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  • ¿Nos estamos refugiando en Jehová?
    La Atalaya (estudio) 2017 | noviembre
    • Un homicida involuntario llega a una ciudad de refugio

      ¿Nos estamos refugiando en Jehová?

      “Jehová está redimiendo el alma de sus siervos; y ninguno de los que se refugian en él será tenido por culpable” (SAL. 34:22).

      CANCIONES: 8, 54

      ¿QUÉ NOS ENSEÑAN LAS CIUDADES DE REFUGIO SOBRE ESTOS PUNTOS?

      • Cómo ayudan los ancianos a quien ha cometido un pecado grave.

      • La necesidad de que actuemos con decisión para que Dios nos muestre misericordia.

      • Hasta qué grado nos perdona Jehová.

      1. ¿Cómo se sienten muchos siervos fieles de Dios debido al pecado?

      EN CIERTA ocasión, el apóstol Pablo estaba tan desanimado que dijo: “¡Hombre desdichado que soy!” (Rom. 7:24). Hoy día, muchos siervos fieles de Dios se sienten como él. Aunque los cristianos tratamos de agradar a Jehová, todos cometemos errores porque hemos heredado el pecado y somos imperfectos. Y algunos que han cometido un pecado grave llegan a pensar que Jehová nunca podrá perdonarlos.

      2. a) Según Salmo 34:22, ¿por qué no tienen que sentirse aplastados por la culpa los siervos de Dios? b) ¿Qué veremos en este artículo? (Vea el recuadro “¿Lecciones o significados proféticos?”).

      2 La Biblia nos asegura que los que se refugian en Jehová no tienen que sentirse aplastados por la culpa (lea Salmo 34:22). ¿Qué significa refugiarse en Jehová? ¿Qué pasos tenemos que dar para que Jehová nos muestre misericordia y nos perdone? Responderemos estas preguntas al analizar qué eran y para qué servían las ciudades de refugio de las que hablaba la Ley del antiguo Israel. Es cierto que el pacto de la Ley fue reemplazado por otro en la fiesta del Pentecostés del año 33. Pero recordemos que fue Jehová quien dio la Ley. Por eso, lo que esta decía sobre las ciudades de refugio nos enseña qué piensa Jehová del pecado, los pecadores y el arrepentimiento. Comencemos viendo por qué existían estas ciudades y cómo funcionaban.

      “DEN PARA USTEDES LAS CIUDADES DE REFUGIO”

      3. ¿Qué debía hacerse en Israel con los asesinos?

      3 Jehová consideraba muy grave que un israelita le quitara la vida a una persona. Si alguien cometía un asesinato, el familiar varón más cercano de la víctima, conocido como “el vengador de la sangre”, tenía que ejecutar al asesino (Núm. 35:19). De ese modo, el asesino pagaba con su vida por la sangre inocente que había derramado. El vengador de la sangre debía actuar con rapidez para que la Tierra Prometida no se contaminara, pues Jehová había dicho que derramar sangre humana “corrompe la tierra”. Y había mandado: “No debes contaminar la tierra en que ustedes están morando” (Núm. 35:33, 34).

      4. ¿Qué pasaba cuando un israelita mataba a alguien por accidente?

      4 ¿Qué pasaba cuando un israelita mataba a alguien por accidente? Incluso en este caso, el homicida era culpable de derramar sangre inocente (Gén. 9:5). Pero, como había sido sin querer, Jehová permitía que se le mostrara misericordia. El homicida podía huir a una de las seis ciudades de refugio, donde estaría a salvo del vengador de la sangre. Pero no podía salir de allí hasta que muriera el sumo sacerdote (Núm. 35:15, 28).

      5. ¿Por qué pueden las ciudades de refugio ayudarnos a entender mejor a Jehová?

