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La gran cuestión... ¿cuál es?La Atalaya 1991 | 1 de marzo
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Si Dios existe, y de eso no hay duda, entonces de seguro la gran cuestión tiene que ver con él. ¿Por qué creó él a la humanidad? ¿Cuál es nuestra responsabilidad para con él? ¿Cómo reaccionará él al arruinamiento de la Tierra por el hombre? ¿Y cómo responderá al desafío implicado en el hecho de que tantas personas se nieguen a creer en él o a someterse a su voluntad? En realidad, la gran cuestión ante cada uno de nosotros es si aceptamos o rechazamos la soberanía de Dios, “cuyo nombre es JEHOVÁ”. (Salmo 83:18, Versión Moderna.)
El origen del universo
Por supuesto, nuestra responsabilidad con relación a Dios es cuestión nula para los que no creen en él. Pero cualquiera que observa honradamente el diseño y la hermosura de la Tierra como hogar nuestro se siente impelido a reconocer que tiene que haber un gran Diseñador. Es cierto que en sus explicaciones de las maravillas de la naturaleza a nuestro alrededor la mayoría de los científicos han dejado fuera del cuadro a Dios. Por ejemplo, muchos dicen que el universo se desarrolló desde ser un puntito mucho más pequeño que la cabeza de un alfiler hasta llegar al tamaño actual, que todo sucedió “naturalmente”, al azar, sin necesidad de un Creador. Sin embargo, después de explicar una nueva teoría popular sobre el origen del universo, el físico Hanbury Brown, en su libro The Wisdom of Science (La sabiduría de la ciencia), reconoce: “Supongo que a la mayoría de la gente eso le parecería un truco de magia más bien que una explicación”. El profesor Brown concluye diciendo que ‘el origen y el propósito del mundo son grandes misterios’ aparentemente insolubles para la ciencia.
Los científicos han demostrado que la materia y la energía están estrechamente relacionadas, que la materia puede convertirse en energía y la energía en materia. Como lo han demostrado las explosiones nucleares, una pequeña cantidad de materia puede generar una enorme cantidad de energía. Entonces, ¿dónde está la fuente de toda la energía tras 100.000 millones de estrellas que forman nuestra galaxia, así como de más de 1.000 millones de galaxias que componen el universo visible?
La Biblia dice: “Levanten los ojos a lo alto y vean. ¿Quién ha creado estas cosas? Es Aquel que saca el ejército de ellas aun por número, todas las cuales él llama aun por nombre. Debido a la abundancia de energía dinámica, porque él también es vigoroso en poder, ninguna de ellas falta”. ¿A Quién se hace referencia aquí? El registro bíblico contesta: “Yo soy Jehová. Ese es mi nombre; y a ningún otro daré yo mi propia gloria”. (Isaías 40:26; 42:5, 8.)
El imaginarse que la Tierra y el resto del universo se originaron al azar le resta al Creador, Jehová Dios, la gloria que se le debe. (Revelación 4:11.) Eso también elimina un fuerte motivo para dar a la Tierra trato responsable. Si los humanos supieran que tienen que dar cuenta a Dios por lo que le hacen a su creación, quizás ejercerían más cuidado para no contaminar la Tierra, destruir la capa de ozono ni causar un recalentamiento del planeta.
El origen de la vida
Considere también esta cuestión: ¿Cómo empezó la vida? A la gente se le ha enseñado que Dios no tuvo que ver con su origen. Pero esto contradice un principio científico establecido. Hubo un tiempo en que se creía que los escarabajos provenían del estiércol de las vacas; los gusanos, de la carne podrida; los ratones, del lodo. Hasta en el siglo pasado algunos científicos enseñaban que los microorganismos surgían de materia muerta. Pero aquellas ideas fueron refutadas por Redi, Pasteur y otros científicos. The World Book Encyclopedia (edición de 1990) dice: “Después de los experimentos de Pasteur, la mayoría de los biólogos aceptaron el concepto de que toda vida proviene de vida existente”.
Sin embargo, hay científicos que teorizan que en el pasado distante la situación fue diferente. Dicen que los primeros organismos unicelulares surgieron al azar de una mezcla de materia inanimada a la que llaman una sopa primitiva que contenía las sustancias químicas necesarias para la vida. “La casualidad, y solo la casualidad, lo hizo todo, desde la sopa primitiva hasta el hombre”, declara Christian de Duve en A Guided Tour of the Living Cell (La célula viva explicada).
La Biblia dice acerca de Dios: “Contigo está la fuente de la vida”. (Salmo 36:9.) Esta declaración en realidad concuerda con lo que se ha observado... que la vida solo puede provenir de vida preexistente. Sin embargo, puesto que la ciencia por lo general prefiere considerar la vida (una de las más preciadas dádivas divinas) como algo que se originó al azar, muchos opinan que no tienen que responder a Dios por el uso que dan a su vida. Por eso, violan las leyes de Dios, se oprimen, roban y asesinan unos a otros y emplean muchísimo dinero, tiempo e ingeniosidad en diseñar armas asesinas que matan y devastan con horrenda eficacia.
