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  • Una velada en un hogar japonés
    ¡Despertad! 1991 | 22 de abril
    • “¿Primero se sirve el postre?”

      Esta es la reacción típica de la mayoría de los extranjeros cuando ven el té y los dulces que se sirven antes de la cena. Se trata de unos bocados gelatinosos de color marrón, con aspecto parecido al dulce de chocolate, que se hacen con alubias endulzadas y reciben el nombre de yōkan. Con o-cha (té verde) están deliciosos.

      Pero antes de comer los yōkan y beber el té, refrésquese con la toalla de manos húmeda y fresca que le entrega la anfitriona. Se llama o-shibori, literalmente “exprimido”. En invierno, a los invitados les ofrecen toallas calientes.

  • Una velada en un hogar japonés
    ¡Despertad! 1991 | 22 de abril
    • La cena está preparada

      Nuestra anfitriona acaba de anunciar que la cena estará lista en seguida. Pero le pregunta si primero le gustaría tomar un baño. No es que ella piense que a usted le hace falta, lo que ocurre es que para los japoneses no hay nada más refrescante que un baño antes de la cena. Por lo general, al invitado se le concede el privilegio de bañarse el primero. ¿No le apetece tomar un baño antes de cenar? De acuerdo, pero por lo menos eche un vistazo al o-furo o cuarto de baño.

      Aunque todavía quedan casas de baños, la mayoría de los hogares japoneses hoy disponen de su propio o-furo. Consiste en una bañera honda de madera, baldosas o plástico, con una instalación para quemar leña o propano que eleva la temperatura del agua hasta unos 40 °C.

      El baño japonés difiere del occidental en que uno se lava con jabón y se enjuaga antes de meterse en el agua caliente de la bañera. De este modo toda la familia se baña en la misma agua, tan solo la calientan un poco antes de cada uso. La bañera es tan profunda que cuando uno se sienta, el agua caliente le llega a la altura del cuello. Es muy relajante, e imperativo antes de acostarse en una fría noche de invierno.

      Un auténtico banquete

      Nuestro anfitrión nos llama y nos dice que ya se ha servido la comida, o mejor dicho, el banquete. ¿Ha visto cuántos manjares hay sobre la mesa? ¡Qué presentación tan exquisita y atractiva! En Japón la comida es una obra de arte, donde el efecto visual es casi tan importante como el aroma y el sabor. Esos apetitosos bocados dispuestos en forma de ramillete sobre la bandeja negra laqueada constituyen el sushi, manjar japonés predilecto. Cada unidad es un montón de arroz con algo de azúcar y vinagre, moldeado cuidadosamente y cubierto con un trozo de atún crudo blanco o rojo, o bien con otros manjares extraídos del mar.

      Otro plato que se ha preparado es tai asado, un pescado rojo de la familia de los lutiánidos, presentado con esmero en el plato en forma de media luna, con la cabeza y la cola intactas. La sopa, que se sirve muy caliente, está hecha con un caldo de algas marinas y cubitos de tōfu blando. Y, por supuesto, hay arroz en abundancia para todos los comensales. Tampoco falta en la mesa una ensalada verde y, para rematar el menú, fruta preparada al estilo japonés. ¡Vaya festín!

      Conversación cortés

      A la comida le sigue el té verde, para acompañar la conversación. ¿De qué se debe hablar? Los japoneses sienten un gran interés por usted y su país. También quieren saber qué opina sobre ellos, su país, la cena que ha tomado y la comida japonesa en general. Se sienten muy complacidos si muestra interés en cosas japonesas y aprende unas cuantas palabras en su idioma.

      Es posible que la anfitriona diga ahora: “O-kuchi ni awanakute gomen nasai”, que significa: “Siento que la cena no haya sido de su agrado”. Lo que quiere en realidad es una confirmación de que le ha gustado la comida. Así pues, replíquele: “¡Oishikatta desu!” (¡Estaba deliciosa!). Otro invitado quizás pudiera añadir el cumplido: “Gochiso samadeshita”, que significa literalmente: “Gracias por correr tanto [entre la cocina y el comedor] para servirnos”.

      A un occidental seguramente le parecerá que los japoneses hablan en términos muy vagos sobre ellos mismos y que son renuentes a abordar ciertos temas. Por ejemplo, si le pregunta a la esposa cómo conoció a su marido, es posible que reciba una tímida risita como única respuesta. O quizás le llame la atención un hermoso jarrón y pregunte cuánto costó. Probablemente le contestarán: “Chotto takakatta desu” (Fue un poco caro). ¿Una respuesta vaga? Tal vez. Pero así conciben los japoneses la conversación educada. De modo que tendremos que procurar no tomarnos demasiadas confianzas ni ser indiscretos al hablar y preguntar.

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