-
¿Pide Jehová demasiado de nosotros?La Atalaya 1999 | 15 de septiembre
-
-
¿Pide Jehová demasiado de nosotros?
“¿Qué es lo que Jehová está pidiendo de vuelta de ti sino ejercer justicia y amar la bondad y ser modesto al andar con tu Dios?” (MIQUEAS 6:8.)
1. ¿Por qué no sirven a Jehová algunas personas?
JEHOVÁ pide algo de su pueblo. Pero después de leer las palabras supracitadas de la profecía de Miqueas, posiblemente concluyamos que los requisitos de Dios son razonables. Sin embargo, son muchas las personas que no sirven a nuestro Magnífico Creador, y algunas que le sirvieron en el pasado han dejado de hacerlo. ¿Por qué? Porque piensan que Dios pide demasiado de nosotros. ¿Es eso cierto? O ¿pudiera ser que la persona tuviera un problema de actitud con respecto a lo que Jehová pide? Un relato histórico nos ayudará a entender mejor este asunto.
2. ¿Quién fue Naamán, y qué le pidió que hiciera el profeta de Jehová?
2 Cuando el jefe militar sirio Naamán enfermó de lepra, le dijeron que en Israel había un profeta de Jehová que podía curarlo. De modo que Naamán y su séquito viajaron a Israel y llegaron a la casa de Eliseo, el profeta de Dios. Este no salió de su hogar para recibir al distinguido visitante, sino que envió a un servidor con el siguiente mensaje: “Tienes que bañarte siete veces en el Jordán para que vuelva a ti tu carne; y sé limpio” (2 Reyes 5:10).
3. ¿Por qué rehusó Naamán al principio hacer lo que Jehová pidió?
3 Si Naamán cumplía con el requisito que le expuso el profeta de Dios, se curaría de su repugnante enfermedad. Por lo tanto, ¿pidió Jehová demasiado de él? En realidad, no. Sin embargo, Naamán no estuvo dispuesto a hacer lo que Jehová había pedido. “¿No son el Abaná y el Farpar, los ríos de Damasco, mejores que todas las aguas de Israel?”, protestó. “¿No puedo bañarme en ellos y ciertamente ser limpio?” Con eso, Naamán se fue furioso (2 Reyes 5:12).
4, 5. a) ¿Qué recompensa tuvo la obediencia de Naamán, y cómo reaccionó él? b) ¿Qué analizaremos ahora?
4 ¿Cuál era el verdadero problema de Naamán? No que el requisito fuera demasiado difícil de cumplir. Los siervos de Naamán le dijeron con mucho tacto: “Si hubiera sido una cosa grande la que te hubiera hablado el profeta mismo, ¿no la harías? ¿Cuánto más, pues, dado que te dijo: ‘Báñate y sé limpio’?” (2 Reyes 5:13). El problema de Naamán era su actitud. Pensaba que no se le había tratado con la dignidad que merecía y que se le pedía hacer algo que al parecer consideraba banal y humillante. Sin embargo, Naamán acató el consejo prudente de sus siervos y se sumergió siete veces en el río Jordán. Imaginémonos su gozo cuando “su carne se volvió como la carne de un muchachito, y quedó limpio”. Naamán se sintió profundamente agradecido. Es más, dijo que a partir de entonces no adoraría a ningún otro dios sino a Jehová (2 Reyes 5:14-17).
5 A lo largo de toda la historia, Jehová ha pedido al ser humano que obedezca diferentes normas. Le invitamos a analizar unas cuantas de estas. Al hacerlo, pregúntese cómo habría reaccionado usted si Jehová le hubiera pedido tales cosas. Luego examinaremos lo que Jehová pide de nosotros hoy.
Qué pidió Jehová en el pasado
6. ¿Qué se le pidió a la primera pareja humana, y cómo hubiera respondido usted a esas instrucciones?
6 Jehová mandó a la primera pareja humana, Adán y Eva, que tuvieran hijos, sojuzgaran la Tierra y tuvieran en sujeción el reino animal. También bendijo al hombre y a su esposa con un espacioso hogar parecido a un parque (Génesis 1:27, 28; 2:9-15). Pero les puso una restricción: no debían comer de cierto árbol, uno de los muchos árboles frutales del jardín de Edén (Génesis 2:16, 17). Eso no era pedir mucho, ¿verdad? ¿No le hubiera gustado a usted acometer esa tarea con la perspectiva de vivir para siempre con salud perfecta? Aunque hubiera aparecido un tentador en el jardín, ¿no habría rechazado usted su propuesta? ¿Y no habría concordado en que Jehová tenía el derecho de imponer aquella simple restricción? (Génesis 3:1-5.)
