseña que Jehová está “listo para perdonar” (Salmo 86:5). Está atento, por decirlo así, a cualquier cambio de actitud en el corazón de los pecadores que le permita tener misericordia (2 Crónicas 12:12; 16:9).
19 Piense, por ejemplo, en la relación de Dios con Israel. Jehová inspiró al profeta Isaías a decir que Judá y Jerusalén estaban ‘enfermas de pies a cabeza’. Aun así, dijo también: “Jehová se mantendrá en expectación de mostrarles favor a ustedes, y por lo tanto se levantará para mostrarles misericordia” (Isaías 1:5, 6; 30:18; 55:7; Ezequiel 33:11). Como el padre de la parábola de Jesús, Jehová ‘está atento al camino’, por decirlo así. Espera con interés el regreso de todo el que haya abandonado su casa. ¿No es eso lo que esperaríamos de un padre amoroso? (Salmo 103:13.)
20, 21. a) ¿De qué manera atrae la misericordia de Dios a muchos hoy? b) ¿Qué se examinará en el próximo artículo?
20 Todos los años la misericordia de Jehová hace que muchos recobren el juicio y regresen a la adoración verdadera, lo cual es una gran alegría para sus seres queridos. Veamos, a título de ejemplo, el caso del padre cristiano mencionado al principio. Felizmente, su hija se recuperó en sentido espiritual y ahora es una evangelizadora de tiempo completo. “Soy tan feliz como se puede ser en este viejo sistema de cosas —dice él—. Las lágrimas de dolor se han tornado en lágrimas de alegría.” Y, sin duda, Jehová también se regocija (Proverbios 27:11).
21 Pero la parábola del hijo pródigo nos enseña algo más. Jesús contrastó a continuación la misericordia de Jehová con la postura rígida y sentenciosa de los escribas y fariseos. En el siguiente artículo se examinará cómo lo hizo y lo que eso significa para nosotros.
-
-
Imite la misericordia de JehováLa Atalaya 1998 | 1 de octubre
-
-
Imite la misericordia de Jehová
“Continúen haciéndose misericordiosos, así como su Padre es misericordioso.” (LUCAS 6:36.)
1. ¿Cómo demostraron los fariseos que no tenían misericordia?
EL SER humano, aunque creado a la imagen de Dios, no imita muchas veces Su misericordia (Génesis 1:27). Centrémonos en el caso de los fariseos. Como grupo, estos no se alegraron cuando Jesús curó misericordiosamente la mano seca de un hombre en sábado; antes bien, entraron en consejo contra Jesús “para poder destruirlo” (Mateo 12:9-14). En otra ocasión Jesús curó a un ciego de nacimiento. Tampoco entonces alegró la compasión de Jesús a “algunos de los fariseos”. Por el contrario, dijeron en son de queja: “Este no es hombre de Dios, porque no observa el sábado” (Juan 9:1-7, 16).
2, 3. ¿Qué quiso decir Jesús con las palabras “guárdense de la levadura de los fariseos”?
2 La actitud insensible de los fariseos constituía un crimen contra la humanidad y un pecado contra Dios (Juan 9:39-41). Con buena razón Jesús advirtió a sus discípulos: “Guárdense de la levadura” de ese grupo elitista y de otros religiosos, como los saduceos (Mateo 16:6). La Biblia usa la levadura como símbolo de pecado o corrupción. De modo que Jesús estaba diciendo que la enseñanza de los “escribas y fariseos” podía corromper la adoración pura. ¿De qué manera? Al enseñar a la gente a ver la Ley de Dios solo como un conjunto arbitrario de reglas y rituales, y pasar por alto los “asuntos de más peso”, entre ellos, la misericordia (Mateo 23:23). Esta religión ritualista convertía la adoración de Dios en una carga abrumadora.
3 En la segunda parte de la parábola del hijo pródigo, Jesús desenmascaró el modo de pensar corrupto de los guías religiosos judíos. El padre de la parábola, que representa a Jehová, ansiaba perdonar a su hijo arrepentido. Pero el hermano mayor, que personifica a ‘los fariseos y los escribas’, tenía sentimientos muy diferentes al respecto (Lucas 15:2).
La ira del hermano
4, 5. ¿En qué sentido estaba “perdido” el hermano del hijo pródigo?
4 “Pues bien, su hijo mayor estaba en el campo; y a medida que venía y se acercaba a la casa oyó un concierto de música y danzas. De modo que llamó a sí a uno de los sirvientes e inquirió qué significaban estas cosas. Él le dijo: ‘Tu hermano ha venido, y tu padre degolló el torillo cebado, porque lo recobró en buena salud’. Pero él se airó, y no quiso entrar.” (Lucas 15:25-28.)
5 Es evidente que el hijo pródigo no era el único que tenía dificultades en la parábola de Jesús. “Ambos hijos aquí representados están perdidos —dice una obra de consulta—, uno por la injusticia que lo degrada, el otro por su propia justicia que lo ciega.” Observe que el hermano mayor no solo no se alegró, sino que “se airó”. La raíz de la palabra griega para “ira” no denota un estallido de cólera, sino más bien, una condición mental arraigada. Al parecer, el hermano mayor albergaba un profundo resentimiento, de modo que le pareció inoportuno celebrar el regreso de alguien que, para empezar, nunca debió haber abandonado la casa.
