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Agonía en el maderoEl hombre más grande de todos los tiempos
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DOS salteadores son llevados con Jesús a la ejecución. La procesión se detiene no muy lejos de la ciudad, en un lugar llamado Gólgotha o Lugar del Cráneo.
Les quitan a los prisioneros sus prendas de vestir. Entonces les proveen vino drogado con mirra. Parece que las mujeres de Jerusalén lo preparan, y los romanos no niegan a los que son colgados en maderos esta bebida que embota los sentidos al dolor.
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Agonía en el maderoEl hombre más grande de todos los tiempos
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Aun los salteadores —colgados uno a la derecha de Jesús y el otro a su izquierda— se burlan de él.
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Agonía en el maderoEl hombre más grande de todos los tiempos
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Con el tiempo, uno de los salteadores se da cuenta de que Jesús en realidad tiene que ser un rey. Por lo tanto, reprende a su compañero con las palabras: “¿No temes tú a Dios de ninguna manera, ahora que estás en el mismo juicio? Y nosotros, en verdad, justamente, porque estamos recibiendo de lleno lo que merecemos por las cosas que hicimos; pero este no ha hecho nada indebido”. Entonces se dirige a Jesús y le ruega: “Acuérdate de mí cuando entres en tu reino”.
“Verdaderamente te digo hoy —contesta Jesús—: Estarás conmigo en el Paraíso.” Esta promesa se cumplirá cuando Jesús como Rey en los cielos resucite a este malhechor arrepentido a la vida en la Tierra en un Paraíso que los sobrevivientes del Armagedón y sus compañeros tendrán el privilegio de cultivar.
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