7. a) ¿Qué tarea se le asignó a Noé, y qué oposición experimentó? b) ¿Qué le parece lo que Jehová pidió a Noé?
7 Más adelante, Jehová pidió a Noé que construyera un arca como medio de salvación a través de un diluvio mundial. En vista de su enorme tamaño, la tarea no era fácil, y probablemente tuvo que llevarse a cabo ante mucha mofa y hostilidad. En cualquier caso, ¡qué privilegio fue para Noé salvar a su familia y, además, a tantos animales! (Génesis 6:1-8, 14-16; Hebreos 11:7; 2 Pedro 2:5.) Si a usted se le hubiera encargado tal comisión, ¿habría trabajado arduamente para cumplirla? ¿O hubiera pensado que Jehová le pedía demasiado?
8. ¿Qué se le pidió a Abrahán que hiciera, y qué ilustró su obediencia?
8 Dios pidió a Abrahán que hiciera algo muy difícil cuando le dijo: “Toma, por favor, a tu hijo, a tu hijo único a quien amas tanto, a Isaac, y haz un viaje a la tierra de Moria, y allí ofrécelo como ofrenda quemada” (Génesis 22:2). Esta petición sometió a prueba la fe de Abrahán en el poder de Dios de devolver la vida a Isaac, pues Jehová le había prometido que Isaac tendría descendencia y este todavía no había engendrado ningún hijo. Cuando Abrahán intentó sacrificar a Isaac, Dios salvó al joven. Este incidente ilustró que Él ofrecería a su propio Hijo en favor de la humanidad y luego lo resucitaría (Génesis 17:19; 22:9-18; Juan 3:16; Hechos 2:23, 24, 29-32; Hebreos 11:17-19).
9. ¿Por qué no pidió Jehová demasiado de Abrahán?
9 Pudiera pensarse que Jehová Dios pidió demasiado a Abrahán, ¿pero fue así? ¿Es en realidad falto de amor por parte de nuestro Creador, que puede resucitar a los muertos, pedirnos que le obedezcamos aunque ello resulte en que nos durmamos temporalmente en la muerte? Jesucristo y sus primeros seguidores no lo creyeron así. Estuvieron dispuestos a sufrir abuso físico, hasta la muerte, por hacer la voluntad de Dios (Juan 10:11, 17, 18; Hechos 5:40-42; 21:13). Si las circunstancias lo demandaran, ¿estaría usted dispuesto a hacer lo mismo? Veamos algunos de los requisitos de Jehová para aquellos que concordaron en ser su pueblo.
La ley que Jehová dio a Israel
10. ¿Quiénes prometieron hacer todo lo que Jehová pidiera, y qué les dio Jehová?
10 Los descendientes de Abrahán a través de su hijo Isaac y su nieto Jacob, o Israel, crecieron hasta convertirse en la nación de Israel. Posteriormente, Jehová liberó a los israelitas de la esclavitud a Egipto (Génesis 32:28; 46:1-3; 2 Samuel 7:23, 24). Poco después de esa liberación, el pueblo prometió llevar a cabo todo lo que Dios pidiera, al decir: “Todo lo que Jehová ha hablado estamos dispuestos a hacerlo” (Éxodo 19:8). Como los israelitas quisieron que Jehová los gobernara, Él dio a la nación más de seiscientas leyes, entre ellas, los Diez Mandamientos. Con el tiempo, estas leyes que Dios entregó mediante Moisés llegaron a conocerse simplemente como la Ley (Esdras 7:6; Lucas 10:25-27; Juan 1:17).
11. ¿Cuál fue uno de los propósitos de la Ley, y qué reglas contribuyeron a cumplirlo?
11 Un propósito de la Ley era proteger a los israelitas mediante una sana reglamentación sobre moralidad sexual, transacciones comerciales y atención a los hijos (Éxodo 20:14; Levítico 18:6-18, 22-24; 19:35, 36; Deuteronomio 6:6-9). Se regularon las relaciones interpersonales y el trato a los animales (Levítico 19:18; Deuteronomio 22:4, 10). Además, los requisitos que tenían que ver con las fiestas anuales y las reuniones para el culto protegieron la espiritualidad del pueblo (Levítico 23:1-43; Deuteronomio 31:10-13).
12. ¿Cuál fue el propósito principal de la Ley?
12 El apóstol Pablo indicó un propósito principal de la Ley cuando escribió: “Fue añadida para poner de manifiesto las transgresiones, hasta que llegara la descendencia [Cristo] a quien se había hecho la promesa” (Gálatas 3:19). La Ley recordaba a los israelitas que eran imperfectos. Por tanto, necesitaban un sacrificio perfecto que pudiera eliminar por completo sus pecados (Hebreos 10:1-4). De modo que la Ley se dio con el objetivo de preparar al pueblo para que aceptara a Jesús, que era el Mesías o Cristo. Pablo escribió: “La Ley ha llegado a ser nuestro tutor que nos conduce a Cristo, para que se nos declarara justos debido a fe” (Gálatas 3:24).