6. ¿A quién representa el hermano mayor, y por qué?
6 El hermano mayor representa a quienes se sentían molestos por la compasión y atención que Jesús dispensaba a los pecadores. A estas personas pagadas de su propia justicia no les conmovía la misericordia de Jesús; tampoco reflejaban el gozo que se produce en el cielo cuando se perdona a un pecador. Al contrario, la misericordia de Jesús provocó su ira, y empezaron a pensar “cosas inicuas” en el corazón (Mateo 9:2-4). En una ocasión, la ira de algunos fariseos fue tan intensa que mandaron llamar a un hombre al que Jesús había curado y “lo echaron fuera”, lo que parece indicar que lo expulsaron de la sinagoga (Juan 9:22, 34). Al igual que el hermano mayor, que ‘no quería entrar’, los líderes religiosos no quisieron ‘regocijarse con los que se regocijan’ cuando tuvieron la oportunidad de hacerlo (Romanos 12:15). Jesús puso de manifiesto su erróneo razonamiento en la siguiente parte de la parábola.
Razonamiento erróneo
7, 8. a) ¿Por qué no entendió el hermano mayor el significado de la filiación? b) ¿En qué se diferenciaba de su padre el hijo mayor?
7 “Entonces su padre salió y se puso a suplicarle. En respuesta, él dijo a su padre: ‘Hace ya tantos años que he trabajado para ti como un esclavo, y ni una sola vez transgredí tu mandamiento, y, no obstante, a mí ni una sola vez me diste un cabrito para que gozara con mis amigos. Pero tan pronto como llegó este hijo tuyo que se comió tu medio de vivir con las rameras, le degollaste el torillo cebado’.” (Lucas 15:28-30.)
8 El hermano mayor evidenció con estas palabras que no entendía el verdadero significado de la filiación. Servía a su padre de la misma manera que un empleado sirve a su patrono. Así se lo expresó: “He trabajado para ti como un esclavo”. Cierto es que el hijo mayor nunca se había ido de casa ni había transgredido ningún mandamiento de su padre. Pero ¿estaba esa obediencia motivada por el amor? ¿Hallaba verdadero gozo al servir a su padre, o se había hecho presuntuoso y autocomplaciente, creyendo que era un buen hijo solo porque realizaba sus tareas “en el campo”? Si verdaderamente era un buen hijo, ¿por qué no reflejaba el modo de pensar de su padre? Cuando tuvo la oportunidad de ser misericordioso con su hermano, ¿por qué no hubo lugar para la compasión en su corazón? (Compárese con Salmo 50:20-22.)
9. Explique cómo se parecían los guías religiosos judíos al hijo mayor.
9 Los guías religiosos judíos se parecían al hijo mayor. Creían que eran leales a Dios porque seguían estrictamente un código de leyes. No cabe duda de que la obediencia es fundamental (1 Samuel 15:22). Pero la importancia excesiva que concedían a las obras convirtieron la adoración verdadera de Dios en una religión mecánica, una mera fachada de devoción carente de espiritualidad. Les obsesionaban las tradiciones. No había amor en su corazón. Consideraban a la gente común como el polvo que pisaban y la despreciaban llamándola ‘maldita’ (Juan 7:49). ¿Cómo podían impresionar a Dios las obras de esos caudillos religiosos cuando su corazón estaba tan alejado de él? (Mateo 15:7, 8.)
10. a) ¿Por qué era oportuno el consejo “quiero misericordia, y no sacrificio”? b) ¿Por qué es grave no tener misericordia?
10 Jesús dijo a los fariseos: “Vayan [...] y aprendan lo que esto significa: ‘Quiero misericordia, y no sacrificio’” (Mateo 9:13; Oseas 6:6). Tenían las prioridades confundidas, pues sin misericordia todos sus sacrificios eran en vano. Este es un asunto muy serio, por cuanto la Biblia dice que los “despiadados” se cuentan entre aquellos a quienes Dios considera “merecedores de muerte” (Romanos 1:31, 32). Así pues, no es de extrañar que Jesús dijera que aquellos guías religiosos, como grupo, estaban condenados a la destrucción eterna. Es probable que la falta de misericordia hubiera contribuido en buena medida a que merecieran ese juicio (Mateo 23:33). Pero quizá se podía ayudar a algunos individuos de aquel grupo. En la conclusión de la parábola Jesús intentó reajustar el modo de pensar de tales judíos mediante las palabras que dirigió el padre a su hijo mayor. Veamos cómo.
La misericordia del padre
11, 12. ¿Cómo intenta razonar el padre de la parábola de Jesús con su hijo mayor, y qué es posible que dé a entender la expresión “hermano tuyo” que usa el padre?
11 “Entonces él le dijo: ‘Hijo, tú siempre has estado conmigo, y todas las cosas que son mías son tuyas; pero simplemente teníamos que gozar y tener regocijo, porque este hermano tuyo estaba muerto y llegó a vivir, y estaba perdido y fue hallado’.” (Lucas 15:31, 32.)
