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  • La predicación se extiende hacia el oriente
    Anuario de los testigos de Jehová 2016
    • Cuando los pastores protestantes se dieron cuenta de que sus feligreses escuchaban a los testigos de Jehová, se pusieron furiosos de la envidia. Un pastor importante le ordenó a Thomas Tubulau, un señor mayor que tenía el oficio de hojalatero y era manco, que dejara de estudiar la Biblia con los Testigos. Le dijo que si no dejaba de hablar sobre lo que había aprendido, correría la sangre. Thomas le contestó con firmeza: “Un cristiano no diría algo así. No me volverá a ver por su iglesia jamás”. El hermano fue un predicador del Reino incansable y su hija llegó a ser precursora especial.

      No obstante, los líderes religiosos de Timor estaban empeñados en borrar del mapa a los testigos de Jehová. En 1961, lograron que el Departamento de Asuntos Religiosos y las autoridades militares del lugar prohibieran la predicación de casa en casa. Los hermanos se adaptaron: hablaban a la gente en los mercados y en los pozos; a los pescadores que traían su mercancía a la playa, y a las familias que arreglaban las tumbas de sus seres queridos en los cementerios. Un mes más tarde, las autoridades cambiaron de opinión y anunciaron por radio que había completa libertad religiosa en Timor. Pero el Departamento de Asuntos Religiosos insistió en que la predicación de casa en casa estaba prohibida todavía, así que los hermanos pidieron que esa declaración se pusiera por escrito. Los funcionarios se negaron y, después de este incidente, los publicadores volvieron a predicar sin impedimentos.

      Cuando los misioneros Piet y Nell de Jager y Hans y Susie van Vuure llegaron a Papúa en 1962, también se toparon con la hostilidad del clero de la cristiandad. Tres ministros destacados se enfrentaron a los misioneros y les exigieron que predicaran en otro lugar. Desde el púlpito, por página impresa y radio, el clero acusó falsamente a los Testigos de provocar disturbios contra el gobierno. Además, trataron de persuadir, amenazar o sobornar a cualquier miembro de su iglesia que empezara a estudiar con los misioneros. Querían que los jefes de las comunidades locales se pusieran en contra de la predicación.

      Pero les salió el tiro por la culata cuando uno de estos jefes pidió a los misioneros que hablaran en su aldea. “Después de que el jefe juntara a todos los habitantes, Piet y yo dimos charlas en las que explicamos nuestra labor —recordaba Hans—. Nuestras esposas hicieron demostraciones de cómo predicamos: tocamos a las puertas, aceptamos la invitación a pasar y damos el mensaje de la Biblia. Al jefe y a su gente les gustaron las presentaciones y nos permitieron predicar sin problemas”.

      Esta y otras situaciones tenían algo en común: los líderes que afirmaban ser cristianos siempre se oponían a lo que hacíamos, pero los musulmanes casi nunca. Sigue siendo así hasta ahora.

      Se da testimonio a funcionarios del gobierno

      Jesús dijo a sus discípulos: “Los llevarán ante gobernadores y reyes por mi causa, para un testimonio a ellos y a las naciones” (Mat. 10:18). Esto se ha cumplido en Indonesia, una y otra vez.

      Un notable teólogo holandés en Yakarta publicó un libro en 1960, que acusaba a los testigos de Jehová de ser falsos cristianos. Muchos del clero se pusieron en contra de ellos después de leerlo. Por ejemplo, los líderes religiosos de un pueblo escribieron al Departamento de Asuntos Religiosos diciendo que los hermanos eran culpables de “confundir a sus feligreses”. Cuando se les invitó a defenderse de los cargos, ellos presentaron los hechos y dieron un buen testimonio. Uno de los funcionarios le dijo a otro: “Deje a los testigos de Jehová en paz. Están ayudando a despertar a los protestantes”.

      Descargando un envío de libros Paraíso en Indonesia (1963)

      Descargando un envío de libros Paraíso (1963).

      En 1964, un grupo de pastores protestantes en Papúa acudió al Comité Parlamentario sobre Asuntos Religiosos y Sociales para que prohibiera la labor de los testigos de Jehová. La sucursal pidió defenderse de estas acusaciones. “Nos dirigimos al comité durante casi una hora y explicamos con claridad nuestra labor educativa basada en la Biblia —relató Tagor Hutasoit—. Uno de los políticos hostiles, que era protestante, nos acusó de provocar malestar religioso en Papúa. Pero la mayoría de los musulmanes del comité nos trataban de manera favorable. Nos dijeron: ‘La Constitución garantiza la libertad de religión, así que tienen el derecho de predicar’”. Después de esta reunión, un alto cargo de Papúa declaró: “El nuevo gobierno [...] mantiene la libertad de religión, y eso es válido también para las nuevas confesiones”.

  • Llegan más misioneros
    Anuario de los testigos de Jehová 2016
    • Un “regalo de Navidad”

      En 1974, la Dirección General para la Guía de la Comunidad Cristiana reanudó su campaña para prohibir las actividades de los testigos de Jehová. El director general escribió a cada oficina regional del Departamento de Asuntos Religiosos, acusando a los Testigos de no ser una religión registrada legalmente. Además, incitó a los funcionarios a ponerse en contra de los Testigos siempre que les causaran “problemas”. Así animó disimuladamente a que los persiguieran. Aunque la mayoría de los funcionarios no hizo caso, algunos aprovecharon la oportunidad para prohibir las reuniones y la predicación de casa en casa.

      En diciembre de 1976, un periódico anuncia la prohibición de la actividad de los testigos de Jehová

      El 24 de diciembre de 1976, un periódico dio la noticia de que se había prohibido la actividad de los testigos de Jehová.

      Al mismo tiempo, el Consejo Mundial de Iglesias planeaba organizar un congreso internacional en Yakarta. Los musulmanes vieron esto como un acto de provocación y hostilidad contra ellos. En vista de la situación, se decidió cancelar el congreso. El proselitismo cristiano se había convertido en un tema delicado, así que los políticos no estaban tranquilos. El clero, como siempre, se quejó por la predicación de los testigos de Jehová y los culpó de la tensión que existía. Esto hizo que más funcionarios vieran con malos ojos a los Testigos.

      Las tensiones religiosas siguieron creciendo. En diciembre de 1975, Indonesia invadió Timor Oriental y, siete meses después, se anexó esta antigua colonia portuguesa. Aunque el fervor nacionalista creció, los hermanos siguieron neutrales. Los jefes militares se enfurecieron porque los Testigos se negaron a participar en las guerras y saludar la bandera (Mat. 4:10; Juan 18:36). Aprovechando la ocasión, el clero le exigió al gobierno que se pusiera en contra de los Testigos, y así fue. A mediados de diciembre de 1976, los líderes religiosos recibieron su “regalo de Navidad”: se prohibió la actividad de los testigos de Jehová.

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