      5 Jehová le dijo a Josué que seleccionara estas ciudades con las siguientes palabras: “Den para ustedes las ciudades de refugio”. Así que fue Dios mismo quien mandó que estas ciudades se apartaran para este propósito especial, es decir, que llegaran a ser sagradas (Jos. 20:1, 2, 7, 8). Por eso, podemos preguntarnos: “¿Cómo nos ayudan las ciudades de refugio a entender mejor la misericordia de Dios? ¿Y cómo nos enseñan a refugiarnos en Jehová hoy día?”.

      EL HOMICIDA DEBÍA PRESENTAR SU CASO “A OÍDOS DE LOS ANCIANOS”

      6, 7. a) ¿Qué tenían que hacer los ancianos ante un caso de homicidio involuntario? (Vea el dibujo del principio). b) ¿Por qué le convenía al homicida hablar con los ancianos?

      6 Cuando un israelita mataba a alguien por accidente, debía huir a una ciudad de refugio y presentar su caso en la puerta de la ciudad “a oídos de los ancianos”. Ellos debían ser hospitalarios con él (Jos. 20:4). Algún tiempo después, tenían que enviarlo de vuelta al lugar donde había ocurrido la muerte para que lo juzgaran los ancianos de esa ciudad (lea Números 35:24, 25). Si estos llegaban a la conclusión de que había sido un homicidio involuntario, le permitían regresar a la ciudad de refugio.

      7 ¿Por qué tenía que hablar el homicida con los ancianos? Porque ellos debían mantener limpia la congregación de Israel y ayudar al homicida a beneficiarse de la misericordia de Jehová. Un estudioso de la Biblia explicó que, si el fugitivo no hablaba con los ancianos, se arriesgaba a ser ejecutado. Y añadió: “Su sangre estaba sobre su propia cabeza, porque no había aprovechado lo que Dios había hecho para ofrecerle seguridad”. El homicida involuntario tenía ayuda a su disposición, pero debía buscarla y aceptarla. Si no se refugiaba en una de estas ciudades, el vengador de la sangre podía darle muerte.

      8, 9. ¿Por qué debe pedirles ayuda a los ancianos el cristiano que ha cometido un pecado grave?

      8 Hoy día, el cristiano que ha cometido un pecado grave necesita buscar la ayuda de los ancianos de la congregación. ¿Por qué es tan importante que lo haga? Primero, porque es Jehová quien dice en su Palabra que los ancianos atiendan los casos de pecados graves (Sant. 5:14-16). Segundo, porque los ancianos están para ayudar a los pecadores arrepentidos a recuperar la aprobación de Dios y a dejar de cometer el pecado (Gál. 6:1; Heb. 12:11). Y tercero, porque a los ancianos se les nombra y capacita para ayudar a los pecadores arrepentidos a aliviar el dolor y la culpa que sienten. Jehová compara a los ancianos a un “escondrijo contra la tempestad de lluvia” (Is. 32:1, 2). ¿Verdad que todo esto es una muestra de la misericordia de Dios?

      9 Muchos siervos de Dios se han sentido aliviados al hablar con los ancianos y recibir su ayuda. Por ejemplo, un hermano llamado Daniel cometió un pecado grave, pero durante muchos meses no se atrevió a contárselo a los ancianos. Él reconoce: “Como había pasado tanto tiempo, me parecía que ya no había nada que ellos pudieran hacer por mí”. Daniel siempre temía que alguien descubriera lo que había hecho. Y, cada vez que oraba, sentía que debía empezar pidiéndole perdón a Jehová. Por fin, buscó la ayuda de los ancianos. Recordando lo sucedido, dice: “Es verdad que tenía temor a hablar con ellos. Pero, después de hacerlo, fue como si me quitaran un gran peso de encima. Ahora siento que puedo orarle a Jehová sin obstáculos”. Hoy, Daniel tiene la conciencia tranquila, y hace poco fue nombrado siervo ministerial.

      “TENDRÁ QUE HUIR A UNA DE ESTAS CIUDADES”

      10. ¿Qué tenía que hacer el homicida si quería que se le mostrara misericordia?