12 Observemos que el padre utiliza la expresión “hermano tuyo”. ¿Por qué? Pues bien, recordemos que el hijo mayor había llamado antes a su hermano “hijo tuyo”, no “mi hermano”. Parece ser que no reconocía el lazo fraternal que los unía. De modo que es como si el padre le hubiera dicho a su hijo mayor: “Este no es solo mi hijo. Es tu hermano, tu propia carne y sangre. Debe alegrarte su regreso”. Los líderes judíos debieron haber entendido el mensaje de Jesús. Los pecadores a quienes despreciaban eran en realidad sus “hermanos”. Es más, “no hay en la tierra hombre justo que siga haciendo el bien y no peque” (Eclesiastés 7:20). Los judíos prominentes tenían muchas razones por las que alegrarse cuando los pecadores se arrepentían.
13. ¿Con qué importante pregunta nos deja el final repentino de la parábola de Jesús?
13 La parábola termina repentinamente después del ruego del padre. Es como si Jesús invitara a los oyentes a añadir su propio final a la narración. Sin importar cuál fuera la respuesta del hijo mayor, todos los oyentes se enfrentaban al interrogante: “¿Me uniré yo al gozo que hay en el cielo cuando un pecador se arrepiente?”. Los cristianos de la actualidad también tienen la oportunidad de demostrar cómo responden a esa pregunta. Veamos.
Imitemos hoy la misericordia de Dios
14. a) ¿Cómo podemos seguir el consejo de Pablo de Efesios 5:1 en lo que tiene que ver con la misericordia? b) ¿Qué malentendido en cuanto a la misericordia de Dios debemos evitar?
14 Pablo exhortó a los efesios: “Háganse imitadores de Dios, como hijos amados” (Efesios 5:1). Por tanto, como cristianos deberíamos valorar la misericordia de Dios, implantarla en lo más profundo de nuestro corazón y demostrarla en nuestros tratos con otras personas. Cabe, sin embargo, una palabra de cautela. No debe malinterpretarse la misericordia de Dios como tolerancia del pecado. A título de ejemplo, alguien pudiera razonar con indiferencia: “Si peco, siempre puedo pedir a Dios que me perdone, y él tendrá misericordia de mí”. Tal actitud equivaldría a lo que el escritor bíblico Judas llamó tornar “la bondad inmerecida de nuestro Dios en una excusa para conducta relajada” (Judas 4). Aunque Jehová es misericordioso, “de ninguna manera dará exención de castigo” en el caso de los pecadores impenitentes (Éxodo 34:7; compárese con Josué 24:19; 1 Juan 5:16).
15. a) ¿Por qué es especialmente importante que los ancianos mantengan un punto de vista equilibrado sobre la misericordia? b) Aunque no toleran el pecado deliberado, ¿qué se esfuerzan por hacer los ancianos, y por qué?
15 Por otra parte, no debemos irnos al otro extremo, es decir, ser rigurosos y críticos con los que se arrepienten verdaderamente de sus pecados y demuestran tristeza piadosa (2 Corintios 7:11). Ya que se ha confiado a los ancianos el cuidado de las ovejas de Jehová, es esencial que mantengan un punto de vista equilibrado a este respecto, especialmente cuando tratan asuntos judiciales. La congregación cristiana tiene que mantenerse limpia, y es bíblico ‘remover al hombre inicuo’ mediante la expulsión (1 Corintios 5:11-13). Al mismo tiempo, debe tenerse misericordia cuando hay base clara para ella. Así pues, aunque los ancianos no toleran el pecado deliberado, se esfuerzan por proceder con amor y misericordia dentro de los límites de la justicia. Tienen siempre presente el principio bíblico: “Al que no practica misericordia se le hará su juicio sin misericordia. La misericordia se alboroza triunfalmente sobre el juicio” (Santiago 2:13; Proverbios 19:17; Mateo 5:7).
16. a) ¿Cómo indica la Biblia que Jehová desea que los que se han apartado regresen a él? b) ¿Cómo podemos demostrar que nosotros también recibimos con gusto a los pecadores arrepentidos?
16 La parábola del hijo pródigo deja claro que Jehová desea que los que se han apartado regresen a él. En realidad, les invita a hacerlo hasta que ellos mismos demuestran que no existe posibilidad de recuperación (Ezequiel 33:11; Malaquías 3:7; Romanos 2:4, 5; 2 Pedro 3:9). Al igual que el padre de la parábola, Jehová trata con dignidad a los que regresan, aceptándolos de nuevo como miembros de pleno derecho de su familia. ¿Imitamos nosotros a Jehová a este respecto? Cuando se restablece a un compañero que ha estado expulsado por cierto tiempo, ¿cómo respondemos? Sabemos que hay “gozo en el cielo” (Lucas 15:7). Pero ¿hay gozo en la Tierra, en nuestra congregación, incluso en nuestro corazón? O como en el caso del hijo mayor de la parábola, ¿nos sentimos molestos, como si quien hubiera abandonado el rebaño de Dios no mereciera que se le aceptara de nuevo?
-