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Muerte de una naciónLa Atalaya 1989 | 1 de abril
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Lecciones de las Escrituras: Amós 1:1–9:15
Muerte de una nación
“PREPÁRATE para encontrarte con tu Dios”, dice “Jehová el Dios de los ejércitos” a la nación de Israel. (Amós 4:12, 13.) ¿Qué razón hay para esto? Los israelitas, cegados por la prosperidad, habían olvidado Su Ley y eran culpables de contaminar Su tierra sagrada con idolatría, inmoralidad, derramamiento de sangre y violencia.
Se levanta a Amós como profeta de Jehová para que pronuncie un mensaje de advertencia no solo a su propia nación de Judá, sino particularmente al reino norteño de Israel. Él condena a Israel por su estilo de vida de complacencia y predice que esa nación al fin morirá a manos de las naciones enemigas. El libro de Amós, escrito entre los años 829 a.E.C. y 804 a.E.C., nos muestra que Dios puede prever los desastres venideros, y nos da advertencias oportunas.
Destrucción ardiente de los enemigos de Dios
Nadie puede escapar de los juicios de Dios. ¡Cuán cierto resultó ser esto para las naciones de Damasco (Siria), Gaza (Filistea), Tiro, Edom, Ammón, Moab y Judá! Jehová ‘no volverá atrás’ de contra ellas la mano por los males que han cometido. No obstante, la calamidad que se predecía para ellas solo servía para dar énfasis al juicio a que se enfrentaba Israel por no mantener su relación de pacto con Dios ni sostener Sus leyes. (Amós 1:1–2:16.)
Presten atención a la advertencia divina. “Solo a ustedes he conocido de todas las familias del suelo”, dice Jehová a Israel. (Amós 3:2.) Sin embargo, el proceder pecaminoso de aquel pueblo demostró desprecio al nombre y la soberanía de Dios. Muchos israelitas estaban resueltos a hacerse ricos, y vivían una vida de lujo e indolencia con ‘una casa de invierno además de una casa de verano’, a expensas de sus propios hermanos. (Amós 3:15.) Con pesas engañosas, engañaban por egoísmo a los pobres. Su abandono de la adoración verdadera significaba que merecían el castigo de Jehová. Sin embargo, ‘Jehová no haría nada a menos que lo revelara a sus siervos’. Así, Amós predice los juicios de Jehová y les advierte: ‘Prepárense para encontrarse con su Dios’. (Amós 3:1–4:13.)
Jehová es salvación
Dios mostrará misericordia a los que se arrepienten. “Búsquenme, y sigan viviendo”, suplica Jehová a Israel. (Amós 5:4.) “Odien lo que es malo, y amen lo que es bueno.” (Amós 5:15.) Sin embargo, los israelitas pasaron por alto esas palabras. Los apóstatas preferían subir a Betel y Guilgal, centros de adoración idolátrica, para ofrecer allí sacrificios a dioses falsos. (Amós 5:26; 1 Reyes 12:28-30.) En lechos de marfil adornados, malhechores satisfechos de sí mismos tragan vino selecto y se miman con los mejores alimentos y aceites. (Amós 5:11; 6:4-6.) “El día de Jehová” viene, y Dios ha jurado “por su propia alma” que la nación de Israel será destruida. (Amós 5:18; 6:8.) Jehová levantará a una nación para que oprima a Israel y se la lleve al cautiverio. (Amós 5:1–6:14.)
Teman a Jehová, no a los opositores. La destrucción de Israel pudiera venir mediante un enjambre de langostas o un fuego que todo lo consumiera. Amós rogó a Dios a favor de Israel, y “Jehová sintió pesar” por su juicio, de modo que no fue ejecutado de esta manera. Sin embargo, como un edificador que con una plomada investiga la verticalidad de un muro, Jehová ‘ya no volverá a excusar’ a Israel. (Amós 7:1-8.) La nación tiene que ser desolada. Encolerizado por el mensaje del profeta, Amasías, un sacerdote de la adoración del becerro, acusa falsamente a Amós de traición, y le ordena ‘irse corriendo a la tierra de Judá y no volver a profetizar’ en Betel. (Amós 7:12, 13.) ¿Se acobarda Amós? ¡No! Denodadamente predice la muerte de Amasías y calamidad para su familia. Tal como se recoge el fruto en el tiempo de la cosecha, así ha llegado el tiempo para que Jehová llame a cuentas a Israel. No habrá escape. (Amós 7:1–8:14.)
Hay esperanza para los que confían en Jehová. “No aniquilaré completamente a la casa de Jacob”, dice Jehová. Todavía hay esperanza para algunos de la prole de Jacob, pero no para los pecadores. La destrucción de ellos es segura. Con todo, Jehová ‘recogerá de vuelta a los cautivos’ de Israel. (Amós 9:1-15.)
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Muerte de una naciónLa Atalaya 1989 | 1 de abril
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1:5.—Las ciudades antiguas tenían muros elevados y puertas enormes. Para cerrar estas puertas se colocaban barras largas de hierro o bronce contra ellas por el interior. ‘Quebrar la barra de Damasco’ significaba que la capital Siria caería ante los asirios. Sería como si las puertas de su ciudad no pudieran ser cerradas porque se hubieran quebrado sus barras. (2 Reyes 16:8, 9.)
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Muerte de una naciónLa Atalaya 1989 | 1 de abril
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5:2.—Cuando Amós profetizó, ni el pueblo ni la tierra de Israel habían sido subyugados ni desolados por alguna potencia extranjera. Por eso, se les personificó mediante una virgen. Sin embargo, en pocos años la virgen Israel caería en manos de los asirios y ‘se iría al destierro más allá de Damasco’. (Amós 5:27.) Tan seguro está Amós de la destrucción que le vendrá a Israel por la infidelidad de la nación, que describe la destrucción como si ya hubiera sucedido.
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