      10 Si el homicida involuntario quería que se le mostrara misericordia, tenía que actuar con decisión y huir a la ciudad de refugio más cercana (lea Josué 20:4). Su vida dependía de que llegara lo antes posible a la ciudad y se quedara allí hasta que muriera el sumo sacerdote. Esto implicaba renunciar a muchas cosas, como su trabajo, la comodidad de su hogar y la libertad para viajar (Núm. 35:25).a Pero los sacrificios valían la pena. Si el homicida salía de la ciudad de refugio, demostraba que no le importaba haberle quitado la vida a otro ser humano, y su propia vida estaba en peligro.

      11. ¿Qué puede hacer el cristiano que se arrepiente para demostrar que no da por sentada la misericordia de Dios?

      11 En la actualidad, el pecador que se arrepiente también debe actuar para que Dios le muestre misericordia. Tiene que dejar por completo el pecado que esté cometiendo, pero también tiene que evitar cualquier cosa que pueda llevarlo a pecar. Por inspiración divina, el apóstol Pablo dijo que los cristianos de Corinto que se habían arrepentido de sus pecados estaban “entristecidos de manera piadosa” y que esto había producido en ellos “el librarse de culpa, sí, indignación, sí, temor, sí, anhelo, sí, celo, sí, corrección del abuso” (2 Cor. 7:10, 11). Si nosotros también hacemos todo lo posible por dejar un pecado grave, le demostraremos a Jehová que nos preocupa mucho nuestra situación y que no damos por sentada su misericordia.

      12. ¿A qué cosas tal vez tenga que renunciar un cristiano para que Dios le siga mostrando misericordia?

      12 ¿A qué cosas puede tener que renunciar un cristiano para que Dios le siga mostrando misericordia? Debe estar dispuesto a renunciar incluso a cosas que le gustan si pueden llevarlo a pecar (Mat. 18:8, 9). Por ejemplo, si nuestros amigos son una mala influencia para nosotros, ¿dejaremos de relacionarnos con ellos? Si nos cuesta ser moderados con el alcohol, ¿estamos dispuestos a evitar situaciones en las que nos veamos tentados a beber más de la cuenta? Si estamos luchando por controlar los deseos sexuales inmorales, ¿evitamos toda película, página web o actividad que nos despierte pensamientos sucios? Recordemos que cualquier sacrificio que hagamos para ser fieles a Jehová vale la pena. Nada nos causa tanto dolor como sentir que Dios nos ha abandonado. Pero nada nos hace tan felices como sentir que tenemos su “amor leal hasta tiempo indefinido” (Is. 54:7, 8, nota).

      “TIENEN QUE SERVIRLES COMO REFUGIO”

      13. ¿Por qué podía el homicida sentirse seguro y ser feliz en la ciudad de refugio?

      13 Una vez que el homicida estaba dentro de la ciudad de refugio, se encontraba a salvo. Jehová dijo sobre estas ciudades: “Tienen que servirles como refugio” (Jos. 20:2, 3). Él no pedía que se volviera a juzgar al homicida por el mismo caso. Y al vengador de la sangre no se le permitía que entrara en la ciudad y lo matara. Mientras el homicida permaneciera dentro de la ciudad, estaba bajo la protección de Dios y no tenía nada que temer. No estaba en una cárcel, pues podía trabajar, ayudar a otras personas y servir a Jehová en paz. Podía tener una vida plena y feliz.

      Una hermana ora, mira al futuro con confianza y acompaña a otra hermana en la predicación

      Tenga la seguridad de que Jehová lo ha perdonado. (Vea los párrafos 14 a 16).

      14. ¿De qué puede estar seguro el cristiano que se ha arrepentido de un pecado grave?