¿Fue onerosa la Ley de Jehová?
13. a) ¿Qué pensaron de la Ley seres humanos imperfectos, y por qué? b) ¿Era realmente onerosa la Ley?
13 Aunque la Ley era ‘santa y justa y buena’, muchos la consideraron onerosa, pesada (Romanos 7:12). Puesto que la Ley era perfecta, los israelitas no pudieron cumplir sus elevadas normas (Salmo 19:7). Por esta razón el apóstol Pedro la llamó “un yugo que ni nuestros antepasados ni nosotros fuimos capaces de cargar” (Hechos 15:10). Desde luego, la Ley no era onerosa en sí misma, y su obediencia benefició al pueblo.
14. ¿Qué ejemplos muestran que la Ley cumplió un propósito muy provechoso para los israelitas?
14 Bajo la Ley, por ejemplo, al ladrón no se le encarcelaba, sino que tenía que trabajar para pagar el doble o más de lo que había robado. De este modo la víctima recuperaba lo que había perdido y no se imponía sobre los trabajadores la carga de mantener un sistema penitenciario (Éxodo 22:1, 3, 4, 7). Se prohibieron los alimentos peligrosos. El cerdo, si no se cocina bien, puede transmitir la triquinosis, y el conejo puede ser portador de tularemia (Levítico 11:4-12). De igual modo, la Ley protegía la salud al prohibir que se tocaran los cuerpos muertos. Si alguien tocaba un cadáver, tenía que bañarse y lavar sus prendas de vestir (Levítico 11:31-36; Números 19:11-22). El excremento debía enterrarse para proteger al pueblo contra la propagación de gérmenes nocivos, organismos cuya existencia no fue descubierta por los científicos sino hasta en siglos recientes (Deuteronomio 23:13).
15. ¿Qué resultó ser una carga para los israelitas?
15 La Ley no pedía demasiado del pueblo. Pero no puede decirse lo mismo de los hombres que se erigieron en sus intérpretes. Con respecto a las reglas que estos impusieron, A Dictionary of the Bible (Diccionario de la Biblia), de James Hastings, observa: “Todo mandamiento bíblico se rodeó de una red de reglas nimias. [...] Se intentó así aplicar la Ley a todo caso concebible y regular con inmisericorde lógica todo el comportamiento humano mediante reglas estrictas. [...] Se reprimió la voz de la conciencia; el poder vivo de la Palabra divina se neutralizó y sofocó bajo un cúmulo de reglas externas”.
16. ¿Qué dijo Jesús sobre las reglas y tradiciones onerosas de los guías religiosos?
16 Jesucristo denunció a los líderes religiosos que imponían un sinnúmero de preceptos, cuando dijo: “Atan cargas pesadas y las ponen sobre los hombros de los hombres, pero ellos mismos ni con el dedo quieren moverlas” (Mateo 23:2, 4). También especificó que estas onerosas reglas y tradiciones humanas, entre ellas, la limpieza ritual, ‘invalidaban la palabra de Dios’ (Marcos 7:1-13; Mateo 23:13, 24-26). Aunque hay que decir que, antes de venir Jesús a la Tierra, los guías religiosos ya habían tergiversado lo que Jehová realmente pedía de sus siervos.
Qué pide Jehová
17. ¿Por qué no le agradaron a Jehová los holocaustos de los israelitas infieles?
17 Jehová dijo mediante el profeta Isaías: “Suficiente he tenido ya de holocaustos de carneros y de la grasa de animales bien alimentados; y en la sangre de toros jóvenes y corderos y machos cabríos no me he deleitado” (Isaías 1:10, 11). ¿Por qué no le agradaban a Dios las ofrendas que él mismo había estipulado en la Ley? (Levítico 1:1–4:35.) Porque el pueblo trataba a Jehová con falta de respeto. Por tanto, amonestó a los israelitas: “Lávense; límpiense; quiten la maldad de sus tratos de enfrente de mis ojos; cesen de hacer lo malo. Aprendan a hacer lo bueno; busquen la justicia; corrijan al opresor; dicten fallo para el huérfano de padre; defiendan la causa de la viuda” (Isaías 1:16, 17). ¿No nos ayudan estas palabras a entender lo que Jehová quiere de sus siervos?
18. ¿Qué pedía Jehová en realidad de los israelitas?
