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Promesas confiablesEl camino de la paz y la felicidad
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Promesas confiables
Sanath se puso a reflexionar en todas las cosas que Buddhika le había dicho. No era la primera vez que oía hablar de la Biblia; ya sabía que era un antiguo libro sagrado. Pero el cumplimiento de muchas de sus profecías ahora lo hacía pensar en que podría ser algo más que eso. Se preguntaba cómo los escritores de la Biblia habían conseguido aquella información científica e histórica. ¿Cuál había sido la fuente de su conocimiento?
Al día siguiente, Sanath y Vasana visitaron a sus vecinos para preguntarles cómo los escritores de la Biblia supieron todas esas cosas con tanta antelación.
Dios hizo que hombres pusieran sus promesas por escrito para nuestro provecho
—Esos hombres —explicó Buddhika— fueron como secretarios que iban escribiendo la información que alguien más les dictaba. En realidad, el Autor de la Biblia es el Padre original.
—¿El Padre original? —preguntó Sanath—. ¿Y quién es él?
—Es quien dio vida al ser humano. Y, como cualquier padre, tiene un nombre —explicó Buddhika mientras buscaba Salmo 83:18 para leerlo. Allí dice:
“Para que la gente sepa que tú, cuyo nombre es Jehová, tú solo eres el Altísimo sobre toda la tierra.”
Buddhika le leyó a Sanath otro versículo bíblico donde se afirma que Jehová es “Aquel que declara desde el principio el final, y desde hace mucho las cosas que no se han hecho” (Isaías 46:10). —Tal como un padre biológico tiene más experiencia que sus hijos y suele saber más que ellos —explicó—, el Padre original, Jehová, tiene más conocimiento y sabiduría que todos nosotros e incluso es capaz de predecir lo que sucederá. Por esta razón, pudo hacer que en la Biblia se escribieran acontecimientos futuros.
—¿Quiere decir que Jehová sabe lo que a Vasana y a mí nos pasará?
—Bueno, Jehová no determina de antemano el futuro de cada persona. No obstante, como un padre, conoce nuestros problemas y desea ayudarnos.
Entonces Buddhika le dijo a Sanath que, por medio de la Biblia, Jehová nos ofrece ayuda para que tengamos una vida tranquila y feliz, y también nos enseña cómo influyen en nuestro presente y futuro las decisiones que tomamos.
Esto le pareció lógico a Sanath, pues él mismo procuraba que sus hijos tuvieran un buen porvenir. Buddhika pasó a mostrarle a la pareja las siguientes promesas bíblicas:
“Hace cesar las guerras hasta la extremidad de la tierra.” (Salmo 46:9.)
“Ciertamente edificarán casas, y las ocuparán; y ciertamente plantarán viñas y comerán su fruto. No edificarán y otro lo ocupará; no plantarán y otro lo comerá. Porque como los días de un árbol serán los días de mi pueblo.” (Isaías 65:21, 22.)
“Llegará a haber abundancia de grano en la tierra; en la cima de las montañas habrá sobreabundancia.” (Salmo 72:16.)
“Limpiará toda lágrima de sus ojos, y la muerte no será más, ni existirá ya más lamento ni clamor ni dolor. Las cosas anteriores han pasado.” (Revelación [Apocalipsis] 21:4.)
La Biblia habla del maravilloso futuro que nos espera
Sanath se sintió conmovido al escuchar todas esas maravillosas promesas bíblicas. Le atraía mucho la idea de vivir en un mundo lleno de justicia, donde no hubiera enfermedades, muerte ni hambre. Vasana también estaba muy impresionada, pero creía que todo era demasiado bueno para ser cierto.
—Puedo entender cómo te sientes, Vasana —le dijo Buddhika—. Pero, como hemos visto, muchas otras profecías bíblicas se han cumplido con precisión. ¿No crees, entonces, que estas promesas también se realizarán? De hecho, el Autor de la Biblia garantiza su cumplimiento en Revelación, o Apocalipsis, 21:5. Allí dice: “Escribe, porque estas palabras son fieles y verdaderas”.
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Conozcamos a quien hizo todas las cosasEl camino de la paz y la felicidad
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Conozcamos a quien hizo todas las cosas
A Sanath le alegró mucho aprender acerca de las promesas de Jehová, pero se preguntaba si de veras era tan poderoso como para cumplirlas. Buddhika le dijo que si quería entender cómo Jehová puede realizar todas sus promesas, pensara en la conocida ley de causa y efecto.