      14 Hay siervos de Dios que se han arrepentido de un pecado grave pero se siguen sintiendo culpables. Algunos incluso piensan que Jehová siempre seguirá viendo una mancha en ellos. Si usted se siente así, puede estar seguro de que Jehová le ha mostrado misericordia y lo ha perdonado por completo. Así que no tiene nada que temer. Daniel, a quien citamos en el párrafo 9, comprobó que esto es cierto. Después de que los ancianos lo corrigieron y lo ayudaron a volver a tener una conciencia limpia, sintió que por fin podía respirar tranquilo. Dijo: “Ya no tenía que seguir sintiéndome culpable. Cuando el pecado se ha ido, se ha ido para siempre. Como Jehová dice, él se lleva nuestras cargas y las pone muy lejos de nosotros. No tendremos que volver a verlas”. Antes dijimos que, una vez que el homicida estaba dentro de la ciudad de refugio, ya no tenía que temer al vengador de la sangre. De igual modo, una vez que Jehová ha perdonado nuestro pecado, no debemos temer que vuelva a echárnoslo en cara o a juzgarnos por él (lea Salmo 103:8-12).

      15, 16. ¿Qué efecto tiene en nosotros saber que Jesús dio su vida por nosotros y es nuestro Sumo Sacerdote?

      15 De hecho, nosotros tenemos más razones que los israelitas para confiar en la misericordia de Jehová. Como vimos al principio del artículo, Pablo dijo que se sentía desdichado y desanimado porque no podía obedecer a Jehová a la perfección. Pero, a pesar de su lucha contra el pecado y de su pasado, exclamó: “¡Gracias a Dios mediante Jesucristo nuestro Señor!” (Rom. 7:25). Como se había arrepentido, estaba seguro de que Jehová lo había perdonado mediante Jesús. Cristo dio su vida por nosotros, y así limpia nuestra conciencia y nos da paz interior (Heb. 9:13, 14). Y, como es nuestro Sumo Sacerdote, “puede salvar completamente a los que están acercándose a Dios mediante él, porque siempre está vivo para abogar por ellos” (Heb. 7:24, 25). En tiempos antiguos, la labor del sumo sacerdote les daba a los israelitas la seguridad de que Jehová perdonaría sus pecados. Hoy día, la labor de Jesús como nuestro Sumo Sacerdote nos da incluso más razones para estar seguros de que recibiremos misericordia y “bondad inmerecida para ayuda al tiempo apropiado” (Heb. 4:15, 16).

      16 Por lo tanto, si quiere refugiarse en Jehová, tenga fe en el sacrificio de Jesús. No piense que el rescate es simplemente para la gente en general. Tenga fe en que el rescate es para usted (Gál. 2:20, 21). Tenga fe en que el rescate es la base para que Dios perdone los pecados que usted haya cometido. Y tenga fe en que el rescate le ofrece a usted la esperanza de vivir para siempre. El sacrificio de Jesús es un regalo que Jehová le ha hecho a usted.

      17. ¿Por qué quiere usted refugiarse en Jehová?

      17 Las ciudades de refugio son un reflejo de la misericordia de Jehová. Mediante ellas, Dios destacó que la vida es sagrada. Pero también ilustró cómo nos ayudan los ancianos, qué implica el verdadero arrepentimiento y por qué podemos estar seguros de que él nos perdona. ¿Nos estamos refugiando en Jehová? Él es el refugio más seguro que existe (Sal. 91:1, 2). En el próximo artículo, veremos cómo las ciudades de refugio nos ayudan a imitar a Jehová, el ejemplo supremo de justicia y misericordia.

      a Varias obras de consulta judías indican que los familiares directos del homicida involuntario al parecer se iban a vivir con él a la ciudad de refugio.

  • Imitemos la justicia y la misericordia de Jehová
    La Atalaya (estudio) 2017 | noviembre
    • Un hermano arrepentido se reúne con los ancianos

      Imitemos la justicia y la misericordia de Jehová

      “Con verdadera justicia hagan su juzgar; y efectúen unos con otros amor leal y misericordias” (ZAC. 7:9, nota).

      CANCIONES: 125, 88

      ¿SABRÍA EXPLICARLO?

      • Cuando alguien necesita que lo perdonemos, ¿cómo podemos imitar la misericordia de Jehová?

      • ¿Cómo demostramos que vemos la vida como la ve Jehová?

      • Cuando los ancianos juzgan a alguien que ha cometido un pecado grave, ¿qué deben hacer para imitar la justicia de Jehová?

