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Organizados para hacer la voluntad de JehováOrganizados para hacer la voluntad de Jehová
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CAPÍTULO 1
Organizados para hacer la voluntad de Jehová
POR todo el mundo, hay organizaciones religiosas, políticas, comerciales y sociales, cada una con sus propias características, objetivos, criterios e ideologías. Ahora bien, hay una organización que no se parece a ninguna otra. Lo que la distingue es que todo lo que hace está basado en las enseñanzas de la Biblia. Se trata de los testigos de Jehová.
2 Estamos contentos de que usted forme parte de la organización de Jehová. Ha comprobado por usted mismo cuál es la voluntad de Dios y la está haciendo (Sal. 143:10; Rom. 12:2). Es un ministro de Dios que sirve junto con sus hermanos de todo el mundo (2 Cor. 6:4; 1 Ped. 2:17; 5:9). Cuenta con la bendición de Jehová y se siente feliz, tal como promete la Biblia (Prov. 10:22; Mar. 10:30). Además, al hacer la voluntad divina, se está preparando para un futuro maravilloso y eterno (1 Tim. 6:18, 19; 1 Juan 2:17).
3 Nuestro Gran Creador tiene una organización mundial única porque está dirigida de forma teocrática. Eso significa que Dios la gobierna, que él es su máxima autoridad. Es nuestro Juez, Legislador y Rey, y nosotros confiamos completamente en él (Is. 33:22). Jehová también es un Dios ordenado y ha organizado todo para que colaboremos con él (2 Cor. 6:1, 2).
4 El fin de este mundo corrupto está más cerca que nunca, y es imprescindible que sigamos la dirección de Jesucristo, el Rey que Dios ha nombrado (Is. 55:4; Apoc. 6:2; 11:15). Jesús mismo dijo que sus seguidores harían obras más grandes que las que él hizo (Juan 14:12). Eso sería posible porque ellos predicarían a más gente, por más tiempo y en más lugares. Llevarían las buenas noticias del Reino a todos los rincones del planeta (Mat. 24:14; 28:19, 20; Hech. 1:8).
5 El mensaje del Reino ya se está anunciando por toda la Tierra, pero esta labor no durará para siempre. Jesús dejó claro que acabará en el momento establecido por Jehová. Las profecías bíblicas indican que está muy cerca “el grande e impresionante día de Jehová” (Joel 2:31; Sof. 1:14-18; 2:2, 3; 1 Ped. 4:7).
Debemos esforzarnos cada vez más por cumplir con la voluntad de Dios. Por lo tanto, necesitamos conocer bien cómo funciona su organización
6 Puesto que sabemos cuál es la voluntad de Jehová en estos últimos días, debemos esforzarnos cada vez más por cumplirla. Por lo tanto, necesitamos conocer bien cómo funciona la organización de Dios y cooperar al máximo con ella. El fundamento de todo lo que hace esta organización son los principios, mandatos, leyes, órdenes, normas y enseñanzas de la Palabra de Dios (Sal. 19:7-9).
7 Cuando los siervos de Dios obedecemos las instrucciones basadas en la Biblia, vivimos y trabajamos en paz y unidad (Sal. 133:1; Is. 60:17; Rom. 14:19). ¿Qué fortalece los lazos de amistad entre los hermanos de todo el mundo? El amor. Hacemos las cosas por amor y tratamos a los demás con amor (Juan 13:34, 35; Col. 3:14). Gracias a Jehová, su pueblo está unido. Y solo así podemos seguir el ritmo de la parte celestial de su organización.
LA PARTE CELESTIAL DE LA ORGANIZACIÓN DE JEHOVÁ
8 Los profetas Isaías, Ezequiel y Daniel tuvieron visiones de la parte celestial de la organización de Jehová (Is., cap. 6; Ezeq., cap. 1; Dan. 7:9, 10). El apóstol Juan tuvo ese mismo privilegio, y lo que escribió en el libro de Apocalipsis nos ayuda a hacernos una idea de cómo es la parte celestial de la organización de Dios. Él contempló a Jehová en su glorioso trono y a ángeles que proclamaban: “Santo, santo, santo es Jehová Dios, el Todopoderoso, que era y que es y que viene” (Apoc. 4:8). Y “en medio del trono” también vio “de pie un cordero”, el Cordero de Dios, Jesucristo (Apoc. 5:6, 13, 14; Juan 1:29).
9 En esta visión, se representa a Jehová sentado en un trono. Eso indica que él es la Cabeza de esta parte de su organización. Las Escrituras dicen sobre él y el puesto supremo que ocupa: “Tuyos, oh, Jehová, son la grandeza, el poder, la hermosura, el esplendor y la majestad, porque todo lo que hay en los cielos y en la tierra es tuyo. Tuyo es el reino, oh, Jehová. Tú te elevas a ti mismo como cabeza de todo. Las riquezas y la gloria provienen de ti, y tú lo gobiernas todo. En tus manos hay fuerza y poder, y tus manos son capaces de engrandecer y fortalecer a todos” (1 Crón. 29:11, 12).
10 Jesucristo también tiene un puesto elevado en el cielo. Colabora con Jehová, que le ha dado gran autoridad. Dios “sometió todas las cosas bajo sus pies y lo hizo cabeza sobre todas las cosas relacionadas con la congregación” (Efes. 1:22). El apóstol Pablo dijo sobre Jesús: “Dios lo elevó a un puesto superior y bondadosamente le dio el nombre que está por encima de todo otro nombre, para que en el nombre de Jesús se doblen todas las rodillas —las de quienes están en el cielo, en la tierra y bajo el suelo— y toda lengua reconozca públicamente que Jesucristo es Señor para la gloria de Dios el Padre” (Filip. 2:9-11). Por tanto, podemos tener plena confianza en la dirección justa de Jesucristo.
11 En una visión, el profeta Daniel vio al Anciano de Días sentado en su trono celestial. Vio también “mil millares [de ángeles] que le servían y diez mil veces diez mil que estaban de pie ante él” (Dan. 7:10). La Biblia dice que los ángeles que componen este ejército son “espíritus que ofrecen un servicio santo, enviados para servir a favor de los que van a heredar la salvación” (Heb. 1:14). También dice que están organizados en tronos, dominios, gobiernos y autoridades (Col. 1:16).
12 Cuando sacamos tiempo para reflexionar en estos detalles sobre la parte celestial de la organización de Dios, podemos entender la reacción que tuvo Isaías al ver “a Jehová sentado en un trono alto y elevado”, y a “serafines de pie por encima de él”. Dijo: “¡Ay de mí! ¡Puedo darme por muerto, porque soy un hombre de labios impuros y vivo entre un pueblo de labios impuros, y mis ojos han visto al Rey, al mismo Jehová de los ejércitos!”. Esta maravillosa visión lo ayudó a comprender la grandeza de esta organización y lo hizo más humilde. Isaías quedó tan impresionado que, cuando desde el cielo se le invitó a anunciar los mensajes de juicio de Jehová, respondió: “¡Aquí estoy yo! ¡Envíame a mí!” (Is. 6:1-5, 8).
13 Lo mismo nos ocurre a nosotros. El agradecimiento que sentimos al conocer la organización de Jehová nos impulsa a responder con entusiasmo. Así pues, nos esforzamos por seguir el ritmo que marca esta organización y demostrar que confiamos en ella.
LA ORGANIZACIÓN DE JEHOVÁ AVANZA
14 En el capítulo 1 de Ezequiel se describe a Jehová dirigiendo un enorme carruaje celestial. Este deslumbrante vehículo representa la parte invisible de su organización. Jehová está al mando del carruaje en el sentido de que dirige su organización con amor y la utiliza para cumplir su propósito (Sal. 103:20).
15 Cada rueda del carro tiene en su interior otra rueda, que es del mismo diámetro y encaja transversalmente en la rueda que le sirve de base. Solo así puede ir el carro “en cualquiera de las cuatro direcciones” (Ezeq. 1:17). Aunque las ruedas pueden cambiar de dirección en un instante, el carro no avanza sin control. Jehová supervisa su organización y no permite que esta decida por sí misma adónde ir. Según Ezequiel 1:20, las ruedas van adonde el espíritu santo las impulsa. Dicho de otro modo, Jehová usa su espíritu para indicar la dirección que debe tomar su organización. Por tanto, hacemos bien en preguntarnos: “¿Avanzo en la dirección que Jehová indica y al ritmo de su organización?”.
16 Para avanzar al ritmo de la organización de Jehová, no basta con ir a las reuniones y predicar. Es necesario seguir madurando espiritualmente. Por eso queremos asegurarnos “de qué cosas son las más importantes” y mantenernos al día con el programa de alimentación espiritual (Filip. 1:10; 4:8, 9; Juan 17:3). Para hacer la voluntad de Jehová, también tenemos que usar bien todo lo que él nos ha dado: recursos materiales, cualidades espirituales y habilidades personales. Es importante cooperar con la organización de Dios, pues una organización solo funciona si hay coordinación y cooperación. En realidad, avanzar al ritmo del carruaje celestial de Jehová implica vivir de acuerdo con el mensaje que predicamos.
17 Gracias a la ayuda que nos da la organización, podemos seguir haciendo la voluntad de Jehová. No olvidemos que es él quien dirige el carruaje celestial. Por tanto, cuando avanzamos al ritmo de ese carro, demostramos que confiamos en Jehová, nuestra Roca, y lo respetamos (Sal. 18:31). La Biblia hace esta promesa: “Jehová le dará fuerzas a su pueblo. Jehová bendecirá a su pueblo con paz” (Sal. 29:11). Como pertenecemos a la organización de Dios, disfrutamos de ambas cosas. No cabe duda, si hacemos su voluntad, siempre contaremos con su bendición.
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Aceptemos la autoridad de CristoOrganizados para hacer la voluntad de Jehová
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CAPÍTULO 2
Aceptemos la autoridad de Cristo
“EN EL principio, Dios creó los cielos y la tierra” y vio que “todo era muy bueno” (Gén. 1:1, 31). Puso ante los seres humanos un futuro lleno de posibilidades. Ahora bien, la rebelión que ocurrió en Edén cambió esa situación, pero no para siempre. El objetivo de Jehová sigue siendo que la humanidad sea feliz. Él prometió que los descendientes de Adán que le obedecieran serían libres, que la religión verdadera sería restablecida y que Satanás y su mundo desaparecerían (Gén. 3:15). Todo volvería a ser “muy bueno”, como al principio. Para cumplir esta promesa, Jehová decidió usar a su Hijo, Jesucristo (1 Juan 3:8). Por tanto, es vital que aceptemos la autoridad que Jehová le ha asignado a Cristo (Hech. 4:12; Filip. 2:9, 11).
EL PUESTO QUE OCUPA
2 Jehová le ha dado a Cristo un puesto en el que desempeña distintas funciones: libertador de la humanidad, Sumo Sacerdote, Cabeza de la congregación y, ahora, Rey del Reino de Dios. Reflexionar en estas funciones resultará en que apreciemos más lo que Jehová ha hecho por nosotros y en que crezca nuestro amor por Cristo. ¿En qué consisten estas funciones? Veamos lo que dice la Biblia.
Jesús es la persona clave en el propósito de Jehová
3 Cristo es el libertador de la humanidad. Dio su vida “como rescate a cambio de muchas personas” (Mat. 20:28). Durante su ministerio en la Tierra, quedó claro que los hombres y mujeres que fueran obedientes podrían reconciliarse con Dios gracias a Jesús (Juan 14:6). Él es mucho más que un simple ejemplo de buena conducta. Es la persona clave en el propósito de Jehová. Solo él puede ayudarnos a hacer las paces con Dios (Hech. 5:31; 2 Cor. 5:18, 19). Gracias a su muerte y resurrección, los siervos de Jehová tenemos la oportunidad de disfrutar para siempre de todo lo bueno que traerá el Reino de Dios.
4 Cristo también es el Sumo Sacerdote. Él expía los pecados de sus seguidores que están en la Tierra para que se reconcilien con Dios. ¡Cuánto nos alegra que comprenda nuestras debilidades y se compadezca de nosotros! Es la persona ideal para hacerlo, pues “ha sido probado como nosotros en todo sentido, pero sin pecado”. El apóstol Pablo animó a los que tienen fe en Jesucristo a utilizar al máximo sus servicios como Sumo Sacerdote. Dijo: “Acerquémonos con confianza al trono de la bondad inmerecida para recibir misericordia y encontrar bondad inmerecida justo en el momento en que necesitamos ayuda” (Heb. 4:14-16; 1 Juan 2:2).
5 Por otro lado, Jesús es Cabeza de la congregación. Por eso, los cristianos nunca hemos necesitado un líder humano. Para dirigir su congregación, Jesús se vale tanto del espíritu santo como de hombres que pastorean “el rebaño de Dios” y que les rinden cuentas a él y a su Padre (1 Ped. 5:2, 3; Heb. 13:17). Jehová ya había dicho sobre él: “¡Mira! Lo hice testigo para las naciones, líder y comandante de las naciones” (Is. 55:4). De ahí que Jesús les dijera a sus discípulos: “Tampoco permitan que los llamen líder, porque su Líder es uno, el Cristo” (Mat. 23:10).
6 No cabe duda de que Jesús desea ayudarnos, pues en una ocasión dijo: “Vengan a mí, todos ustedes, que trabajan duro y están sobrecargados, y yo los aliviaré. Pónganse bajo mi yugo y aprendan de mí, porque soy apacible y humilde de corazón. Conmigo encontrarán alivio. Porque mi yugo es fácil de llevar y mi carga pesa poco” (Mat. 11:28-30). Jesucristo ha demostrado ser, al igual que su Padre, un excelente pastor. Dirige con apacibilidad la congregación cristiana, y quienes forman parte de ella encuentran alivio (Is. 40:11; Juan 10:11).
7 En su primera carta a los hermanos de Corinto, Pablo habló de otra labor que Dios le confió a Jesucristo: “Él tiene que reinar hasta que Dios haya puesto a todos los enemigos debajo de sus pies”. Después, Cristo mismo “se someterá a aquel que sometió todas las cosas a él, para que Dios sea todas las cosas para todos” (1 Cor. 15:25, 28). Recordemos que Jesús fue la primera creación de Jehová y que colaboró con él en hacer todo lo demás (Prov. 8:22-31). Cuando Dios lo envió a la Tierra, Jesús siempre hizo la voluntad de su Padre y fue fiel hasta la muerte (Juan 4:34; 15:10). Por eso, Dios lo resucitó y le dio el derecho de ser el Rey de su gobierno celestial (Hech. 2:32-36). Jehová también le ha dado una misión extraordinaria. Pronto dirigirá un gran ejército de poderosos ángeles que acabará con los gobiernos humanos y con toda la maldad que hay en nuestro planeta (Prov. 2:21, 22; 2 Tes. 1:6-9; Apoc. 19:11-21; 20:1-3). Y, entonces, habrá un único gobierno sobre toda la Tierra: el Reino celestial de Dios, en las manos de Cristo (Apoc. 11:15).
QUÉ SIGNIFICA RESPETAR SU AUTORIDAD
8 Jesucristo, nuestro modelo, es perfecto. Jehová le ha dado la responsabilidad de cuidarnos. A fin de beneficiarnos del cariño con que él atiende a sus seguidores, debemos ser siempre leales a Jehová y avanzar al ritmo de su organización.
9 Los primeros cristianos aceptaron sin reservas la autoridad de Jesús. Lo demostraron trabajando unidos y siguiendo su dirección, que recibían a través del espíritu santo (Hech. 15:12-21). Para explicar la unidad que hay entre los cristianos ungidos, el apóstol Pablo escribió: “Nosotros, diciendo la verdad, crezcamos por amor en todas las cosas hacia aquel que es la cabeza, Cristo. Por medio de él, todas las partes del cuerpo están armoniosamente unidas y cooperan gracias a las coyunturas que aportan lo necesario. Cuando cada miembro cumple bien su función, esto contribuye a que el cuerpo crezca al edificarse sobre el amor” (Efes. 4:15, 16).
10 La congregación crece cuando todos los que formamos parte de ella cooperamos y seguimos las instrucciones de Cristo. Además, en ella se respira un ambiente de amor, el “lazo de unión perfecto” (Col. 3:14; 1 Cor. 12:14-26).
11 La situación que se vive en el mundo desde 1914, y que cumple las profecías bíblicas, demuestra claramente que en ese año Jesucristo llegó a ser Rey del Reino de Dios. En la actualidad él está gobernando en medio de sus enemigos (Sal. 2:1-12; 110:1, 2). ¿Cómo nos afecta esto a quienes vivimos ahora en la Tierra? Los enemigos de Jesús pronto recibirán el castigo merecido, y así él demostrará que es Rey de reyes y Señor de señores (Apoc. 11:15; 12:10; 19:16). Entonces, Jehová cumplirá lo que prometió después de la rebelión de Edén y librará a los que están a la derecha de Cristo y tienen su favor (Mat. 25:34). ¿Verdad que estamos contentos de aceptar la autoridad de Jesucristo? Por tanto, sigamos efectuando unidos nuestra obra mundial bajo nuestro líder, Cristo.
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Tengamos presentes a quienes nos dirigenOrganizados para hacer la voluntad de Jehová
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CAPÍTULO 3
Tengamos presentes a quienes nos dirigen
EL APÓSTOL Pablo dijo que debemos tener presentes a quienes nos dirigen o nos guían (Heb. 13:7, nota). Desde el Pentecostés del año 33 de nuestra era, en los inicios de la congregación cristiana, los apóstoles de Jesucristo estuvieron a cargo de dirigir la congregación. Ellos formaban el cuerpo gobernante o consejo central, que proporcionaba guía y dirección (Hech. 6:2-4). Unos años después, en el año 49, cuando surgió la cuestión de la circuncisión, había otros ancianos además de los apóstoles en el cuerpo gobernante, que se encontraba en Jerusalén (Hech. 15:1, 2). Estos hermanos eran responsables de resolver cuestiones que afectaban a todos los cristianos, como fue el caso de la circuncisión. También enviaban cartas e instrucciones que fortalecían a las congregaciones y ayudaban a los discípulos a permanecer unidos en su forma de pensar y actuar. Las congregaciones obedecían las instrucciones del cuerpo gobernante y se sometían a su guía. Como resultado, prosperaron con la bendición de Jehová (Hech. 8:1, 14, 15; 15:22-31; 16:4, 5; Heb. 13:17).
2 Después de la muerte de los apóstoles, una gran apostasía corrompió la congregación, tal como había dicho Pablo (2 Tes. 2:3-12). En su ejemplo del trigo y la mala hierba, Jesús predijo que se sembraría mala hierba (cristianos falsos) entre el trigo (cristianos ungidos). A estos dos grupos se les permitiría crecer juntos a lo largo de los siglos hasta la época de la cosecha, “la conclusión de un sistema” (Mat. 13:24-30, 36-43). Durante todos esos años antes de la cosecha, aunque había cristianos ungidos que tenían la aprobación de Jesús, él no dirigía a sus seguidores mediante un consejo central (Mat. 28:20). Pero esa situación iba a cambiar durante la cosecha. ¿Cómo lo sabemos?
3 En otro ejemplo, Jesús dijo que durante “la conclusión del sistema” aparecería “el esclavo fiel y prudente” (Mat. 24:3, 42-47). Este esclavo se encargaría de darle alimento espiritual al pueblo de Dios “al tiempo debido”. ¿Sería este esclavo un solo hombre? No. En el siglo primero, Jesús no usó a un único hombre para dirigir la congregación cristiana, sino a un grupo de hombres. Lo mismo pasa en nuestro tiempo. Le ha encargado a un grupo de hombres que dirija la congregación.
QUIÉN ES EL “ESCLAVO FIEL Y PRUDENTE”
4 ¿Quiénes son parte de este grupo? Es lógico que, para alimentar espiritualmente a sus seguidores, Jesús use a cristianos ungidos. La Biblia los llama “un sacerdocio real” y dice que Dios los comisionó para que anunciaran “las excelencias del que los llamó de la oscuridad a su luz maravillosa” (1 Ped. 2:9; Mal. 2:7; Apoc. 12:17). Esto no significa que todos los ungidos sean parte del “esclavo fiel”. Pensemos en algo que Jesús hizo cuando alimentó a 5.000 hombres, además de mujeres y niños. Él les dio la comida a sus discípulos, y ellos la repartieron entre la gente (Mat. 14:19). En esa ocasión, Jesús alimentó a muchos por medio de pocos. En la actualidad sigue el mismo método para darnos alimento espiritual.
5 Esto quiere decir que “el mayordomo fiel, el prudente”, está formado por un pequeño grupo de cristianos ungidos que preparan y dan alimento espiritual durante la presencia de Cristo (Luc. 12:42). En los “últimos días”, estos hermanos ungidos han trabajado en la central mundial y forman lo que conocemos como Cuerpo Gobernante de los Testigos de Jehová.
6 Cristo usa a este grupo para dar a conocer el cumplimiento de las profecías bíblicas y para ayudarnos a vivir de acuerdo con los principios de la Biblia. El esclavo distribuye el alimento espiritual mediante las congregaciones de los testigos de Jehová (Is. 43:10; Gál. 6:16). En tiempos bíblicos, el mayordomo cuidaba a los demás siervos que vivían en la casa de su amo. De la misma manera, al “esclavo fiel y prudente” se le ha confiado el cuidado de los siervos fieles de Dios de nuestros días. Esto significa que supervisa la predicación y produce publicaciones bíblicas, prepara el programa de las asambleas y nombra hermanos para que se encarguen de diferentes responsabilidades. También administra dinero y propiedades. Toda esta labor beneficia a “los sirvientes de la casa” (Mat. 24:45).
7 ¿Y quiénes son “los sirvientes de la casa”? En pocas palabras, son todos los que reciben el alimento espiritual. Al comienzo de los últimos días, todos “los sirvientes de la casa” eran ungidos. Más tarde, se les unió una gran muchedumbre de “otras ovejas” (Juan 10:16).
8 Durante la gran tribulación, cuando Jesús venga a juzgar y destruir a este mundo malvado, pondrá al esclavo “a cargo de todos sus bienes” (Mat. 24:46, 47). Quienes componen el esclavo fiel recibirán su recompensa cuando vayan al cielo, donde compartirán la autoridad de Jesús junto con el resto de los 144.000. Entonces ya no habrá un esclavo fiel y prudente en la Tierra; Jehová y Jesús nombrarán “príncipes”, que dirigirán a los súbditos del Reino mesiánico (Sal. 45:16).
POR QUÉ DEBEMOS TENER PRESENTES A QUIENES NOS DIRIGEN
9 Hay muchas razones para tener presentes a quienes nos dirigen y demostrar que confiamos en ellos. Encontramos una de esas razones en Hebreos 13:17. Allí, el apóstol Pablo dice: “Ellos están cuidando de ustedes y van a rendir cuentas por eso. Así, ellos lo harán felices y no con suspiros, porque esto los perjudicaría a ustedes”. De manera que estos hermanos nos cuidan y nos protegen en sentido espiritual, y por eso es esencial que seamos obedientes y sumisos cuando nos den instrucciones.
