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CarceleroPerspicacia para comprender las Escrituras, volumen 1
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Dos palabras griegas de las Escrituras se han traducido ‘carcelero’: ba·sa·ni·stḗs, que significa “atormentador”, y de·smo·fý·lax, nombre compuesto de de·smós (correa; grillete) y fý·lax (guarda).
Los carceleros a menudo infligían crueles torturas a los prisioneros, de ahí que se les llamara ba·sa·ni·stḗs. Por ejemplo, a veces a los deudores se les enviaba a prisión por no pagar lo que debían. Allí el carcelero podía azotarlos y torturarlos, y no se les liberaba hasta que, como dijo Jesús, “[pagasen] la última moneda de ínfimo valor”. (Mt 5:25, 26.) Este también fue el fondo de la ilustración de Jesús sobre el esclavo falto de misericordia. Cuando el amo supo lo que había hecho su desagradecido esclavo, “lo entregó a los carceleros [ba·sa·ni·stáis], hasta que pagara todo lo que se debía”. (Mt 18:34, 35; compárese con Rev 14:11, donde ba·sa·ni·smóu se traduce “tormento”.)
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CarceleroPerspicacia para comprender las Escrituras, volumen 1
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En Filipos, a Pablo y a Silas se les arrastró ante los magistrados civiles, quienes mandaron que se les golpeara con varas; “después de haberles descargado muchos golpes, los echaron en la prisión, y ordenaron al carcelero [de·smo·fý·la·ki] que los guardara con seguridad. Porque recibió tal orden, este los echó en la prisión interior y les aseguró los pies en el cepo”. (Hch 16:22-24.)
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