      1, 2. a) ¿Qué sentía Jesús por la Ley de Dios? b) ¿Por qué podemos decir que los escribas y los fariseos aplicaban mal la Ley?

      JESÚS amaba la Ley de Moisés. Y eso no nos sorprende, porque esa Ley venía de Jehová, su Padre, la persona más importante en su vida. La Biblia predijo el profundo cariño que Jesús sentiría por las leyes de Dios con estas palabras: “En hacer tu voluntad, oh Dios mío, me he deleitado, y tu ley está dentro de mis entrañas” (Sal. 40:8). Jesús demostró con lo que dijo y lo que hizo que esa Ley era perfecta y beneficiosa, y que se cumpliría sin falta (Mat. 5:17-19).

      2 Jesús debió de sentirse muy triste al ver que los escribas y los fariseos aplicaban mal la Ley de su Padre. Es cierto que estos líderes religiosos cumplían al pie de la letra algunos de sus detalles más pequeños. Por eso, Jesús reconoció: “Dan el décimo de la hierbabuena y del eneldo y del comino”. Entonces, ¿cuál era el problema? Que habían “desatendido los asuntos de más peso de la Ley, a saber: la justicia y la misericordia y la fidelidad” (Mat. 23:23). Aquellos fariseos no captaban el significado de la Ley y se creían mejores que los demás. Pero Jesús sí entendía lo que había detrás de la Ley y lo que cada mandamiento revelaba sobre Jehová.

      3. ¿Qué veremos en este artículo?

      3 Los cristianos no estamos bajo el pacto de la Ley (Rom. 7:6). Entonces, ¿por qué incluyó Jehová la Ley en la Biblia? No fue para que nos obsesionemos con todos sus detalles, sino para que comprendamos y apliquemos “los asuntos de más peso”, es decir, los principios en los que se basa. Por ejemplo, ¿qué principios aprendemos al estudiar las leyes sobre las ciudades de refugio? El artículo anterior extrajo algunas lecciones de lo que un homicida involuntario tenía que hacer para que se le mostrara misericordia. Este artículo destaca lo que las ciudades de refugio nos enseñan sobre Jehová y cómo podemos imitar sus cualidades. Responderemos tres preguntas: ¿Qué revelan las ciudades de refugio sobre la misericordia de Jehová? ¿Qué nos enseñan sobre cómo ve él la vida? Y ¿cómo reflejan su justicia perfecta? Al analizar cada una, pensemos en maneras de imitar a nuestro Padre celestial (lea Efesios 5:1).

      “TIENEN QUE ESCOGER CIUDADES QUE LES SEAN CONVENIENTES”

      Un mapa que muestra las seis ciudades de refugio en Israel y un camino en buen estado

      4, 5. a) ¿Qué se hacía para que al homicida le resultara fácil llegar a las ciudades de refugio, y por qué? b) ¿Qué nos enseña esto sobre Jehová?

      4 Jehová se aseguró de que fuera fácil llegar a las seis ciudades de refugio. Mandó que hubiera tres ciudades a cada lado del río Jordán. Así, el homicida podría llegar a una de ellas rápido y sin dificultades (Núm. 35:11-14). Los israelitas tenían que mantener en buen estado los caminos que llevaban a esas ciudades (Deut. 19:3). Además, según la tradición judía, colocaban letreros para guiar al homicida. Gracias a que existían estas ciudades, los homicidas no se sentían obligados a huir a una tierra extranjera, donde podrían verse tentados a adorar a dioses falsos.

      5 Pensemos en esto: Jehová mandó que los asesinos fueran ejecutados, pero a los homicidas involuntarios les dio la posibilidad de recibir misericordia y protección. Un experto en temas bíblicos escribió: “Todo se había dispuesto de la manera más clara, más sencilla y más fácil posible. Tales eran los caminos misericordiosos de Dios”. Jehová no es un juez cruel empeñado en castigar a sus siervos. Más bien, es “rico en misericordia” (Efes. 2:4).