18 Jesús enseñó lo que Dios realmente quiere. Lo hizo cuando se le preguntó: “¿Cuál es el mandamiento más grande de la Ley?”. Jesús contestó: “‘Tienes que amar a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu mente’. Este es el más grande y el primer mandamiento. El segundo, semejante a él, es este: ‘Tienes que amar a tu prójimo como a ti mismo’. De estos dos mandamientos pende toda la Ley, y los Profetas” (Mateo 22:36-40; Levítico 19:18; Deuteronomio 6:4-6). El profeta Moisés dio a entender lo mismo cuando preguntó: “¿Qué está pidiendo de ti Jehová tu Dios sino que temas a Jehová tu Dios, de modo que andes en todos sus caminos, y lo ames, y sirvas a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma; que guardes los mandamientos de Jehová y sus estatutos?” (Deuteronomio 10:12, 13; 15:7, 8).
19. ¿Cómo intentaban aparentar santidad los israelitas, pero qué les dijo Jehová?
19 Pese a su mal proceder, los israelitas querían dar una apariencia de santidad. Aunque la Ley solo requería el ayuno en el Día de Expiación anual, empezaron a ayunar con frecuencia (Levítico 16:30, 31). Pero Jehová los reprendió, diciéndoles: “¿No es este el ayuno que yo escojo? ¿El desatar los grilletes de la iniquidad, soltar las ataduras de la vara que sirve de yugo, y despachar libres a los aplastados, y que ustedes rompan en dos toda vara que sirve de yugo? ¿No es el repartir tu pan al hambriento, e introducir en tu casa a los afligidos, que no tienen hogar? ¿Que, en caso de que veas a alguien desnudo, de veras lo cubras, y que no te escondas de tu propia carne?” (Isaías 58:3-7).
20. ¿Por qué reprendió Jesús a los religiosos hipócritas?
20 Aquellos israelitas pagados de su propia justicia tenían un problema similar al de los religiosos hipócritas a quienes Jesús dijo: “Dan el décimo de la hierbabuena y del eneldo y del comino, pero han desatendido los asuntos de más peso de la Ley, a saber: la justicia y la misericordia y la fidelidad. Era obligatorio hacer estas cosas, y sin embargo no desatender las otras cosas” (Mateo 23:23; Levítico 27:30). ¿No nos ayudan las palabras de Jesús a entender lo que Jehová quiere en realidad de nosotros?
21. ¿Cómo resumió el profeta Miqueas lo que Jehová pide y no pide de nosotros?
21 Para aclarar lo que Jehová pide y no pide de nosotros, Miqueas, el profeta de Dios, preguntó: “¿Con qué me presentaré a Jehová? ¿Con qué me inclinaré ante Dios en lo alto? ¿Me presentaré con holocaustos, con becerros de un año de edad? ¿Se complacerá Jehová con miles de carneros, con decenas de miles de torrentes de aceite? ¿Daré mi hijo primogénito por mi sublevación, el fruto de mi vientre por el pecado de mi alma? Él te ha dicho, oh hombre terrestre, lo que es bueno. ¿Y qué es lo que Jehová está pidiendo de vuelta de ti sino ejercer justicia y amar la bondad y ser modesto al andar con tu Dios?” (Miqueas 6:6-8).
22. ¿Qué quería Jehová particularmente de los que estaban bajo la Ley?
22 Entonces, ¿qué esperaba Jehová particularmente de los que vivían bajo la Ley? Por supuesto, tenían que amar a Jehová Dios. Además, el apóstol Pablo dijo: “Toda la Ley queda cumplida en un dicho, a saber: ‘Tienes que amar a tu prójimo como a ti mismo’” (Gálatas 5:14). De igual modo, a los cristianos de Roma les escribió: “El que ama a su semejante ha cumplido la ley. [...] El amor es el cumplimiento de la ley” (Romanos 13:8-10).
No es demasiado
23, 24. a) ¿Por qué nunca debería ser demasiado para nosotros hacer lo que Jehová pide? b) ¿Qué analizaremos a continuación?
23 ¿No nos impresiona el hecho de que Jehová sea un Dios tan amoroso, considerado y misericordioso? Su Hijo unigénito, Jesucristo, vino a la Tierra para magnificar el amor de Dios, para hacer saber al hombre lo mucho que Jehová lo valora. Con el fin de ilustrar el amor de Dios, Jesús dijo respecto a los humildes gorriones: “Ni uno de ellos cae a tierra sin el conocimiento de su Padre”. Y concluyó: “No tengan temor: ustedes valen más que muchos gorriones” (Mateo 10:29-31). No cabe duda: nunca debería ser demasiado para nosotros hacer todo cuanto pueda pedirnos un Dios tan amoroso.
24 Ahora bien, ¿qué pide Jehová de nosotros hoy? Y ¿por qué les parece a algunos que Dios pide demasiado? Al examinar estas preguntas deberíamos ver por qué es un maravilloso privilegio hacer todo cuanto Jehová pida.