Afirmó que este concepto fundamental también se explica en la Biblia, y le mostró el siguiente versículo:
“Toda casa es construida por alguien.” (Hebreos 3:4.)
—Parece lógico —respondió Sanath—. Una casa no se construye sola.
—Cierto. Y lo mismo puede decirse de un plato de comida. Alguien tuvo que haberlo preparado.
Entonces Buddhika mencionó que las cosas que nos rodean son más maravillosas y complejas que una casa. —Mira las delicadas flores, las majestuosas montañas, el impetuoso mar y el infinito universo. Si para edificar una casa se requiere de un diseñador y constructor, y para preparar una comida hace falta un cocinero, ¿qué puede decirse de nuestro magnífico universo? ¿No crees que necesitó un Diseñador y Hacedor?
Sanath reconoció que aquello tenía sentido.
—Según la Biblia, todas las cosas tuvieron un Diseñador y Hacedor —prosiguió Buddhika—. Y tiene que haber sido alguien muy poderoso. Por eso se le llama Dios, que en el idioma original de la Biblia significa “Poderoso” o “Fuerte”. En la actualidad, la gente tiene muchos “dioses”, pero como Jehová hizo todas las cosas, él es el único a quien se le puede llamar Dios Todopoderoso.
Todo tuvo que haber sido diseñado y creado por alguien
A Sanath le sorprendió que la Biblia hablara de las innumerables y maravillosas obras de Jehová Dios. A continuación aparecen algunos ejemplos de los versículos que Buddhika le enseñó:
“En el principio Dios creó los cielos y la tierra.” (Génesis 1:1.)
“Sepan que Jehová es Dios. Es él quien nos ha hecho, y no nosotros mismos.” (Salmo 100:3.)
“Los cielos están declarando la gloria de Dios; y de la obra de sus manos la expansión está informando.” (Salmo 19:1.)
“El que edifica en los cielos sus escalones, y su estructura sobre la tierra que fundó; el que llama las aguas del mar, para derramarlas sobre la superficie de la tierra... Jehová es su nombre.” (Amós 9:6.)
Sí, Jehová Dios hizo todas las cosas. Pero además dio vida a toda criatura. “Contigo está la fuente de la vida”, dice la Biblia con respecto a Jehová (Salmo 36:9). De modo que él es el Dador de la vida, el Creador. Como Jehová nos dio la vida, es nuestro Padre. De ahí que la Biblia señale: “¿No es un solo padre el que todos nosotros tenemos? ¿No es un solo Dios el que nos ha creado?” (Malaquías 2:10).
Jehová Dios es la fuente de la vida
—Bueno —comentó Sanath—, tengo que aceptar que si observamos las cosas que nos rodean y pensamos en ellas, no es difícil creer que tengan una causa, un Diseñador, un Dador de vida, un Creador.
—Y si con su poder creó todas las cosas —añadió con entusiasmo Vasana—, entonces también tiene poder para cumplir todas las promesas que están en la Biblia.
Para Sanath y Vasana, todo lo que escucharon aquel día fue totalmente lógico, pero querían conocer mejor a aquel poderoso Diseñador.
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Un Dios de amor y justiciaEl camino de la paz y la felicidad
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Un Dios de amor y justicia
Todos guardamos cierto parecido con nuestros padres
—Cuando ustedes ven a un niño —preguntó Buddhika a la pareja—, ¿suelen encontrarle cierto parecido con sus padres?
—Claro que sí —respondió Sanath—. Yo digo que, hasta en la forma de ser, nuestra hija se parece mucho a Vasana.
—Así es. Y lo mismo pasa con nosotros y nuestro Hacedor, nuestro Padre. Al fijarnos en la manera en que estamos hechos y en las cosas que Jehová ha creado, podemos darnos cuenta de sus virtudes, de la clase de persona que es.
—¡Qué interesante! Nunca me había puesto a pensar en eso.
—Veamos cómo la Biblia respalda esa idea en Romanos 1:20. Allí dice: “Las cualidades invisibles de él se ven claramente desde la creación del mundo en adelante, porque se perciben por las cosas hechas, hasta su poder sempiterno y Divinidad”. Sanath preguntó entonces cómo es posible ver en la creación las cualidades de Dios.