      6. ¿Qué diferencia había entre la actitud de Dios y la de los fariseos?

      6 A diferencia de Jehová, los fariseos no les tenían misericordia a los demás. Por ejemplo, según la tradición judía, se negaban a perdonar la misma ofensa más de tres veces. Para mostrar lo mala que era su actitud, Jesús relató la historia de un fariseo y un recaudador de impuestos que estaban orando uno al lado del otro. El recaudador le pedía misericordia a Dios. Pero el fariseo decía: “Oh Dios, te doy gracias de que no soy como los demás hombres, dados a extorsión, injustos, adúlteros, ni siquiera como este recaudador de impuestos”. Los fariseos pensaban que no tenían que mostrar misericordia, pues “consideraban como nada a los demás” (Luc. 18:9-14).

      Un hermano escucha con atención a otro hermano que le está pidiendo perdón

      Si somos humildes, a los demás les resultará más fácil pedirnos perdón. (Vea los párrafos 4 a 8).

      7, 8. a) Cuando alguien nos ofende, ¿cómo podemos imitar a Jehová? b) ¿Por qué tenemos que ser humildes para perdonar a los demás?

      7 Nunca seamos como los fariseos. Más bien, imitemos a Jehová y mostremos compasión (lea Colosenses 3:13). Una manera de hacerlo es asegurándonos de que a los demás les resulte fácil pedirnos perdón (Luc. 17:3, 4). Preguntémonos: “¿Les demuestro a otros que estoy dispuesto a perdonarlos las veces que sea necesario? ¿Estoy deseando hacer las paces con los que me ofenden?”.

      8 Para perdonar, tenemos que ser humildes. Los fariseos se negaban a perdonar a otras personas porque se creían mejores que ellas. Pero los cristianos debemos considerar con humildad “que los demás son superiores” a nosotros y perdonarlos con generosidad (Filip. 2:3). Podemos preguntarnos: “¿Estoy imitando a Jehová y mostrando humildad?”. En tal caso, a los demás les resultará más fácil pedirnos perdón y a nosotros nos resultará más fácil perdonarlos. Estemos siempre dispuestos a mostrar misericordia y no nos ofendamos con facilidad (Ecl. 7:8, 9).

      RESPETEMOS LA VIDA Y NO TENDREMOS “NINGUNA CULPA DE SANGRE”

      9. ¿Cómo ayudó Jehová a los israelitas a entender que la vida es sagrada?

      9 Uno de los objetivos principales de las ciudades de refugio era proteger a los israelitas de ser culpables de derramar sangre inocente (Deut. 19:10). Jehová ama la vida y odia las “manos que derraman sangre inocente” a propósito (Prov. 6:16, 17). Como es un Dios justo y santo, para él era muy serio que alguien le quitara la vida a otra persona, aunque fuera por accidente. Es cierto que al homicida involuntario se le mostraba misericordia. Aun así, tenía que presentar su caso ante los ancianos. Y, si ellos determinaban que la muerte había sido accidental, tenía que quedarse en la ciudad de refugio hasta que muriera el sumo sacerdote. Esto podía significar que pasara allí el resto de su vida. Así Jehová ayudó a los israelitas a entender que la vida es sagrada. Por respeto a Aquel que da la vida, tenían que asegurarse de no poner en peligro la vida de los demás por acción u omisión, o sea, por haber hecho algo o por no haberlo hecho.

      10. Según dijo Jesús, ¿cómo demostraban los escribas y los fariseos que no valoraban la vida de los demás?

      10 Los escribas y los fariseos no imitaban a Jehová. Era evidente que no valoraban la vida de los demás. Jesús les dijo: “Quitaron la llave del conocimiento; ustedes mismos no entraron, y a los que estaban entrando los estorbaron” (Luc. 11:52). Ellos tenían que ayudar a las personas a entender la Palabra de Dios y a obtener la vida eterna. En vez de eso, trataban de impedir que siguieran a Jesús, el “Agente Principal de la vida” (Hech. 3:15). De esta forma las ponían en peligro de ser destruidas para siempre. Aquellos líderes egoístas y orgullosos no tenían ningún interés en la vida y el bienestar de su prójimo. ¡Qué crueles y despiadados!