10 Encontramos otra razón en 1 Corintios 16:14, donde Pablo dice: “Háganlo todo con amor”. De modo que, cuando estos hermanos toman decisiones que afectan al pueblo de Dios, se basan en esta magnífica cualidad. Pablo dio esta descripción del amor: “El amor es paciente y bondadoso. El amor no es celoso. No presume, no es arrogante, no se porta de forma indecente, no busca sus propios intereses, no se irrita con facilidad. No lleva cuenta del daño. No se alegra por la injusticia, sino que se alegra con la verdad. Todo lo soporta, todo lo cree, todo lo espera, todo lo aguanta. El amor nunca falla” (1 Cor. 13:4-8). ¿Verdad que nos hace sentir seguros que el amor guíe las decisiones que toman estos hermanos? Y no olvidemos que la dirección que nos dan es una prueba del amor de Jehová.
Es esencial que seamos sumisos a los hombres que se preocupan por nuestro bienestar espiritual
11 En la actualidad, Jehová utiliza a hombres imperfectos para dirigir a su pueblo, igual que hizo en el siglo primero. Pero esto no nos extraña, porque en otras ocasiones se valió de hombres imperfectos para hacer su voluntad. Por ejemplo, le encargó a Noé que construyera un arca y que predicara que venía el Diluvio (Gén. 6:13, 14, 22; 2 Ped. 2:5). Comisionó a Moisés para que sacara a Israel de Egipto (Éx. 3:10). Usó a hombres para escribir la Biblia (2 Tim. 3:16; 2 Ped. 1:21). Por lo tanto, el hecho de que Dios utilice a hombres imperfectos para dirigir la obra de predicar no debilita nuestra confianza en su organización. Al contrario, la fortalece. ¿Por qué lo decimos? Porque, sin la ayuda de Jehová, esta organización no habría logrado tanto. El esclavo fiel ha pasado por muchas experiencias y dificultades, y en todos los casos ha demostrado que actúa dirigido por el espíritu de Dios. Y la parte visible de la organización de Jehová ha recibido muchísimas bendiciones en nuestros días. Por consiguiente, debemos confiar en ella y apoyarla incondicionalmente.
CÓMO DEMOSTRAMOS NUESTRA CONFIANZA
12 Los hermanos que tienen responsabilidades en la congregación demuestran que confían en Jehová y su organización cuando cumplen con entusiasmo las tareas que se les asignan (Hech. 20:28). Todos los proclamadores del Reino de Dios demostramos nuestra confianza cuando nos esforzamos por predicar de casa en casa, hacer revisitas y dar clases de la Biblia (Mat. 24:14; 28:19, 20). También la demostramos cuando aceptamos el alimento espiritual que el esclavo nos ofrece. ¿Cómo podemos aprovecharlo al máximo? Preparándonos para las reuniones y asistiendo a todas ellas, incluidas las asambleas. Además, en esas ocasiones disfrutamos de la compañía de nuestros hermanos, que nos animan y fortalecen (Heb. 10:24, 25).
13 Otra manera de mostrar confianza en la organización es haciendo donativos (Prov. 3:9, 10). Los siervos de Jehová respondemos de inmediato cuando nos enteramos de que nuestros hermanos necesitan ayuda material (Gál. 6:10; 1 Tim. 6:18). Lo hacemos porque los amamos, y estamos alerta a las oportunidades que se nos presentan de demostrar gratitud a Jehová y a su organización por todo lo que han hecho por nosotros (Juan 13:35).
14 Por último, demostramos confianza en la organización cuando apoyamos sus decisiones. Esto significa seguir con humildad las instrucciones de los hermanos que ocupan puestos de responsabilidad, como los superintendentes de circuito y los ancianos. Debemos ser obedientes a estos hermanos porque ellos también forman parte de quienes nos dirigen (Heb. 13:7, 17). Y debemos serlo incluso si no entendemos bien por qué toman algunas decisiones, pues sabemos que es lo mejor para nosotros. Obedecer a la organización de Dios y hacer lo que dice la Biblia prueba que reconocemos a Jesús como nuestro Amo. Si hacemos esto, Jehová nos bendecirá.
15 ¿Verdad que nos sobran razones para confiar en el esclavo fiel y prudente? Claro que sí. Satanás, el dios de este sistema, está haciendo todo lo que puede por manchar el nombre de Jehová y a su organización (2 Cor. 4:4). No caigamos en su trampa (2 Cor. 2:11). Él sabe que “le queda poco tiempo” antes de ser arrojado al abismo, y por eso está decidido a apartar de Jehová al mayor número posible de personas (Apoc. 12:12). Cuanto más se esfuerce el Diablo por apartarnos de Jehová, más tenemos que acercarnos a nuestro Dios. Por tanto, confiemos siempre en Jehová y en el medio que usa hoy para dirigir a su pueblo. Esto resultará en que seamos un pueblo unido.
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Cómo está organizada la congregación cristianaOrganizados para hacer la voluntad de Jehová
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CAPÍTULO 4
Cómo está organizada la congregación cristiana
“DIOS no es un Dios de desorden, sino de paz”. El apóstol Pablo declaró esta importante verdad sobre Dios en su primera carta a los cristianos de la ciudad de Corinto. También dijo que las reuniones tenían que celebrarse “de forma digna y ordenada” (1 Cor. 14:33, 40).
2 Al principio de esa misma carta, el apóstol habló de las diferencias de opinión que había en la congregación de Corinto. Animó a los hermanos a que estuvieran de acuerdo en lo que decían y a que estuvieran “completamente unidos en la misma mente y en la misma forma de pensar” (1 Cor. 1:10, 11). Luego, les dio consejos sobre diferentes asuntos que estaban rompiendo la unidad. Para ayudarlos a ver la necesidad de mantenerse unidos y cooperar unos con otros, Pablo comparó la congregación con el cuerpo humano. Dijo que todos los que formaban parte de la congregación, sin importar su función en ella, tenían que mostrarse cariño y preocuparse sinceramente por los demás (1 Cor. 12:12-26). Esto sería imposible si no estuvieran organizados de alguna forma.
3 Ahora bien, ¿qué tipo de organización sería la congregación cristiana? ¿Quién la organizaría? ¿Cómo estaría organizada? ¿Quiénes estarían a cargo de ella? La Biblia nos da las respuestas (1 Cor. 4:6).
UNA ORGANIZACIÓN TEOCRÁTICA
4 La congregación cristiana fue establecida hace unos dos mil años, el día del Pentecostés del año 33. ¿Qué tipo de organización era? Una teocracia, es decir, Dios (theós) la gobernaba (krátos).a El relato bíblico de lo que sucedió ese día no deja lugar a dudas: fue Dios quien fundó la congregación de cristianos ungidos (Hech. 2:1-47). La Biblia la llama edificio o familia de Dios (1 Cor. 3:9; Efes. 2:19). La congregación cristiana de nuestros días sigue el modelo de organización de la congregación del siglo primero.
La congregación cristiana de nuestros días sigue el modelo de organización de la congregación del siglo primero
5 Al principio, la congregación cristiana estaba formada por unos ciento veinte discípulos que recibieron el espíritu santo, como se había prometido en Joel 2:28, 29 (Hech. 2:16-18). Ese mismo día de Pentecostés, unas tres mil personas aceptaron la verdad sobre Jesús, se bautizaron y llegaron a ser parte de la congregación de cristianos ungidos. A partir de ese momento, “se dedicaron a aprender lo que enseñaban los apóstoles”. Jehová bendijo a la congregación, y esta no dejó de crecer (Hech. 2:41, 42, 47).
6 La congregación creció tanto en Jerusalén que el sumo sacerdote judío se quejó de que los discípulos habían llenado la ciudad con sus enseñanzas. Hasta algunos sacerdotes se hicieron discípulos y entraron en la congregación (Hech. 5:27, 28; 6:7).
7 Antes de volver al cielo, Jesús les dijo a sus discípulos: “Serán mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaria, y hasta la parte más lejana de la tierra” (Hech. 1:8). Y así fue. Después de la muerte de Esteban, estalló una gran persecución en la ciudad de Jerusalén, así que los cristianos que vivían allí se esparcieron por las regiones de Judea y Samaria. Pero siguieron predicando en los lugares adonde fueron, y muchas personas se hicieron creyentes, entre ellas algunas de Samaria (Hech. 8:1-13). Más adelante, los discípulos predicaron a gente de las naciones, es decir, a los que no eran judíos (Hech. 10:1-48). Gracias a toda esta labor, muchos se hicieron cristianos y se formaron congregaciones fuera de Jerusalén (Hech. 11:19-21; 14:21-23).
8 ¿Qué hizo Jehová para que estas nuevas congregaciones estuvieran organizadas y dirigidas de manera teocrática? Usó su espíritu santo para que se nombraran pastores que cuidaran del rebaño. Por ejemplo, Pablo y Bernabé nombraron ancianos en las congregaciones que visitaron durante su primer viaje misional (Hech. 14:23). Más tarde, cuando Pablo se reunió con los ancianos de Éfeso, les recordó algo importante. Según Lucas, dijo: “Cuídense ustedes mismos y cuiden del rebaño, del cual el espíritu santo los nombró superintendentes para pastorear la congregación de Dios, que él compró con la sangre de su propio Hijo” (Hech. 20:17, 28). Estos cristianos cumplían con los requisitos que se encontraban en las Escrituras, y por ello podían servir de ancianos en la congregación (1 Tim. 3:1-7). Pablo no era el único que podía nombrar ancianos. A uno de sus colaboradores, Tito, se le autorizó a hacer lo mismo en las congregaciones de Creta (Tito 1:5).
9 Los apóstoles y ancianos que estaban en Jerusalén seguían siendo los principales superintendentes de esta congregación internacional, que era cada vez mayor. Ellos formaban su cuerpo gobernante.
10 Cuando el apóstol Pablo escribió a los efesios, les explicó cómo mantener la unidad en la congregación. Tenían que colaborar con el espíritu de Dios y aceptar lealmente a Jesucristo como Cabeza. Además, les dijo que debían ser humildes y mantener “la unidad del espíritu”. Así podrían vivir en paz con los demás hermanos de la congregación (Efes. 4:1-6). Después, Pablo citó el Salmo 68:18 y explicó que Jehová había nombrado hombres con las cualidades espirituales necesarias para atender a la congregación como apóstoles, profetas, evangelizadores, pastores y maestros. Eran un regalo de Dios que fortalecería a la congregación y ayudaría a los hermanos a ser cristianos maduros que agradaran a Jehová (Efes. 4:7-16).
CÓMO ESTÁN ORGANIZADAS HOY LAS CONGREGACIONES
11 Las congregaciones de los testigos de Jehová de la actualidad están organizadas de manera parecida. Todas ellas forman una congregación mundial unida cuyo núcleo son los ungidos (Zac. 8:23). ¿Cómo es posible esa unidad? Gracias a Jesús. Tal como él prometió, ha ayudado a sus discípulos ungidos “todos los días hasta la conclusión del sistema”. En la actualidad, hay otras personas que también han llegado a formar parte de la congregación cristiana. Han aceptado las buenas noticias, han dedicado su vida a Jehová y se han bautizado (Mat. 28:19, 20; Mar. 1:14; Hech. 2:41). Estas son las “otras ovejas”. Ellas aceptan la autoridad de Jesucristo, “el pastor excelente”, y junto con los ungidos forman “un solo rebaño” (Juan 10:14, 16; Efes. 1:22, 23). Ambos grupos se mantienen unidos porque reconocen que Cristo es su Cabeza y obedecen al “esclavo fiel y prudente”, a quien él ha nombrado para cuidar de su pueblo. Nunca olvidemos lo importante que es confiar totalmente en este esclavo (Mat. 24:45).
LAS ENTIDADES LEGALES
12 Se han creado algunas entidades legales para dar alimento espiritual al tiempo debido. También sirven para ayudarnos a predicar las buenas noticias del Reino por toda la Tierra antes de que venga el fin. Estas entidades colaboran entre sí y son reconocidas legalmente en diversos países.
LAS SUCURSALES
13 Por todo el mundo se han abierto sucursales que supervisan la predicación en uno o más países. En cada una de ellas se establece un Comité de Sucursal, compuesto por tres o más ancianos, uno de los cuales sirve de coordinador.
14 En el territorio de cada sucursal, las congregaciones están organizadas en circuitos. El tamaño de estos circuitos depende de la cantidad de congregaciones que hay en el territorio y de factores geográficos y lingüísticos. Para atender las necesidades de cada circuito, se nombra un superintendente. La sucursal les explica a estos hermanos cómo cumplir con sus responsabilidades.
15 Las congregaciones respetan y aceptan cómo ha organizado Jehová a su pueblo. Reciben con agrado el nombramiento de ancianos, que supervisan la obra en las sucursales, en los circuitos y en cada congregación. También se dan cuenta de que dependen del alimento espiritual que el esclavo fiel y prudente da al tiempo debido. Por su parte, este esclavo respeta profundamente la autoridad de Cristo, trabaja de acuerdo con los principios bíblicos y sigue la dirección del espíritu santo. Como todos servimos a Dios unidos, disfrutamos de bendiciones como las que tuvieron las congregaciones del siglo primero, que “continuaron haciéndose firmes en la fe y creciendo día tras día” (Hech. 16:5).
a Estas dos palabras aparecen traducidas como “Dios” y “poder” en 1 Pedro 5:10, 11 en La Biblia. Traducción del Nuevo Mundo.
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Superintendentes que pastorean el rebañoOrganizados para hacer la voluntad de Jehová
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CAPÍTULO 5
Superintendentes que pastorean el rebaño
CUANDO Jesús estuvo en la Tierra, demostró que era “el pastor excelente” (Juan 10:11). Al ver a las multitudes que lo seguían, se conmovió profundamente, “porque estaban maltratadas y abandonadas como ovejas sin pastor” (Mat. 9:36). Él era muy diferente de los líderes religiosos de Israel, que habían sido muy malos pastores. Habían abandonado al rebaño, y por eso estaba desatendido y hambriento espiritualmente (Ezeq. 34:7, 8). En cambio, Jesús les enseñó muchas cosas a las ovejas, y se interesó tanto por ellas que hasta dio su vida para salvarlas. Pedro y los demás apóstoles observaron el gran cariño con que Jesús trataba a la gente, y su buen ejemplo les enseñó a ayudar a las personas a volver a Jehová, el “pastor y superintendente de sus almas” (1 Ped. 2:25).
2 En una ocasión, Jesús le recordó a Pedro que era muy importante alimentar y pastorear a las ovejas (Juan 21:15-17). Pedro nunca olvidó esa lección. Tiempo después, él mismo les recordó lo siguiente a los ancianos: “Pastoreen el rebaño de Dios que está a su cuidado, sirviendo de superintendentes; no lo hagan por obligación, sino de buena gana ante Dios; tampoco lo hagan por amor a ganancias deshonestas, sino con empeño, ni lo hagan actuando como si fueran los amos de los que son la herencia de Dios, sino convirtiéndose en ejemplos para el rebaño” (1 Ped. 5:1-3). Los superintendentes de nuestros días también hacen caso de estos consejos. Al igual que Jesús, se entregan al rebaño de todo corazón y lo dirigen en el servicio a Dios (Heb. 13:7).
Al igual que Jesús, los ancianos se entregan al rebaño de todo corazón y lo dirigen en el servicio a Dios
3 Tenemos muchas razones para estar agradecidos por contar en las congregaciones con superintendentes nombrados por espíritu. Una de ellas es que nos animan y nos dan atención personal. Otra es que se encargan de dirigir las reuniones, en las que recibimos alimento espiritual (Rom. 12:8). Una tercera razón es que contribuyen a nuestra seguridad, pues nos protegen de cosas o personas que podrían hacernos daño (Is. 32:2; Tito 1:9-11). Además, nos animan a predicar todos los meses dándonos ellos mismos un buen ejemplo (Heb. 13:15-17). No cabe duda de que estos hombres son un regalo de Jehová para edificar a la congregación (Efes. 4:8, 11, 12).
LOS REQUISITOS BÍBLICOS
4 Jehová desea que la congregación reciba el cuidado debido, y por ese motivo puso en su Palabra los requisitos que deben satisfacer los superintendentes. De los hombres que cumplen estos requisitos se puede decir que han sido nombrados por espíritu santo (Hech. 20:28). Es cierto que los requisitos bíblicos son elevados, pero también es cierto que ser superintendente es una responsabilidad seria. Ahora bien, los requisitos no son tan elevados que no los puedan llenar los cristianos que de verdad aman a Dios y que están dispuestos a hacer lo que él les pida. Lo que debe ser evidente es que estos hombres ponen en práctica los consejos bíblicos en todo aspecto de su vida.
Jehová desea que la congregación reciba el cuidado debido, y por eso puso en su Palabra los requisitos que deben satisfacer los superintendentes
5 La Biblia nos indica cuáles son los requisitos básicos que debe cumplir un superintendente. Se encuentran en la primera carta que el apóstol Pablo escribió a Timoteo y en su carta a Tito. En 1 Timoteo 3:1-7 leemos: “Si un hombre está esforzándose por ser superintendente, desea una labor muy buena. Por lo tanto, el superintendente debe ser irreprochable, esposo de una sola mujer y moderado en sus hábitos; debe tener buen juicio, ser ordenado y hospitalario, y estar capacitado para enseñar. No debe ser borracho ni violento, sino razonable. No debe ser conflictivo ni amar el dinero. Debe ser un hombre que dirija bien a su familia y que tenga a sus hijos en sujeción a él con toda seriedad (porque, si un hombre no sabe dirigir a su propia familia, ¿cómo cuidará de la congregación de Dios?). No debe ser un hombre recién convertido, para que no se llene de orgullo y reciba la misma condena que recibió el Diablo. Además, debe tener una buena reputación entre la gente de afuera, para que no se le pueda reprochar nada y no caiga en una trampa del Diablo”.
6 A Tito le escribió lo siguiente: “Te dejé en Creta para que corrigieras las cosas defectuosas y nombraras ancianos en cada ciudad, de acuerdo con las instrucciones que te di: el anciano debe ser un hombre libre de acusación, esposo de una sola mujer y con hijos creyentes a los que no se les pueda acusar de desenfreno ni de rebeldía. Porque, como mayordomo de Dios, el superintendente debe estar libre de acusación, y no debe ser terco ni enojarse con facilidad, no debe ser borracho ni violento, ni debe codiciar ganancias deshonestas. Más bien, debe ser hospitalario, amar lo que es bueno, tener buen juicio, ser justo y leal, y tener autocontrol. Debe aferrarse a la fiel palabra en lo relacionado con su arte de enseñar, para que pueda animar a otros con la enseñanza sana y censurar a los que la contradicen” (Tito 1:5-9).
7 Algunos cristianos podrían pensar que estos requisitos son demasiado difíciles. Pero, en vez de desanimarse, deberían esforzarse por cumplirlos. Además, cuando muestren estas buenas cualidades, otros hermanos de la congregación se sentirán animados a imitarlos. Al escribir sobre estos hombres que Jehová ha dado como un regalo a la congregación, Pablo dijo que Dios lo hizo “para corregir a los santos, para la obra ministerial y para edificar el cuerpo del Cristo hasta que todos estemos unidos en la fe y en el conocimiento exacto del Hijo de Dios, hasta que tengamos la madurez de un hombre adulto y alcancemos la estatura plena del Cristo” (Efes. 4:8, 12, 13).
8 Los superintendentes no son jovencitos ni recién convertidos, sino que tienen experiencia en la vida cristiana. Tienen un conocimiento y una comprensión profundos de las Escrituras, y aman sinceramente a la congregación. Son valientes y no les da miedo corregir a quienes actúan mal, protegiendo así a las ovejas de los que tratan de aprovecharse de ellas (Is. 32:2). La congregación ve claramente que son hombres con madurez espiritual que se preocupan sinceramente por el rebaño de Dios.
9 Quienes deseen ser superintendentes deben mostrar sabiduría en su vida. Los que están casados obedecen las normas cristianas sobre el matrimonio, es decir, tienen una sola esposa y dirigen bien a su familia. Si tienen hijos creyentes, que están en sujeción a ellos con toda seriedad, a los que no se puede acusar de desenfreno ni de rebeldía, la congregación les pedirá con confianza consejos sobre la vida de familia y el vivir cristiano. El superintendente es irreprochable, está libre de acusación y tiene buena reputación, incluso entre la gente de afuera. Nadie puede acusarlo justificadamente de haber hecho algo que manche el nombre de la congregación. Además, no debe haber sido censurado recientemente por algún pecado grave. Por lo tanto, los hermanos de la congregación se sienten seguros, porque saben que su bienestar espiritual está en buenas manos, y desean imitar su buen ejemplo (1 Cor. 11:1; 16:15, 16).
10 Hombres como estos realizan una labor parecida a la de los ancianos del antiguo Israel. Ellos eran hombres “sabios, prudentes y experimentados” (Deut. 1:13). Los ancianos son humanos imperfectos, pero tanto fuera como dentro de la congregación se les conoce como hombres de principios y temerosos de Dios, que han demostrado durante cierto tiempo que viven de acuerdo con los principios divinos (Rom. 3:23). Su conducta intachable les permite hablar a la congregación con franqueza.
11 Estos hombres son moderados en sus hábitos y no esperan demasiado de los demás. En lugar de ser fanáticos o extremistas, son equilibrados y tienen autocontrol. Son moderados en campos como el entretenimiento, las aficiones, la comida y la bebida. Si consumen alcohol, lo hacen con prudencia, de manera que no se les pueda acusar de beber en exceso ni de ser borrachos. Quien bebe demasiado pierde con facilidad el control, y en ese estado no puede atender la espiritualidad de la congregación.
12 Para cuidar de la congregación, el superintendente debe ser ordenado. Tiene buenos hábitos, y eso se nota en su apariencia, su casa y sus actividades diarias. No deja siempre las cosas para el último momento, sino que es previsor. Además, respeta los principios de la Biblia.
13 El superintendente tiene que ser razonable. Debe ser capaz de colaborar con los demás ancianos de la congregación. Tiene una opinión realista de sí mismo y no exige demasiado de otros. Como es una persona razonable, no cree que su opinión siempre sea más acertada que la de los demás ancianos. Reconoce que le faltan cualidades que otros tienen. Basa sus conclusiones en la Biblia y trata de imitar el ejemplo de Jesucristo (Filip. 2:2-8). El anciano no es conflictivo ni violento, sino que respeta a los demás y los considera superiores. Tampoco es terco: no se obstina en que siempre se hagan las cosas como él dice. No se enoja con facilidad, sino que es una persona pacífica.
14 Quien sirve de superintendente tiene buen juicio. Esto significa que sabe mantener la calma en situaciones difíciles, y no es impulsivo ni juzga las cosas de manera precipitada. Alguien que tiene buen juicio comprende bien los principios divinos y sabe usarlos. Es una persona que escucha los consejos, sigue las instrucciones y no es hipócrita.
