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  • ¿Cuándo y cómo se conseguirá justicia verdadera?
    La Atalaya 1998 | 15 de junio
    • ¿Cuándo y cómo se conseguirá justicia verdadera?

      LOS inocentes no deben tener nada que temer de la justicia verdadera. En realidad, los ciudadanos de todo país tienen razón para estar agradecidos si en él existe un orden legal que procura la justicia. Este orden implica un poder legislativo, que se encarga de elaborar las leyes; un poder ejecutivo, que hace cumplir la ley, y un poder judicial para administrar la justicia. Los cristianos verdaderos respetan el orden del país en el que viven, pues siguen la admonición bíblica de estar “en sujeción a las autoridades superiores” (Romanos 13:1-7).

      Sin embargo, los sistemas judiciales de varios países han cometido lamentables errores.a En vez de castigar a los culpables y proteger a los inocentes, a veces se ha castigado a inocentes por delitos que no han cometido. Otras personas han pasado años en prisión, para luego ser libertadas antes de cumplir toda la sentencia con serias dudas sobre su culpabilidad y la justicia de su condena. Por ello, muchos se preguntan: ¿Habrá algún día justicia verdadera para todo el mundo? Si así es, ¿cuándo y cómo? ¿En quién puede confiarse para la protección de los inocentes? Y ¿qué esperanza tienen las víctimas de injusticias?

      Justicia injusta

      En los años ochenta, Alemania fue testigo de “uno de los procesos más sensacionales de la posguerra”, en el que se sentenció a cadena perpetua a una madre por asesinar a sus dos hijas. Sin embargo, años más tarde, se revaluaron las pruebas en su contra, y se la puso en libertad a la espera de un nuevo juicio. El periódico Die Zeit dijo en 1995 que el primer juicio “pudo haber sido un error judicial”. Cuando se escribió este artículo, la mujer había pasado nueve años en la cárcel sin que se supiera a ciencia cierta si era culpable o inocente.

      Una tarde de noviembre de 1974, hicieron explosión dos bombas en el centro de la ciudad de Birmingham (Inglaterra), y causaron la muerte a veintiuna personas. Aquel fue un suceso que “nadie de Birmingham olvidará jamás”, escribió el parlamentario Chris Mullen. Luego, “se condenó a seis inocentes por el mayor asesinato de la historia de Inglaterra”. La sentencia fue anulada, pero solo después de que estos hombres pasaron dieciséis años entre rejas.

      El asesor jurídico Ken Crispin expuso un caso que “despertó el interés de la opinión pública como ningún otro en los anales de la historia jurídica australiana”. Una familia acampaba cerca de Ayers Rock cuando su hijo pequeño desapareció y nunca se encontró. Se acusó a la madre de asesinato y se la condenó a cadena perpetua. En 1987, después de tres años en la cárcel, una investigación oficial llegó a la conclusión de que las pruebas que había contra ella no justificaban la condena. Fue puesta en libertad y absuelta.

      En 1986 se asesinó a una muchacha de 18 años que vivía en el sur de Estados Unidos. Se acusó a un hombre de mediana edad, se le condenó y sentenció a muerte. Pasó seis años en el corredor de la muerte antes de que se demostrara que no había tenido nada que ver con el crimen.

      ¿Son éstos ejemplos poco comunes de errores judiciales? David Rudovsky, de la Universidad de Pennsylvania Law School, dice: “He estado en el sistema por unos veinticinco años y he visto muchos casos. Diría que los inocentes condenados [...] constituyen, según mis cálculos, entre el cinco y el diez por ciento del total”. Crispin se hace la inquietante pregunta: “¿Hay otros inocentes sentados sin esperanza en las celdas de las cárceles?”. ¿A qué se deben estos trágicos errores?

  • ¿Cuándo y cómo se conseguirá justicia verdadera?
    La Atalaya 1998 | 15 de junio
    • CONSUELO DE LAS SANTAS ESCRITURAS

      En noviembre de 1952, Derek Bentley y Christopher Craig entraron a robar en un almacén de Croydon, cerca de Londres (Inglaterra). Bentley contaba a la sazón 19 años, y Craig, 16. Cuando la policía llegó, Craig disparó contra un agente y lo mató. Este muchacho pasó nueve años en prisión, mientras que Bentley fue ahorcado por homicidio en enero de 1953.

      La hermana de Bentley, Iris, luchó durante cuarenta años por limpiar el nombre de su hermano de un crimen que nunca cometió. En 1993, la Corona indultó de la sentencia a Derek Bentley y admitió que no debió haber sido ahorcado. Iris Bentley escribió sobre el caso en el libro Let Him Have Justice (Hágasele justicia):

      “Aproximadamente un año antes del incidente, había conocido a una testigo de Jehová en la calle [...]. La hermana Lane vivía cerca de nosotros en Fairview Road, e invitó a Derek a su hogar para que oyera unas historias bíblicas [...]. Lo bueno fue que la hermana Lane tenía las historias bíblicas grabadas y se las dejó [pues Derek no leía muy bien]. [...] Cuando regresaba, me explicaba lo que le había contado, cosas como que todos regresaremos de nuevo después de la muerte.”

      Iris Bentley visitó a su hermano en el corredor de la muerte antes de su ejecución. ¿Cómo se sentía? “Lo que la hermana Lane le había dicho lo ayudó a afrontar aquellos pocos últimos días.” (Cursivas nuestras.)

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