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La palabra de Jehová nunca fallaLa Atalaya 2007 | 1 de noviembre
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Jehová libera a su pueblo
5, 6. ¿Cómo liberó Jehová a los israelitas de Egipto, y qué demostró eso?
5 Cuando los israelitas eran esclavos en Egipto, clamaron a Dios por ayuda y él los escuchó (Éxodo 2:23-25). Estando Moisés frente a una zarza ardiente, Jehová le dijo: “Estoy procediendo a bajar para librarlos de la mano de los egipcios y para hacerlos subir de aquella tierra a una tierra buena y espaciosa, a una tierra que mana leche y miel” (Éxodo 3:8). ¡Qué emocionante debió ser para Moisés ver que Jehová cumplía aquella promesa! Cuando el faraón se negó a dejar libres a los israelitas, Moisés le comunicó que Dios iba a convertir en sangre las aguas del Nilo. Y la palabra de Jehová no falló. El Nilo se convirtió en sangre, y en consecuencia, el agua del río dejó de ser potable y los peces murieron (Éxodo 7:14-21). Pero como el obstinado faraón no daba su brazo a torcer, Jehová envió otras nueve plagas, notificándole siempre de antemano lo que iba a hacer (Éxodo, capítulos 8 a 12). Después de la décima plaga —la que causó la muerte de los primogénitos de Egipto—, el faraón ordenó a los israelitas que se marcharan, y eso fue lo que hicieron (Éxodo 12:29-32).
6 Aquella liberación abrió la puerta para que Jehová adoptara a Israel como su nación escogida. También glorificó a Jehová probando que es Aquel que cumple sus promesas, cuya palabra nunca falla. Además, demostró que él es muy superior a todos los demás dioses. Si leer acerca de esa liberación ya fortalece nuestra fe, imagínese lo que debió ser vivir aquella experiencia. Josué comprobó que Jehová es, sin ninguna duda, “el Altísimo sobre toda la tierra” (Salmo 83:18).
Jehová protege a su pueblo
7. ¿Cómo protegió Jehová a los israelitas del ataque del faraón y su ejército?
7 ¿Qué hay de la segunda promesa, la de proteger a su pueblo? Esta se hallaba implícita en la promesa de liberar a los israelitas de Egipto y darles la Tierra Prometida. Recordemos que el faraón, cegado por la ira, salió tras Israel con un poderoso ejército que contaba con centenares de carros. Seguro que, en su arrogancia, se sentía muy confiado, y más aún cuando creyó que los israelitas se encontraban acorralados entre las montañas y el mar. Pero Dios intervino para proteger a su pueblo. Con ese fin situó entre los dos campamentos una nube que detenía el avance de los egipcios. Por el lado de estos había oscuridad, mientras que por el lado de los israelitas había luz. Entonces Moisés alzó su vara, y las aguas del mar Rojo se dividieron. Lo que para los israelitas fue una vía de escape, para los egipcios se convirtió en una trampa mortal. Jehová acabó con el poderoso ejército del faraón, protegiendo así a su pueblo de caer en sus manos (Éxodo 14:19-28).
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La palabra de Jehová nunca fallaLa Atalaya 2007 | 1 de noviembre
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Liberación en tiempos modernos
11. ¿Qué ocurrió en Brooklyn en el año 1914, y para qué había llegado el momento?
11 ¿Y en la actualidad? En la mañana del viernes 2 de octubre de 1914, Charles Taze Russell —que en aquel entonces dirigía a los Estudiantes de la Biblia— entró con pasos firmes en el comedor del Betel de Brooklyn (Nueva York) y dijo sonriente: “¡Buenos días a todos!”. A continuación, antes de sentarse, anunció entusiasmado: “Los tiempos de los gentiles han terminado; el día de sus reyes ha pasado”. Una vez más había llegado el momento para que Jehová, el Soberano del universo, actuara a favor de su pueblo. Y eso fue lo que hizo.
12. ¿Qué liberación tuvo lugar en 1919, y qué efectos tuvo?
12 Tan solo cinco años después, Jehová liberó a su pueblo de “Babilonia la Grande”, el poderoso imperio mundial de la religión falsa (Revelación [Apocalipsis] 18:2). Aunque pocos tenemos la edad suficiente para haber experimentado aquella emocionante liberación, sí podemos ver con claridad sus efectos. Jehová restauró la adoración pura y unió a los que deseaban adorarlo, tal como lo había predicho mediante el profeta Isaías: “En la parte final de los días tiene que suceder que la montaña de la casa de Jehová llegará a estar firmemente establecida por encima de la cumbre de las montañas, y ciertamente será alzada por encima de las colinas; y a ella tendrán que afluir todas las naciones” (Isaías 2:2).
13. ¿Cuánto ha aumentado el pueblo de Jehová desde que usted aprendió la verdad?
13 Esta profecía de Isaías ha tenido un cumplimiento sobresaliente. En 1919, el resto ungido inició una valerosa campaña mundial de predicación que realzó la adoración del Dios verdadero. Para los años treinta era evidente que ya se había empezado a recoger a las “otras ovejas” (Juan 10:16). Primero fueron miles, luego centenares de miles, y ahora incluso se cuentan por millones las personas que se han puesto de parte de la adoración pura. En una visión que recibió el apóstol Juan se las describió como “una gran muchedumbre, que ningún hombre podía contar, de todas las naciones y tribus y pueblos y lenguas” (Revelación 7:9). ¿Ha visto usted ese crecimiento? ¿Cuántos testigos de Jehová había cuando aprendió la verdad? Actualmente hay más de 6.700.000. Al liberar a su pueblo de Babilonia la Grande, Jehová abrió la puerta para el espectacular crecimiento que hoy vemos por todo el mundo.
14. ¿Qué acto de liberación queda todavía pendiente?
14 Todavía queda pendiente otro acto de liberación, uno cuyos efectos se verán en toda la faz de la Tierra. Con una imponente manifestación de poder, Jehová eliminará a todos sus adversarios, liberando así a su pueblo para que entre en un nuevo mundo de justicia. Imagínese la alegría de ver el fin de la maldad y los comienzos de la era más gloriosa de toda la historia. ¡Será algo maravilloso! (Revelación 21:1-4.)
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