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    • Un pastor encuentra a una oveja perdida en una noche con tormenta

      Igual que un pastor busca a una oveja perdida, los ancianos se esfuerzan por encontrar a quienes han perdido el contacto con la congregación

      20, 21. ¿Cómo pueden los ancianos imitar al pastor de la parábola de Jesús? Ponga un ejemplo (vea también el recuadro “Visitas semanales productivas”).

      20 En segundo lugar, la organización de Jehová prepara a los ancianos para interesarse por quienes han perdido el contacto con la congregación (Heb. 12:12). ¿Por qué deben los ancianos ayudar a quienes están débiles espiritualmente, y cómo tienen que hacerlo? La parábola de Jesús sobre el pastor y la oveja perdida proporciona las respuestas (lea Lucas 15:4-7). Cuando el pastor se da cuenta de que le falta una oveja, la busca como si fuera la única que posee. ¿Cómo imitan los ancianos cristianos su ejemplo? Para ellos, quienes han perdido el contacto con el pueblo de Dios siguen siendo valiosos, tal como la oveja perdida sigue siendo valiosa a los ojos del pastor. Ven a la persona débil en sentido espiritual como una oveja perdida, no como un caso perdido. Además, igual que el pastor decide ir “en busca de la perdida hasta que la halla”, los ancianos toman la iniciativa en encontrar y ayudar a los débiles.

      21 ¿Qué hace el pastor de la parábola cuando encuentra a la oveja? La levanta con cuidado, “la pone sobre sus hombros” y la lleva de vuelta al rebaño. De forma parecida, cuando un anciano le habla con sinceridad e interés a quien se halla débil espiritualmente, sus palabras pueden levantarle el ánimo y ayudarle a volver a la congregación. Así le sucedió a Victor, un hermano de África que dejó de ir a las reuniones. Él relató: “Durante los ocho años que estuve inactivo, los ancianos siguieron tratando de ayudarme”. ¿Qué contribuyó especialmente a que volviera? Él explica: “Cierto día, John, un anciano con el que yo había ido a la escuela de precursores, me visitó y me enseñó algunas fotografías que nos habíamos hecho durante el curso. Me trajeron tantos recuerdos maravillosos que empecé a echar de menos el gozo que sentía cuando servía a Jehová”. Poco después de la visita de John, Victor regresó a la congregación y, en la actualidad, sirve de nuevo como precursor. Lo cierto es que los ancianos cristianos que cuidan de sus hermanos contribuyen mucho al gozo de todos (2 Cor. 1:24).b

      Dos cristianos le hacen una visita amigable a un hermano inactivo de mayor edad

      VISITAS SEMANALES PRODUCTIVAS

      MOTIVADOS por el deseo de ayudar a las ovejas perdidas, los ancianos de una congregación de Estados Unidos analizaron qué podían hacer para ayudar a quienes habían perdido contacto con el rebaño. Averiguaron que unas treinta personas, que habían dejado de servir a Jehová hacía décadas, seguían viviendo en el territorio de la congregación, y la mayoría de ellas ya eran de edad avanzada.

      Alfredo, uno de los ancianos, preparó una lista con los nombres de estas personas y empezó a visitarlas. “Todos los viernes por la mañana voy a la casa de algún inactivo”, relata él. Cuando el hermano inactivo abre la puerta, este anciano intenta conversar tranquilamente con él transmitiéndole su interés afectuoso. Le explica que la congregación no ha olvidado la excelente labor que realizó a favor del Reino de Jehová. Él cuenta: “Cuando le mencioné a un hermano inactivo de edad avanzada las horas de predicación y las revistas que había en su último informe en el año 1976, se le llenaron los ojos de lágrimas”. Alfredo también lee Lucas 15:4-7, 10 con los hermanos, y después les dice: “¿Qué ocurre cuando una oveja perdida vuelve a la congregación? Jehová, Jesús y los ángeles se alegran muchísimo. ¡Piensa en ello!”.

      Durante los últimos dos años, Alfredo ha estado acercándose a los inactivos. ¿Cuál ha sido el fruto de sus pacientes esfuerzos? Ha tenido la satisfacción de ayudar a dos hermanos a volver a la congregación. Ahora asisten regularmente a las reuniones los domingos. Él cuenta sonriente: “Cuando entraron en el Salón del Reino, me tocó llorar a mí. Aunque ya vienen a las reuniones, todavía voy a su casa los viernes porque me dicen que esperan con ilusión esas visitas semanales, y a mí me pasa lo mismo”.

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