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Jehová no abandona a sus siervosLa Atalaya 1988 | 1 de mayo
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Pasé casi un año en aquella celda sucia, y casi muero por ello. Después supe que durante aquel tiempo las autoridades estuvieron investigando a Junzo Akashi, el superintendente de la sucursal japonesa. Por fin me sometieron a interrogatorio. “Echa tu Biblia al suelo y písala”, me ordenó un investigador que me insultaba. Entonces me mostró el registro de la investigación de Akashi. Al principio creí que era un engaño.
“¿Cree usted en Akashi?”, preguntó el interrogador.
“Akashi es solo un hombre imperfecto —contesté—. Mientras Akashi seguía los principios bíblicos, servía a Dios. Pero ahora que lo que dice no armoniza con la Biblia, ya no es mi hermano.” Sí, ¡Akashi se había apartado de la verdad!
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Jehová no abandona a sus siervosLa Atalaya 1988 | 1 de mayo
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¿Qué les había sucedido a los más o menos 130 Testigos que había en Japón antes de la guerra? El mal ejemplo de Junzo Akashi, el superintendente de la sucursal, tuvo un efecto devastador en muchos. Unos cuantos lo siguieron, algunos fueron esparcidos, y parece que otros murieron en la persecución.
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