-
-
¿Qué pide Jehová de nosotros hoy?La Atalaya 1999 | 15 de septiembre
-
-
¿Qué pide Jehová de nosotros hoy?
“Una voz procedente de la nube [decía]: ‘Este es mi Hijo, el amado, a quien he aprobado; escúchenle’.” (MATEO 17:5.)
1. ¿Cuándo cumplió su propósito la Ley?
JEHOVÁ dio a la nación de Israel la Ley, que constaba de muchas estipulaciones. Con respecto a estas, el apóstol Pablo escribió: “Eran requisitos legales que tenían que ver con la carne y que fueron impuestos hasta el tiempo señalado para rectificar las cosas” (Hebreos 9:10). La Ley cumplió su propósito cuando condujo a un resto de israelitas a aceptar a Jesús como el Mesías o Cristo. Por ello, Pablo declaró: “Cristo es el fin de la Ley” (Romanos 10:4; Gálatas 3:19-25; 4:4, 5).
2. ¿Quiénes estuvieron bajo la Ley, y cuándo se les desobligó de ella?
2 ¿Significa esto que la Ley no nos obliga a nosotros hoy? De hecho, la mayor parte de la humanidad nunca ha estado bajo la Ley, como explicó el salmista: “[Jehová] está anunciando su palabra a Jacob, sus disposiciones reglamentarias y sus decisiones judiciales a Israel. No ha hecho así a ninguna otra nación; y en cuanto a sus decisiones judiciales, no las han conocido” (Salmo 147:19, 20). Cuando Dios estableció el nuevo pacto sobre la base del sacrificio de Jesús, ni siquiera la nación de Israel estuvo desde entonces bajo la obligación de obedecer la Ley (Gálatas 3:13; Efesios 2:15; Colosenses 2:13, 14, 16). Ahora bien, si la Ley ya no está en vigor, ¿qué pide Jehová hoy de aquellos que desean servirle?
Qué pide Jehová
3, 4. a) ¿Qué pide Jehová básicamente de nosotros hoy? b) ¿Por qué debemos seguir los pasos de Jesús con sumo cuidado y atención?
3 Durante el último año del ministerio de Jesús, sus apóstoles Pedro, Santiago y Juan lo acompañaron a una montaña elevada, posiblemente una estribación del monte Hermón. Allí tuvieron una visión profética de Jesús en esplendorosa gloria y oyeron la propia voz de Dios declarar: “Este es mi Hijo, el amado, a quien he aprobado; escúchenle” (Mateo 17:1-5). Básicamente, eso es lo que Jehová pide de nosotros: escuchar a su Hijo y seguir su ejemplo y enseñanzas (Mateo 16:24). Por esta razón, el apóstol Pedro escribió: “Cristo sufrió por ustedes, dejándoles dechado para que sigan sus pasos con sumo cuidado y atención” (1 Pedro 2:21).
4 ¿Por qué deberíamos nosotros seguir los pasos de Jesús con sumo cuidado y atención? Porque imitándolo, imitamos a Jehová Dios. Jesús conocía al Padre íntimamente, pues pasó con él incontables millones de años en el cielo antes de venir a la Tierra (Proverbios 8:22-31; Juan 8:23; 17:5; Colosenses 1:15-17). Mientras estuvo en la Tierra, Jesús representó lealmente a su Padre, según él mismo explicó: “Hablo estas cosas así como el Padre me ha enseñado”. De hecho, Jesús imitó a Jehová con tanta precisión que pudo decir: “El que me ha visto a mí ha visto al Padre también” (Juan 8:28; 14:9).
5. ¿Bajo qué ley están los cristianos, y cuándo entró esta en vigor?
5 ¿Qué implica escuchar a Jesús e imitarlo? ¿Significa estar bajo una ley? Pablo escribió: “Yo mismo no estoy bajo ley”, refiriéndose al “antiguo pacto”, el pacto de la Ley que se celebró con Israel. Sin embargo, reconoció que estaba “bajo ley para con Cristo” (1 Corintios 9:20, 21; 2 Corintios 3:14). Cuando el antiguo pacto de la Ley llegó a su fin, entró en vigor “un nuevo pacto”, con su “ley del Cristo”, que todos los siervos de Jehová hoy están obligados a obedecer (Lucas 22:20; Gálatas 6:2; Hebreos 8:7-13).
6. ¿Qué podría decirse que es la “ley del Cristo”, y cómo la obedecemos?