15 Pablo le recordó a Tito que el superintendente debe amar lo que es bueno y ser justo y leal. Estas cualidades se reflejan en cómo trata a los demás y en su postura firme a favor de lo que es bueno. Siempre respeta y obedece los justos principios de Jehová, y nada ni nadie puede acabar con la devoción que siente por él. Sabe guardar secretos. Además, es hospitalario, un hombre dispuesto a dar de sí mismo y a usar sus bienes para ayudar a otras personas (Hech. 20:33-35).
16 Un buen superintendente está capacitado para enseñar. En su carta a Tito, Pablo dijo que tiene que “aferrarse a la fiel palabra en lo relacionado con su arte de enseñar, para que pueda animar a otros con la enseñanza sana y censurar a los que la contradicen” (Tito 1:9). Sabe razonar con otros, presentar pruebas y responder a las objeciones. Utiliza las Escrituras para convencer y para fortalecer la fe de los demás. Enseña “en tiempos buenos y en tiempos difíciles” (2 Tim. 4:2). Tiene la paciencia que hace falta para corregir con apacibilidad a quien ha cometido un error, así como para ayudar a quien tiene dudas y motivarlo a servir a Jehová con fe. Es un buen maestro en la plataforma o a nivel individual.
17 Es importante que los ancianos prediquen con entusiasmo. Debe ser evidente que se esfuerzan por imitar a Jesús también en este campo. Él consideraba una prioridad predicar las buenas noticias y se interesó por ayudar a sus discípulos a ser buenos evangelizadores (Mar. 1:38; Luc. 8:1). Al igual que Jesús, los ancianos hacen todo lo posible por dedicar tiempo al ministerio a pesar de llevar vidas muy ocupadas, y eso impulsa a los demás a mostrar el mismo entusiasmo. Y, cuando los ancianos salen a predicar con su familia y con otros hermanos, el resultado es que se animan los unos a los otros (Rom. 1:11, 12).
18 Podría parecer que se espera mucho de los ancianos. Por supuesto, nadie puede cumplir a la perfección estos elevados requisitos, pero ningún anciano debería tener una deficiencia grave en alguno de estos campos. Algunos ancianos destacarán en unas cualidades y otros en otras. Así, el cuerpo de ancianos en conjunto contará con las cualidades necesarias para cuidar bien a la congregación de Dios.
19 Cuando el cuerpo de ancianos recomiende a un hermano para que sea superintendente, tendrá en cuenta el siguiente consejo del apóstol Pablo: “Le digo a cada uno de ustedes que no piense de sí mismo más de lo que debe pensar, sino que piense de un modo que demuestre buen juicio, según la medida de fe que Dios le haya dado” (Rom. 12:3). Los ancianos deben pensar que los demás son superiores a ellos. Ninguno debe ser “demasiado justo” cuando analice si otro hermano llena los requisitos para ser anciano (Ecl. 7:16). Entender bien los requisitos para los superintendentes les permitirá determinar si un hermano los cumple a un grado razonable. Cuando los ancianos hagan una recomendación, demostrarán que respetan las justas normas divinas y se interesan por la congregación si no son hipócritas y no tienen prejuicios, y recuerdan que todos somos imperfectos. Le pedirán a Jehová que los guíe con su espíritu y analizarán con cuidado si el hermano cumple con los requisitos bíblicos. Recomendar a un hermano como superintendente es una importante responsabilidad, y por eso los ancianos deben seguir el consejo de Pablo: “Nunca te apresures a imponerle las manos a ningún hombre” (1 Tim. 5:21, 22).
PRODUCEN EL FRUTO DEL ESPÍRITU
20 Los ancianos dan prueba de que los dirige el espíritu santo al manifestar su fruto. Pablo dice cuáles son los nueve aspectos de este fruto: “amor, felicidad, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fe, apacibilidad, autocontrol” (Gál. 5:22, 23). Los ancianos que tienen estas cualidades animan y consuelan a los hermanos de la congregación y los ayudan a servir unidos a Jehová. Su conducta y los buenos resultados de su labor demuestran que han sido nombrados por espíritu santo (Hech. 20:28).
PROMUEVEN LA UNIDAD
21 Es fundamental que los ancianos cooperen para fomentar la unidad en la congregación. Aunque tienen personalidades muy diferentes, mantendrán la unidad entre ellos si se escuchan con respeto, sin importar si están de acuerdo o no. Siempre que no se viole ningún principio bíblico, todos estarán dispuestos a ceder y dar su apoyo a la decisión final que tome el cuerpo de ancianos. La persona que está dispuesta a ceder demuestra que se deja guiar por “la sabiduría de arriba”, que es “pacífica y razonable” (Sant. 3:17, 18). Ningún anciano debe pensar que es superior a los demás ni debe tratar de dominarlos. Los ancianos trabajan unidos por el bien de la congregación. Al hacerlo, están de hecho colaborando con Jehová (1 Cor., cap. 12; Col. 2:19).
ESFUÉRCESE POR CUMPLIR CON LOS REQUISITOS
22 Quien desea ser superintendente tiene que esforzarse por cumplir con los requisitos bíblicos. Este deseo es una muestra de madurez espiritual (1 Tim. 3:1). Sin embargo, ser anciano implica trabajo y sacrificio. Significa estar dispuesto a atender las necesidades de los hermanos y cuidar de su espiritualidad.
CUANDO CAMBIAN LAS CIRCUNSTANCIAS
23 Un anciano que ha servido fielmente durante años tal vez ya no pueda atender sus responsabilidades como antes por culpa de la mala salud, la edad u otros motivos. No obstante, se le debe respetar y ver como un anciano. No es necesario que renuncie por estas razones. Sigue mereciendo la honra que se les debe a los ancianos que se esfuerzan al máximo por cuidar del rebaño.
24 Ahora bien, si él cree que sus nuevas circunstancias limitan lo que puede hacer y piensa que lo mejor para él es renunciar, puede hacerlo (1 Ped. 5:2). Pero los hermanos deben seguir respetándolo, pues es alguien muy valioso para la congregación, aunque ya no tenga las responsabilidades de un anciano.
RESPONSABILIDADES EN LA CONGREGACIÓN
25 Los ancianos ocupan varios puestos de responsabilidad en la congregación: coordinador del cuerpo de ancianos, secretario, superintendente de servicio, conductor del Estudio de La Atalaya y superintendente de la reunión Vida y Ministerio. Además, muchos ancianos son superintendentes de grupo. Estas responsabilidades se asignan por tiempo indefinido. Desde luego, si uno de ellos cambia de congregación, no puede atender sus responsabilidades por problemas de salud o deja de ser anciano porque ya no cumple con los requisitos bíblicos, se escogerá a otro anciano para cubrir su puesto. Es posible que un superintendente tenga que encargarse de más de una responsabilidad si no hay suficientes ancianos en la congregación. Esto dejará de ser necesario cuando se nombre a más ancianos.
26 El coordinador del cuerpo de ancianos preside las reuniones de los ancianos. Colabora con humildad con sus compañeros en el cuidado del rebaño de Dios (Rom. 12:10; 1 Ped. 5:2, 3). Sabe organizar los asuntos de la congregación y cumple bien con su labor de anciano y coordinador (Rom. 12:8).
27 El secretario tiene a su cargo los archivos de la congregación e informa a los demás ancianos de asuntos importantes. Si fuera necesario, podría designarse a otro anciano o a un siervo ministerial competente para que lo ayude.
28 El superintendente de servicio se ocupa de todos los asuntos relacionados con la predicación. Además, dedica un fin de semana al mes a visitar a cada uno de los grupos para el servicio del campo. En las congregaciones donde hay pocos grupos, tal vez los visite dos veces al año. ¿Qué hace él en esta visita? Dirige las reuniones para el servicio del campo, predica con los publicadores y los ayuda con sus revisitas y cursos bíblicos.
LOS SUPERINTENDENTES DE GRUPO
29 Servir de superintendente de grupo es un privilegio muy especial. Sus responsabilidades son las siguientes: 1) interesarse activamente en la espiritualidad de los publicadores del grupo; 2) ayudarlos a que sean regulares en la predicación, disfruten de ella y sean productivos, y 3) ayudar a los siervos ministeriales del grupo a que se pongan la meta de servir más en la congregación y la alcancen. El cuerpo de ancianos determinará quiénes podrán cumplir mejor estas responsabilidades.
30 En vista de lo que tiene que hacer el superintendente de grupo, los ancianos se encargarán de esta labor. Si no hay suficientes, nombrarán a un siervo ministerial con las cualidades necesarias para que sea el siervo de grupo hasta que un anciano pueda hacerse cargo. Se le llama siervo de grupo porque no es un superintendente de la congregación, sino que atiende esta responsabilidad bajo la dirección de los ancianos.
31 Es importante que el superintendente de grupo sea un buen ejemplo en la predicación. Su regularidad, celo y entusiasmo animan a los demás componentes del grupo. Ya que trabajar juntos los anima y beneficia, conviene tener un horario de predicación que sea práctico para la mayoría (Luc. 10:1-16). Por lo general, el superintendente dirige la reunión para el servicio del campo y organiza a los publicadores. También se asegura de que tengan suficiente territorio donde predicar. Cuando no pueda dirigir el grupo, le pedirá a otro anciano o a un siervo ministerial que lo haga. En caso de que no haya ninguno disponible, se lo pedirá a un publicador competente.
32 El superintendente de grupo lo organiza todo para recibir la visita del superintendente de servicio. Le informa al grupo y genera entusiasmo en los hermanos, recordándoles cómo los beneficia esta visita. Todos la apoyarán con entusiasmo si están al tanto de los planes que se han hecho.
33 Los grupos para la predicación son pequeños a fin de que el superintendente pueda conocer bien a todos los que pertenecen a su grupo. Él es un pastor amoroso que se interesa profundamente por cada uno de ellos. Se esfuerza por ayudarlos y animarlos a salir a la predicación y a asistir a las reuniones y participar en ellas. Hace lo posible por lograr que todos permanezcan firmes espiritualmente. Algunos en especial pueden beneficiarse de su ayuda. A los enfermos o deprimidos les hará bien una visita. A otros, las palabras de ánimo y los buenos consejos pueden motivarlos a alcanzar otros privilegios que les permitan ser más útiles en la congregación. Es lógico que el superintendente de grupo ponga especial atención en quienes componen su grupo, pero como anciano y pastor se preocupa por toda la congregación y está listo para ayudar a quien lo necesite (Hech. 20:17, 28).
34 El superintendente de grupo recoge los informes de predicación de su grupo y se los entrega al secretario. Los publicadores colaboran con su superintendente entregando a tiempo los informes al final de cada mes. Pueden dárselos directamente a él o depositarlos en la caja designada del Salón del Reino.
EL COMITÉ DE SERVICIO DE LA CONGREGACIÓN
35 El comité de servicio está formado por el coordinador, el secretario y el superintendente de servicio. Se encarga, entre otras cosas, de aprobar el uso del Salón del Reino para bodas y funerales, y asignar a los publicadores a un grupo de predicación. También aprueba solicitudes como la de precursor auxiliar y regular. El comité de servicio cumple sus funciones bajo la dirección del cuerpo de ancianos.
36 La sucursal indica las tareas específicas del comité de servicio, el conductor del Estudio de La Atalaya, el superintendente de la reunión Vida y Ministerio y el resto de los ancianos.
37 El cuerpo de ancianos de la congregación se reúne cuatro veces al año para tratar asuntos relacionados con el progreso espiritual de la congregación. Además de la reunión que tienen durante la visita del superintendente de circuito, los ancianos se reúnen unos tres meses después de cada visita. Claro está, pueden reunirse siempre que sea necesario.
SUMISOS AL ORDEN TEOCRÁTICO
38 Como ya dijimos, los superintendentes son imperfectos. Pero Jehová nos manda que seamos sumisos a ellos, porque ese es el orden que ha establecido. Los ancianos lo representan en este orden teocrático, y él les pedirá cuentas de sus actos. Hebreos 13:17 dice: “Sean obedientes y sumisos a los que los dirigen, porque ellos están cuidando de ustedes y van a rendir cuentas por eso. Así, ellos lo harán felices y no con suspiros, porque esto los perjudicaría a ustedes”. Jehová usa el espíritu santo para nombrar a los superintendentes, y lo usará para quitarlos de ese puesto si no demuestran el fruto del espíritu y su vida deja de estar a la altura de lo que se espera de un anciano.
39 ¿Verdad que valoramos que los superintendentes de la congregación trabajen duro y nos den un excelente ejemplo? Su labor a favor de la congregación hace que servir a Dios sea más fácil y nos resulte más agradable. El apóstol Pablo les dio este consejo a los cristianos de Tesalónica: “Ahora, hermanos, les pedimos que les muestren respeto a los que trabajan duro entre ustedes, los dirigen en el Señor y los aconsejan. Demuestren tenerlos en muy alta estima y trátenlos con amor por el trabajo que hacen” (1 Tes. 5:12, 13). Además, en la primera carta que le escribió a Timoteo, Pablo le dijo cuál era la actitud hacia los ancianos que deberían tener quienes forman parte de la congregación: “Que los ancianos que dirigen bien la congregación sean considerados dignos de doble honra, especialmente los que trabajan duro hablando y enseñando” (1 Tim. 5:17).
OTRAS RESPONSABILIDADES EN LA ORGANIZACIÓN
40 A algunos ancianos se les escoge para que sirvan en los Grupos de Visita a Pacientes. A otros, para que formen parte de los Comités de Enlace con los Hospitales. Los hermanos de estos comités visitan los hospitales y hablan con los médicos para recomendar una mayor utilización de los tratamientos sin sangre con los testigos de Jehová. Otros superintendentes apoyan la obra del Reino colaborando en la construcción y el mantenimiento de Salones del Reino y Salones de Asambleas o sirviendo en los comités de las asambleas. Todos tenemos “en alta estima” a estos hermanos tan trabajadores, que voluntariamente dedican tiempo y energías a servir a los demás (Filip. 2:29).
LOS SUPERINTENDENTES DE CIRCUITO
41 El Cuerpo Gobernante nombra a ancianos capaces para que sirvan de superintendentes de circuito. La sucursal les asigna las congregaciones que visitarán, por lo general, dos veces al año. Los superintendentes de circuito también visitan con cierta frecuencia a los precursores que están en lugares aislados. Preparan un programa de visitas y avisan con suficiente antelación a las congregaciones para que estas se beneficien al máximo.
42 El coordinador del cuerpo de ancianos se encarga de que todo esté listo para la visita. Así, esta fortalecerá la fe de todos (Rom. 1:11, 12). Cuando recibe más información sobre la visita y sobre las necesidades del superintendente de circuito y de su esposa, el coordinador se comunica con otros hermanos para conseguir alojamiento y otras cosas necesarias. Se encarga de informar a todos, incluido el superintendente de circuito, de los preparativos que se han hecho.
43 El superintendente de circuito se comunicará con el coordinador para hablar sobre el horario de las reuniones, incluidas las reuniones para la predicación. Se programarán siguiendo las sugerencias del superintendente y las instrucciones de la sucursal. Todos deben saber con antelación dónde y cuándo se celebrarán las reuniones de congregación, así como la reunión con los precursores, la reunión con los ancianos y siervos ministeriales, y las salidas para predicar.
44 El coordinador del cuerpo de ancianos se asegura de que el superintendente reciba con antelación los formularios Registro de publicador de la congregación, los de asistencia a las reuniones, los registros de territorios y la contabilidad de la congregación. El martes por la tarde, el superintendente revisa estos documentos y ve si es necesario ayudar a los hermanos que se encargan de mantenerlos. Este análisis también le permite ver posibles necesidades de la congregación.
45 Durante la semana de la visita, el superintendente aparta tiempo para conversar con los hermanos en las reuniones, en la predicación, en las comidas y en otras ocasiones. Cuando se reúne con los ancianos y los siervos ministeriales, los anima y les da consejos basados en la Biblia que los ayuden a pastorear el rebaño (Prov. 27:23; Hech. 20:26-32; 1 Tim. 4:11-16). También se reúne con los precursores para animarlos y ayudarlos a enfrentarse a los problemas que pudieran tener para cumplir su labor.
46 Cuando haya otros asuntos que requieran atención, el superintendente de circuito hará lo posible durante la visita para ayudar a resolverlos. Si esos asuntos no se pueden dar por terminados durante esa semana, el superintendente indicará a los ancianos o a otros hermanos implicados cómo encontrar lo que la Biblia dice sobre el tema. Si es necesario que la sucursal dé seguimiento al asunto, el superintendente y los ancianos le enviarán un informe detallado.
47 El superintendente de circuito asiste a las reuniones de la congregación que está visitando. Estas pueden sufrir cambios de acuerdo con las instrucciones de la sucursal. Da discursos para animar, motivar, instruir y fortalecer a la congregación. Trata de hacer que el amor de los hermanos por Jehová, Jesucristo y la organización sea más fuerte.
48 Uno de los objetivos de la visita es animar a los hermanos a predicar con entusiasmo y darles sugerencias prácticas. Por eso, invitar al superintendente o a su esposa a hacer revisitas o dar un curso bíblico puede hacer mucho bien. Cualquiera que lo desee puede solicitar que lo acompañen en el ministerio. Por otro lado, es posible que muchos publicadores puedan organizar sus actividades a fin de salir más a predicar durante esa semana e incluso hacer el precursorado auxiliar. Todos los esfuerzos que se hagan para apoyar la predicación durante la semana de la visita son muy valiosos (Prov. 27:17).
49 Se organizan dos asambleas de circuito al año. A una de ellas, la sucursal envía a un representante, que será el orador visitante. El superintendente de circuito es el responsable de la organización de estas asambleas. Nombra al superintendente de asamblea y al superintendente auxiliar. Ellos lo ayudan a organizar la asamblea, lo que le permite concentrarse en la supervisión del programa. El superintendente de circuito también asigna a otros hermanos para que se encarguen de los diversos departamentos. Además, se encarga de que periódicamente se haga una auditoría de la contabilidad del circuito. A veces, los circuitos se dividen en secciones debido a las distancias o a que no hay locales del tamaño adecuado. Cada sección tiene su propia asamblea.
50 El superintendente de circuito envía su informe de predicación mensual a la sucursal. También puede enviar un informe de los gastos básicos que haya tenido y que no haya cubierto la congregación que ha visitado, como transporte, alimentación, hospedaje o cualquier otra cosa necesaria para cumplir con su labor. Jesús les prometió a quienes pusieran el Reino en primer lugar que nunca les faltaría lo necesario, y los superintendentes viajantes confían plenamente en esa promesa (Luc. 12:31). Por su parte, las congregaciones no deben olvidar el privilegio que tienen de ser hospitalarias con estos hermanos (3 Juan 5-8).
EL COMITÉ DE SUCURSAL
51 Las sucursales de los testigos de Jehová cuentan con un Comité de Sucursal, integrado por tres o más hermanos maduros y espirituales. Uno de ellos sirve de coordinador. Este comité supervisa la predicación en el territorio que está bajo su jurisdicción, que puede consistir en uno o más países.
52 El Comité de Sucursal cuida de las congregaciones que están en su territorio. ¿De qué maneras? Organiza congregaciones y circuitos para atender las necesidades del territorio y que se predique en todas partes. Se interesa por la actividad de los misioneros y de los precursores especiales, regulares y auxiliares. Programa las asambleas y asigna a quienes sirven en ellas, y así todas las cosas se hacen “de forma digna y ordenada” (1 Cor. 14:40).
53 En algunos países, la obra está a cargo de una sucursal que está en otro país. A veces se nombra un Comité de País en esos lugares. Este comité puede supervisar mejor la obra en su propio país. Atiende el Hogar Betel y las oficinas, la correspondencia y los informes, y las actividades del campo en general. El Comité de País y el Comité de Sucursal trabajan juntos a favor del Reino.
54 El Cuerpo Gobernante nombra a los hermanos que sirven en estos dos comités.
REPRESENTANTES DE LA CENTRAL MUNDIAL
55 Cada cierto tiempo, el Cuerpo Gobernante envía representantes de la central mundial a las sucursales. El objetivo principal de estas visitas es animar a la familia Betel y ayudar al Comité de Sucursal a resolver cualquier problema o situación que se pueda presentar en la obra de predicar. El representante también se reúne con algunos superintendentes de circuito y cada cierto tiempo con los misioneros que sirven en el campo. En esas ocasiones, conversa con ellos sobre sus problemas y necesidades, y les da ánimo para que sigan dedicándose a la importantísima labor de predicar el Reino y hacer discípulos.
56 Al representante de la central mundial le interesa mucho lo que se está logrando en la predicación y en las congregaciones. Si el tiempo se lo permite, puede visitar las oficinas remotas de traducción. También, en la medida de lo posible, sale a predicar durante la visita.
Aceptar la guía de los superintendentes que pastorean el rebaño nos permite estar unidos a Cristo, Cabeza de la congregación
UNA PRUEBA DEL AMOR DE JEHOVÁ
57 No cabe duda de que el duro trabajo y el amor con que nos cuidan estos hermanos maduros nos beneficia mucho. Aceptar la guía de estos superintendentes nombrados para pastorear el rebaño nos permite estar unidos a Cristo, Cabeza de la congregación (1 Cor. 16:15-18; Efes. 1:22, 23). Como resultado, las congregaciones de todo el mundo prosperan gracias a la guía de la Palabra de Dios y de su espíritu (Sal. 119:105).
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Los siervos ministeriales prestan servicios valiososOrganizados para hacer la voluntad de Jehová
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CAPÍTULO 6
Los siervos ministeriales prestan servicios valiosos
EN SU carta a los filipenses, el apóstol Pablo escribió lo siguiente: “De Pablo y Timoteo, esclavos de Cristo Jesús, a todos los santos que están en unión con Cristo Jesús en Filipos junto con los superintendentes y siervos ministeriales” (Filip. 1:1). Observamos que en su saludo a la congregación incluyó a los siervos ministeriales. Su servicio valioso era un gran apoyo para los ancianos. Hoy también los siervos ministeriales ayudan mucho a los ancianos y contribuyen a que las congregaciones funcionen bien.
2 ¿Conocemos a los siervos ministeriales de nuestra congregación? ¿Sabemos qué servicios prestan y cómo nos ayudan? Jehová valora mucho la labor de estos cristianos, tal como indicó Pablo: “Los hombres que realizan bien su servicio están consiguiendo una buena reputación y gran libertad para hablar sobre la fe que está en Cristo Jesús” (1 Tim. 3:13).
LOS REQUISITOS BÍBLICOS PARA LOS SIERVOS MINISTERIALES
3 Pablo indicó a Timoteo cuáles eran los requisitos que debían llenar los siervos ministeriales. Escribió: “Igualmente, los siervos ministeriales deben ser serios; no deben ser de lengua doble ni beber mucho vino ni codiciar ganancias deshonestas, sino que deben aferrarse al secreto sagrado de la fe con una conciencia limpia. Además, que primero se ponga a prueba su capacidad; entonces, al estar libres de acusación, que sirvan como ministros. Que los siervos ministeriales sean esposos de una sola mujer y dirijan bien a sus hijos y a sus propias familias” (1 Tim. 3:8-10, 12). Como vemos, son requisitos elevados. Se espera que estos hombres lleven una vida cristiana, que sean responsables y que cumplan debidamente con sus asignaciones. De esta manera, no se puede acusar a la congregación de utilizar a hombres inadecuados para ocupar puestos de responsabilidad.