—Pues bien —continuó Buddhika—, piensa en el amor de un padre hacia sus hijos. Un buen progenitor, como tú, siempre vela por el bienestar de los suyos. Incluso aunque un hijo a veces sea desobediente o irrespetuoso, su padre no deja de quererlo ni de brindarle lo que necesita. ¿Y por qué? Porque Jehová ha dado a los padres la capacidad de sentir cariño natural y amor por sus hijos, sentimientos que son un reflejo del amor que él nos tiene.
Amorosamente, Jehová proporciona las cosas que sustentan la vida
”Aun a quienes no lo conocen, Jehová les sigue brindando las cosas que ha creado. Por eso la Biblia declara en Mateo 5:45: ‘Demuestren ser hijos de su Padre que está en los cielos, ya que él hace salir su sol sobre inicuos y buenos y hace llover sobre justos e injustos’. ¿No es cierto que nos beneficiamos de las lluvias y el sol, que sustentan la vida y hacen posible la producción de alimento? Pues, sea que le demos las gracias o no, Jehová nos sigue suministrando estas cosas básicas. ¿Verdad que esto demuestra que es un Dios de amor? De hecho, la Biblia revela que el amor es su virtud principal, la misma esencia de su ser. En 1 Juan 4:8 leemos que ‘Dios es amor’.
Después, Buddhika le pidió a Sanath que pensara en otra virtud: la justicia. —Como buen padre —le dijo—, quieres a tus hijos de forma justa o imparcial, ¿verdad? También les enseñas a respetar a los demás y a vivir de acuerdo con las normas de conducta que tú crees que los convertirán en adultos responsables. Y es que todo ser humano espera que se respeten sus derechos y los de su familia, y que se les trate con justicia. ¿Por qué? Una vez más, porque reflejamos las cualidades de nuestro Creador.
Buddhika mostró a la pareja los siguientes textos bíblicos que hablan acerca de Jehová:
“Todos sus caminos son justicia. Dios de fidelidad, con quien no hay injusticia.” (Deuteronomio 32:4.)
“Él es amador de justicia y derecho.” (Salmo 33:5.)
Así es, él nos dotó de muchas de sus virtudes, las cuales manifestamos hasta cierto grado. De modo que amamos la justicia porque Jehová, nuestro Creador, ama la justicia, y nosotros fuimos creados a su imagen y semejanza (Génesis 1:27). Sin embargo, esto no significa que podamos determinar por nosotros mismos lo que es justo y lo que no lo es. Jehová ha fijado normas a sus hijos en la Tierra, y desea que vivan en conformidad con estas. Quebrantarlas da lugar a la injusticia.
—Hay otro asunto importante en el que me gustaría que reflexionaran —añadió Buddhika—. ¿Sabían que las leyes de casi todos los países se parecen mucho a las que se escribieron en la Biblia hace miles de años? Sanath y Vasana se sorprendieron.
—Por ejemplo —prosiguió—, en muchos países se condena el asesinato, el robo y el adulterio, y hace más de tres mil quinientos años, la Biblia había prohibido estas cosas. Al respetar las normas justas de Jehová, reflejamos su justicia, lo cual nos brinda una vida más plena, más feliz.
Las leyes contra la maldad son un reflejo de la justicia de Jehová
Tras escuchar lo que Buddhika explicó, Sanath y Vasana llegaron a entender que Jehová es un Dios de amor y justicia. Siempre habían pensado que el amor y la justicia figuran entre las virtudes más importantes que toda persona debe manifestar, y por eso trataban a sus hijos con amor y justicia. Pero ahora comprendían que esos sentimientos tan arraigados son, en realidad, un reflejo de las virtudes del Creador, Jehová Dios.
Sanath quedó fascinado al conocer las cualidades de Jehová, lo cual le permitió verlo como alguien real; tanto, que hasta pensó que debía mostrar más amor hacia su esposa e hijos. Incluso expresó que sería bueno imitar a Jehová siendo amoroso, justo e imparcial con todo el mundo.
—¡Estupendo! —exclamó Buddhika—. Eso concuerda muy bien con lo que recomienda la Biblia. De hecho, en ella aparece una frase muy famosa que me gustaría enseñarles. Abrió la Biblia y les leyó estas palabras:
“Todas las cosas que quieren que los hombres les hagan, también ustedes de igual manera tienen que hacérselas a ellos.” (Mateo 7:12.)
Buddhika entonces dijo que, además del amor y la justicia, Jehová tiene muchas otras cualidades. Sanath y Vasana le pidieron que les hablara acerca de estas.