6 Jehová no puso “la ley del Cristo” en forma de código, organizándola en varias categorías, como en el caso del antiguo pacto de la Ley. Esta nueva ley para los seguidores de Cristo no incluye una lista extensa de cosas que deben y no deben hacerse. Sin embargo, Jehová conservó en su Palabra cuatro relatos detallados de la vida y enseñanzas de su Hijo. Es más, Dios inspiró a algunos de los primeros seguidores de Jesús a poner por escrito instrucciones con respecto a conducta personal, cuestiones de congregación, comportamiento en la familia y otros asuntos (1 Corintios 6:18; 14:26-35; Efesios 5:21-33; Hebreos 10:24, 25). Cuando conformamos nuestra vida al ejemplo y enseñanzas de Jesucristo, y seguimos el consejo de los escritores inspirados de la Biblia del siglo primero, estamos obedeciendo “la ley del Cristo”. Eso es lo que Jehová pide de sus siervos hoy.
La importancia del amor
7. ¿Cómo puso de relieve Jesús la esencia de su ley durante la última Pascua que celebró con sus apóstoles?
7 Aunque el amor era importante bajo la Ley, en el caso de la ley del Cristo es su mismo fundamento o esencia. Jesús puso de relieve este hecho cuando se reunió con sus apóstoles para celebrar la Pascua del año 33 E.C. Según la reseña del apóstol Juan sobre lo que sucedió aquella noche, las sentidas palabras de Jesús incluyeron veintiocho referencias al amor, destacando de esta manera ante los apóstoles lo que constituía la sustancia o el espíritu de la ley del Cristo. Es de interés que Juan introdujo su relato de lo que sucedió aquella noche trascendental con estas palabras: “Puesto que antes de la fiesta de la pascua sabía que había llegado su hora para irse de este mundo al Padre, Jesús, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin” (Juan 13:1).
8. a) ¿Cómo se puso de manifiesto en aquella ocasión una disputa recurrente entre los apóstoles? b) ¿Cómo enseñó Jesús a sus apóstoles una lección de humildad?
8 Jesús amó a sus apóstoles aunque había intentado, sin aparente éxito, ayudarlos a superar su deseo excesivo de poder y posición. Meses antes de que llegaran a Jerusalén, “habían discutido entre sí sobre quién era el mayor”. Y justo antes de llegar a la ciudad para la Pascua, volvieron a discutir sobre aquella cuestión (Marcos 9:33-37; 10:35-45). Lo que ocurrió poco después de entrar los apóstoles en el aposento superior para celebrar juntos la que sería su última Pascua muestra que este era un problema recurrente. En aquella ocasión ninguno de ellos aprovechó la oportunidad de rendir el servicio acostumbrado y hospitalario de lavar los pies a los demás. Para enseñarles una lección de humildad, Jesús mismo lavó los pies a sus apóstoles (Juan 13:2-15; 1 Timoteo 5:9, 10).
9. ¿Cómo trató Jesús la situación que surgió después de la última Pascua?
9 A pesar de aquella lección, notemos lo que sucedió de nuevo después de la celebración de la Pascua y de instituir Jesús la Conmemoración de su muerte ya cercana. El relato del Evangelio de Lucas dice: “También se suscitó entre ellos una disputa acalorada sobre quién de ellos parecía ser el mayor”. Jesús no se enfadó con sus apóstoles ni los reprendió, sino que les aconsejó bondadosamente sobre la necesidad de ser diferentes de los gobernantes mundanos hambrientos de poder (Lucas 22:24-27). Luego les explicó lo que podría considerarse la piedra angular de la ley del Cristo, al decirles: “Les doy un nuevo mandamiento: que se amen unos a otros; así como yo los he amado, que ustedes también se amen los unos a los otros” (Juan 13:34).
10. ¿Qué mandamiento dio Jesús a sus discípulos, y qué implicaba este?
10 Aquella noche, más tarde, Jesús indicó hasta dónde debía llegar el amor cristiano. Dijo: “Este es mi mandamiento: que ustedes se amen unos a otros así como yo los he amado a ustedes. Nadie tiene mayor amor que este: que alguien entregue su alma a favor de sus amigos” (Juan 15:12, 13). ¿Estaba diciendo Jesús que sus seguidores debían estar dispuestos a morir por sus hermanos en la fe si la ocasión lo requiriera? Así lo entendió Juan, un testigo presencial en aquella ocasión, pues más tarde escribió: “En esto hemos venido a conocer el amor, porque aquel [Jesucristo] entregó su alma por nosotros; y nosotros estamos obligados a entregar nuestras almas por nuestros hermanos” (1 Juan 3:16).
11. a) ¿Cómo cumplimos la ley del Cristo? b) ¿Qué ejemplo dio Jesús?