4 Sin importar su edad, los siervos ministeriales predican con entusiasmo todos los meses. Imitan así el celo de Jesús y el interés de Jehová por la salvación de la humanidad (Is. 9:7).
5 Los siervos ministeriales son ejemplares en su manera de arreglarse y hablar, en su actitud y en su conducta. Su buen juicio les gana el respeto de otros. Además, se toman en serio su relación con Jehová y las responsabilidades que reciben en la congregación (Tito 2:2, 6-8).
6 Como dijo Pablo, la capacidad de estos hombres se ha puesto a prueba. Esto significa que ya han demostrado ser hombres dedicados que ponen el Reino en primer lugar y que se esfuerzan por servir en lo que haga falta. Son, sin duda, ejemplos dignos de imitar (1 Tim. 3:10).
LOS SERVICIOS QUE PRESTAN
7 El cuerpo de ancianos decide qué asignación atenderá cada siervo ministerial teniendo en cuenta sus habilidades y las necesidades de la congregación. Gracias a que los siervos ministeriales prestan estos servicios necesarios, los ancianos pueden dedicar más tiempo a la enseñanza y el pastoreo.
Gracias a que los siervos ministeriales prestan servicios necesarios, los ancianos pueden dedicar más tiempo a la enseñanza y el pastoreo
8 Veamos cuáles son algunas de sus asignaciones. Algunos se encargan de las publicaciones que usamos en casa y en el ministerio. Otros, de los micrófonos, la contabilidad, los territorios y el sonido, o sirven de acomodadores. La limpieza y el mantenimiento del Salón del Reino requieren mucho trabajo, y los siervos ministeriales suelen encargarse de ello. Además, los ancianos pueden pedirles que colaboren en otros asuntos.
9 En algunas congregaciones, hay suficientes siervos ministeriales como para que cada uno reciba una asignación. En otras, puede que más de un siervo ministerial realice una sola tarea. Y puede haber casos en los que uno tenga que atender varias responsabilidades. Si no hay suficientes siervos ministeriales, el cuerpo de ancianos puede usar a hermanos bautizados que sean ejemplares. Eso les permite adquirir una experiencia que les será útil cuando llenen los requisitos para ser siervos ministeriales. Si no hay varones disponibles, los ancianos pueden pedirle ayuda a una hermana ejemplar, aunque naturalmente no se la nombrará siervo ministerial. Se considera que un cristiano es ejemplar cuando es un modelo para los demás en todo aspecto de la vida, como la asistencia a las reuniones, la predicación, la vida familiar, las diversiones y la manera de vestir y arreglarse.
10 En las congregaciones con muy pocos ancianos, los siervos ministeriales capaces pueden analizar las preguntas sobre asuntos doctrinales con los que desean bautizarse. Están en la primera parte del apéndice, “Las creencias de los cristianos”. Un anciano debe encargarse de la segunda parte, “La manera de vivir de los cristianos”, pues trata asuntos personales delicados.
11 Es mucho mejor que los siervos ministeriales atiendan la misma asignación durante un tiempo para que ganen experiencia y habilidad. Pero, si los ancianos lo ven conveniente, puede que de vez en cuando decidan cambiar de asignación a uno o más siervos ministeriales.
12 De acuerdo con las circunstancias de la congregación, se pueden dar otras responsabilidades a los siervos ministeriales cuyo progreso se vea claramente (1 Tim. 4:15). Si no hay suficientes ancianos, un siervo ministerial puede ser auxiliar de grupo o, en algunos casos, siervo de grupo, pero siempre bajo la atenta supervisión de los ancianos. Los siervos ministeriales también pueden presentar discursos públicos y asignaciones en la reunión Vida y Ministerio y, en caso necesario, dirigir el Estudio bíblico de la congregación. Y, si hay una necesidad concreta y están capacitados, pueden recibir otros privilegios (1 Ped. 4:10). Los siervos ministeriales siempre deben estar dispuestos a ayudar a los ancianos.
13 Las labores de los siervos ministeriales son distintas a las de los ancianos, pero también son servicio sagrado y contribuyen al buen funcionamiento de la congregación. Con el tiempo, a los siervos ministeriales se les puede recomendar como ancianos si cumplen bien con sus obligaciones y llenan los requisitos para ser pastores y maestros.
14 Los jóvenes y los que acaban de bautizarse hacen bien en preguntarse si se están esforzando por llenar los requisitos para ser siervos ministeriales (1 Tim. 3:1). Todos los años entran en la verdad muchísimas personas, y hacen falta hombres espirituales que atiendan las necesidades de las congregaciones. Así que cultive el deseo de ayudar a sus hermanos. ¿Cómo? Meditando en el buen ejemplo de Jesús (Mat. 20:28; Juan 4:6, 7; 13:4, 5). Su deseo también aumentará cuando vea lo feliz que se siente al hacer cosas por otros (Hech. 20:35). Por eso, ayude a los demás siempre que lo necesiten, colabore en el mantenimiento del Salón del Reino y ofrézcase para hacer sustituciones en la reunión Vida y Ministerio. También es importante que fortalezca su espiritualidad con un buen programa de estudio personal (Sal. 1:1, 2; Gál. 5:22, 23). Sea un hombre fiel al que se le puedan confiar asignaciones en la congregación (1 Cor. 4:2).
15 Los siervos ministeriales son nombrados por espíritu santo para el bienestar de la congregación. Por tanto, demostremos que agradecemos su trabajo cooperando siempre con ellos. Así mostraremos nuestro agradecimiento por todo lo que Jehová hace para cuidar de la congregación (Gál. 6:10).
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Reuniones que nos motivan “a mostrar amor y a hacer buenas obras”Organizados para hacer la voluntad de Jehová
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CAPÍTULO 7
Reuniones que nos motivan “a mostrar amor y a hacer buenas obras”
DESDE la antigüedad, los siervos de Dios han celebrado reuniones para adorarlo. Los varones israelitas debían ir a Jerusalén para las tres grandes fiestas anuales (Deut. 16:16). También los primeros cristianos se reunían, por lo general, en la casa de otro cristiano (Filem. 1, 2). Y en la actualidad asistimos a asambleas y a reuniones de congregación. ¿Por qué celebramos reuniones los siervos de Dios? Principalmente porque es un aspecto importante de nuestro servicio a Jehová (Sal. 95:6; Col. 3:16).
2 Otra razón muy poderosa para hacerlo es que Jehová nos enseña en las reuniones (Is. 54:13). Esto era precisamente lo que ocurría cada siete años en la Fiesta de las Cabañas. Sobre esta fiesta, Moisés dijo a Israel: “Reúne al pueblo —a los hombres, las mujeres, los niños y los residentes extranjeros que están en tus ciudades— para que escuchen y aprendan, y para que teman a Jehová su Dios y se aseguren de cumplir todas las palabras de esta Ley” (Deut. 31:12). Además, las reuniones nos permiten conocer mejor a nuestros hermanos, que son una fuente de ánimo y fortaleza.
LAS REUNIONES DE LA CONGREGACIÓN
3 Como ya dijimos, los primeros cristianos tenían la costumbre de reunirse. Después de la fiesta del Pentecostés del año 33, los discípulos se dedicaban a aprender lo que los apóstoles les enseñaban, y “día tras día asistían constantemente al templo con un mismo propósito” (Hech. 2:42, 46). Más adelante, las reuniones cristianas incluían la lectura de escritos inspirados, como las cartas de los apóstoles y otros discípulos de Cristo (1 Cor. 1:1, 2; Col. 4:16; 1 Tes. 1:1; Sant. 1:1). También oraban juntos y, en ocasiones, contaban experiencias de la predicación (Hech. 4:24-29; 11:5-18; 14:27, 28; 20:36). Analizaban doctrinas bíblicas y el cumplimiento de profecías, recibían enseñanza sobre la conducta cristiana y el servicio a Dios, y se les animaba a predicar con entusiasmo las buenas noticias (Rom. 10:9, 10; 1 Cor. 11:23-26; 15:58; Efes. 5:1-33).
Como vivimos en los últimos días, necesitamos ir a las reuniones para animarnos y fortalecernos
4 Hoy seguimos este mismo modelo en las reuniones. Nos tomamos muy en serio este consejo de Pablo: “Estemos pendientes unos de otros [...], sin dejar de reunirnos, como algunos tienen por costumbre. Más bien, animémonos unos a otros, sobre todo al ver que el día se acerca” (Heb. 10:24, 25). Vivimos “en medio de una generación retorcida y malvada”. Los cristianos hemos renunciado a hacer el mal y rechazamos los deseos de este mundo (Filip. 2:15, 16; Tito 2:12-14). Claro, para mantenernos espiritualmente fuertes y ser cristianos íntegros en estos últimos días, necesitamos animarnos y fortalecernos unos a otros. ¿Verdad que no hay mejor lugar para hacerlo que las reuniones? (Sal. 84:10; Rom. 1:11, 12). También necesitamos estudiar la Palabra de Dios. ¿Y en qué otro lugar podemos aprender tanto de ella? Analicemos brevemente en qué consiste cada reunión.
LA REUNIÓN DEL FIN DE SEMANA
5 En la primera parte de esta reunión, se presenta un discurso bíblico pensado para el público en general. Algunas personas quizás asistan por primera vez. Estos discursos cumplen un papel importante en satisfacer las necesidades espirituales tanto de quienes comienzan a reunirse con nosotros como de los publicadores de la congregación (Hech. 18:4; 19:9, 10).
6 Jesús, sus apóstoles y otros cristianos también tuvieron reuniones públicas parecidas a las de hoy. No cabe duda de que Jesús fue el mejor orador de la historia. De hecho, se dijo que nunca había hablado nadie como él (Juan 7:46). Asombraba a la gente porque hablaba con autoridad (Mat. 7:28, 29). Las personas que tomaron en serio sus palabras disfrutaron de muchas bendiciones (Mat. 13:16, 17). Los apóstoles imitaron a su maestro. Encontramos un ejemplo en Hechos 2:14-36. Allí leemos el convincente discurso que dio Pedro el día del Pentecostés del año 33, discurso que motivó a miles de personas a hacer cambios en su vida. Años después, Pablo dio un discurso en Atenas que resultó en que algunos de sus oyentes se hicieran cristianos (Hech. 17:22-34).
7 Hoy día, millones de personas asisten a los discursos públicos que se presentan cada semana en las congregaciones, así como a los que se pronuncian en las asambleas. Estos discursos nos ayudan a recordar las enseñanzas cristianas y a no dejar de servir al Reino. Invitemos a las personas interesadas y al público en general a estas reuniones, pues así conocerán mejor las enseñanzas básicas de la Biblia.
8 ¿De qué tratan estos discursos? De temas doctrinales o proféticos, de los principios y consejos que da la Biblia sobre el matrimonio o la familia, de los desafíos que enfrentan los jóvenes y de la moral cristiana. Algunos discursos hablan de la maravillosa creación de Jehová. Y otros se centran en las lecciones que aprendemos de los sobresalientes ejemplos de fe, valor e integridad que encontramos en la Biblia.
9 Para aprovechar al máximo los discursos públicos, debemos escuchar con atención y buscar y leer en la Biblia los textos que el orador lea y explique (Luc. 8:18). Así podremos comprobar todas las cosas que se digan y nos resolveremos a aplicar en nuestra vida lo que aprendamos (1 Tes. 5:21).
10 Las congregaciones tendrán un discurso público cada semana. Para ello contarán con los oradores de su congregación y de otras cercanas. Si no encuentran oradores suficientes, presentarán discursos públicos tan a menudo como sea posible.
11 La segunda parte de la reunión del fin de semana es el Estudio de La Atalaya. En ella se analizan artículos de la edición de estudio de la revista La Atalaya por medio de preguntas y respuestas. Mediante esta revista, Jehová nos da el alimento espiritual al tiempo debido.
12 Estos artículos nos ayudan a aprender a usar los principios bíblicos en nuestra vida. Nos hacen fuertes para que resistamos “el espíritu del mundo” y no hagamos cosas malas (1 Cor. 2:12). Nos aclaran las doctrinas y profecías bíblicas, lo que nos permite estar al día con la manera de entender la verdad y permanecer en “la senda de los justos” (Prov. 4:18; Sal. 97:11). Asistir a esta reunión y participar en ella nos ayuda a esperar felices el nuevo mundo justo que Jehová promete (Rom. 12:12; 2 Ped. 3:13). También contribuye a que crezca nuestro deseo de servir a Dios con entusiasmo y a que cultivemos el fruto del espíritu (Gál. 5:22, 23). Nos fortalece para que resistamos las pruebas y nos ayuda a poner “unos buenos cimientos para el futuro” a fin de que alcancemos “la vida que realmente es vida” (1 Tim. 6:19; 1 Ped. 1:6, 7).
13 Desde luego, para aprovechar al máximo este alimento todas las semanas, tenemos que prepararnos, solos o con nuestra familia, buscar los textos y comentar en la reunión con nuestras palabras. Estas expresiones de fe benefician a quienes nos escuchan, y, al mismo tiempo, nosotros nos beneficiamos al escuchar atentamente los comentarios de los demás. Todo esto hace que se nos grabe en el corazón lo que aprendemos.
LA REUNIÓN DE ENTRE SEMANA
14 La congregación se reúne todas las semanas en el Salón del Reino para celebrar una reunión de tres partes llamada Vida y Ministerio Cristianos. Su objetivo es ayudarnos a ser ministros de Dios capacitados (2 Cor. 3:5, 6). Todos los meses recibimos la publicación Guía de actividades para la reunión Vida y Ministerio Cristianos, donde aparece el programa de la reunión, la información que se analizará y también las ideas para conversar en la predicación.
15 La primera parte de la reunión se llama “Tesoros de la Biblia”. Nos ayuda a conocer el marco histórico y el contexto de los relatos bíblicos, y a sacar lecciones prácticas. Esta sección consta de un discurso, una lectura bíblica y un análisis con el auditorio de la lectura semanal de la Biblia. En la Guía de actividades aparecen ayudas para la enseñanza, como dibujos, gráficos y ejercicios. Gracias a este análisis profundo de la Biblia, seremos mejores maestros y mejores cristianos, y estaremos perfectamente capacitados y completamente preparados “para realizar todo tipo de buenas obras” (2 Tim. 3:16, 17).
16 La segunda parte de la reunión se llama “Seamos mejores maestros”. Su objetivo es dar a todos la oportunidad de practicar y mejorar su forma de predicar y enseñar. Además de las asignaciones de los estudiantes, se analizan videos basados en las ideas para conversar. Esta sección de la reunión nos ayuda a tener “la lengua de los instruidos” y nos prepara para saber “responder al cansado con las palabras adecuadas” (Is. 50:4).
17 La tercera parte de la reunión se llama “Nuestra vida cristiana” y nos ayuda a guiarnos por los principios bíblicos en nuestra vida diaria (Sal. 119:105). La parte principal de esta sección es el Estudio bíblico de la congregación. Al igual que en el Estudio de La Atalaya, la información se analiza por preguntas y respuestas.
18 Cuando llega el nuevo ejemplar de la Guía de actividades, el coordinador del cuerpo de ancianos o un anciano que lo ayude lo repasa con detenimiento y asigna cada una de las intervenciones. Cada semana, un anciano que sea buen maestro y haya sido aprobado por el cuerpo de ancianos presidirá la reunión. Debe encargarse de que esta comience y termine puntualmente, y de elogiar y aconsejar a algunos de los participantes en el programa.
19 Prepararnos para esta reunión, asistir regularmente y participar en ella nos ayudará a conocer y comprender mejor la Biblia y los principios que contiene. Además, nos hará ganar confianza en la predicación y ser mejores maestros. Esta reunión también beneficiará a los que todavía no son testigos de Jehová, pues disfrutarán de compañía agradable y de magnífica enseñanza espiritual. A fin de prepararnos para esta y para las demás reuniones, contamos con la Watchtower Library, la aplicación JW Library®, la BIBLIOTECA EN LÍNEA Watchtower™ (si están disponibles en nuestro idioma), la Guía de estudio para los testigos de Jehová y la biblioteca del Salón del Reino. Esta biblioteca contiene las publicaciones editadas por los testigos de Jehová, el Índice de las publicaciones Watch Tower, diferentes versiones de la Biblia, una concordancia, un diccionario y otras obras de consulta. Cualquiera puede usar esta biblioteca antes o después de las reuniones.
REUNIONES PARA EL SERVICIO DEL CAMPO
20 Se programan reuniones para el servicio del campo a diferentes horas y en diferentes días de la semana. Estas breves reuniones se celebran en casas particulares o en otros lugares apropiados, como el Salón del Reino. Tener grupos de predicación pequeños que se reúnan en diferentes lugares ofrece varias ventajas. Para los publicadores del grupo es más fácil llegar al lugar de reunión y al territorio, y para el superintendente es más fácil organizarlos para que puedan comenzar a predicar sin demora. Además, el superintendente tiene la oportunidad de dar mejor atención a cada publicador. A veces, es mejor unir a varios grupos para la reunión. Por ejemplo, si entre semana salen menos publicadores, podrían juntarse varios grupos o todos ellos en el Salón del Reino o en otro lugar. De esta manera, todos los publicadores tendrán con quién salir. También puede programarse una única reunión para toda la congregación los días festivos o después del Estudio de La Atalaya.
21 Cuando los grupos se reúnen por separado, el superintendente de grupo dirige la reunión. De vez en cuando, puede asignar a su auxiliar o a otro hermano capacitado para que lo haga. Presentará información que sea útil en el ministerio. Además, ofrecerá ánimo y dirección oportuna. Después organizará al grupo. Les puede pedir a los que tengan más experiencia que salgan con los publicadores más nuevos o con otros que necesiten ayuda. Para concluir, uno de los presentes hará la oración. Entonces, el grupo saldrá a predicar sin demora. Esta reunión debe tomar de cinco a siete minutos, e incluso menos si se realiza después de una reunión de congregación.
LAS REUNIONES DE LAS CONGREGACIONES NUEVAS O PEQUEÑAS
22 Al aumentar el número de discípulos, hay que formar nuevas congregaciones. Por lo general, es el superintendente de circuito quien solicita que se forme una congregación. Cuando se trata de grupos pequeños, a veces resulta más práctico que se reúnan con la congregación más cercana.
23 En algunas congregaciones pequeñas solo hay hermanas. Cuando eso ocurre, la hermana que ora o dirige la reunión debe cubrirse la cabeza, en armonía con lo que dicen las Escrituras (1 Cor. 11:3-16). La mayoría de las veces permanece sentada de frente al auditorio. Las hermanas no dan discursos en las reuniones; más bien, leen y comentan la información preparada por la organización o, por variar, la analizan con el auditorio o presentan una demostración. La sucursal pide a una de las hermanas que atienda la correspondencia y dirija las reuniones. Cuando haya un siervo ministerial o un anciano en la congregación, él se encargará de estas tareas.
LAS ASAMBLEAS DE CIRCUITO
24 Dos veces al año, las congregaciones de cada circuito se reúnen para celebrar asambleas de un día. Estas son ocasiones felices que nos dan la oportunidad de abrir de par en par nuestro corazón, es decir, de mostrar cariño a nuestros hermanos y conocerlos mejor (2 Cor. 6:11-13). La organización de Jehová escoge un tema basado en la Biblia y prepara el contenido de la asamblea teniendo en cuenta una necesidad en particular. La información se presenta por medio de discursos, demostraciones, escenificaciones, monólogos y entrevistas. Toda esta instrucción es oportuna y edificante. Además, los nuevos discípulos que se han dedicado a Jehová tienen la oportunidad de bautizarse.
LAS ASAMBLEAS REGIONALES
25 Una vez al año, se celebran asambleas más grandes. Por lo general, son asambleas regionales de tres días, en las que se reúnen las congregaciones de varios circuitos. A las sucursales pequeñas quizás les parezca más práctico que todas las congregaciones se reúnan en un solo lugar. En algunos países, el modo de organizar estas asambleas puede variar según las circunstancias locales o las instrucciones de la organización. Cada cierto tiempo se celebran asambleas internacionales y especiales. A ellas asisten decenas de miles de Testigos procedentes de diferentes países. A lo largo de los años, muchos han oído hablar de las buenas noticias del Reino gracias a la publicidad que reciben nuestras asambleas.
26 Estas grandes asambleas son ocasiones alegres en las que adoramos a Jehová unidos. En muchas de ellas se han aclarado verdades bíblicas y se han presentado publicaciones que ofrecemos en el ministerio o que estudiamos en privado y con la congregación. Y en todas hay bautismos. Las asambleas son vitales para nuestro crecimiento espiritual. Demuestran que el pueblo de Jehová es una hermandad internacional de cristianos dedicados a los que identifica el amor (Juan 13:35).
27 ¿Por qué es tan importante que asistamos a todas las reuniones de congregación y a las asambleas? Porque nos dan fuerzas para servir a Jehová y nos protegen de las malas influencias, que podrían debilitar nuestra fe. Además, gracias a estas reuniones, se alaba a Jehová (Sal. 35:18; Prov. 14:28). Los siervos de Dios le agradecemos disfrutar de estas ocasiones, que nos permiten reponernos espiritualmente en este tiempo del fin.
LA CENA DEL SEÑOR
28 Los testigos de Jehová de todo el mundo nos reunimos una vez al año para celebrar la Cena del Señor, la Conmemoración de la muerte de Cristo (1 Cor. 11:20, 23, 24). Él mandó expresamente que la celebráramos, y para nosotros es la reunión más importante del año (Luc. 22:19).
29 La Conmemoración se celebra en la misma fecha en que, según las Escrituras, tenía lugar la Pascua judía (Éx. 12:2, 6; Mat. 26:17, 20, 26). Los israelitas recordaban en este día su salida de Egipto, en el año 1513 antes de nuestra era. En aquella ocasión, Jehová les indicó que el día 14 del primer mes lunar tenían que comer el cordero de Pascua y que saldrían libres de Egipto (Éx. 12:1-51). Esta fecha se calcula contando trece días desde la aparición en Jerusalén de la luna nueva visible más cercana al equinoccio de primavera. Normalmente, la Conmemoración cae el día de la primera luna llena después del equinoccio de primavera.
30 Encontramos las instrucciones de Jesús para celebrar la Conmemoración en Mateo 26:26-28. No es un ritual en el que el pan y el vino se transforman en el cuerpo y la sangre de Cristo. Es una comida simbólica en la que participan quienes heredarán el Reino celestial con Jesucristo (Luc. 22:28-30). También están invitados, como observadores, los demás cristianos y quienes tengan interés en el mensaje de Cristo. Nuestra asistencia demuestra que agradecemos lo que Jehová ha hecho a favor de la humanidad mediante su Hijo. Antes de la Conmemoración, se presenta un discurso especial para despertar el interés en esta celebración y motivar a las personas a estudiar la Biblia.