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Un Dios lleno de sabiduría y de poderEl camino de la paz y la felicidad
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Un Dios lleno de sabiduría y de poder
Buddhika explicó a Sanath y Vasana que las cosas que Dios ha hecho también revelan otras virtudes suyas. Para empezar, les leyó este versículo de la Biblia:
“¡Cuántas son tus obras, oh Jehová! Con sabiduría las has hecho todas. La tierra está llena de tus producciones.” (Salmo 104:24.)
—Hasta los insectos más pequeños nos enseñan algo sobre la sabiduría de Jehová —afirmó Buddhika—. Por ejemplo, la Biblia habla de la sabiduría que se evidencia en el instinto de las hormigas.
Buddhika le recordó a Sanath que las hormigas suelen andar muy activas, cortando pedacitos de hojas para llevarlos a sus hormigueros. ¿Y cómo es que ellas saben hacer eso? Un escritor bíblico declaró que la hormiga es “instintivamente sabia”. Ahora bien, ¿quién la hizo de esa manera? ¿Quién le dio esa sabiduría instintiva? La Biblia dice que fue Jehová, el Hacedor del cielo y la Tierra (Proverbios 30:24, 25).
La sabiduría instintiva no es producto de la casualidad
—Estoy de acuerdo en que las criaturas con esa sabiduría instintiva debieron de haber tenido un Diseñador, un Creador —opinó Sanath.
—¿Sabían que nuestra vida misma depende de la sabiduría de Jehová? —dijo Buddhika, tras lo cual la pareja se preguntó cómo podía ser eso posible.
La rotación de la Tierra sobre su eje hace posible la vida
Les contó lo asombrado que se sintió al aprender que nuestro planeta posee las características idóneas para la vida. Por ejemplo, la velocidad con la que rota sobre su eje y con la que se mueve en su órbita alrededor del Sol permite que la energía solar se distribuya adecuadamente sobre la superficie terrestre. Además, la gravedad hace que la atmósfera —que contiene la combinación exacta de gases necesarios para vivir— se mantenga dentro de sus límites. No obstante, la atracción gravitatoria no es tan fuerte que nos impida movernos con libertad. También contamos con un abundante suministro de agua, que sin duda es esencial para la conservación de la vida. Hasta los suelos están llenos de nutrientes, los cuales, al mezclarse con el agua, son absorbidos por las plantas.
—Estoy totalmente convencido de que todo esto no es producto de la casualidad —afirmó Buddhika—. Yo sé que ha sido Jehová, la fuente de infinita sabiduría, quien puso en marcha las cosas necesarias para que haya vida.
Completamente de acuerdo, Sanath y Vasana asintieron con la cabeza.
Luego, Buddhika mencionó otra virtud de Dios que también los impresionaría: el poder. Sanath quiso saber qué revela la Biblia sobre el poder de Jehová, y Buddhika leyó este versículo:
“¡Oh Señor Soberano Jehová! Mira que tú mismo has hecho los cielos y la tierra por tu gran poder y por tu brazo extendido.” (Jeremías 32:17.)
—Para darnos una idea del gran poder de Jehová, pensemos en la energía solar —prosiguió Buddhika—. Al salir en un día soleado, uno siente el calor que irradia el Sol, ¿verdad? ¿Tienen idea de cuán potente es?
—Bueno, aquí se siente mucho calor antes de la temporada monzónica —contestaron Sanath y Vasana.
¡Qué poderoso tiene que ser el Creador del Sol!
Buddhika les dijo que él había leído que la temperatura en el núcleo del Sol es de unos 15.000.000°C (27.000.000°F). Si uno extrajera de allí un pedacito del tamaño de una cabeza de alfiler, tendría que alejarse unos 150 kilómetros (100 millas) de esa pequeñísima fuente de calor para estar a salvo. La energía que emite el Sol cada segundo equivale a la que produciría la explosión de centenares de millones de bombas nucleares.
—Si el Sol es un astro tan potente —les preguntó—, ¿cuánto poder tendrá su Hacedor? Es algo inimaginable. Y el Sol es tan solo una pequeña muestra del inmenso poder de su Creador, Jehová.
Sanath y Vasana concordaron con Buddhika en que todas estas maravillas tuvieron que haber sido creadas por alguien, pues es imposible que hayan llegado a existir por casualidad. Además, comprendieron que, a pesar de ser un espíritu invisible, Jehová, el Creador, es una persona real que manifiesta a la perfección amor, justicia, sabiduría y poder en todo cuanto ha realizado.
