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  • “La salvación pertenece a Jehová”
    La Atalaya 2002 | 15 de septiembre
    • “No debes inclinarte ante ellas”

      En algunos lugares, una forma común de mostrar patriotismo consiste en saludar la bandera nacional, la cual suele tener impresos cuerpos celestes, por ejemplo estrellas, así como objetos terrestres. Dios expresó su punto de vista acerca de inclinarse ante este tipo de representaciones cuando ordenó a su pueblo: “No debes hacerte una imagen tallada ni una forma parecida a cosa alguna que esté en los cielos arriba o que esté en la tierra debajo o que esté en las aguas debajo de la tierra. No debes inclinarte ante ellas ni ser inducido a servirlas, porque yo Jehová tu Dios soy un Dios que exige devoción exclusiva” (Éxodo 20:4, 5).

      ¿Realmente va en contra de la devoción exclusiva que merece Jehová Dios saludar una bandera que representa al Estado o arrodillarse ante ella? Es verdad que cuando residían en el desierto, los antiguos israelitas tenían “señales”, o estandartes, en torno a los cuales se reunían las divisiones de tres tribus (Números 2:1, 2). Sin embargo, la Cyclopedia de McClintock y Strong dice respecto a los términos hebreos que designan tales estandartes: “Ninguno de estos términos transmite la idea que nos da a nosotros la palabra estandarte, a saber, la de una bandera”. Además, el pueblo de Israel no los consideraba sagrados ni celebraba ceremonias relacionadas con ellos. Eran meras señales que indicaban al pueblo dónde reunirse.

      Las figuras de querubines que adornaban el tabernáculo y el templo de Salomón eran, ante todo, representaciones artísticas de esas criaturas celestiales (Éxodo 25:18; 26:1, 31, 33; 1 Reyes 6:23, 28, 29; Hebreos 9:23, 24). Es obvio que no se pretendía que se las venerara, ya que el pueblo en general no podía verlas y los ángeles no deben ser objeto de adoración (Colosenses 2:18; Revelación [Apocalipsis] 19:10; 22:8, 9).

      Pensemos también en la serpiente de cobre que el profeta Moisés fabricó mientras los israelitas estaban en el desierto. Esa figura, o imagen, constituía un símbolo y tenía significado profético (Números 21:4-9; Juan 3:14, 15). No se veneraba ni se utilizaba en la adoración. Sin embargo, siglos después de Moisés, los israelitas comenzaron indebidamente a adorarla, incluso quemaron incienso delante de ella, razón por la que Ezequías, rey de Judá, la trituró (2 Reyes 18:1-4).

      ¿Son los pabellones nacionales meras señales que cumplen una función práctica? ¿Qué simbolizan? “La bandera es el símbolo principal de la fe nacionalista y el objeto central de su adoración”, afirmó el escritor J. Paul Williams. The Encyclopedia Americana dice: “La bandera, al igual que la cruz, es sagrada”. Puesto que la bandera es el símbolo del Estado, inclinarse ante ella o saludarla constituyen actos religiosos con los que se reverencia al Estado y se le atribuye la salvación. Teniendo en cuenta lo que dice la Biblia sobre la idolatría, ambas acciones son inaceptables.

      Las Escrituras enseñan claramente que “la salvación pertenece a Jehová” (Salmo 3:8). De modo que esta no debe atribuirse ni a las instituciones humanas ni a sus símbolos. Por otro lado, el apóstol Pablo exhortó a sus hermanos cristianos: “Amados míos, huyan de la idolatría” (1 Corintios 10:14). En armonía con esta exhortación, los primeros cristianos no participaban en actos relacionados con la adoración al Estado. En el libro Those About to Die (Los que van a morir), Daniel P. Mannix observa: “Los cristianos se negaron a [...] hacer sacrificios al genio del emperador [romano], lo que hoy equivaldría a negarse a saludar la bandera”. Lo mismo sucede con los verdaderos cristianos de la actualidad. A fin de dar devoción exclusiva a Jehová, rehúsan saludar la bandera de cualquier país. Al hacerlo, ponen a Dios en primer lugar a la vez que respetan a los gobiernos y sus mandatarios. De hecho, reconocen la responsabilidad que tienen de sujetarse a “las autoridades superiores” gubernativas (Romanos 13:1-7).

  • “La salvación pertenece a Jehová”
    La Atalaya 2002 | 15 de septiembre
    • Se abstienen con respeto

      A fin de fortalecer la unidad del imperio, un rey de la antigua Babilonia llamado Nabucodonosor erigió una enorme imagen de oro en la llanura de Dura. Entonces organizó una ceremonia de inauguración a la que invitó a sus sátrapas, prefectos, gobernadores, consejeros y otros altos funcionarios. Al sonar la música, todos los presentes tenían que inclinarse ante la imagen y adorarla. Entre los invitados estaban tres jóvenes hebreos: Sadrac, Mesac y Abednego. ¿Cómo demostraron que no participaban en la ceremonia religiosa? Cuando comenzó a sonar la música y todos se postraron ante la imagen, los tres permanecieron de pie (Daniel 3:1-12).

      En la actualidad, normalmente se saluda la bandera con el brazo extendido o con la mano en la frente o el corazón. A veces se adopta una postura determinada. En algunos países se espera que los escolares se arrodillen ante la bandera y la besen. En tales casos, los cristianos verdaderos pueden demostrar que son observadores respetuosos quedándose de pie en silencio mientras los demás participan en este acto.

      ¿Qué hacer si la ceremonia se lleva a cabo de forma que ponerse de pie dé a entender que se está participando en ella? Por ejemplo, supongamos que se escoge a un alumno en representación de toda la escuela para que salude la bandera, que pende de un mástil afuera, mientras los demás estudiantes están de pie, en posición de firmes dentro del aula. En este caso, el mero hecho de levantarse significa que se concuerda en que el alumno que está afuera salude la bandera en nombre de uno, por lo que se estaría participando en la ceremonia. De verse en esta situación, quienes desean ser solo observadores respetuosos permanecerán sentados en silencio. ¿Y si todos los alumnos estuvieran ya de pie antes de que comenzara la ceremonia? Entonces seguir en esa posición no indicaría participación alguna.

      Imaginemos que en vez de saludar la bandera, se pide a un cristiano que solamente la sostenga, ya sea en un desfile, en la clase o en cualquier otro lugar, para que los demás puedan efectuar el saludo. Si accediera a hacerlo, se colocaría en el centro mismo de la ceremonia, en vez de ‘huir de la idolatría’, como mandan las Escrituras. Otro tanto ocurre con los desfiles patrióticos. Como la participación en dichos desfiles significa que se apoya lo que se desea honrar con ellos, los cristianos verdaderos, conforme a los dictados de su conciencia, rehúsan tomar parte en tales actos públicos.

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