BIBLIOTECA EN LÍNEA Watchtower
Watchtower
BIBLIOTECA EN LÍNEA
Español
  • BIBLIA
  • PUBLICACIONES
  • REUNIONES
  • Jehová
    Perspicacia para comprender las Escrituras, volumen 2
    • Cómo se reveló al hombre en Edén. ¿Con qué personalidad se dio a conocer Jehová a sus primeros hijos humanos? Como hombre perfecto, Adán tendría que haber concordado con las palabras posteriores del salmista: “Te elogiaré porque de manera que inspira temor estoy maravillosamente hecho. Tus obras son maravillosas, como muy bien percibe mi alma”. (Sl 139:14.) Por lo que veía en su propio cuerpo —sobresalientemente adaptable entre las criaturas terrestres— y en todo lo que le rodeaba, el hombre tenía razón sobrada para sentir un respeto reverencial a su Creador. Cada nuevo animal, ave y pez; cada diferente planta, flor y árbol, y cada campo, bosque, colina, valle y arroyo que el hombre veía, impresionaría en él la profundidad y amplitud de la sabiduría de su Padre y su atrayente personalidad reflejada en la gran variedad de sus obras creativas. (Gé 2:7-9; compárese con Sl 104:8-24.) Todos los sentidos del hombre —vista, oído, gusto, olfato y tacto— indicarían a su mente receptiva que el Creador era sumamente generoso y considerado.

      Tampoco se pasaron por alto las necesidades intelectuales de Adán, su necesidad de conversación y de compañerismo, pues su Padre le proveyó una compañera inteligente. (Gé 2:18-23.) Ambos bien pudieron haber cantado a Jehová como lo hizo el salmista: “El regocijo hasta la satisfacción está con tu rostro; hay agradabilidad a tu diestra para siempre”. (Sl 16:8, 11.) Por haber sido objeto de tanto amor, Adán y Eva habrían tenido que saber que “Dios es amor”, la fuente y ejemplo supremo de amor. (1Jn 4:16, 19.)

      Más importante aún, Jehová satisfizo las necesidades espirituales del hombre. El Padre de Adán se reveló a su hijo humano, comunicándose con él y encargándole trabajos, cuya realización constituiría la parte principal de la adoración del hombre. (Gé 1:27-30; 2:15-17; compárese con Am 4:13.)

  • Jehová
    Perspicacia para comprender las Escrituras, volumen 2
    • El mismo acto de la creación revela su amor, pues Jehová es autosuficiente y no le falta nada. Por lo tanto, aunque creó cientos de miles de hijos celestiales, ninguno podía añadir nada a Su conocimiento ni contribuir ninguna cualidad deseable o emoción que Él no poseyese ya en grado superlativo. (Da 7:9, 10; Heb 12:22; Isa 40:13, 14; Ro 11:33, 34.)

      Naturalmente, esto no significa que Jehová no halle placer en sus criaturas. Como el hombre fue creado “a la imagen de Dios” (Gé 1:27), es lógico que el gozo que un padre humano encuentra en su hijo, sobre todo si este muestra amor filial y actúa con sabiduría, refleje el gozo que Jehová halla en las criaturas inteligentes que le aman y le sirven. (Pr 27:11; Mt 3:17; 12:18.) Este placer no proviene de ninguna ganancia material o física, sino de ver a sus criaturas adherirse voluntariamente a sus normas justas y mostrar altruismo y generosidad. (1Cr 29:14-17; Sl 50:7-15; 147:10, 11; Heb 13:16.) Por el contrario, Jehová ‘se siente herido en su corazón’ cuando algunas de sus criaturas adoptan un mal camino, desprecian su amor, acarrean oprobio a su nombre y hacen sufrir cruelmente a otras personas. (Gé 6:5-8; Sl 78:36-41; Heb 10:38.)

      A Jehová también le agrada ejercer su poder, bien sea creando o de otro modo, pues sus obras siempre tienen un propósito definido y un buen motivo. (Sl 135:3-6; Isa 46:10, 11; 55:10, 11.) Como el Dador generoso de “toda dádiva buena y todo don perfecto”, se deleita en recompensar con bendiciones a sus hijos e hijas fieles. (Snt 1:5, 17; Sl 35:27; 84:11, 12; 149:4.) Sin embargo, aunque es un Dios de afecto y ternura, su felicidad no depende en absoluto de sus criaturas, ni tampoco sacrifica los principios justos por sentimentalismo.

      Jehová también mostró amor al conceder al primer Hijo celestial que creó el privilegio de participar con Él en toda la obra creativa posterior, tanto espiritual como material. Además, bondadosamente hizo que este hecho se llegase a conocer, con la consiguiente honra para su Hijo. (Gé 1:26; Col 1:15-17.) De modo que no temió una posible competencia, sino, más bien, ejerció completa confianza en su propia y legítima Soberanía (Éx 15:11), así como en la lealtad y devoción de su Hijo. Dios da a sus hijos celestiales una libertad relativa en el desempeño de sus deberes, incluso al permitirles en ciertas ocasiones ofrecer sus puntos de vista en cuanto a cómo llevarán a cabo cierta asignación en particular. (1Re 22:19-22.)

Publicaciones en español (1950-2025)
Cerrar sesión
Iniciar sesión
  • Español
  • Compartir
  • Configuración
  • Copyright © 2025 Watch Tower Bible and Tract Society of Pennsylvania
  • Condiciones de uso
  • Política de privacidad
  • Configuración de privacidad
  • JW.ORG
  • Iniciar sesión
Compartir