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JapónAnuario de los testigos de Jehová 1998
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Para 1938 había aumentado a 110 la cantidad de repartidores que distribuían las revistas y los libros.
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JapónAnuario de los testigos de Jehová 1998
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Considere, en cambio, el caso de Jizo y Matsue Ishii, dos de los primeros repartidores japoneses. Recorrieron todo el país entre los años 1929 y 1939. En junio de 1939 los detuvieron y los encarcelaron en Sendai. Matsue aún recuerda el primer año que pasó incomunicada en una celda pequeña, mugrienta e infestada de pulgas. No se le permitió ni ducharse ni bañarse, y la estaban consumiendo las chinches. Se quedó en 30 kilos [70 libras]; solo era piel y huesos, y estuvo a punto de morir. Al ser trasladada a otra prisión, se recuperó un poco; su liberación tuvo lugar hacia finales de 1944. A su esposo lo trataron de manera parecida. Tiempo después demostró su integridad nuevamente cuando rechazó las transfusiones de sangre (Hech. 21:25). Murió a los 71 años de edad. Matsue sigue siendo una fiel Testigo hasta el presente. Ella comenta: “La mayoría de los hermanos de antes de la guerra que sobresalían en aptitudes e inteligencia, abandonaron la organización de Dios cuando se vieron sometidos a gran presión. [...] Los que siguieron fieles no tenían aptitudes especiales ni destacaban. Ciertamente todos debemos confiar siempre en Jehová con todo el corazón” (Pro. 3:5).
Otra pareja fiel fueron Katsuo y Hagino Miura, que empezaron el servicio de repartidor en 1931. También los arrestaron en 1939, en Hiroshima. Se negaron a dar culto al emperador y respaldar el militarismo japonés. Katsuo fue víctima de palizas brutales, y sufrió encarcelamiento hasta que una bomba atómica destruyó la prisión en agosto de 1945. Aunque solo tenía 38 años, su salud estaba destrozada. Cuando salió libre, parecía un viejo. Regresó a Ishinomori, en el norte, donde Hagino, que ya llevaba un tiempo libre, estaba criando a su pequeño, Tsutomu.
¿Cómo volvió a encontrar Katsuo la organización de Jehová? El principal periódico de Japón, el Asahi, supo que cinco jóvenes misioneras de la Watch Tower habían llegado a Osaka para vivir al estilo japonés en una casa nipona. Los periodistas las visitaron y redactaron un magnífico reportaje ilustrado en el que comparaban a las cinco hermanas a ángeles que, como flores de cerezo, habían bajado flotando del cielo. El artículo también facilitaba la dirección del hogar misional. A cientos de kilómetros al norte, Katsuo encontró por casualidad el artículo. De inmediato volvió a ponerse en contacto con la organización y se hizo precursor. Sirvió fielmente hasta su muerte, en 1957.
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