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EstoniaAnuario de los testigos de Jehová 2011
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DIVERSAS FORMAS DE PREDICACIÓN INFORMAL
Los Testigos de habla rusa, valientes y entusiastas, no vacilaban en dar testimonio informal a las personas. Por ejemplo, abordaban a los turistas que visitaban las iglesias de Tallin y les predicaban. A menudo, cuando los turistas veían a alguien hablando de la Biblia creían que era un guía, así que ponían mucha atención a lo que decían los publicadores.
Algunas hermanas daban el mensaje en los trenes. Compraban un pasaje de ida y vuelta entre Tartu y Tallin, de modo que las ocho horas que duraba el viaje les alcanzaban perfectamente para iniciar conversaciones con los pasajeros y predicarles las buenas nuevas.
“Le pedí a Jehová que me ayudara a conseguir un estudio bíblico”, comenta Maria Pasechnick, una hermana que se había mudado de Kazajistán a Estonia. Después de pensarlo un poco, se animó a predicar en las tiendas a los clientes que, como ella, esperaban horas en las largas filas para comprar alimentos.
“Un día, mientras estaba en la fila —cuenta Maria—, me puse a hablar con una señora y poco a poco fui dirigiendo la conversación hacia temas bíblicos. Aunque el mensaje no le interesó mucho a la mujer, me llevó adonde estaban sus conocidas y, después de presentármelas, me dejó con ellas para que les siguiera predicando. Al final pude establecer cuatro estudios bíblicos. Una de esas mujeres llegó a bautizarse y hasta la fecha es una fiel Testigo.”
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EstoniaAnuario de los testigos de Jehová 2011
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SE PREDICA BAJO PROSCRIPCIÓN
Lembit Reile, miembro del Comité de Sucursal de Estonia, recuerda: “Cuando iba a la escuela, les hablaba discretamente a muchos de mis compañeros. Había un muchacho al que solía invitar a mi casa, y le predicaba con cautela. Pero cuando terminé mis estudios, perdimos el contacto. Hace poco fui a dar una conferencia en la congregación de mi pueblo natal y me llevé la sorpresa de verlo después de veinte años. Resulta que había estado estudiando con los Testigos. Para mi alegría, llegó a bautizarse al poco tiempo de aquella visita”.
Como nuestra obra estaba proscrita, los hermanos debían estar muy alertas al predicar. Un anciano explica lo que hacían: “Teníamos que observar con detenimiento a la gente que estaba a nuestro alrededor y elegir a alguien con quien pudiéramos conversar de manera segura. Debíamos ser muy discretos al hablar con los extranjeros. Muchas veces lográbamos distinguir después de un rato si cierta persona era un informante de la KGB. Desconfiábamos de aquellos que hablaban demasiado o alzaban la voz. En cambio, nos sentíamos más seguros con los que eran reservados. A menudo abordábamos a quienes no apoyaban el gobierno comunista —los llamados disidentes—, que por lo regular eran de mente más abierta”.
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