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Despleguemos limpieza mental y corporalLa Atalaya 1989 | 1 de junio
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En Israel se exigía, bajo pena de muerte, limpieza ceremonial al adorar. Jehová dijo a Moisés y Aarón: “Ustedes tienen que mantener a los hijos de Israel separados de su inmundicia, para que ellos no mueran en su inmundicia por contaminar mi tabernáculo, que está en medio de ellos”. (Levítico 15:31.) En el día de Expiación el sumo sacerdote tenía que bañarse la carne en agua dos veces. (Levítico 16:4, 23, 24.) La fuente de cobre del tabernáculo, y después el enorme mar de cobre del templo, suministraban agua para que los sacerdotes se lavaran antes de ofrecer sacrificios a Jehová. (Éxodo 30:17-21; 2 Crónicas 4:6.) ¿Qué se puede decir de los israelitas en general? Si por alguna razón se hacían impuros en sentido ceremonial, no podían participar en la adoración sino hasta que hubieran cumplido con los requisitos de purificarse. (Números 19:11-22.) Todo aquello recalcaba que se requiere limpieza física de los que adoran al Dios santo, Jehová.
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Despleguemos limpieza mental y corporalLa Atalaya 1989 | 1 de junio
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Se recordará que los israelitas no sacerdotales tenían que estar limpios ceremonialmente para participar en la adoración en el tabernáculo o, después, en el templo.
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