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Introducciones que despiertan interésBenefíciese de la Escuela del Ministerio Teocrático
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Cuando participamos en el servicio del campo, necesitamos captar la atención de la gente. Si la persona no nos espera, quizá esté ocupada con otros quehaceres. En algunas partes del mundo es costumbre que quienes no han sido invitados vayan directo al grano, mientras que en otros lugares hay que cumplir con ciertas formalidades antes de pasar a explicar el motivo de la visita (Luc. 10:5).
En cualquier caso, la cordialidad sincera puede crear un ambiente propicio para conversar. A menudo es ventajoso que empecemos refiriéndonos a algo que se relacione directamente con lo que la persona está pensando. ¿Cómo podemos determinar qué le diremos? Pues bien, ¿qué estaba haciendo cuando nos acercamos? Tal vez la encontramos cultivando los campos o el jardín, reparando un automóvil, cocinando, lavando la ropa o cuidando a los niños. ¿Estaba concentrada, quizá leyendo un periódico o mirando algo que pasara en la calle? ¿Revela su entorno que es aficionada a la pesca, el deporte, la música, los viajes, las computadoras o alguna otra actividad? La gente suele preocuparse por lo que acaba de oír en la radio o de ver en la televisión. Una pregunta o un comentario breve sobre alguno de tales asuntos puede desembocar en una conversación agradable.
La ocasión en que Jesús habló con una samaritana junto a un pozo cercano a Sicar, constituye un ejemplo sobresaliente de cómo iniciar una conversación con objeto de dar testimonio (Juan 4:5-26).
La introducción merece una preparación esmerada, sobre todo si el territorio de su congregación se visita con frecuencia. De otro modo, quizá no consiga predicar las buenas nuevas.
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Cuando Jesús envió a predicar a sus discípulos, les indicó claramente el mensaje que habían de comunicar. “Al ir, prediquen, diciendo: ‘El reino de los cielos se ha acercado’.” (Mat. 10:7.) Y respecto a nuestros días declaró: “Estas buenas nuevas del reino se predicarán” (Mat. 24:14). Se nos insta a “predica[r] la palabra”, es decir, a atenernos a las Escrituras al dar testimonio (2 Tim. 4:2). No obstante, antes de que abra la Biblia o dirija la atención al Reino, con frecuencia será necesario que hable de algún asunto que suscite la preocupación general. Podría referirse a la delincuencia, el desempleo, las injusticias, las guerras, la ayuda que precisan los jóvenes, las enfermedades o la muerte. Pero recuerde que es portador de un mensaje de optimismo. En vez de insistir en los problemas, procure encauzar la conversación hacia la Palabra de Dios y la esperanza del Reino.
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Sea que hable desde la plataforma o predique a una sola persona, una de las mejores maneras de despertar interés en un tema es implicar a los oyentes. Muéstreles que sus problemas, necesidades o interrogantes se relacionan con el asunto del que va a hablarles. Y pondrán aún más interés si deja claro que no se limitará a generalidades, sino que piensa abordar aspectos concretos de la cuestión. Para ello tiene que prepararse bien.
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