31 A los testigos de Jehová nos encanta estar con nuestros hermanos en las reuniones. Estas nos dan la oportunidad de estar “pendientes unos de otros para motivarnos a mostrar amor y a hacer buenas obras” (Heb. 10:24). El esclavo fiel y prudente está atento para satisfacer nuestras necesidades espirituales mediante las reuniones. Tanto si somos siervos dedicados de Jehová como si estamos dando nuestros primeros pasos, es fundamental que no dejemos de reunirnos. Si mostramos aprecio por todo lo que Dios nos da mediante su organización, mantendremos la unidad como pueblo y, lo que es más importante, le daremos gloria a Jehová (Sal. 111:1).
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Ministros de las buenas noticiasOrganizados para hacer la voluntad de Jehová
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CAPÍTULO 8
Ministros de las buenas noticias
JEHOVÁ nos ha dado un ejemplo perfecto que debemos imitar: su Hijo, Jesucristo (1 Ped. 2:21). Los seguidores de Jesús somos, al igual que él, ministros de Dios que predicamos las buenas noticias. Esto nos renueva espiritualmente, como dijo el propio Cristo: “Vengan a mí, todos ustedes, que trabajan duro y están sobrecargados, y yo los aliviaré. Pónganse bajo mi yugo y aprendan de mí, porque soy apacible y humilde de corazón. Conmigo encontrarán alivio” (Mat. 11:28, 29). Quienes hemos aceptado esta invitación nunca nos hemos sentido defraudados.
2 Jesús, que es el principal ministro de Dios, invitó a algunas personas para que fueran sus seguidores (Mat. 9:9; Juan 1:43). Los capacitó y los envió a hacer la misma obra que él (Mat. 10:1-11:1; 20:28; Luc. 4:43). Tiempo después, envió a otros 70 discípulos a predicar el Reino de Dios (Luc. 10:1, 8-11). A estos les dijo: “El que los escucha a ustedes también me escucha a mí, y el que no les hace caso a ustedes tampoco me hace caso a mí. Además, el que no me hace caso a mí tampoco le hace caso al que me envió” (Luc. 10:16). De esta manera destacó que tenían una seria responsabilidad: representaban a Jesús y al Dios Altísimo. Lo mismo pasa hoy. Quienes aceptan la invitación de Jesús de ser sus seguidores reciben de Dios la comisión de predicar y hacer discípulos (Mat. 24:14; 28:19, 20; Luc. 18:22; 2 Cor. 2:17).
3 Los que aceptamos esta invitación hemos llegado a conocer a Jehová y a Cristo (Juan 17:3). Hemos aprendido los caminos de Dios. Con su ayuda, logramos renovar la mente, ponernos la nueva personalidad y vivir de acuerdo con sus normas justas (Rom. 12:1, 2; Efes. 4:22-24; Col. 3:9, 10). Nos sentimos tan agradecidos a Jehová que le hemos dedicado nuestra vida y nos hemos bautizado. En ese momento llegamos a ser sus ministros.
4 No olvidemos nunca que, para servir a Dios, debemos tener “manos inocentes y corazón puro” (Sal. 24:3, 4; Is. 52:11; 2 Cor. 6:14-7:1). La fe en Jesús nos permite servir a Dios con la conciencia tranquila (Heb. 10:19-23, 35, 36; Apoc. 7:9, 10, 14). El apóstol Pablo les recordó a los cristianos que hicieran todas las cosas para la gloria de Dios y no hicieran tropezar a otras personas. El apóstol Pedro destacó la importancia de la buena conducta para atraer a los que no son cristianos (1 Cor. 10:31, 33; 1 Ped. 3:1). ¿Qué haremos entonces para que un estudiante de la Biblia llegue a ser ministro de las buenas noticias?
NUEVOS PUBLICADORES
5 Desde el principio, debemos animar al estudiante de la Biblia a contar a sus familiares, amigos o compañeros de trabajo lo que está aprendiendo. Esta es una parte importante de la enseñanza que recibe el nuevo discípulo para llegar a ser ministro (Mat. 9:9; Luc. 6:40). Quien se acostumbra a dar testimonio informal y progresa en sentido espiritual seguramente expresará su deseo de salir a predicar.
LOS REQUISITOS PARA LOS NUEVOS PUBLICADORES
6 Antes de invitar a una persona a ir de casa en casa por primera vez, debemos asegurarnos de que llene ciertos requisitos. La gente identifica como testigo de Jehová a cualquiera que sale a predicar con nosotros. Por lo tanto, es lógico que solo quien viva de acuerdo con las normas justas de Dios pueda ser publicador no bautizado.
7 Cuando un publicador enseña la Biblia a una persona y analiza con ella los principios bíblicos, es probable que llegue a conocer sus circunstancias personales. Quizás vea que está poniendo en práctica lo que aprende. Aun así, los ancianos se reunirán con el estudiante y con el publicador para conversar sobre algunos aspectos de su vida.
8 El coordinador encargará a dos ancianos (uno de ellos del comité de servicio) que hablen con el publicador y su estudiante. En las congregaciones con pocos ancianos, podrá encargarles esta tarea a un anciano y a un siervo ministerial capaz. Estos procurarán atenderla lo antes posible. Por ejemplo, si el coordinador les informa en una reunión de congregación, tal vez podrían reunirse con el publicador y su estudiante al finalizar esta. El ambiente de la conversación debe ser agradable y cordial. Antes de aprobar que el estudiante sea publicador no bautizado, se asegurarán de lo siguiente:
1) El estudiante cree que la Biblia es la Palabra inspirada de Dios (2 Tim. 3:16).
2) Conoce y acepta las enseñanzas básicas de la Biblia. Basa sus respuestas en las Escrituras y no en enseñanzas religiosas falsas ni en ideas personales (Mat. 7:21-23; 2 Tim. 2:15).
3) Obedece el mandato bíblico de asistir a las reuniones con el pueblo de Jehová si le resulta posible hacerlo (Sal. 122:1; Heb. 10:24, 25).
4) Conoce y obedece lo que la Biblia enseña sobre el adulterio, la poligamia, la homosexualidad y otras formas de inmoralidad sexual. Si vive con una persona del sexo opuesto con la que mantiene relaciones sexuales, debe estar legalmente casado (Mat. 19:9; 1 Cor. 6:9, 10; 1 Tim. 3:2, 12; Heb. 13:4).
5) Obedece el mandato bíblico sobre la borrachera. No consume sin razones médicas sustancias naturales o sintéticas que sean adictivas o que alteren la mente (2 Cor. 7:1; Efes. 5:18; 1 Ped. 4:3, 4).
6) Comprende lo importante que es no tener malas compañías (1 Cor. 15:33).
7) Ha cortado toda relación con cualquier organización religiosa falsa a la que haya pertenecido. Ya no asiste a sus servicios religiosos ni apoya sus actividades (2 Cor. 6:14-18; Apoc. 18:4).
8) No se mete en política (Juan 6:15; 15:19; Sant. 1:27).
9) Mantiene la neutralidad en los conflictos entre las naciones (Is. 2:4).
10) Desea de verdad ser testigo de Jehová (Sal. 110:3).
9 Si los ancianos no están seguros de la opinión del estudiante sobre alguno de estos puntos, deben preguntarle lo que piensa. Podrían hacerlo analizando con él los textos citados. Es importante que comprenda que la vida de quienes predican con los testigos de Jehová debe regirse por las normas bíblicas. Sus comentarios permitirán a los ancianos determinar si comprende qué se espera de él y si llena los requisitos a un grado razonable.
10 Los ancianos deben decirle lo antes posible si puede ser publicador o no. En la mayoría de los casos, podrán hacerlo inmediatamente después de hablar con él. Si llena los requisitos, lo felicitarán por su progreso (Rom. 15:7). Lo animarán a salir a predicar lo antes posible y a entregar su primer informe al final de ese mismo mes. Además, le explicarán que, cuando lo haga, se rellenará a su nombre un formulario Registro de publicador de la congregación y se pondrá en los archivos de la congregación. Los ancianos le piden al publicador los datos personales que aparecen en este formulario por dos motivos: para que la organización pueda ocuparse de las actividades religiosas de los testigos de Jehová en todo el mundo y para que el publicador pueda participar en las actividades espirituales y recibir ayuda espiritual. Además, los ancianos recordarán a los nuevos publicadores que sus datos personales se tratarán según lo dispuesto en la “Política global de protección de datos personales de los testigos de Jehová”, que aparece en jw.org.
11 Todos debemos conocer bien al nuevo publicador e interesarnos por su progreso. Esto tendrá un efecto positivo en él. Lo motivará a ser regular en el ministerio y a dar aún más en el servicio a Jehová (Filip. 2:4; Heb. 13:2).
12 Cuando los ancianos le comuniquen al estudiante que ha sido aceptado como publicador, se encargarán de que reciba un ejemplar de este libro. Después de que entregue su primer informe, se anunciará brevemente a la congregación que ya es publicador no bautizado.
CUANDO UN NIÑO DESEA SER PUBLICADOR
13 Los niños también pueden ser publicadores. Jesús los acogió con gusto y los bendijo (Mat. 19:13-15; 21:15, 16). Los principales responsables de los niños son sus padres, y su buen ejemplo en el ministerio los motivará a servir a Dios con entusiasmo. Por supuesto, todos los que formamos parte de la congregación queremos ayudar a los niños que desean de corazón predicar el mensaje del Reino. Cuando un niño que tiene buena conducta expresa el deseo de hablar de sus creencias a otras personas, ¿qué puede hacerse para que siga progresando?
14 El padre hablará con uno de los ancianos del Comité de Servicio de la Congregación sobre si el niño llena los requisitos para ser publicador. El coordinador del cuerpo de ancianos se encargará de que dos ancianos (uno de ellos, del comité de servicio) se reúnan con el niño y uno o ambos padres creyentes o su tutor. Dos factores que indican el progreso del niño son que tenga un conocimiento básico de la Biblia y que demuestre que de verdad quiere salir a predicar. Pero, además, los ancianos comentarán con él los mismos puntos que tratarían con un adulto, excepto aquellos que no sean aplicables a un niño. Una vez hecho esto, podrán decidir si se le acepta como publicador no bautizado (Luc. 6:45; Rom. 10:10).
15 Los ancianos aprovecharán la oportunidad para felicitar al niño por su progreso y para animarlo a que se ponga la meta de bautizarse. También felicitarán a los padres, pues sin duda han puesto todo de su parte para inculcarle la verdad. Además, les dirán que lean la sección “Unas palabras para los padres” (páginas 179 a 181), donde encontrarán ideas sobre cómo seguir ayudando a su hijo.
LA DEDICACIÓN Y EL BAUTISMO
16 La persona que ha llegado a conocer y amar a Jehová, obedece sus mandamientos y sale a predicar tiene que afianzar su relación con él. ¿De qué manera? Dedicándose y bautizándose (Mat. 28:19, 20).
17 En este contexto, dedicar significa apartar algo para un uso sagrado. Nos dedicamos a Dios cuando le prometemos solemnemente en oración que usaremos nuestra vida para servirle y andaremos en sus caminos. Al hacerlo, nos comprometemos a darle devoción exclusiva para siempre (Deut. 5:9). Esta es una decisión personal, que nadie puede tomar por nosotros.
18 Pero no basta con decirle a Jehová en privado que deseamos ser de su propiedad. Tenemos que hacer pública nuestra dedicación. ¿Cómo? Bautizándonos, al igual que hizo Jesús (1 Ped. 2:21; 3:21). Si hemos decidido servir a Jehová y queremos bautizarnos, hablemos con el coordinador. Él les pedirá a varios ancianos que se reúnan con nosotros para asegurarse de que llenamos los requisitos bíblicos para el bautismo. Encontraremos más información en la sección “Unas palabras para el publicador no bautizado” (páginas 182 a 184) y “Preguntas para quienes desean bautizarse” (páginas 185 a 207).
LOS DISCÍPULOS DE CRISTO INFORMAN SU ACTIVIDAD
19 Las noticias sobre la expansión mundial de la adoración pura siempre han animado al pueblo de Jehová. Desde el momento en que Jesús les dijo a sus discípulos que las buenas noticias se predicarían por toda la Tierra, a los cristianos les ha interesado mucho saber cómo se cumplirían sus palabras (Mat. 28:19, 20; Mar. 13:10; Hech. 1:8).
20 A los primeros discípulos de Jesús les encantaba oír noticias sobre el éxito de la predicación (Mar. 6:30). El libro de Hechos nos cuenta que había unos ciento veinte discípulos reunidos cuando recibieron el espíritu santo en el Pentecostés del año 33. En poco tiempo, la cantidad de discípulos aumentó, primero hasta unos tres mil y luego hasta unos cinco mil. Dice el relato que “cada día Jehová añadía los que se iban salvando al número de discípulos” y que “un gran grupo de sacerdotes empezaron a aceptar la fe” (Hech. 1:15; 2:5-11, 41, 47; 4:4; 6:7). ¿Se imagina cuánto debieron animar a los discípulos las noticias sobre estos aumentos? Sin duda se sintieron impulsados a seguir adelante a pesar de la cruel persecución que promovían los líderes religiosos judíos.
21 En su carta a los cristianos colosenses (años 60-61), Pablo les dijo que las buenas noticias estaban “dando fruto y extendiéndose por todo el mundo” y que se habían predicado “en toda la creación que está bajo el cielo” (Col. 1:5, 6, 23). Los primeros cristianos obedecían las Escrituras, y el espíritu santo les dio las fuerzas necesarias para llevar a cabo esta inmensa obra de predicar antes de que llegara el fin del sistema judío, en el año 70. Una vez más, estos informes animaron mucho a los cristianos fieles de entonces.
¿Hace usted todo lo posible por efectuar su ministerio antes de que llegue el fin?
22 Hoy día, la organización de Jehová también trata de llevar un registro de lo que está haciendo en cumplimiento de Mateo 24:14, donde dice: “Las buenas noticias del Reino se predicarán en toda la tierra habitada para testimonio a todas las naciones, y entonces vendrá el fin”. Jehová se encargará de que se termine esta urgente obra. Pero si nosotros, sus siervos dedicados, deseamos tener su aprobación, debemos hacer todo lo posible por efectuar nuestro ministerio antes de que llegue el fin (Ezeq. 3:18-21).
CÓMO INFORMAMOS NUESTRA PREDICACIÓN
23 La hoja Informe de predicación indica qué datos debemos informar. Sin embargo, pueden sernos útiles los siguientes comentarios.
24 En la columna “Publicaciones (impresas y electrónicas)”, anotamos la cantidad total de publicaciones impresas o electrónicas que hemos entregado a quienes no son Testigos bautizados. En “Presentaciones de videos”, informamos el número de veces que enseñamos cualquiera de nuestros videos.
25 Se informa una revisita cada vez que volvemos a visitar a alguien que no es Testigo con el objetivo de fomentar su interés en la verdad. Se hace una revisita cuando se vuelve a visitar a una persona, se le escribe una carta, se le hace una llamada telefónica, le enviamos un mensaje de texto o un correo electrónico, o le dejamos una publicación bíblica. Cada vez que dirigimos un curso bíblico, anotamos una revisita. En los hogares con niños no bautizados, el padre o la madre que dirige la adoración en familia informará un máximo de una revisita por semana.
26 Aunque por regla general un estudiante recibe clases de la Biblia cada semana, el publicador solo informa un curso bíblico y anota la cantidad total de diferentes cursos bíblicos que conduce durante el mes. ¿Qué cursos bíblicos se informan? Los que se dan a quienes no son Testigos bautizados, a hermanos inactivos (siguiendo las instrucciones de un miembro del comité de servicio) o a un recién bautizado que todavía no haya terminado el libro Disfrute de la vida.
27 En la casilla “Horas”, anotamos el tiempo que pasamos predicando de casa en casa, haciendo revisitas, dirigiendo cursos bíblicos o dando testimonio formal o informal a quienes no son Testigos bautizados. Es importante que este informe sea exacto. Cuando dos publicadores predican juntos, ambos informan el tiempo, aunque solo uno de ellos anota las revisitas y los cursos bíblicos. En el caso de la adoración en familia, tanto el padre como la madre informarán un máximo de una hora a la semana. Los discursantes anotarán el tiempo dedicado a presentar un discurso público. También pueden informarlo los intérpretes. En cambio, no informamos el tiempo que dedicamos a prepararnos para el ministerio ni el que pasamos en la salida a la predicación, atendiendo asuntos personales y así por el estilo.
28 Cuando decidimos cuánto tiempo vamos a informar, tenemos que seguir nuestra conciencia educada por la Biblia. Los territorios son diferentes. Algunos están en zonas densamente pobladas, mientras que en otros hay pocos habitantes y es necesario viajar mucho. Además, los puntos de vista de los publicadores sobre cómo contar el tiempo también son diferentes. El Cuerpo Gobernante no impone su conciencia sobre cómo contar el tiempo de predicación, y tampoco ha autorizado a nadie para que tome esta decisión por otros (Mat. 6:1; 7:1; 1 Tim. 1:5).
29 En el informe de predicación, debemos anotar horas completas. Se hace una excepción en el caso de publicadores que pueden hacer muy poco debido a la edad avanzada o a que son enfermos crónicos, a que no pueden levantarse de la cama o salir de casa, o a que están en un hogar de ancianos. Estos hermanos pueden informar su actividad en fracciones de quince minutos. Aunque solo hayan predicado quince minutos en un mes, deben informarlos, y se les seguirá considerando publicadores regulares. Pueden hacer lo mismo quienes debido a una enfermedad o una lesión graves no pueden salir durante un mes o más. Debe tratarse de publicadores a los que les resulte muy difícil salir a predicar. El comité de servicio decide quiénes se benefician de esta medida.
EL FORMULARIO REGISTRO DE PUBLICADOR DE LA CONGREGACIÓN
30 La actividad que informamos se anota en el formulario Registro de publicador de la congregación. Estos registros pertenecen a la congregación. Cuando vayamos a cambiar de congregación, debemos decírselo a los ancianos. El secretario se asegurará de enviar nuestros registros a la congregación a la que nos vamos. De este modo, los ancianos podrán darnos la bienvenida y cuidarnos espiritualmente. Si asistimos a otra congregación durante menos de tres meses, seguiremos enviando los informes a la congregación a la que pertenecemos.
POR QUÉ INFORMAMOS NUESTRA ACTIVIDAD
31 ¿Nos olvidamos a veces de entregar el informe? Todos necesitamos de vez en cuando un recordatorio. Pero, si comprendemos bien por qué debemos informar y la importancia de hacerlo, será más difícil que lo olvidemos.
32 Algunos preguntan por qué hay que entregar un informe si Jehová sabe lo que hacemos. Es verdad que lo sabe, y también está al tanto de si le servimos de toda alma o si le damos una mínima parte de lo que podríamos. Pero recordemos que Dios ha dejado constancia de muchos detalles de las actividades de sus siervos. En la Biblia nos dice cuántos días pasó Noé en el arca y cuántos años estuvieron viajando los israelitas por el desierto, así como cuántos de ellos fueron fieles a él y cuántos no. Registró la conquista de la tierra de Canaán y las hazañas de los jueces de Israel. Está claro lo que Jehová piensa sobre la importancia de tener registros exactos.
33 Los datos que aparecen en los relatos bíblicos demuestran cuánto les interesaba a los siervos de Dios dejar constancia exacta de los sucesos históricos. En muchos casos, estos datos nos ayudan a tener un cuadro completo de lo que ocurrió. Estos son algunos ejemplos: Génesis 46:27; Éxodo 12:37; Jueces 7:7; 2 Reyes 19:35; 2 Crónicas 14:9-13; Juan 6:10; 21:11; Hechos 2:41; 19:19.
34 Cuando los apóstoles regresaron de una campaña de predicación, le contaron a Jesús “todas las cosas que habían hecho y enseñado” (Mar. 6:30). Es obvio que en nuestros informes no aparece todo lo que hacemos en el servicio a Jehová, pero son de mucha utilidad para la organización. Pueden indicar a qué aspectos del ministerio hay que dar atención. Las cifras revelan en qué campos se progresa y en cuáles no (por ejemplo, en el aumento de publicadores). Tal vez haga falta animar a los hermanos o resolver determinados problemas. Los superintendentes tomarán nota de las necesidades y tratarán de eliminar los obstáculos que impiden el progreso de algunos hermanos o de toda la congregación.
35 Gracias a los informes, la organización puede determinar dónde hacen falta más predicadores, qué zonas son más productivas y dónde hay menos crecimiento. También le permiten ver qué publicaciones se necesitan para enseñar la verdad a la gente y atender esas necesidades en todo el mundo.
36 ¿No nos anima y emociona escuchar cómo va la predicación en otras partes de la Tierra? Los informes nos permiten hacernos una idea de cómo está creciendo la organización de Jehová, y las experiencias de nuestros hermanos mantienen vivo nuestro celo y nos dan fuerzas para hacer todo lo que podamos en el ministerio (Hech. 15:3). No cabe duda de que es importante que entreguemos el informe de predicación. Este detalle, que parece pequeño, demuestra que nos interesamos por todos nuestros hermanos y que nos sometemos a la organización de Jehová (Luc. 16:10; Heb. 13:17).
PONGÁMONOS METAS
37 No tenemos por qué compararnos con nadie, pues las circunstancias de cada uno son diferentes (Gál. 5:26; 6:4). Lo que sí nos beneficiará es fijarnos metas realistas, pues nos permitirán ver nuestro progreso en el ministerio. Además, alcanzar estas metas nos da sentido de logro.
38 Es evidente que Jehová está haciendo que más y más personas entren en su pueblo y tengan la perspectiva de sobrevivir a “la gran tribulación”. Ahora se está cumpliendo esta profecía de Isaías: “El pequeño llegará a ser mil, y el insignificante, una nación poderosa. Yo, Jehová, lo aceleraré a su tiempo” (Apoc. 7:9, 14; Is. 60:22). Ser ministros de las buenas noticias en este momento histórico es un inmenso privilegio (Mat. 24:14).
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Maneras de predicar las buenas noticiasOrganizados para hacer la voluntad de Jehová
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CAPÍTULO 9
Maneras de predicar las buenas noticias
JESÚS, nuestro modelo, fue un predicador incansable. Iba adonde estaban las personas, y les hablaba y enseñaba en sus casas y en lugares públicos (Mat. 9:35; 13:36; Luc. 8:1). Habló con algunas personas a solas, enseñó en privado a sus discípulos y se dirigió a grandes multitudes (Mar. 4:10-13; 6:35-44; Juan 3:2-21). Siempre que era oportuno, ofrecía palabras de ánimo y esperanza (Luc. 4:16-19). No dejaba pasar la oportunidad de predicar aunque necesitara descansar o comer (Mar. 6:30-34; Juan 4:4-34). El entusiasmo que Jesús mostró por la predicación contagió a los apóstoles. Y, cuando leemos los Evangelios, ¿verdad que nos pasa lo mismo? (Mat. 4:19, 20; Luc. 5:27, 28; Juan 1:43-45).