11 Por lo tanto, no cumplimos la ley del Cristo sencillamente enseñando a otras personas el cristianismo. También debemos vivir y comportarnos como lo hizo Jesús. Es cierto que Jesús utilizó palabras hermosas y bien escogidas en sus discursos. Sin embargo, también predicó con el ejemplo. Aunque Jesús había sido un espíritu poderoso en el cielo, aprovechó la oportunidad de fomentar los intereses de su Padre en la Tierra y demostrar cómo deberíamos vivir. Él fue humilde, bondadoso y considerado, y ayudó a los que estaban cargados y oprimidos (Mateo 11:28-30; 20:28; Filipenses 2:5-8; 1 Juan 3:8). Además, Jesús exhortó a sus discípulos a amarse unos a otros como él los había amado.
12. ¿Por qué puede decirse que la ley del Cristo no minimiza la necesidad de amar a Jehová?
12 ¿Qué lugar tiene en la ley del Cristo el amor a Jehová, el mayor mandamiento de la Ley? (Mateo 22:37, 38; Gálatas 6:2.) ¿Un lugar secundario? ¡De ninguna manera! El amor a Jehová y el amor a nuestros compañeros cristianos están íntimamente ligados. No podemos amar de verdad a Jehová si no amamos también a nuestro hermano, pues el apóstol Juan dijo: “Si alguno hace la declaración: ‘Yo amo a Dios’, y sin embargo está odiando a su hermano, es mentiroso. Porque el que no ama a su hermano, a quien ha visto, no puede estar amando a Dios, a quien no ha visto” (1 Juan 4:20; compárese con 1 Juan 3:17, 18).
13. ¿Qué efecto tuvo el que los discípulos obedecieran el nuevo mandamiento de Jesús?
13 Cuando Jesús dio a sus discípulos el nuevo mandamiento de amarse unos a otros como él los había amado, explicó el efecto que este tendría. “En esto todos conocerán que ustedes son mis discípulos —dijo—, si tienen amor entre sí.” (Juan 13:35.) Según Tertuliano, que vivió más de cien años después de la muerte de Jesús, el amor fraternal de los primeros cristianos tuvo precisamente ese efecto. Tertuliano citó lo que decían los paganos sobre los cristianos: “Ved como se aman entre sí. Y como están dispuestos a morir unos por otros”. Podemos preguntarnos: “¿Demuestro a mis hermanos cristianos un amor que indica que soy discípulo de Jesús?”.
Cómo demostramos nuestro amor
14, 15. ¿Qué puede dificultar la obediencia a la ley del Cristo, pero qué puede ayudarnos?
14 Es fundamental que los siervos de Jehová manifiesten un amor como el de Cristo. Pero ¿se le hace a usted difícil amar a sus compañeros cristianos que tienden a ser egoístas? Pues bien, como hemos visto, incluso los apóstoles discutieron y procuraron sus propios intereses (Mateo 20:20-24). También los gálatas pelearon entre sí. Después de indicarles que el amor al prójimo cumplía la Ley, Pablo les advirtió: “Si ustedes siguen mordiéndose y devorándose unos a otros, cuidado que no sean aniquilados los unos por los otros”. Tras contrastar las obras de la carne con el fruto del espíritu de Dios, añadió la admonición: “No nos hagamos egotistas, promoviendo competencias unos con otros, envidiándonos unos a otros”. Luego el apóstol les exhortó a ‘seguir llevando las cargas los unos de los otros, y así cumplir la ley del Cristo’ (Gálatas 5:14–6:2).
15 ¿Pide Jehová demasiado de nosotros al querer que obedezcamos la ley del Cristo? Aunque puede resultarnos difícil ser bondadosos con quienes, por decirlo así, nos han abofeteado o herido emocionalmente, estamos obligados a ‘hacernos imitadores de Dios, como hijos amados, y seguir andando en amor’ (Efesios 5:1, 2). Debemos imitar constantemente el ejemplo de Dios, quien “recomienda su propio amor a nosotros en que, mientras todavía éramos pecadores, Cristo murió por nosotros” (Romanos 5:8). Si tomamos la iniciativa y ayudamos a otras personas, incluso a las que nos han maltratado, tendremos la satisfacción de saber que estamos imitando a Dios y obedeciendo la ley del Cristo.
16. ¿Cómo demostramos nuestro amor a Dios y a Cristo?
16 Deberíamos recordar que demostramos nuestro amor por lo que hacemos, no solo por lo que decimos. Hasta a Jesús le resultó difícil en una ocasión aceptar un aspecto de la voluntad de Dios por todo lo que este implicaba. “Padre, si deseas, remueve de mí esta copa”, pidió Jesús en oración. Pero en seguida añadió: “Sin embargo, que no se efectúe mi voluntad, sino la tuya” (Lucas 22:42). Pese a todo lo que Jesús sufrió, cumplió la voluntad de Dios (Hebreos 5:7, 8). La obediencia es una prueba de nuestro amor y demuestra que reconocemos que el camino de Dios es el mejor. “Esto es lo que el amor de Dios significa —dice la Biblia—: que observemos sus mandamientos.” (1 Juan 5:3.) Y Jesús dijo a sus apóstoles: “Si ustedes me aman, observarán mis mandamientos” (Juan 14:15).
