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  • Los nómadas asiáticos que forjaron un imperio
    ¡Despertad! 2008 | mayo
    • En su avance hacia las tierras más occidentales y tras asegurarse el control de la ruta de la seda, Gengis Kan quiso entrar en relaciones comerciales con el vecino sultán turco Muhammad, quien gobernaba un vasto imperio que abarcaba los actuales territorios de Afganistán, Tayikistán, Turkmenistán, Uzbekistán y gran parte de Irán.

      En 1218, Gengis envió una delegación de comerciantes al sultán. Pero al llegar a la frontera, el gobernador de la región los ejecutó, acción que provocó la primera invasión mongola de tierras musulmanas. Durante tres años, los mongoles, tan numerosos como las hormigas, saquearon e incendiaron sistemáticamente ciudades y campos y masacraron a los súbditos del sultán, dejando solo a los que podían serles útiles por sus habilidades.

      Las hordas mongolas, con unos 20.000 jinetes, cruzaron Azerbaiyán y Georgia en dirección a las estepas del norte de Caucasia y derrotaron a todo ejército que les hizo frente, incluida una fuerza militar rusa de 80.000 unidades. En una expedición de 13.000 kilómetros (8.000 millas), considerada por algunos como una de las más grandes proezas a caballo de la historia, dieron la vuelta al mar Caspio. La sucesión de conquistas sentó un precedente para que los posteriores kanes mongoles invadieran Europa oriental.

  • Los nómadas asiáticos que forjaron un imperio
    ¡Despertad! 2008 | mayo
    • Otro ataque por dos frentes

      Mangu, entronizado en 1251, fue el siguiente gran kan. Junto con su hermano Kublai lanzó ataques contra la dinastía Song en el sur de China, mientras otro ejército avanzaba hacia el oeste. Este último arrasó Bagdad y logró la rendición de Damasco. Los “cristianos” que habían luchado contra los musulmanes en las cruzadas se alegraron de la masacre, y los que vivían en Bagdad participaron en el pillaje y asesinato de sus vecinos musulmanes.

      En aquel momento crucial, cuando parecía que los mongoles estaban a punto de aplastar al mundo musulmán, la historia volvió a repetirse: llegaron noticias de que Mangu había muerto. Una vez más, los invasores se retiraron, dejando tan solo 10.000 hombres para mantener las fronteras. Poco después, un ejército proveniente de Egipto aniquilaría estas débiles guarniciones.

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