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IsaíasPerspicacia para comprender las Escrituras, volumen 1
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Cuando Isaías profetizaba, Judá se encontraba en un estado moral deplorable, en especial en los días del rey Acaz. Tanto los príncipes como el pueblo se habían sublevado, y a los ojos de Jehová la nación tenía la mente y el corazón enfermos. A los gobernantes se les llamó “dictadores de Sodoma” y a la gente se la comparó al “pueblo de Gomorra”. (Isa 1:2-10.) A Isaías se le anticipó que harían insensibles sus oídos. Jehová le dijo que esta situación continuaría hasta que la nación llegase a estar en ruinas, y que solo se dejaría un “décimo”, una “descendencia santa”, a modo de tocón de un árbol macizo. La obra profética de Isaías debe haber consolado y fortalecido la fe de ese pequeño número, aunque el resto de la nación rehusó prestar atención. (Isa 6:1-13.)
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Isaías, Libro dePerspicacia para comprender las Escrituras, volumen 1
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Contexto histórico. Isaías 1:1 dice que el profeta recibió estas visiones en los días de Uzías, Jotán, Acaz y Ezequías, reyes de Judá. Este período se caracterizó por una gran tensión internacional y por la profunda influencia que tuvieron en el pueblo de Judá las prácticas de la religión falsa. Poco después de que Isaías comenzó su obra de profetizar, el rey Uzías murió leproso por tener la osadía de realizar tareas sacerdotales. (2Cr 26:16, 19-21.) Además, aunque Jotán (el hijo de Uzías) hizo lo recto, se informa que durante su reinado “el pueblo todavía seguía actuando ruinosamente”. (2Cr 27:2; 2Re 15:34.)
El siguiente rey fue Acaz, quien por dieciséis años puso un mal ejemplo ante la nación, continuando la adoración a Baal y sus ritos de sacrificios humanos. Como consecuencia, hubo “gran infidelidad para con Jehová”. (2Cr 28:1-4, 19.) Por aquel entonces, los reyes aliados de Siria e Israel pusieron sitio a Jerusalén. Acaz no hizo caso del consejo del profeta Isaías y pidió ayuda militar al rey de Asiria, Tiglat-piléser III. (2Re 16:5-8; Isa 7:1-12.) Mediante este acto ‘hizo de la carne su brazo y su corazón se apartó de Jehová mismo’. (Jer 17:5.) Asiria accedió a formar una alianza, aunque su interés principal era extender su propio poderío. El ejército asirio capturó Damasco de Siria y llevó al exilio a los habitantes del Israel apóstata que vivían al E. del Jordán. (1Cr 5:26.)
Después, cuando Samaria se negó a pagar tributo, también fue sitiada y sus habitantes fueron deportados. (2Re 16:9; 17:4-6; 18:9-12.) Esto puso fin al reino de diez tribus y dejó a Judá totalmente rodeada de naciones gentiles. Posteriormente los gobernantes asirios realizaron campañas militares en el O., atacando algunas ciudades de Judá y de otras naciones vecinas. Senaquerib hasta llegó a pedir la capitulación de Jerusalén misma. Pero durante el reinado de Ezequías la situación había cambiado, porque este rey confiaba en Jehová, y Jehová demostró estar con él. (2Re 18:5-7; Isa 36, 37.)
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