      11. a) ¿Cómo mostró Pablo que veía la vida como la ve Jehová? b) ¿Qué nos ayudará a tener la misma actitud que Pablo hacia la predicación?

      11 Si queremos parecernos a Jehová y no a aquellos líderes religiosos, debemos respetar y valorar el regalo de la vida. Eso es lo que hizo el apóstol Pablo, quien predicó a tantas personas como le fue posible. Por eso pudo decir: “Estoy limpio de la sangre de todo hombre” (lea Hechos 20:26, 27). Él no predicaba para evitar sentirse culpable o porque se lo había mandado Jehová. Lo hacía porque amaba a las personas y valoraba sus vidas (1 Cor. 9:19-23). Nosotros también debemos esforzarnos por ver la vida como la ve Jehová, quien “desea que todos alcancen el arrepentimiento” (2 Ped. 3:9). ¿Desea usted lo mismo? Si procuramos mostrar misericordia, predicaremos con más entusiasmo y sentiremos más gozo.

      12. ¿Por qué se toman tan en serio la seguridad los siervos de Dios?

      12 Otra manera de demostrar que vemos la vida como la ve Jehová es tomándonos en serio las normas de seguridad. Debemos trabajar y manejar vehículos de forma segura en todo momento, lo que incluye cuando hacemos trabajos de construcción y mantenimiento, y cuando viajamos a una reunión o asamblea. La seguridad y la salud son más importantes que la producción, el dinero y los horarios. Nuestro Dios siempre hace lo que es correcto y apropiado, y nosotros queremos ser como él. Los ancianos son los primeros que deben estar pendientes de su propia seguridad y la de quienes los rodean (Prov. 22:3). Por tanto, si un anciano nos recuerda alguna medida o norma de seguridad, debemos hacerle caso (Gál. 6:1). Si vemos la vida como la ve Jehová, no tendremos “ninguna culpa de sangre”.

      “TIENE QUE JUZGAR [...] DE ACUERDO CON ESTOS JUICIOS”

      13, 14. ¿Qué tenían que hacer los ancianos de Israel para reflejar la justicia de Jehová?

      13 Jehová mandó a los ancianos de Israel que imitaran sus elevadas normas de justicia. Lo primero que debían hacer era establecer los hechos. Luego, al decidir si mostrarle o no misericordia al homicida, debían analizar con cuidado sus motivos, actitud y conducta anterior. Para reflejar la justicia de Jehová, tenían que determinar si había actuado movido por odio y “con mala intención” (lea Números 35:20-24, nota). Por otro lado, si se usaban declaraciones de testigos, se necesitaban al menos dos testigos para poder probar una acusación de asesinato intencionado (Núm. 35:30).

      14 Como vemos, luego de establecer los hechos del caso, los ancianos tenían que pensar en la persona, no solo en lo que había hecho. Necesitaban perspicacia, es decir, la capacidad de ver más allá de lo obvio para captar lo que hay detrás de cierta situación. Sobre todo, necesitaban que Jehová les diera espíritu santo para poder reflejar su perspicacia, misericordia y justicia (Éx. 34:6, 7).

      15. ¿Cómo veía Jesús a los pecadores, y cómo los veían los fariseos?