2 Veamos cuáles son algunas de las oportunidades que tenemos los cristianos de imitar el ejemplo de Jesús y continuar con la obra que inició hace casi dos mil años.
LA PREDICACIÓN DE CASA EN CASA
3 Los siervos de Dios reconocemos lo importante que es predicar de casa en casa las buenas noticias del Reino de forma organizada. Este método ha llegado a ser una marca que distingue a los testigos de Jehová. Los excelentes resultados demuestran que hemos hecho bien en usar este método, pues, gracias a él, hemos llegado a millones de personas en poco tiempo (Mat. 11:19; 24:14). Además, predicar de casa en casa nos permite demostrar nuestro amor a Jehová y al prójimo (Mat. 22:34-40).
4 Esta forma de predicar no es un invento reciente de los testigos de Jehová. Por ejemplo, el apóstol Pablo les recordó a un grupo de ancianos de Éfeso que, desde que había pisado la provincia de Asia, no había dejado de enseñarles de casa en casa y de decirles todo lo que fuera para su provecho. De esta y otras maneras, Pablo dio “un testimonio completo sobre la necesidad de arrepentirse y volverse a Dios y de tener fe en nuestro Señor Jesús” (Hech. 20:18, 20, 21). En aquel tiempo, los emperadores romanos promovían la idolatría y muchas personas eran devotas de los dioses. Por eso era urgente que buscaran a Jehová, “el Dios que hizo el mundo y todas las cosas que hay en él”, quien estaba “diciendo a todos en todas partes” que debían arrepentirse (Hech. 17:22-31).
5 Hoy es aún más urgente que las personas conozcan las buenas noticias, ya que el fin de este sistema malvado está cada día más cerca. Comprender esta urgencia nos motiva a predicar más. Como hemos dicho, la predicación de casa en casa es hoy la mejor manera de encontrar a quienes desean conocer la verdad, igual que lo fue en el tiempo de Jesús y los apóstoles (Mar. 13:10).
6 ¿Predicamos de casa en casa hasta donde nos lo permiten las circunstancias? Entonces, seguro que Jehová está contento con nosotros (Ezeq. 9:11; Hech. 20:35). Para algunos hermanos, esta forma de predicar no es nada fácil, y se sienten nerviosos cada vez que tienen que hacerlo. Quizás sean tímidos y les cueste mucho hablar con desconocidos. Puede que tengan problemas de salud o estén en un lugar donde poca gente desea escuchar. O tal vez el gobierno haya impuesto restricciones. Pero no debemos permitir que nada nos desanime (Éx. 4:10-12). Muchos hermanos de todo el mundo se enfrentan a desafíos como estos.
7 Jesús les hizo esta promesa a sus discípulos: “Recuerden, estaré con ustedes todos los días hasta la conclusión del sistema” (Mat. 28:20). Esta promesa nos da fuerzas para participar en la obra de predicar y hacer discípulos. Nos sentimos como Pablo, que dijo: “Tengo fuerzas para todo gracias a aquel que me da poder” (Filip. 4:13). Hagamos todo lo que esté a nuestro alcance para predicar de casa en casa. Salgamos a predicar con la congregación, pues los hermanos nos darán ánimo y ayuda para seguir adelante. Y pidámosle a Jehová que nos ayude a superar cualquier obstáculo (1 Juan 5:14).
8 La predicación nos ofrece la oportunidad de explicar nuestra esperanza y defenderla (1 Ped. 3:15). Gracias a ella, vemos mejor el contraste que existe entre quienes esperamos las bendiciones del Reino y quienes no tienen esperanza (Is. 65:13, 14). Sentimos la satisfacción de saber que obedecemos el mandato de Jesús de hacer brillar nuestra luz. Además, hasta puede que tengamos el privilegio de ayudar a alguien a conocer a Jehová y la verdad que lleva a la vida eterna (Mat. 5:16; Juan 17:3; 1 Tim. 4:16).
9 Se organizan reuniones para la predicación tanto entre semana como los fines de semana. Algunas congregaciones tienen salidas para predicar al atardecer, cuando es más probable encontrar a quienes no están en casa durante el día. Además, la gente suele estar más dispuesta a recibir visitas al final de la tarde que por la mañana.
BUSQUEMOS A QUIENES MEREZCAN EL MENSAJE
10 Jesús les mandó a sus discípulos que buscaran a quienes merecieran el mensaje (Mat. 10:11). Él mismo aprovechó toda ocasión que se le presentó para buscarlos, y no se limitó a predicar de casa en casa (Luc. 8:1; Juan 4:7-15). Los apóstoles también predicaron en toda circunstancia (Hech. 17:17; 28:16, 23, 30, 31).
Nuestro objetivo es llevar el mensaje del Reino al mayor número de personas posible
11 Nuestro objetivo es el mismo: llevar el mensaje del Reino al mayor número de personas posible. Para conseguirlo, debemos seguir los métodos que Jesús y sus apóstoles usaron y mantenernos al paso de los tiempos, adaptándonos a las circunstancias de la gente (1 Cor. 7:31). Por ejemplo, muchos publicadores han tenido buenos resultados al predicar en comercios y oficinas. En muchos países ha tenido éxito la predicación en los parques, las calles, los estacionamientos o cualquier otro lugar donde se pueda encontrar a la gente. Hay congregaciones que colocan mesas o exhibidores portátiles de publicaciones en su territorio. Las sucursales también pueden organizar la predicación pública en zonas muy transitadas de ciudades grandes, con la colaboración de hermanos de varias congregaciones. Gracias a todo esto, hemos podido hablar con personas a las que no se encuentra en casa.
12 Cuando encontramos en la predicación pública a alguien que muestra interés en el mensaje de la Biblia, podemos ofrecerle una publicación adecuada. A fin de fomentar su interés, podemos darle nuestros datos de contacto y quedar para hablar en otra ocasión, dirigirle a nuestro sitio de Internet jw.org o darle la dirección del lugar de reunión más cercano. Si participamos en la predicación pública, obtendremos mucha satisfacción.
13 La labor del cristiano no se limita a predicar las buenas noticias. Tenemos que visitar muchas veces a las personas que muestran interés. Solo así harán suya la verdad y progresarán hasta alcanzar la madurez cristiana.
LAS REVISITAS
14 Jesús les dijo a sus seguidores: “Serán mis testigos [...] hasta la parte más lejana de la tierra” (Hech. 1:8). Y también les mandó: “Así que vayan y hagan discípulos de gente de todas las naciones. [...] Enséñenles a obedecer todo lo que yo les he mandado” (Mat. 28:19, 20). Hacer revisitas puede ser muy agradable. Las personas que nos escucharon con gusto seguramente se alegrarán de vernos otra vez. Enseñarles más cosas de la Biblia fortalecerá su fe y las ayudará a darse cuenta de que tienen necesidades espirituales (Mat. 5:3). Si nos preparamos bien y volvemos a la hora que quedamos, es posible que la persona comience a estudiar la Biblia, lo que al final es nuestro objetivo. Así estaremos regando la semilla que hemos plantado (1 Cor. 3:6).
15 No todo el mundo encuentra fácil hacer revisitas. Hay hermanos a los que les gusta presentar las buenas noticias y que son muy hábiles haciéndolo, pero que se sienten incapaces de volver a visitar a una persona para hablar de la Biblia con más detalle. ¿Qué nos ayudará si nos pasa esto? Prepararnos bien nos permitirá tener más confianza. También es práctico utilizar las sugerencias que se dan en la reunión de entre semana. Además, podemos pedirle a un hermano con más experiencia que nos acompañe.
LOS CURSOS BÍBLICOS
16 El capítulo 8 de Hechos nos cuenta que, en una ocasión, Felipe le preguntó a un hombre de religión judía si realmente entendía lo que estaba leyendo en la Palabra de Dios. Él le contestó: “¿Y cómo voy a entenderlo sin alguien que me enseñe?”. Felipe entonces aprovechó para declararle “las buenas noticias acerca de Jesús” comenzando por el pasaje de las Escrituras que estaba leyendo (Hech. 8:26-36). No sabemos cuánto tiempo pasó Felipe con este hombre, pero sí sabemos que fue lo suficiente como para que creyera en Jesús, quisiera bautizarse y se hiciera discípulo.
17 Hoy muchas personas no conocen la Biblia, así que tal vez haga falta visitarlas repetidas veces y que la estudien a fondo durante semanas, meses o incluso un año o más para que lleguen a tener fe y puedan bautizarse. La paciencia y ayuda amorosa que brindamos a las personas sinceras que desean servir a Dios tiene su recompensa, como bien dijo Jesús: “Hay más felicidad en dar que en recibir” (Hech. 20:35).
18 ¿Cómo podemos ayudar a nuestros estudiantes a ser discípulos de Cristo? Usemos una de las publicaciones que se han preparado para dar clases de la Biblia, pongamos en práctica las sugerencias que se ofrecen en la reunión de entre semana y pidamos a hermanos que sean buenos maestros que nos acompañen.
19 Si necesitamos ayuda para iniciar y dirigir un curso de la Biblia, podemos pedírsela a un anciano o a un hermano que sea hábil en este campo. También nos darán ideas útiles las sugerencias de la Guía de actividades para la reunión Vida y Ministerio Cristianos, que se escenifican en dicha reunión. Y no nos olvidemos de contarle a Jehová nuestro deseo de encontrar a alguien a quien enseñarle las verdades de la Biblia (1 Juan 3:22). Por tanto, pongámonos la meta de dirigir por lo menos un curso bíblico además del que tenemos en casa con la familia. Esto hará que nos sintamos más felices en el ministerio.
CÓMO DIRIGIR A LOS ESTUDIANTES A LA ORGANIZACIÓN DE JEHOVÁ
20 Las personas a las que ayudamos a conocer a Jehová y a ser discípulos de Jesús llegan a formar parte de la congregación. Es muy importante ayudarlas a reconocer cuál es la organización de Jehová y enseñarles a cooperar con ella, porque de eso dependerá su progreso. Para ello contamos con algunos videos y con el folleto ¿Quiénes hacen la voluntad de Jehová en nuestros días? También nos puede ser útil el capítulo 4 de este libro.
21 Desde las primeras visitas, enséñele al estudiante que Jehová tiene una organización y que la está usando para predicar el Reino en toda la Tierra. Destaque el valor de nuestras publicaciones bíblicas y explíquele que son voluntarios dedicados a Dios quienes las producen y distribuyen por todo el mundo. Cuéntele cómo son las reuniones, invítelo a acompañarlo y preséntele a los hermanos. El estudiante también tendrá la oportunidad de conocer a más hermanos en las asambleas. En todas estas ocasiones, podrá ver por sí mismo que el amor caracteriza al pueblo de Jehová (Juan 13:35). Mientras más aprecie la organización de Jehová, más cerca estará de él.
CÓMO USAR LAS PUBLICACIONES BÍBLICAS
22 Los cristianos del siglo primero proclamaron con entusiasmo las verdades que contiene la Palabra de Dios y animaron a la gente a leerla. Copiaban a mano las Escrituras para su uso personal y en la congregación. No tenían muchas copias, pero las valoraban mucho (Col. 4:16; 2 Tim. 2:15; 3:14-17; 4:13; 1 Ped. 1:1). Los testigos de Jehová usamos hoy avanzados métodos de impresión que nos permiten producir cientos de millones de biblias y publicaciones bíblicas (libros, revistas, folletos y hojas sueltas) en cientos de idiomas.
23 No dejemos de ofrecer en la predicación las publicaciones que nos proporciona la organización de Dios. Recordar el bien que nos ha hecho leer y estudiar nuestras publicaciones nos motivará a ofrecerlas (Heb. 13:15, 16).
24 Cada día más personas usan Internet para mantenerse informadas. Por eso, contamos con otro medio muy útil para llevar el mensaje del Reino a la gente: la página jw.org. Gracias a este sitio, la gente puede leer o escuchar la Biblia o nuestras publicaciones en cientos de idiomas desde cualquier lugar del mundo. Y quien no desea hablar con nosotros en persona o vive en un lugar donde no es fácil hablar con un Testigo puede informarse sobre nuestras creencias en la intimidad de su hogar.
25 No dejemos pasar la oportunidad de dar publicidad a nuestra página. Por ejemplo, si una persona nos pregunta algo sobre nuestras creencias, enseñémosle allí mismo la respuesta en un dispositivo móvil o una tableta. Si encontramos a alguien que habla otro idioma o se comunica mediante lenguaje de señas, mostrémosle cómo encontrar la Biblia y publicaciones en su idioma en jw.org. Además, muchos publicadores aprovechan los videos para iniciar conversaciones bíblicas.
LA PREDICACIÓN INFORMAL
26 Jesús afirmó que él era “la luz del mundo” (Juan 8:12). En una ocasión, les dijo a quienes lo escuchaban que ellos también eran la luz del mundo y añadió este mandato: “Hagan brillar su luz a la vista de la gente. Que vean sus buenas obras y así le den gloria al Padre de ustedes que está en los cielos” (Mat. 5:14-16). Cuando estos discípulos obedecieron los mandatos de Dios e imitaron a Jesús, dejaron resplandecer su luz. Los cristianos siguen el ejemplo de Jesús y hacen brillar “la luz de la vida” para beneficio de quienes los escuchan.
27 También el apóstol Pablo fue un buen ejemplo para nosotros (1 Cor. 4:16; 11:1). Todos los días que estuvo en Atenas, le predicó a la gente que estaba en la plaza de mercado (Hech. 17:17). Los cristianos filipenses hicieron como él. Por eso, Pablo les dijo que brillaban “como luces resplandecientes” en medio de “una generación retorcida y malvada” (Filip. 2:15). Hoy también podemos hacer que la luz del Reino brille siempre que se nos presente la oportunidad de predicar las buenas noticias. Y podemos hacerlo no solo hablando, sino también mediante nuestra buena conducta. Gracias a esta, las personas pueden ver que somos diferentes del mundo. Pero, gracias a la predicación, pueden entender por qué somos diferentes.
28 Hay muchas ocasiones en las que podemos aprovechar una conversación normal para predicar. Muchos siervos de Dios lo hacen en el trabajo, la escuela, el transporte público o al realizar las actividades cotidianas. En los viajes largos, también podemos encontrar ocasiones para hablar de nuestra esperanza. Por eso, preparémonos para predicar en cualquier momento oportuno.
29 ¿Qué nos motiva a hacerlo? Recordar que estamos alabando al Creador y honrando su nombre. Además, puede que ayudemos a alguien de buen corazón a que conozca a Jehová y llegue a ser su siervo, y que, gracias a su fe en Jesús, tenga la esperanza de vivir para siempre. Para Jehová, esta labor es servicio sagrado, y le gusta ver que nos esforzamos por cumplirla (Heb. 12:28; Apoc. 7:9, 10).
EL TERRITORIO
30 La voluntad de Jehová es que el mensaje del Reino llegue a las ciudades y las zonas rurales de todo el mundo. Siguiendo la dirección de Dios, los primeros cristianos predicaron de manera organizada (2 Cor. 10:13; Gál. 2:9). Igualmente, hoy día las sucursales asignan el territorio que deben predicar las congregaciones o los publicadores que sirven en lugares apartados (1 Cor. 14:40). Mantener un orden al asignar los territorios es muy importante, ya que en este tiempo del fin la obra crece rápidamente y queremos llegar al mayor número de personas posible.
31 Dentro de la congregación, es el superintendente de servicio el que se encarga de los territorios. Un siervo ministerial puede asignarlos. Hay dos tipos de territorio: de grupo y personales. Donde hay poco territorio, cada superintendente de grupo tiene los territorios en los que predicarán los publicadores de su grupo. Donde hay bastante, cada publicador puede obtener el suyo personal.
32 Tener un territorio personal les permite a los publicadores predicar cuando no hay una salida programada o cuando no es práctico encontrarse con el grupo. También les permite aprovechar al máximo el tiempo que dedican al ministerio. Por ejemplo, pueden predicar cerca de su lugar de trabajo a la hora del almuerzo. Y hay familias que solicitan un territorio que quede cerca de su casa donde ir a predicar algunas tardes. Si alguien desea tener un territorio personal, puede pedírselo al siervo de territorios. Como es natural, los territorios personales también pueden usarse para predicar en grupo.
33 La persona que pide el territorio hará lo posible por que se hable con alguien en todas las casas, preferiblemente en un plazo no mayor a cuatro meses. Todo lo que haga para cubrir el territorio debe estar de acuerdo con las leyes de protección de datos del país. Cuando el territorio se acabe, lo informará al siervo de territorios. Dependiendo de las circunstancias, quien pidió el territorio puede devolverlo o, si lo desea, predicar de nuevo en él.
34 Con la colaboración de todos, es posible predicar el territorio a conciencia. También se evita que diferentes grupos de publicadores visiten las casas de un territorio al mismo tiempo y molesten a las personas. Así se les muestra consideración a ellas y a los hermanos.
COLABOREMOS PARA PREDICAR A PERSONAS DE TODOS LOS IDIOMAS
35 Todo el mundo necesita conocer a Jehová, a su Hijo y el Reino (Apoc. 14:6, 7). Queremos que todas las personas, sin importar el idioma que hablen, lleguen a invocar a Jehová y vestirse de la nueva personalidad (Rom. 10:12, 13; Col. 3:10, 11). Como es natural, predicar en territorios donde se hablan varios idiomas presenta desafíos. ¿Cómo superarlos? ¿Cómo lograr que tantas personas como sea posible escuchen el mensaje del Reino en el idioma que entienden mejor? (Rom. 10:14).
36 La sucursal asigna los territorios por idioma. Por lo tanto, en lugares donde se hablan varios idiomas, diferentes congregaciones predican en el mismo sector. Lo mejor en esos casos es concentrarse en predicar a las personas que hablan el idioma de nuestra congregación. Lo mismo haremos durante las campañas anuales. Desde luego, cuando participemos en la predicación pública o informal, podemos ofrecer publicaciones en cualquier idioma.
37 Hay congregaciones de idiomas que no pueden predicar regularmente en los territorios más lejanos. En esos casos, los superintendentes de servicio de las congregaciones implicadas deberán organizar juntos un sistema que sea práctico y que permita que todo el mundo tenga la oportunidad de escuchar las buenas noticias sin que se visiten innecesariamente los mismos hogares varias veces (Prov. 15:22).
38 ¿Qué haremos si la persona que abre la puerta no habla nuestra lengua? No demos por hecho que la encontrará un publicador que hable su idioma. Podemos ofrecernos a conseguirle publicaciones en su idioma o mostrarle el sitio jw.org y enseñarle cómo leer o descargar publicaciones. Algunos publicadores han memorizado una presentación sencilla en una lengua que es común en su territorio.
39 Si una persona muestra verdadero interés, trataremos de encontrar a un publicador que hable una lengua que ella comprenda. También podemos indicarle el lugar más cercano donde se celebran reuniones en su idioma. Si desea que alguien que habla su idioma se ponga en contacto con ella, podemos explicarle cómo meter sus datos en jw.org. La sucursal se encargará de encontrar a un publicador, grupo o congregación que pueda ayudarla.
40 Somos responsables de visitar a la persona hasta que nos diga que alguien que habla su idioma se ha comunicado con ella. En algunos casos, la sucursal les dirá a los ancianos que no ha podido encontrar a nadie que hable esa lengua en particular. En esa situación, haremos lo posible para atender a la persona interesada y estudiar juntos la Biblia, quizás usando una publicación en su idioma. Si aprovechamos bien las fotos y los dibujos, y le pedimos que lea los textos, la persona aprenderá algunas ideas básicas de la Biblia. Puede que un miembro de la familia que hable ambos idiomas esté dispuesto a servirnos de intérprete.
41 Dirijamos a la persona a la organización de Dios invitándola a las reuniones, aunque tal vez no entienda todo lo que se diga en ellas. Ayudémosla a buscar los textos en una Biblia en su idioma. El simple hecho de reunirse con los hermanos contribuirá a su progreso espiritual.
42 Los pregrupos. Un pregrupo está formado por varios publicadores que predican en otro idioma aunque no haya un anciano o un siervo ministerial capacitados para dirigir una reunión semanal. La sucursal puede reconocer a una congregación como anfitriona de un pregrupo si se dan las siguientes condiciones:
1) Hay en la zona una población considerable de hablantes de un idioma distinto al de la congregación.
2) Al menos algunos publicadores conocen el idioma o están dispuestos a aprenderlo.
3) El cuerpo de ancianos está dispuesto a organizar la predicación en dicho idioma.
Si el cuerpo de ancianos desea ser anfitrión de un pregrupo, debe consultar con el superintendente de circuito. Quizás él sepa de otras congregaciones que estén tratando de predicar a las personas que hablan ese idioma y pueda ofrecer orientación respecto a qué congregación sería la más adecuada para albergar al pregrupo. Una vez seleccionada la congregación, los ancianos pueden enviar una carta a la sucursal para solicitar el reconocimiento formal como congregación anfitriona de un pregrupo.
43 Los grupos. La sucursal puede reconocer a una congregación como anfitriona de un grupo si se dan las siguientes condiciones:
1) Existe suficiente interés y hay potencial de aumento en el territorio de habla extranjera.
2) Hay al menos una pequeña cantidad de publicadores que hablan el idioma o lo están aprendiendo.
3) Hay por lo menos un siervo ministerial o un anciano capacitado que organice el grupo y dirija en ese idioma al menos una reunión a la semana (o una parte de ella, como el discurso público o el Estudio de La Atalaya).
Cuando estos requisitos se cumplen a un grado razonable, el cuerpo de ancianos envía una carta detallada a la sucursal para solicitar que se reconozca formalmente a la congregación como anfitriona del grupo. El anciano o el siervo ministerial encargado es el “superintendente de grupo” o el “siervo de grupo”, según sea el caso, y será responsable de atender las necesidades del mismo.
44 Una vez que se ha establecido el grupo, el cuerpo de ancianos de la congregación anfitriona decide qué otras partes de las reuniones hará el grupo y con qué frecuencia tendrá las reuniones durante el mes. También se pueden organizar salidas para predicar. Todos los integrantes del grupo sirven bajo la supervisión del cuerpo de ancianos de la congregación anfitriona. Estos atenderán las necesidades del grupo y les darán guía práctica y razonable a quienes lo componen. Durante su visita a la congregación anfitriona, el superintendente de circuito también saldrá a predicar con el grupo. Enviará a la sucursal un breve informe sobre su progreso y sus necesidades. Con el tiempo, muchos de estos grupos se convierten en congregaciones. Jehová se sentirá muy feliz si todos siguen su guía (1 Cor. 1:10; 3:5, 6).
