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Participemos plenamente en la gran cosecha espiritualLa Atalaya 2010 | 15 de julio
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Otra cualidad necesaria para trabajar de lleno en la cosecha es la diligencia. Jesús así lo ilustró en la parábola de los talentos.a En ella habla de un amo que, antes de viajar al extranjero, confió sus pertenencias a tres esclavos, dejándoles grandes sumas de dinero llamadas talentos. Al primero le entregó cinco talentos; al segundo, dos, y al último, uno. Cuando el señor se marchó, los primeros dos siervos actuaron con diligencia. Sin demorarse, cada uno “negoció” con el dinero recibido. Pero el tercer esclavo lo enterró en el suelo, pues era “indolente”, o perezoso. Al regresar, el amo recompensó a los primeros dos esclavos nombrándolos “sobre muchas cosas”. Pero al tercero le quitó el talento que le había dado y lo expulsó de su casa (Mat. 25:14-30).
9 Como es natural, todos queremos imitar a los dos esclavos laboriosos de la comparación de Jesús y participar plenamente en la obra de enseñanza. Pero ¿y si las circunstancias no nos dejan hacer mucho? Quizás las dificultades económicas nos obligan a trabajar largas horas para mantener a la familia. O tal vez no tengamos ya las fuerzas o la salud de cuando éramos jóvenes. En tal caso, encontraremos un mensaje alentador en la parábola de los talentos.
10. ¿Cómo demostró el amo de la parábola que era una persona razonable, y por qué nos anima este hecho?
10 Observemos que el amo de la parábola comprendía que los tres esclavos no tenían el mismo potencial, ya que distribuyó el dinero “a cada uno según su propia habilidad” (Mat. 25:15). Como era de esperar, el primero le consiguió bastantes más ganancias que el segundo. Aun así, el amo reconoció la laboriosidad de los dos, pues a cada uno lo llamó “esclavo bueno y fiel” y le dio la misma recompensa (Mat. 25:21, 23). De igual modo, Jehová, el Amo de la siega, sabe que nuestras circunstancias individuales influyen en cuánto podemos lograr en su obra. Está muy al tanto de los esfuerzos que hacemos por servirle con toda el alma, y nunca dejará de darnos la debida recompensa (Mar. 14:3-9; léase Lucas 21:1-4).
11. Dé un ejemplo que muestre que las personas laboriosas pueden obtener grandes bendiciones a pesar de las circunstancias difíciles.
11 Fijémonos en el caso de Selmira, una hermana que vive en Brasil. Su ejemplo nos muestra que para ser diligentes en el servicio de Jehová no es preciso tener las mejores circunstancias en la vida. Hace veinte años, perdió a su marido en un asalto a mano armada y se quedó sola con tres niñas que criar. Era empleada doméstica, lo cual exigía que trabajara largas jornadas y realizara viajes agotadores en el abarrotado transporte público. Pese a todo, se organizó para emprender el precursorado regular, servicio al que más tarde se unieron dos de sus tres hijas. “A lo largo de los años —explica—, más de veinte personas han estudiado la Biblia conmigo y han llegado a ser parte de mi ‘familia’. Hasta el día de hoy valoro mucho su cariño y amistad. Es un tesoro que no se puede comprar ni con todo el oro del mundo.” Sin duda, el Amo de la cosecha ha bendecido a Selmira por su laboriosidad.
12. ¿Cómo podemos demostrar diligencia en la predicación?
12 No todos podemos dedicar mucho tiempo a la cosecha. Pero siempre podemos esforzarnos por realizar nuestra labor de forma más eficiente. Si aplicamos con cuidado las sugerencias que recibimos semanalmente en la Reunión de Servicio, seremos más hábiles y hallaremos nuevas oportunidades de dar testimonio (2 Tim. 2:15). Por otro lado, tal vez nos resulte posible posponer o incluso sacrificar actividades de menor importancia a fin de apoyar el programa para el ministerio que se haya establecido en nuestra congregación (Col. 4:5).
13. ¿Cuál es la clave para mantener una actitud diligente?
13 No olvidemos que la diligencia nace del aprecio que sentimos en nuestro interior (Sal. 40:8). El tercer esclavo de la parábola de Jesús tenía miedo de su amo y lo consideraba exigente e irrazonable. Por eso, escondió el dinero, en vez de usarlo para aumentar los bienes de su señor. Algo que nos ayudará a no adoptar una actitud tan negligente es cultivar día a día una relación estrecha con Jehová, el Amo de la siega. Si apartamos momentos para estudiar y meditar sobre el amor, la paciencia, la misericordia y el resto de las maravillosas cualidades de Dios, el corazón nos moverá a hacer lo máximo posible en su servicio (Luc. 6:45; Fili. 1:9-11).
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a Aunque la parábola de los talentos se refiere principalmente a la relación de Jesús con los ungidos, contiene principios aplicables a todos los cristianos.
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