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  • La aterradora Inquisición
    ¡Despertad! 1986 | 22 de abril
    • El procedimiento inquisitorial

      Los inquisidores, frailes dominicos y franciscanos, reunían en las iglesias a los habitantes de la localidad. Los citaban para que el que fuera culpable de herejía lo confesara, o si sabía de algún hereje, lo denunciara. Aun si solo había sospecha de alguien, había que denunciarlo.

      Cualquier persona —hombre, mujer, niño o esclavo— podía acusar a otra de hereje, sin temer a tener que enfrentarse al acusado ni que el acusado se enterara de quién lo denunció. El acusado rara vez tenía quién lo defendiera, ya que a cualquier abogado o testigo a su favor se le acusaría de ayudar a un hereje y de ser su cómplice. Así que por lo general el acusado se enfrentaba solo ante los inquisidores, quienes desempeñaban el cargo de fiscal y a la vez de juez.

      Los acusados tenían, a lo sumo, un mes para confesar. Entonces, prescindiendo de si confesaban o no, comenzaba la “inquisición” (en latín inquisitio). A los acusados se les mantenía en custodia, muchos de ellos incomunicados y con poca alimentación. Cuando la prisión del obispo estaba llena, se usaba la prisión civil. Y cuando esta se repletaba, se usaban edificios antiguos que habían sido acondicionados para servir de prisiones.

      Dado que a los acusados ya se les consideraba culpables aun antes de que comenzara el proceso judicial, los inquisidores empleaban cuatro métodos diferentes para inducirlos a confesar su herejía. Primero, amenazas con muerte en un madero. Segundo, encadenamiento en una pequeña celda oscura y húmeda. Tercero, presión sicológica por parte de los que los visitaban en la cárcel. Y por último, torturas, que incluían el tormento del caballete, la estrapada y tormento del fuego. Monjes se situaban cerca para hacer registro de cualquier confesión. La absolución era prácticamente imposible.

      Castigos

      Las sentencias se pronunciaban los domingos, en la iglesia o en la plaza pública, ante la presencia del clero. Una sentencia ligera podía implicar cierta penitencia, como el llevar obligatoriamente una cruz amarilla cosida a la ropa, lo que hacía casi imposible encontrar empleo. Por otra parte, la condena podía ser flagelación en público, encarcelamiento, o ser entregado a las autoridades seglares para morir en la hoguera.

      A los que recibían las condenas más fuertes les confiscaban sus bienes, los cuales se repartían entre la Iglesia y el Estado. Así que los familiares del hereje sufrían grandemente. Las casas de los herejes y de aquellos que les habían dado albergue eran demolidas.

      A los muertos acusados de haber sido herejes se les encausaba después de la muerte. Si se les juzgaba culpables, su cuerpo era exhumado y quemado, y sus bienes eran confiscados. Esto también traía indecible sufrimiento a los familiares inocentes del fallecido.

      Ese era el procedimiento general de la Inquisición medieval, con ciertas variaciones según la época y el lugar.

      Torturas aprobadas por el papa

      En 1252 el papa Inocencio IV emitió la bula Ad exstirpanda, con la que oficialmente autorizaba el uso de torturas por los tribunales eclesiásticos de la Inquisición. Los papas Alejandro IV, Urbano IV y Clemente IV promulgaron otras reglas tocante a la manera de torturar.

      Al principio, a los inquisidores eclesiásticos no se les permitía estar presentes cuando se administraba la tortura, pero los papas Alejandro IV y Urbano IV quitaron esta restricción. Esto permitió que el “interrogatorio” se continuara en la cámara de torturas. Tal como se autorizó en un principio, a la persona se le podía torturar solo una vez, pero los inquisidores buscaron la manera de evadir esta restricción y alegaban que las reanudadas sesiones de tortura eran solo “una continuación” de la primera.

      No pasó mucho tiempo antes de que se torturara aun a los testigos con el fin de asegurarse de que estos habían denunciado a todos los herejes que conocían. A veces se torturaba al acusado aun después de haber confesado. Según explica The Catholic Encyclopedia, esto era “para obligarlo a testificar en contra de sus amigos y otros reos junto con él”. (Tomo VIII, página 32.)

  • La aterradora Inquisición
    ¡Despertad! 1986 | 22 de abril
    • [Ilustración en la página 21]

      Diferentes métodos de torturas infligidos por el inquisidor

      [Reconocimiento]

      Foto de la Biblioteca Nacional de París

  • La aterradora Inquisición
    ¡Despertad! 1986 | 22 de abril
    • [Ilustración en la página 22]

      El papa Inocencio IV autorizó el uso de torturas

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