LA PREDICACIÓN EN GRUPO
45 Los cristianos tienen la responsabilidad de predicar las buenas noticias. Hay muchas maneras de cumplir esa responsabilidad, pero ¿no es cierto que disfrutamos más cuando lo hacemos con otros hermanos? (Luc. 10:1). Con ese fin, las congregaciones organizan reuniones para salir a predicar tanto entre semana como los fines de semana. Los días festivos ofrecen a los hermanos que no tienen que trabajar una excelente oportunidad para predicar en grupo. El Comité de Servicio de la Congregación programa las salidas para predicar en lugares y horarios que les vengan bien a todos los publicadores, tanto por la mañana como por la tarde.
46 La predicación en grupo nos da la oportunidad de animarnos unos a otros (Rom. 1:12). A los nuevos les permite predicar con hermanos más experimentados y aprender de ellos. Aun si vamos a salir solos, estar presentes en la reunión para el servicio del campo será animador para todos. Saber que hay otros hermanos predicando en la misma zona nos dará más confianza. Además, en algunos lugares es mejor que dos o más publicadores salgan juntos por seguridad. Ni los precursores ni los publicadores deben sentirse obligados a apoyar todas las salidas para predicar que organiza la congregación, especialmente si se celebran a diario. Sin embargo, es posible que puedan apoyarlas por lo menos algunos días.
47 Todos tenemos la oportunidad de participar en la importantísima obra que iniciaron Jesús y los apóstoles. Estamos seguros de que Jehová nos bendecirá por predicar con entusiasmo las buenas noticias del Reino (Luc. 9:57-62).
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Oportunidades para hacer más en el servicio a JehováOrganizados para hacer la voluntad de Jehová
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CAPÍTULO 10
Oportunidades para hacer más en el servicio a Jehová
CUANDO llegó el momento de enviar a los discípulos a predicar el Reino, Jesús comparó la predicación con una cosecha y dijo: “La cosecha es mucha, pero los trabajadores son pocos”. Puesto que la tarea era tan grande, añadió: “Ruéguenle al Dueño de la cosecha que mande trabajadores a su cosecha” (Mat. 9:37, 38). Como parte de sus instrucciones, dijo: “De ninguna manera van a terminar de recorrer todas las ciudades de Israel antes de que llegue el Hijo del Hombre” (Mat. 10:23). Estaba claro que el trabajo era urgente; no había tiempo que perder.
2 Hoy vivimos una situación parecida, pero a una escala mucho mayor. Las buenas noticias tienen que predicarse antes de que venga el fin, y cada vez queda menos tiempo (Mar. 13:10). Nuestro territorio es todo el mundo, y somos pocos en comparación con los miles de millones de habitantes del planeta. Pero contamos con la ayuda de Jehová, y por eso estamos seguros de que las buenas noticias se predicarán por toda la Tierra. Entonces, el día que Jehová ha fijado, vendrá el fin. Y nosotros, ¿ponemos la predicación del Reino en primer lugar en la vida a fin de cumplir completamente con nuestro ministerio? ¿Qué metas nos ayudarán a conseguir ese objetivo?
3 Como dijo Jesús, Jehová les pide a sus siervos que le sirvan de toda alma: “Ama a Jehová tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas” (Mar. 12:30). Demostramos que nuestra devoción y dedicación son sinceras haciendo todo lo posible por servirle como él quiere (2 Tim. 2:15). Todos, no importa cuáles sean nuestras circunstancias o aptitudes, tenemos oportunidades de servir más a Jehová. Veamos cuáles son algunas de ellas. Esto nos ayudará a decidir qué metas ponernos.
SER PUBLICADOR
4 Predicar las buenas noticias del Reino es la labor principal que Jesús encargó a sus discípulos; es un honor que se concede a todo el que acepta la verdad (Mat. 24:14; 28:19, 20). Igual que hicieron, entre otros, Andrés, Felipe y Cornelio, quien llega a ser discípulo de Cristo suele hablar de las buenas noticias desde el primer momento (Juan 1:40, 41, 43-45; Hech. 10:1, 2, 24; 16:14, 15, 25-34). Esto quiere decir que una persona puede hablar de la verdad a otras antes de bautizarse. De hecho, en cuanto cumple los requisitos para ser publicador no bautizado, puede salir a predicar de casa en casa. Y también puede predicar de otras maneras, según sus aptitudes y circunstancias.
5 Después de bautizarse, el publicador sin duda desea hacer todo lo posible por ayudar a otras personas a aprender la verdad. Todos tenemos el privilegio de poner nuestro granito de arena en la predicación del Reino. Si aprovechamos las oportunidades que se nos presentan para hacer más en el servicio a Jehová, nos sentiremos muy felices.
SERVIR DONDE SE NECESITA AYUDA
6 Puede que vivamos en un lugar donde se predica con frecuencia y hayamos pensado ir adonde hay más necesidad (Hech. 16:9). O también puede ser que haya alguna congregación que agradezca la ayuda de ancianos o siervos ministeriales. Si queremos mudarnos a otra congregación de nuestro circuito, es posible que el superintendente viajante tenga algunas ideas sobre dónde podemos ayudar. Pero, si nuestro deseo es ir a otro lugar del país, la sucursal nos dará la información que necesitemos.
7 Por otro lado, si nuestra idea es servir en el extranjero, tengamos en cuenta que es un paso que va a afectar nuestra vida y la de quienes nos acompañen. Por eso, tenemos que pensarlo con cuidado y conviene que hablemos con los ancianos de la congregación (Luc. 14:28). Ahora bien, si no tenemos la intención de irnos por mucho tiempo, tal vez sea mejor pensar en mudarnos a otra zona de nuestro propio país.
8 En algunas regiones, los hermanos que tienen puestos de responsabilidad conocen la verdad desde hace relativamente poco tiempo. Son humildes, y por eso quizá prefieran que sean los ancianos con más experiencia que llegan a la congregación los que asuman las responsabilidades. Pero, si usted es un anciano que piensa ir a uno de estos lugares, debe tener claro que no va a sustituirlos, sino a servir junto con ellos. Anímelos a esforzarse por alcanzar privilegios de servicio y aceptar responsabilidades en la congregación (1 Tim. 3:1). No pierda la calma si las cosas no se hacen como en su país de origen. Use su experiencia como anciano a fin de ser de verdadera ayuda para los hermanos. Así, en caso de que tenga que regresar a su país, los ancianos locales estarán mejor preparados para atender la congregación.
9 Sin importar qué privilegios tenga usted —anciano, siervo ministerial, precursor o publicador—, el Comité de Servicio de la Congregación debe escribir una carta de recomendación. La enviará, junto con su solicitud de información, directamente a la sucursal que atiende el país donde usted desea servir. Entonces, esta le hará llegar los nombres de las congregaciones a las que les vendría bien su ayuda.
PREDICAR EN OTRO IDIOMA
10 ¿Ha pensado en aprender un idioma extranjero o un lenguaje de señas? Esto le abrirá las puertas para hacer más en el servicio de Jehová. Sería una buena idea que hablara con los ancianos y con el superintendente de circuito. Ellos le darán sugerencias y el ánimo que necesita. Supervisados por la sucursal, algunos circuitos organizan cursos de idiomas, a los que invitan a algunos publicadores y precursores.
SERVIR DE PRECURSOR
11 Todos deberíamos conocer los requisitos para ser precursor auxiliar, regular y especial o para servir en otras facetas del tiempo completo. Los precursores deben ser hermanos bautizados ejemplares que puedan dedicar una cantidad específica de horas a la predicación. El Comité de Servicio de la Congregación aprueba las solicitudes para ser precursor auxiliar o regular. A los precursores especiales los nombra la sucursal.
12 Se puede servir de precursor auxiliar por un mes, por varios meses seguidos o por tiempo indefinido. Muchos son precursores durante las vacaciones (por ejemplo, los jóvenes en edad escolar) o en ocasiones especiales, como la época de la Conmemoración (marzo y abril) o el mes de la visita del superintendente de circuito. En estas ocasiones especiales, es posible hacer un precursorado auxiliar con un requisito de horas reducido. Si usted lleva una vida limpia moralmente y puede cumplir con el requisito de horas por un mes o más, pida una solicitud a los ancianos, que se la darán con gusto.
13 ¿Cuáles son los requisitos para servir de precursor regular? Ser un publicador ejemplar que lleve bautizado al menos seis meses y que pueda dedicar una cantidad fija de horas al año. Los precursores regulares colaboran estrechamente con su congregación y son de gran ayuda, pues contagian su entusiasmo por la predicación y animan a otros publicadores a emprender este servicio.
14 A algunos precursores regulares que han obtenido buenos resultados en el ministerio se les nombra precursores especiales. En ocasiones, este nombramiento es temporal. Los precursores especiales deben estar dispuestos a ir adonde los asigne la sucursal. Con frecuencia se les envía a lugares aislados con la meta de formar una nueva congregación. También se les puede asignar a congregaciones que necesitan ayuda para predicar todo su territorio. Y a algunos que son ancianos se les envía a congregaciones pequeñas, aunque estas no necesiten ayuda en la predicación. Los precursores especiales reciben una pequeña ayuda económica.
LOS MISIONEROS QUE SIRVEN EN EL CAMPO
15 El Comité de Servicio del Cuerpo Gobernante nombra a los misioneros que sirven en el campo. Estos por lo general han asistido a la Escuela para Evangelizadores del Reino. El comité de la sucursal que los recibe los asigna a zonas densamente pobladas. Estos hermanos son de mucha ayuda para las congregaciones, pues les dan estabilidad e impulsan la predicación. Se les suministra vivienda y una pequeña ayuda económica.
LOS SUPERINTENDENTES DE CIRCUITO
16 Antes de que el Cuerpo Gobernante nombre a un superintendente de circuito, este debe recibir preparación y ganar experiencia sirviendo de superintendente de circuito sustituto. ¿Qué requisitos debe llenar? Tiene que ser un precursor diligente, buen estudiante de la Biblia y buen maestro y discursante. En su vida se ve que produce el fruto del espíritu. Tiene buen juicio y es equilibrado y razonable. Le encanta la predicación, y ama a los hermanos. Su esposa es una hermana de conducta ejemplar, que trata bien a los demás y es hábil en el ministerio. Respeta la autoridad de Jehová y también la de su esposo. No habla en su nombre y no domina las conversaciones. El superintendente de circuito y su esposa tienen un horario apretado, por lo que deben gozar de buena salud. Quien desea alcanzar esta meta no hace una solicitud, sino que le transmite su deseo a su superintendente de circuito, quien le dirá qué hacer.
LAS ESCUELAS BÍBLICAS
17 Escuela para Evangelizadores del Reino. En esta escuela se prepara a hermanas y hermanos solteros y matrimonios para ir a zonas donde hacen falta más predicadores y dar apoyo espiritual a las congregaciones. A muchos graduados se les envía como precursores regulares dentro de su propio país, mientras que otros, si indican que están disponibles, pueden recibir otras asignaciones en su país o en el extranjero. A algunos se les puede asignar como precursores especiales temporales o permanentes. Los precursores interesados en ir a esta escuela pueden informarse de cuáles son los requisitos en la reunión que se celebra en la asamblea regional.
18 Escuela Bíblica de Galaad de la Watchtower. El Comité de Sucursal da la solicitud para esta escuela a hermanas y hermanos solteros y matrimonios que sean siervos especiales de tiempo completo. Deben saber inglés. Son cristianos que ya han demostrado que quieren servir a sus hermanos y ayudarlos a conocer y poner en práctica las normas bíblicas y las pautas de la organización. Pueden ser de gran ayuda tanto en las congregaciones como en la sucursal. A los graduados se les invita a servir en su país o en el extranjero.
BETEL
19 El nombre Betel significa “Casa de Dios”. Es un nombre muy apropiado para este lugar donde hombres y mujeres tienen el privilegio de efectuar trabajos fundamentales relacionados con la predicación mundial, como producir, traducir, imprimir y distribuir publicaciones bíblicas. El Cuerpo Gobernante, que supervisa la congregación mundial, valora mucho la labor de estos hermanos. Muchos betelitas que son traductores viven en los lugares donde se habla el idioma al que traducen. De esta manera, escuchan a la gente usar el idioma en su vida diaria y comprueban que las publicaciones se entienden bien.
20 Se invita a Betel principalmente a jóvenes varones bautizados que gozan de buena salud, pues gran parte del trabajo exige fortaleza física. Si deseamos servir en Betel, podemos dirigirnos a los ancianos de nuestra congregación para que nos den más detalles.
EL TRABAJO DE CONSTRUCCIÓN
21 La construcción de edificios dedicados a nuestras actividades espirituales es una forma de servicio sagrado, como lo fue la construcción del templo de Salomón (1 Rey. 8:13-18). Muchos hermanos y hermanas ofrecen con entusiasmo su tiempo y recursos para participar en este trabajo.
22 Si usted es un publicador bautizado y puede colaborar, ¿por qué no habla con los ancianos de su congregación? Los hermanos que están a cargo de estos proyectos estarán encantados de contar con su ayuda y de enseñarle si no es un trabajador especializado. Algunos hermanos que satisfacen los requisitos pueden incluso participar en la construcción en otros países.
23 Hay muchas oportunidades de servir en proyectos de construcción. Los hermanos bautizados que sean ejemplares y tengan conocimientos que puedan ser útiles pueden ofrecerse para servir como voluntarios locales de diseño y construcción en lugares cercanos. Otros hermanos pueden colaborar por un tiempo en lugares más lejanos. Son los voluntarios de construcción, y los nombra la sucursal para periodos de dos semanas a tres meses. Si se les nombra para periodos más largos, se les llama siervos de construcción. Cuando a estos últimos se les envía a servir en el extranjero, pasan a ser siervos de construcción expatriados. Los voluntarios y los siervos de construcción forman los Grupos de Construcción. Ellos se encargan de las obras con la ayuda de los voluntarios locales de diseño y construcción, y de otros voluntarios de las congregaciones que son parte del proyecto. Cuando un grupo de construcción termina su trabajo en un lugar, pasa al siguiente que la sucursal le asigne.
¿CUÁLES SON SUS METAS?
24 El objetivo final de todo cristiano es servir a Jehová por la eternidad. Ponernos metas espirituales nos ayudará a alcanzar este objetivo. ¿Por qué? Porque nos permitirá aprovechar bien nuestro tiempo y energías, así como concentrarnos en las cosas más importantes y seguir creciendo espiritualmente (1 Cor. 9:26; Filip. 1:10; 1 Tim. 4:15, 16).
25 Imitemos el ejemplo de Pablo, quien lo dio todo en el servicio a Dios (1 Cor. 11:1). Él reconoció que Jehová le había abierto muchas puertas, como escribió a los cristianos de Corinto. A nosotros también Jehová nos abre muchas puertas para servirle junto a nuestros hermanos, en especial en la predicación del Reino. Y, como le ocurrió a Pablo, también encontramos “muchos enemigos” (1 Cor. 16:9). Él estuvo dispuesto a disciplinarse, pues dijo: “Golpeo mi cuerpo y lo hago mi esclavo” (1 Cor. 9:24-27). ¿Podemos nosotros hacer lo mismo?
Ponernos metas espirituales nos permitirá aprovechar bien nuestro tiempo y energías
26 Animamos a todos a ponerse metas realistas en el servicio a Jehová. Muchos que hoy son siervos de tiempo completo se fijaron esa meta cuando eran niños, o quizá sus padres u otros hermanos los animaron a hacerlo. Gracias a ello, han disfrutado de una vida plena sirviendo a Dios, y nunca se han arrepentido (Prov. 10:22). Pero hay otras metas que podemos tratar de alcanzar: salir todas las semanas a predicar, iniciar y dirigir un curso bíblico o dedicar más tiempo a la preparación para las reuniones. Sean cuales sean nuestras metas, lo importante es que nos mantengamos firmes y cumplamos con nuestro ministerio. Si lo hacemos, daremos honra a Jehová y alcanzaremos nuestro objetivo final: servirle por la eternidad (Luc. 13:24; 1 Tim. 4:7b, 8).
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Los lugares donde adoramos a DiosOrganizados para hacer la voluntad de Jehová
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CAPÍTULO 11
Los lugares donde adoramos a Dios
JEHOVÁ manda a sus siervos que se reúnan para recibir enseñanza espiritual y animarse unos a otros (Heb. 10:23-25). El tabernáculo o tienda de reunión fue el primer lugar donde adoraron a Dios los israelitas, su pueblo escogido (Éx. 39:32, 40). Salomón, un hijo del rey David, construyó tiempo después el templo, una casa para la gloria de Dios (1 Rey. 9:3). Cuando dicho templo fue destruido, en 607 antes de nuestra era, los judíos empezaron a reunirse en lugares llamados sinagogas. El templo se reconstruyó años después y volvió a ser el centro de la adoración verdadera. Jesús enseñó en ese templo, en las sinagogas e incluso en una montaña (Mat. 5:1-7:29; Luc. 4:16; Juan 18:20).
2 Después de la muerte de Jesús, los cristianos se reunían en lugares públicos y en casas particulares para explicar las Escrituras y disfrutar de la compañía de sus hermanos (Hech. 19:8, 9; Rom. 16:3, 5; Col. 4:15; Filem. 2). A veces, tuvieron que reunirse a escondidas para que sus enemigos no los encontraran. No hay duda de que los siervos de Dios de la antigüedad deseaban de corazón reunirse para ser “enseñados por Jehová” (Is. 54:13).
3 Los cristianos de la actualidad también nos reunimos en lugares públicos y en casas particulares. En estas últimas solemos juntarnos para salir a predicar. Quienes ofrecen sus hogares con este propósito lo consideran un honor, y muchos han visto que les ha beneficiado espiritualmente.
LOS SALONES DEL REINO
4 Por lo general, los testigos de Jehová nos reunimos en Salones del Reino que se han construido con ese fin o en lugares que han sido renovados. En ocasiones, es necesario alquilar un local. Varias congregaciones pueden reunirse en el mismo salón, y así se aprovechan al máximo las instalaciones y se ahorra dinero. Cuando se construye un Salón del Reino o se hacen reformas importantes, es apropiado tener un programa de dedicación. No es necesario hacerlo si las reformas son pequeñas.
5 Los Salones del Reino no son edificios lujosos que busquen impresionar, sino funcionales y cómodos, apropiados para tener nuestras reuniones (Hech. 17:24). No obstante, su diseño puede variar dependiendo del lugar donde se construyan.
6 Las congregaciones financian el uso y mantenimiento de los salones en los que se reúnen. No se exige a nadie una determinada cantidad de dinero. Más bien, los que asisten a las reuniones pueden depositar voluntariamente en la caja de contribuciones lo que han “decidido en su corazón” (2 Cor. 9:7).
7 Tal como es un privilegio hacer donaciones para cubrir los gastos del Salón del Reino, también lo es ofrecerse para la limpieza y el mantenimiento. Por lo general, un anciano o un siervo ministerial organiza este trabajo. Normalmente, los grupos para el servicio del campo limpian el salón, y el superintendente de grupo o su auxiliar toma la iniciativa. Tanto por dentro como por fuera, el Salón del Reino debe estar a la altura de Jehová y su organización, a quienes representa.
¿Vemos como un privilegio hacer donaciones para sostener el Salón del Reino y ofrecernos para su limpieza y mantenimiento?
8 Las congregaciones que comparten un mismo salón organizan un Comité de Mantenimiento del Salón del Reino. Los cuerpos de ancianos lo supervisan y nombran a un coordinador. Este comité se encarga de los asuntos relacionados con el salón, de que se mantenga limpio y en buen estado, y de que no falten productos de limpieza y mantenimiento. Para ello, se necesita la colaboración de todas las congregaciones.
9 El horario de las reuniones puede rotarse cuando dos o más congregaciones usan el mismo Salón del Reino. Al programar la rotación, los ancianos demostrarán cariño fraternal e interés por el bienestar de los demás (Filip. 2:2-4; 1 Ped. 3:8). Ninguna congregación decidirá por las otras. Por otra parte, cuando el superintendente de circuito visite una de las congregaciones, las demás harán los cambios que sean necesarios en su horario durante esa semana.
10 Con el permiso del Comité de Servicio de la Congregación, se puede usar el Salón del Reino para discursos de boda y de funeral. Los ancianos examinarán cada solicitud y tomarán una decisión de acuerdo con las instrucciones de la sucursal.
11 Cuando a alguien se le permite usar el salón, se espera que se comporte como un cristiano. No se debería hacer nada que molestara a los hermanos o que manchara el nombre de Jehová o la reputación de la congregación (Filip. 2:14, 15). Por otro lado, la sucursal puede decidir que se use el salón para otras actividades espirituales, como la Escuela del Ministerio del Reino o la Escuela del Servicio de Precursor.
12 Quienes forman parte de la congregación siempre muestran respeto en su lugar de reunión. Nuestra conducta y forma de vestir y arreglarnos deberían demostrar que estamos a la altura de lo que se espera de los siervos de Jehová (Ecl. 5:1; 1 Tim. 2:9, 10). Mostramos aprecio por las reuniones cuando obedecemos los consejos que da la Biblia sobre estos asuntos.
13 Es importante mantener el orden en las reuniones. Por eso, a los padres se les recomienda que sus hijos se sienten con ellos. Y, si sus hijos son pequeños, se les puede sugerir que se pongan donde distraigan lo menos posible si tienen que levantarse para llamarles la atención o para atenderlos.
14 La labor de los acomodadores contribuye a que disfrutemos de las reuniones. Por eso es importante que los hermanos que sirven de acomodadores tengan buen juicio, sean amigables y estén alerta. Es mejor usar a ancianos y siervos ministeriales. Sus responsabilidades incluyen saludar a los nuevos y contribuir a que se sientan a gusto, ayudar a los que llegan tarde a encontrar un asiento, contar la asistencia y ocuparse de que la temperatura y la ventilación sean adecuadas. Cuando haga falta, les pedirán a los padres que cuiden de que sus hijos no corran antes o después de las reuniones y no jueguen en la plataforma. También pueden pedirle con bondad a un padre que saque a su hijo si está distrayendo demasiado a los demás.
LA CONSTRUCCIÓN DE SALONES DEL REINO
15 En el siglo primero, algunos cristianos tenían una mejor situación económica que otros, y por eso Pablo les escribió: “Lo que quiero es que hagan una compensación: que lo que les sobra ahora a ustedes compense lo que les falta a ellos, y de esa manera lo que les sobre a ellos compense también lo que les falte a ustedes, y que así haya un equilibrio” (2 Cor. 8:14). Hoy ocurre algo parecido. Los fondos que contribuyen las congregaciones de todo el mundo se utilizan para renovar o construir Salones del Reino dondequiera que hagan falta. Tanto la organización como las congregaciones que se benefician de estos fondos agradecen muchísimo la generosidad de sus hermanos.
16 La sucursal decide en qué Salón del Reino se reunirán las congregaciones de una determinada zona. También decide cuándo y dónde se construirán nuevos salones y cuándo se renovarán los que lo necesiten. Después de un desastre, organiza la reparación de los salones dañados. A veces, en esos casos también se reparan las casas de los hermanos.