Se resuelve la cuestión
Además de los ateos y los modernistas, muchísimas otras personas niegan la soberanía de Dios. Muchos dicen que creen en Dios, y más de 1.700 millones se llaman cristianos. Por siglos las iglesias de la cristiandad han alabado públicamente a Dios en sus servicios religiosos. Pero, en realidad, ¿cuál es la postura de la mayoría de esos 1.700 millones respecto a la soberanía de Dios?
Tanto individuos como naciones enteras han mostrado su indiferencia hacia esa soberanía al desobedecer los mandamientos específicos de Dios. Naciones que se llaman cristianas han perpetrado actos impíos de violencia, entre ellos las dos peores guerras de la historia humana... ¡y clérigos “cristianos” de ambos lados les dieron su bendición! Por tal hipocresía han representado muy mal a Dios. Es como dice la Biblia: “Declaran públicamente que conocen a Dios, pero por sus obras lo repudian”. (Tito 1:16.)
No obstante, Dios “no puede negarse a sí mismo”. (2 Timoteo 2:13.) Con el tiempo él resolverá todo aspecto de esta cuestión de la soberanía según su propósito declarado: “Tendrán que saber que yo soy Jehová”. (Ezequiel 38:23.) Pero ¿por qué se ha tomado tanto tiempo? ¿Cómo se resolverá finalmente la cuestión? ¿Y cómo puede usted tomar las decisiones correctas en este asunto tan importante?
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¿Por qué tanto tiempo para resolver la cuestión?La Atalaya 1991 | 1 de marzo
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¿Por qué tanto tiempo para resolver la cuestión?
HACE unos 6.000 años la soberanía de Dios no estaba en tela de juicio. Al completar sus maravillosas obras de creación “vio Dios todo lo que había hecho y, ¡mire!, era muy bueno”. (Génesis 1:31.) Entonces entró en un largo período de “reposo” que, por supuesto, no se debió a que él estuviera físicamente cansado. Más bien, descansó en el sentido de que desistió de obras de creación terrestre, seguro de que su buen propósito en cuanto a estas obras tendría éxito total. (Génesis 2:1-3; Isaías 55:11.)
¿En qué consistía ese propósito? Jehová colocó a la primera pareja humana en un lugar llamado el jardín de Edén. La responsabilidad inicial de ellos era cuidar de su hogar paradisíaco, que incluía una gran variedad de vida animal. También tendrían hijos y los criarían. Con el tiempo, a medida que la familia creciera, extendería el Paraíso hasta los fines de la Tierra en obediencia al mandato de Dios de ‘sojuzgar la tierra’. Así, al fin la Tierra llegaría a ser un hogar magnífico lleno de una familia feliz y unida que serviría a su Padre celestial. Ese era el propósito original de Dios. (Génesis 1:27, 28; 2:8, 15, 20-22.)
¿Participarían Adán y Eva en cumplir aquel excelente propósito a cabalidad? Eso dependía de que siguieran cooperando con aquel propósito mediante obedecer a su Creador. Su obediencia no habría de ser ciega, sin pensamiento. Se les había concedido libre albedrío, pues Dios quería que le sirvieran por el agradecimiento de su corazón. Como recordatorio visible de la soberanía que con derecho él ejercía, les proveyó una prueba sencilla. Podrían participar de todo lo provisto en el jardín, excepto de una cosa. Sobre cierto árbol frutal Dios dijo: “En el día que comas de él, positivamente morirás”. (Génesis 2:16, 17.)
Estas palabras muestran que Adán y Eva no fueron creados para envejecer y morir. Solo si desobedecían este mandato sencillo morirían. Si Adán y Eva hubieran permanecido obedientes a Dios, todavía estarían vivos hoy en la Tierra como padres de una familia mundial de hijos perfectos. (Véase el principio que se declara en Salmo 37:29.)
Sin embargo, una de las criaturas angelicales de Dios, a quien ahora se llama Satanás, empezó a desacreditar la manera de gobernar de Dios. Instó a Eva a comer del fruto prohibido e insinuó engañosamente que si ella se independizaba de la soberanía de Dios le iría mejor. Pero el verdadero motivo de Satanás era su deseo de ser el dios de la futura familia humana. (Génesis 3:1-5; Mateo 4:8, 9; Juan 8:44.)
Puesto que Jehová había dado a la primera pareja humana todo lo que necesitaba, Eva debió haber sostenido Su soberanía y rechazado la insinuación mentirosa de Satanás. Sin embargo, lamentablemente, ella procedió a violar la ley de Dios. Después, Adán optó por seguir el mismo proceder imprudente de su esposa. Por eso, al igual que Satanás, aquella pareja obstinada se rebeló contra Dios, y así surgió la cuestión relacionada con la soberanía divina. (Génesis 3:6.)