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El fin de todos los problemasEl camino de la paz y la felicidad
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El fin de todos los problemas
La información que Sanath acababa de escuchar acerca de Jehová le impresionó mucho, pero aún había algo que lo desconcertaba. —Si Jehová creó todas las cosas y es tan poderoso y bueno —preguntó—, ¿por qué hay tanto sufrimiento en la Tierra? ¿Por qué tenemos tantos problemas?
—Esa es una buena pregunta, y muchas personas se la han planteado —respondió Buddhika—. Al analizar las virtudes de Jehová, nos damos cuenta de que la pésima situación en la que está el mundo no puede ser lo que él deseaba para sus hijos. Entonces, ¿cuál era su propósito original para la Tierra? ¿Qué fue lo que pasó? Para entender por qué las cosas están como están, primero tenemos que contestar estas preguntas.
Buddhika le leyó a Sanath el siguiente versículo para mostrarle lo que Jehová sintió al terminar su creación terrestre.
“Vio Dios todo lo que había hecho y, ¡mire!, era muy bueno.” (Génesis 1:31.)
Su obra maestra en la Tierra fue la primera pareja humana: Adán y Eva. Tal como a todas sus demás creaciones, Jehová los hizo perfectos; quería que vivieran para siempre en el planeta. Los puso en un hermoso jardín llamado Edén, donde tenían todo lo necesario para vivir felices. No les faltaba nada (Génesis 2:8, 9). Además, Jehová les dijo que tuvieran muchos hijos y que llenaran la Tierra y ejercieran su dominio sobre ella (Génesis 1:28). Esto significa que, con el tiempo, el mundo entero sería un paraíso habitado por una familia humana perfecta y feliz. Sin duda, tenían ante sí una magnífica perspectiva.
Pero ¿qué fue lo que echó a perder las cosas? La Biblia da esta sencilla razón:
“Por medio de un solo hombre el pecado entró en el mundo, y la muerte mediante el pecado, y así la muerte se extendió a todos los hombres porque todos habían pecado.” (Romanos 5:12.)
Como Padre que ama a sus hijos, Jehová les dio a Adán y a Eva ciertas normas, las cuales debían acatar a fin de vivir para siempre y seguir cuidando de aquel paraíso (Génesis 2:15-17). Y en su sabiduría, no los obligó a obedecerle. Más bien, permitió que le demostraran con su obediencia el amor que le tenían. Al igual que nosotros, ellos gozaban de libertad de elección. Entonces, ¿qué decidieron hacer?
Lamentablemente, Adán y Eva optaron por desobedecer, es decir, se rebelaron contra su Creador. De este modo pecaron, lo cual significa que perdieron la perfección. Al poco tiempo comenzaron a envejecer hasta que por fin murieron, tal como Jehová les advirtió que pasaría si no se sujetaban a sus normas (Génesis 2:17).
En vista de que todos somos descendientes de Adán y Eva, hemos heredado la imperfección, y por eso envejecemos y morimos. Pero Buddhika le aseguró a Sanath, para su tranquilidad, que el propósito de Jehová con respecto a la humanidad no ha cambiado. Nuestro amoroso Padre aún desea que vivamos en un paraíso en la Tierra. Buddhika mostró a Sanath y a Vasana el siguiente versículo de la Biblia:
“Esto es lo que ha dicho Jehová, el Creador de los cielos, Él, el Dios verdadero, el Formador de la tierra y el Hacedor de ella, Él, Aquel que la estableció firmemente, que no la creó sencillamente para nada, que la formó aun para ser habitada: ‘Yo soy Jehová, y no hay ningún otro’.” (Isaías 45:18.)
El propósito original de Dios para la Tierra se hará realidad
Buddhika les recordó las maravillosas promesas registradas en la Biblia. No habrán más enfermedades, dolor ni sufrimiento; todo el mundo tendrá una casa adecuada y alimento en abundancia; además, ya no existirá la muerte. Todas estas bendiciones formaban parte del propósito original de Dios para la humanidad, a saber, vida sin fin en un paraíso terrestre. Y dicho propósito no ha cambiado. Buddhika le leyó a Sanath esta promesa:
“Los justos mismos poseerán la tierra, y residirán para siempre sobre ella.” (Salmo 37:29.)
Esto es lo que ha prometido Jehová, y ciertamente lo cumplirá.
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