      15 Los fariseos solo se centraban en lo que el pecador había hecho y no en lo que había en su corazón, es decir, en el tipo de persona que era en realidad. Veamos lo que ocurrió cuando Jesús fue a un banquete en la casa de Mateo. Los fariseos les preguntaron a los discípulos de Jesús: “¿Por qué come su maestro con los recaudadores de impuestos y pecadores?”. Él respondió: “Las personas en salud no necesitan médico, pero los enfermizos sí. Vayan, pues, y aprendan lo que esto significa: ‘Quiero misericordia, y no sacrificio’. Porque no vine a llamar a justos, sino a pecadores” (Mat. 9:9-13). ¿Estaba Jesús excusando a los pecadores? Claro que no. Él quería que se arrepintieran. De hecho, esa era una parte importante del mensaje que predicaba (Mat. 4:17). Pero Jesús tenía perspicacia y se daba cuenta de que al menos algunos de estos “recaudadores de impuestos y pecadores” querían cambiar. No habían ido a la casa de Mateo solo para comer. Más bien, muchos de ellos eran seguidores de Jesús (Mar. 2:15). Por desgracia, la mayoría de los fariseos no veían a los demás como los veía Jesús. Los tachaban de pecadores y los trataban como casos perdidos. Aquellos líderes eran muy diferentes del Dios justo y misericordioso al que afirmaban adorar.

      16. ¿Qué debe tratar de determinar un comité judicial?

      16 Hoy día, los ancianos deben asegurarse de imitar a Jehová, quien es “amador de la justicia” (Sal. 37:28). Para ello, primero deben “inquirir cabalmente”, es decir, investigar en profundidad si se ha cometido un pecado. Si es así, entonces atenderán el caso siguiendo las pautas bíblicas (Deut. 13:12-14). Los ancianos que sirven en comités judiciales tienen que determinar con cuidado si el cristiano culpable de un pecado grave está arrepentido o no. Esto no siempre es fácil. Deben fijarse en cuál es su actitud, qué opina de lo que hizo y qué hay en su corazón (Rev. 3:3). Para que se le muestre misericordia, el pecador debe estar arrepentido.a

      17, 18. ¿Cómo pueden los ancianos determinar si alguien está arrepentido de verdad? (Vea la foto del principio).

      17 Jehová y Jesús pueden leer los corazones, pero los ancianos no. Por eso, ¿cómo pueden determinar si alguien está arrepentido de verdad? Primero, deben pedirle a Dios sabiduría y discernimiento (1 Rey. 3:9). Segundo, tienen que usar la Biblia y las publicaciones del esclavo fiel para poder distinguir entre “la tristeza del mundo” y “la tristeza de manera piadosa”, o sea, el arrepentimiento verdadero (2 Cor. 7:10, 11). Deben fijarse en cómo las Escrituras describen los sentimientos, la actitud y la conducta de los que sí están arrepentidos y de los que no lo están.

      18 Tercero, deben pensar en la persona y tomar en cuenta sus antecedentes, motivos y limitaciones. La Biblia predijo lo siguiente sobre Jesús, la cabeza de la congregación cristiana: “No juzgará por la mera apariencia de las cosas a sus ojos, ni censurará simplemente según lo que oigan sus oídos. Y con justicia tiene que juzgar a los de condición humilde, y con rectitud tiene que administrar censura a favor de los mansos de la tierra” (Is. 11:3, 4). Jesús ha nombrado a los ancianos para que cuiden su congregación, y los ayudará a juzgar como él juzga (Mat. 18:18-20). Estamos muy agradecidos de tener ancianos amorosos que procuran imitar a Jesús. Sin duda, apreciamos mucho sus esfuerzos incansables por promover la misericordia y la justicia en nuestras congregaciones.

      19. ¿Qué lección sobre las ciudades de refugio piensa aplicar usted?

      19 La Ley de Moisés contiene “la armazón del conocimiento y de la verdad” sobre Jehová y sus justos principios (Rom. 2:20). Por ejemplo, las ciudades de refugio enseñan a los ancianos a juzgar “con verdadera justicia”. También nos enseñan a todos nosotros a mostrarnos “amor leal y misericordias” (Zac. 7:9, nota). Aunque ya no estamos bajo la Ley, la justicia y la misericordia siguen siendo importantes para Jehová, pues él no cambia. ¡Qué privilegio es servir a nuestro Dios! Por lo tanto, imitemos sus hermosas cualidades y refugiémonos en él.

      a Vea la sección “Preguntas de los lectores” de La Atalaya del 15 de septiembre de 2006, página 30.

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