Se requiere tiempo para resolver cuestiones vitales
Jehová pudo haber destruido a los tres rebeldes en aquel instante. Pero aquello no habría resuelto de manera definitiva las cuestiones que surgieron debido a su rebelión. ¿Podría el hombre gobernarse con éxito sin la dirección de Dios? ¿Era justo que Dios exigiera sumisión a su soberanía? Además, en vista de la conducta de la primera pareja humana, ¿escogería altruistamente algún humano servir a Dios por su propia iniciativa... aun cuando Satanás lo sometiera a prueba en cuanto a ello? (Job 1:7-11; 2:4.) Exigiría tiempo el contestar esas preguntas. También exigiría tiempo el contrarrestar los efectos de aquella rebelión original y realizar el propósito de Dios de que la Tierra sea un paraíso habitado por una raza de humanos sin pecado. Todavía estamos a la espera de ver resueltas por completo estas cuestiones.
En armonía con su ley, Dios no les concedió a Adán y Eva el privilegio de vivir para siempre. Ya no merecían participar en el cumplimiento de Su gran propósito. Sin embargo, antes de que murieran se les permitió tener hijos y criarlos. Es cierto que Adán y Eva ya no podrían transmitir a su descendencia una vida vigorosa y sin pecado. (Romanos 5:12.) Pero aunque las generaciones subsiguientes nacieron imperfectas y condenadas a la muerte, muchas personas tuvieron la oportunidad de mostrar de qué lado estaban en lo relacionado con la gran cuestión de la soberanía.
Se resuelve la cuestión
¿Cómo resolverá Dios estos asuntos relacionados con su soberanía? En un sentido las preguntas que surgieron allá en Edén ya han sido contestadas. Miles de años de historia humana han mostrado dolorosamente que la alegación de Satanás de que a Eva le iría mejor si se independizaba de Dios era una mentira. La gobernación humana que pasa por alto a Dios ha sido un fracaso continuo. Como dice la Biblia: “El hombre ha dominado al hombre para perjuicio suyo”. (Eclesiastés 8:9.)
Por otra parte, muchas cosas buenas han quedado probadas durante los muchos años desde que Adán y Eva pecaron. Muchos de la humanidad han demostrado un apego inquebrantable a la soberanía de Jehová, y el ejemplo más sobresaliente ha sido el del “Hijo del hombre”, Jesucristo mismo. (Mateo 20:18; Hebreos 11:1–12:3.) Los que han obedecido las leyes de Dios y reconocido la soberanía divina han podido ver que este es en verdad el mejor derrotero. Han experimentado la veracidad de este proverbio: “La bendición de Jehová... eso es lo que enriquece, y él no añade dolor con ella”. (Proverbios 10:22.) Además, gracias a la provisión de la resurrección, con el tiempo llegarán a participar en el cumplimiento del magnífico propósito de Dios. (Juan 5:28, 29.)
Jehová no ha olvidado su propósito original. No se permitirá que los que rechazan su soberanía dominen en la Tierra para siempre, y la Biblia advierte que pronto Dios actuará contra ellos. Nos dice: “La ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad”. (Romanos 1:18.) Esta venidera expresión de la ira de Dios, llamada por la Biblia Armagedón, demostrará sin lugar a dudas que él en realidad existe. Solo los que acepten su soberanía sobrevivirán entonces. “Los rectos son los que residirán en la tierra, y los exentos de culpa son los que quedarán en ella. En cuanto a los inicuos, serán cortados de la mismísima tierra.” (Proverbios 2:21, 22.)
La gran cuestión y usted
A la luz de estos hechos, cada uno de nosotros —como lo hicieron Adán y Eva— tiene que escoger qué hará. ¿Trataremos de vivir en independencia de Dios?, ¿o nos someteremos a su soberanía? Recuerde que esta es la cuestión de suprema importancia ante usted hoy. Otras cuestiones, por importantes que parezcan, tienen que ver con su vida actual. Pero esta cuestión tiene que ver con su vida eterna. Su decisión afectará su futuro eterno.
¿Cómo puede usted mostrar que acepta la soberanía de Dios? Mediante estudiar diligentemente su Palabra, la Biblia, y esforzarse por obedecer la voluntad de Dios en asociación con otros cristianos verdaderos. (Sofonías 2:2, 3.) Si usted hace esto, tendrá la gozosa esperanza de ver el cumplimiento del magnífico propósito de Dios. Podrá ver la realización de esta promesa maravillosa: “Solo un poco más de tiempo, y el inicuo ya no será [...] Pero los mansos mismos poseerán la tierra, y verdaderamente hallarán su deleite exquisito en la abundancia de paz”. (Salmo 37:10, 11.) ¡Qué excelente resultado para todos los que se someten a la soberanía de Dios! ¡Qué poderosa razón para decidir sabiamente respecto a este asunto tan importante!
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