17. ¿Qué mandamiento especial dio Jesús a sus seguidores, y cómo sabemos que es aplicable a nosotros hoy en día?
17 Además de mandar a sus seguidores que se amaran unos a otros, ¿qué mandamiento especial les dio Cristo? Les mandó que efectuaran la predicación para la cual los había preparado. Pedro dijo: “Nos ordenó que predicáramos al pueblo y que diéramos testimonio cabal” (Hechos 10:42). Jesús les había dicho específicamente: “Vayan, por lo tanto, y hagan discípulos de gente de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del espíritu santo, enseñándoles a observar todas las cosas que yo les he mandado” (Mateo 28:19, 20; Hechos 1:8). Jesús reveló que tales instrucciones serían también aplicables a sus seguidores en “el tiempo del fin”, esto es, en la actualidad, pues dijo: “Estas buenas nuevas del reino se predicarán en toda la tierra habitada para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin” (Daniel 12:4; Mateo 24:14). No cabe duda de que la voluntad de Dios es que prediquemos. No obstante, quizá haya quien piense que Dios pide demasiado de nosotros al mandarnos que efectuemos esta obra. Pero ¿es así realmente?
Por qué puede parecer difícil
18. ¿Qué debemos recordar cuando sufrimos por hacer lo que Jehová pide?
18 Como hemos visto, Jehová ha pedido al hombre que cumpla diferentes requisitos a lo largo de la historia. Y lo que se le ha pedido hacer ha variado, así como la naturaleza de las pruebas a las que se ha enfrentado. El amado Hijo de Dios pasó por las pruebas más difíciles, y por último se le dio muerte de la manera más cruel por hacer lo que Dios había pedido. Pero cuando sufrimos por hacer lo que Jehová pide de nosotros, debemos recordar que él no es el responsable de nuestras pruebas (Juan 15:18-20; Santiago 1:13-15). La rebelión de Satanás dio lugar al pecado, al sufrimiento y a la muerte, y él es quien ha creado las circunstancias que con frecuencia han hecho muy difícil cumplir con lo que Jehová pide de sus siervos (Job 1:6-19; 2:1-8).
19. ¿Por qué es un privilegio hacer lo que Dios nos ha pedido mediante su Hijo?
19 Jehová ha mandado mediante su Hijo que en este tiempo del fin sus siervos proclamen por el mundo entero que el único remedio para todo el sufrimiento humano es la gobernación del Reino. Este gobierno de Dios eliminará todos los problemas de la Tierra: la guerra, el crimen, la pobreza, la vejez, la enfermedad y la muerte. El Reino también marcará el comienzo de un glorioso paraíso terrestre, en el cual incluso los muertos serán resucitados (Mateo 6:9, 10; Lucas 23:43; Hechos 24:15; Revelación 21:3, 4). ¡Qué privilegio es declarar las buenas nuevas de tales acontecimientos! Está claro, pues, que lo que Jehová nos pide no es gravoso. Afrontamos oposición, pero Satanás el Diablo y su mundo son los responsables de esta.
20. ¿Cómo podemos afrontar los desafíos del Diablo?
20 ¿Cómo podemos superar los desafíos que Satanás nos presenta? Teniendo presentes estas palabras: “Sé sabio, hijo mío, y regocija mi corazón, para que pueda responder al que me está desafiando con escarnio” (Proverbios 27:11). Jesús suministró a Jehová una respuesta al desafío de Satanás cuando dejó la seguridad de la vida celestial para hacer la voluntad de su Padre en la Tierra (Isaías 53:12; Hebreos 10:7). Como ser humano, Jesús aguantó todas las pruebas con confianza en Dios, aun la muerte en un madero de tormento. Si seguimos a Jesús como nuestro Modelo, también podremos aguantar los sufrimientos y hacer lo que Jehová pide de nosotros (Hebreos 12:1-3).
21. ¿Qué piensa usted del amor que Jehová y su Hijo han demostrado?
21 ¡Cuánto amor nos han demostrado Dios y su Hijo! Gracias al sacrificio de Jesús, la humanidad obediente tiene la perspectiva de vivir para siempre en el Paraíso. De modo que no permitamos que nada enturbie nuestra esperanza. Al contrario, identifiquémonos con lo que Jesús hizo posible, como Pablo, quien dijo: “El Hijo de Dios [...] me amó y se entregó por mí” (Gálatas 2:20). Demostremos a nuestro amoroso Dios, Jehová, un agradecimiento sincero, pues él nunca pide demasiado de nosotros.
-