17 La sucursal coordina a los voluntarios que trabajan en la construcción y el mantenimiento de los Salones del Reino. Ellos se encargan de diseñar los salones, adquirir los terrenos y conseguir los permisos. Se necesitan muchos voluntarios para satisfacer la creciente demanda de salones que hay en muchos lugares. Animamos a los publicadores bautizados que cumplen los requisitos a que llenen una solicitud y se la entreguen al comité de servicio de su congregación. Los publicadores no bautizados pueden ayudar en la construcción o renovación de su Salón del Reino.
LOS SALONES DE ASAMBLEAS
18 Los primeros cristianos solían reunirse en grupos pequeños, pero en ocasiones se reunieron grupos bastante grandes (Hech. 11:26). Los siervos de Dios hoy también nos juntamos en grupos grandes para celebrar las asambleas de circuito y regionales. Con ese fin, alquilamos locales o, si no hay ninguno disponible o adecuado, construimos o compramos un edificio, al que llamamos Salón de Asambleas.
19 Aunque en ocasiones se obtiene y renueva un local ya existente, la mayoría de las veces se compra un terreno y se construye un edificio. El tamaño de los Salones de Asambleas depende de las necesidades locales. Antes de decidir si es necesario construir o comprar un salón, la sucursal estudia detenidamente lo que va a costar y cuánto se va a usar.
20 La sucursal nombra a hermanos que se encargan a tiempo completo del cuidado y el mantenimiento de las instalaciones. Las congregaciones colaboran con la limpieza regular y semestral, y con el mantenimiento del local. Participar en estas actividades es muy beneficioso, por lo que se nos anima a todos a hacerlo con entusiasmo (Sal. 110:3; Mal. 1:10).
21 En ocasiones, los Salones de Asambleas se usan para otras actividades espirituales, como escuelas bíblicas y reuniones especiales con los superintendentes de circuito. Estos lugares también están dedicados a la adoración a Dios; por eso, nuestra conducta y forma de vestir y arreglarnos deberían reflejar que somos siervos de Jehová, igual que cuando vamos al Salón del Reino.
22 Gracias a la bendición de Dios, más y más personas se están uniendo a la organización de Jehová en estos últimos días (Is. 60:8, 10, 11, 22). Por ello son necesarios más lugares donde reunirnos. Apoyemos los esfuerzos que se hacen para conseguirlos y mantengamos limpios y en buen estado los que ya tenemos. Así demostraremos que valoramos los lugares donde adoramos a Dios y donde nos animamos unos a otros, lo que es tan importante ahora que el fin está tan cerca.
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Cómo se financia nuestra obraOrganizados para hacer la voluntad de Jehová
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CAPÍTULO 12
Cómo se financia nuestra obra
LOS testigos de Jehová hemos predicado “hasta la parte más lejana de la tierra”. De esta manera hemos cumplido la profecía de Jesús sobre los últimos días (Hech. 1:8; Mat. 24:14). Dedicamos nuestro tiempo y energías a esta obra y ponemos el Reino de Dios en primer lugar en la vida con la confianza de que Jehová dará lo necesario a sus colaboradores (Mat. 6:25-34; 1 Cor. 3:5-9). Los buenos resultados son una prueba evidente de la aprobación y bendición de Jehová.
CÓMO SE FINANCIA LA OBRA A NIVEL MUNDIAL
2 Cuando las personas ven que no cobramos las biblias y las publicaciones que dejamos, se preguntan cómo es posible. Editar e imprimir biblias y publicaciones cuesta dinero, así como construir y mantener los hogares Betel, donde viven los hermanos que trabajan en las imprentas, que supervisan la predicación y que hacen otros trabajos relacionados con la difusión de las buenas noticias. Además, a los superintendentes de circuito, los misioneros que sirven en el campo, los precursores especiales y otros cristianos que están en el servicio especial de tiempo completo se les da ayuda material que les permita continuar con su servicio. Sin lugar a dudas, llevar a todo el mundo el mensaje del Reino cuesta mucho dinero. ¿De dónde sale?
3 Muchas personas que no son testigos de Jehová aprecian su obra educativa, y lo demuestran contribuyendo para la obra mundial. Ahora bien, la mayoría de las donaciones las hacen los propios testigos de Jehová, algunos de los cuales las envían directamente a la sucursal. Estos tienen la misma buena disposición que los siervos de Dios del pasado que colaboraron con generosidad para que se construyeran los lugares de adoración a Dios (Éx. 35:20-29; 1 Crón. 29:9). Hay quienes donan bienes a través de testamentos, pero por lo general las donaciones proceden de personas, congregaciones o circuitos que dan cantidades modestas. La suma de todo ello sirve para sostener la obra del Reino.
Los testigos de Jehová consideramos un honor emplear nuestro dinero y recursos para difundir las buenas noticias
4 La Biblia dice que Jesús y sus discípulos tenían una caja con dinero, lo que indica que recibían ayuda económica para cubrir sus gastos (Juan 13:29). Había mujeres que atendían a Jesús y a sus discípulos (Mar. 15:40, 41; Luc. 8:3). El apóstol Pablo agradeció la ayuda material que con cariño le dieron quienes amaban las buenas noticias y querían apoyarlo en su ministerio (Filip. 4:14-16; 1 Tes. 2:9). Estos ejemplos de celo y generosidad son un modelo para nosotros. Consideramos un honor emplear nuestro dinero y recursos para difundir las buenas noticias. Gracias a ello, “el agua de la vida” llega gratis a quienes tienen sed espiritual en todo el mundo (Apoc. 22:17).
CÓMO CUBREN SUS GASTOS LAS CONGREGACIONES
5 Las congregaciones también cubren sus gastos gracias a las donaciones voluntarias. No se exige que se entregue una determinada cantidad de dinero. Más bien, en nuestros lugares de reunión hay cajas de contribuciones donde cada uno puede poner “lo que ha decidido en su corazón” (2 Cor. 9:7).
6 ¿Para qué se usa ese dinero? En primer lugar, para pagar los gastos del Salón del Reino. Además, el cuerpo de ancianos puede decidir que una parte se envíe a la sucursal como donativo para la obra mundial. En ese caso, la congregación adoptará una resolución. Muchas congregaciones contribuyen regularmente a la obra mundial de esa forma. Si todos estamos al tanto de las necesidades del salón, no hará falta hacer anuncios frecuentes sobre las donaciones.
QUÉ SE HACE CON LAS DONACIONES
7 Después de cada reunión, dos hermanos sacan el dinero de las cajas de contribuciones y anotan las cantidades (2 Rey. 12:9, 10; 2 Cor. 8:20). El cuerpo de ancianos toma medidas para que el dinero esté seguro hasta que se envíe a la sucursal o se use para pagar los gastos de la congregación. El hermano que lleva las cuentas prepara el informe mensual para la congregación. El coordinador del cuerpo de ancianos se encarga de que se revisen las cuentas cada tres meses.
CÓMO SE CUBREN LOS GASTOS DE LOS CIRCUITOS
8 Los publicadores del circuito cubren los gastos de sus propias asambleas y otros gastos del circuito. Depositan sus donaciones voluntarias en las cajas que se colocan en el lugar donde se celebra la asamblea. Además, tal vez haya momentos en los que las congregaciones tengan que hacer contribuciones para cubrir los gastos corrientes.
9 Lo ideal es que los circuitos logren cubrir sus gastos y que donen el dinero sobrante a la obra mundial. Si no hay suficiente dinero en la cuenta del circuito para pagar los gastos de la asamblea o hacer frente a los gastos iniciales de la siguiente —como el dinero que se adelanta para reservar el local—, el superintendente de circuito puede sugerir que se les recuerde a las congregaciones que tienen el privilegio de contribuir. Cada cuerpo de ancianos verá cuánto puede donar su congregación y presentará una resolución.
10 Cuando hay asuntos económicos que requieren la atención de los ancianos del circuito, estos celebran una reunión el día de la asamblea de circuito. Los ancianos adoptarán una resolución cada vez que se use dinero del circuito para pagar gastos que no sean los gastos normales del circuito. En la resolución deben aparecer cantidades exactas.
11 El superintendente de circuito se encargará de que las cuentas del circuito se revisen periódicamente.
AYUDA PARA LOS NECESITADOS
12 Como dijimos antes, Jesús y sus discípulos tenían una caja donde guardaban dinero. Parte de él lo usaban para ayudar a los pobres (Mar. 14:3-5; Juan 13:29). Los cristianos tenemos que seguir ayudando a los necesitados, pues Jesús dijo: “A los pobres siempre los tienen con ustedes” (Mar. 14:7). ¿Cómo lo hacemos?
13 A veces, un hermano fiel se encuentra en dificultades económicas por causa de la edad, una enfermedad o alguna otra circunstancia fuera de su control. Puede ocurrir que un familiar o un hermano de la congregación se entere y lo ayude, siguiendo este principio: “Si alguien tiene las posesiones de este mundo y ve que su hermano está pasando necesidad pero se niega a mostrarle compasión, ¿cómo puede el amor a Dios permanecer en él? Hijitos, no amemos de palabra ni de labios para afuera, sino con hechos y de verdad” (1 Juan 3:17, 18; 2 Tes. 3:6-12). Cuidar de los siervos fieles de Dios que están necesitados forma parte de la adoración verdadera (Sant. 1:27; 2:14-17).
14 ¿Cómo puede hacerse esto? El apóstol Pablo lo explicó en 1 Timoteo 5:3-21. Todo cristiano tiene la obligación de atender las necesidades de su familia. Por eso, a los de edad avanzada o enfermos deben ayudarlos sus hijos, nietos o parientes cercanos. En algunos países existen ayudas sociales o del gobierno, así que los parientes u otros hermanos pueden ayudarlos a solicitarlas. Pero también puede ocurrir que haya hermanos necesitados con muchos años de fiel servicio que no tengan ningún familiar que los ayude y que las instituciones del gobierno no presten ningún tipo de asistencia adecuada. En ese caso, la congregación debe ayudarlos, y los ancianos sugerirán qué hacer. Recordemos que es un honor para los cristianos compartir sus posesiones con los necesitados.
15 A veces, nuestros hermanos pasan privaciones debido a persecución, guerras, terremotos, inundaciones, hambre u otras desgracias propias de estos difíciles últimos días (Mat. 24:7-9). Tal vez ni siquiera sus congregaciones puedan ayudarlos. En estos casos, el Cuerpo Gobernante coordina la ayuda que dan los hermanos de otros lugares. Algo parecido sucedió cuando los cristianos de Asia Menor enviaron alimento a sus hermanos de Judea durante una hambruna (1 Cor. 16:1-4; 2 Cor. 9:1-5). Al seguir este modelo, demostramos que amamos a nuestros hermanos y que somos auténticos discípulos de Jesucristo (Juan 13:35).
LA DISTRIBUCIÓN DE LAS PUBLICACIONES
16 Para predicar el Reino, necesitamos biblias y otras publicaciones. Por lo general, el cuerpo de ancianos asigna a un siervo ministerial para que se encargue de las publicaciones de la congregación. Este hermano toma en serio su responsabilidad. Lleva un buen control del inventario para que haya suficientes publicaciones.
17 Todo lo que tenemos —nuestro tiempo, aptitudes, recursos e incluso nuestra vida— son regalos de Dios. Jesús dijo: “Recibieron gratis, den gratis” (Mat. 10:8). Como nos hemos dedicado a Jehová, reconocemos que todo lo que hemos recibido está a su servicio (Luc. 17:10; 1 Cor. 4:7). A él le complace que lo honremos con nuestras cosas valiosas, y nosotros queremos hacerlo. Eso prueba lo mucho que lo amamos y demuestra nuestra profunda devoción a él (Prov. 3:9; Mar. 14:3-9; Luc. 21:1-4; Col. 3:23, 24). Entregar nuestra vida y recursos al servicio de Dios nos hará muy felices (Hech. 20:35).
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“Háganlo todo para la gloria de Dios”Organizados para hacer la voluntad de Jehová
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CAPÍTULO 13
“Háganlo todo para la gloria de Dios”
“YA SEA que estén comiendo, bebiendo o haciendo cualquier otra cosa, háganlo todo para la gloria de Dios”, escribió el apóstol Pablo en 1 Corintios 10:31. Los siervos dedicados de Dios, que somos un pueblo santo, tenemos que dejarnos guiar por este principio e imitar las maravillosas cualidades de Jehová en todo lo que decimos y hacemos. Esto significa que tenemos que obedecer sus normas justas, que reflejan su personalidad perfecta (Efes. 5:1, 2; Col. 3:10).
2 Al igual que a la nación de Israel, a todos los cristianos se nos manda que permanezcamos santos. Pedro dijo: “Como hijos obedientes, no dejen que los deseos que tenían antes en su ignorancia sigan moldeándolos; más bien, al igual que el Santo que los llamó, sean santos en toda su conducta, porque está escrito: ‘Tienen que ser santos porque yo soy santo’” (1 Ped. 1:14-16). Esto quiere decir que permanecemos sin mancha y limpios de la suciedad y el pecado que llenan el mundo, apartados para servir solo a Jehová (Éx. 20:5).
3 ¿Cómo podemos permanecer santos? Obedeciendo las leyes y los principios de Dios, que están en las Escrituras (2 Tim. 3:16). Mediante el estudio de la Biblia, aprendimos sobre Jehová y su forma de hacer las cosas, y llegamos a sentir el deseo de acercarnos a él. Vimos la necesidad de buscar primero el Reino y de hacer de la voluntad de Dios el centro de nuestra vida (Mat. 6:33; Rom. 12:2). Para eso tuvimos que ponernos la nueva personalidad (Efes. 4:22-24).
LA LIMPIEZA ESPIRITUAL Y MORAL
4 No siempre es fácil obedecer las leyes y principios de Dios. ¿Por qué? Para comenzar, porque tenemos que luchar contra nuestras malas tendencias y contra las malas influencias de la sociedad que nos rodea. Para colmo, Satanás está empeñado en que abandonemos la verdad. Vivir a la altura de nuestra dedicación es una auténtica lucha. La Biblia nos dice que no debería sorprendernos tener que enfrentarnos a pruebas y oposición. Tenemos que sufrir por causa de la justicia (2 Tim. 3:12). Pero estas pruebas demuestran que estamos haciendo la voluntad de Dios, y por eso nos sentimos contentos (1 Ped. 3:14-16; 4:12, 14-16).
5 Cuando Jesús vino a la Tierra, ya era perfecto, pero las cosas que sufrió le enseñaron lo que es la obediencia. Nunca cedió a las tentaciones de Satanás ni anheló las cosas de este mundo. Ni siquiera por un momento pensó en hacerlo (Mat. 4:1-11; Juan 6:15). Obedeció las normas de Jehová aunque su fidelidad provocó que el mundo lo odiara. Poco antes de morir, les advirtió a sus discípulos que el mundo también los odiaría a ellos. Y así ha sido: los cristianos han pasado por muchos sufrimientos, pero saben que Jesús venció al mundo, y esto les da valor (Juan 15:19; 16:33; 17:16).
6 Al igual que nuestro Maestro, tenemos que observar las normas de Dios a fin de no ser parte del mundo. Esto implica más que no mezclarse en asuntos políticos y en conflictos sociales; es necesario resistir la degeneración moral que nos rodea. Nos tomamos muy en serio el consejo de Santiago 1:21: “Quítense toda suciedad y todo rastro de maldad, y acepten con apacibilidad que la palabra que puede salvarlos eche raíces en ustedes”. La palabra de la verdad echa raíces en nuestra mente y corazón gracias al estudio de la Biblia y la asistencia a las reuniones. Cuando esto sucede, ni siquiera comenzamos a desear lo que el mundo ofrece. Santiago también escribió: “¿No saben que la amistad con el mundo es enemistad con Dios? Por lo tanto, cualquiera que quiere ser amigo del mundo se está haciendo enemigo de Dios” (Sant. 4:4). Por esta razón, la Biblia advierte con firmeza que debemos observar los mandamientos de Dios y estar separados del mundo.
7 La Palabra de Dios prohíbe el comportamiento vergonzoso y la conducta inmoral: “Que la inmoralidad sexual, cualquier clase de impureza o la codicia ni siquiera se mencionen entre ustedes, como es propio de personas santas” (Efes. 5:3). Por lo tanto, no dejamos que nuestra mente se recree en cosas que son obscenas, vergonzosas o degradantes, y mucho menos hablamos de ellas. De este modo, demostramos que queremos respetar las normas morales de Jehová, que son limpias y rectas.
LA LIMPIEZA FÍSICA
8 Los cristianos saben que no basta con ser limpios moral y espiritualmente. También reconocen la importancia de la limpieza física. Jehová, que es un Dios santo, mandó que el campamento de Israel se mantuviera limpio. Del mismo modo, nosotros queremos estar limpios para que él no encuentre nada indecente o sucio en nosotros (Deut. 23:14).
9 La santidad y la limpieza física están muy relacionadas en la Biblia. Por ejemplo, Pablo escribió: “Amados, [...] limpiémonos de todo lo que contamina el cuerpo y el espíritu, perfeccionando nuestra santidad con el temor de Dios” (2 Cor. 7:1). Así que todo cristiano debe bañarse con regularidad y lavar su ropa. Aunque las circunstancias de cada país son diferentes, normalmente es posible conseguir suficiente agua y jabón para que nosotros y nuestros hijos estemos limpios.
10 Gracias a la predicación, nuestros vecinos nos conocen bien. Mantener nuestra casa limpia y ordenada, tanto por fuera como por dentro, les da buen testimonio. Todos los miembros de la familia pueden hacer su parte y colaborar. Los varones pueden, por ejemplo, encargarse en especial de la casa y sus alrededores. Una casa y un jardín bien cuidados causan una buena impresión. Los cabezas de familia que presiden bien su propia casa no solo cuidan de la salud espiritual de su familia; también cuidan del buen estado del hogar (1 Tim. 3:4, 12). Las cristianas también se preocupan de atender la casa, especialmente de su interior (Tito 2:4, 5). Los padres educan a sus hijos para que hagan su parte y sean limpios y mantengan su habitación limpia y ordenada. Así, toda la familia puede aprender los hábitos de limpieza que serán la norma en el nuevo mundo.
11 Muchos hermanos van a las reuniones en automóvil, y en algunos lugares este es casi indispensable para predicar. Es necesario mantenerlo limpio y en buen estado. Al igual que nuestra casa, debe mostrar que somos parte del pueblo santo y limpio de Dios. Y lo mismo puede decirse de nuestro ejemplar de la Biblia y del maletín o bolso que usamos en la predicación.
12 También demostramos que respetamos los principios bíblicos por nuestra forma de arreglarnos. ¿Cómo iríamos vestidos si tuviéramos que presentarnos ante una persona importante? ¿Verdad que no iríamos sucios, desarreglados o con ropa demasiado informal? ¡Con cuánta más razón cuidaremos nuestra apariencia cuando representemos a Jehová desde la plataforma o en la predicación! Nuestra manera de arreglarnos puede influir en cómo ven otros la adoración verdadera. No estaría bien que fuera inmodesta o que no tomara en cuenta los sentimientos de los demás (Miq. 6:8; 1 Cor. 10:31-33; 1 Tim. 2:9, 10). Por eso, cuando nos arreglemos para ir a predicar, a las reuniones o a las asambleas, tengamos presente lo que dice la Biblia sobre la limpieza y la modestia. Queremos dar gloria a Dios en todo momento.
Los siervos dedicados de Dios tenemos que imitar las maravillosas cualidades de Jehová en todo lo que decimos y hacemos
13 Estos mismos principios son válidos cuando visitamos la sede mundial de los testigos de Jehová o una de las sucursales. No olvidemos que Betel significa “casa de Dios”, por lo que debemos vestirnos y comportarnos como lo haríamos en el Salón del Reino.
14 También queremos cuidar nuestra apariencia en nuestro tiempo libre. Deberíamos preguntarnos: “¿Me daría vergüenza predicar informalmente con esta ropa?”.
EL TIEMPO LIBRE
15 En una ocasión, Jesús invitó a sus discípulos a ir a un lugar solitario para descansar un poco (Mar. 6:31). El descanso y la recreación, además de ser muy agradables, son necesarios para llevar una vida equilibrada y saludable. Nos permiten recuperar las fuerzas para seguir con las labores cotidianas.
16 Existen muchas formas de divertirse, así que los cristianos tenemos que escoger con sabiduría. Además, aunque es cierto que las diversiones tienen su lugar en la vida, no es el primero. La Biblia nos advierte que “en los últimos días” los hombres amarían “los placeres en vez de a Dios” (2 Tim. 3:1, 4). Muchas de las diversiones actuales son inaceptables para quienes desean obedecer las normas de Jehová.
17 Los primeros cristianos tenían que resistir la mala influencia de un mundo obsesionado con los placeres. Los asistentes al circo romano se recreaban con el sufrimiento ajeno. La gente se entretenía con espectáculos en los que había violencia, sangre y sexo. Gran parte del entretenimiento de hoy es parecido, pues apela a los más bajos instintos. Por eso debemos tener “muchísimo cuidado” con nuestro comportamiento y rechazar el entretenimiento degradante, como hicieron los cristianos del siglo primero (Efes. 5:15, 16; Sal. 11:5). Puede que en ocasiones la actividad no tenga nada de malo, pero sí el ambiente en el que tiene lugar (1 Ped. 4:1-4).
18 Hay formas sanas de divertirse de las que podemos disfrutar los cristianos. Nos beneficiará seguir los consejos que da la Biblia y las sugerencias equilibradas de nuestras publicaciones.
19 A veces, varias familias se reúnen en una casa para pasar un rato. En otras ocasiones, se nos invita a una celebración más grande, como una boda (Juan 2:2). Los anfitriones comprenden que son responsables de lo que pase. Desde luego, se deben tomar ciertas precauciones con los grupos grandes. Algunos no se han portado como cristianos en este ambiente relajado y han comido o bebido en exceso o cometido otro mal grave. Por esta razón, muchos hermanos han actuado con buen juicio y sabiduría al limitar el tamaño y duración de estas ocasiones. Si se sirven bebidas alcohólicas, deben consumirse con moderación (Filip. 4:5). La comida y la bebida no son lo más importante si deseamos disfrutar de una reunión social que nos anime espiritualmente.
20 Los cristianos nos distinguimos por ser hospitalarios (1 Ped. 4:9). Cuando invitemos a alguien a casa para comer o tomar algo o simplemente para disfrutar de su compañía, no olvidemos a los menos favorecidos (Luc. 14:12-14). Y, si somos los invitados, seamos agradecidos y comportémonos siguiendo el principio de Marcos 12:31.
21 Los cristianos disfrutan de comer y beber y “de todo su duro trabajo”. Este es un regalo de nuestro generoso Dios (Ecl. 3:12, 13). Cuando los anfitriones y los invitados hacen las cosas “para la gloria de Dios”, las reuniones sociales fortalecen nuestra espiritualidad y dejan agradables recuerdos.
LA ESCUELA
22 Los hijos de padres Testigos se benefician de ir a la escuela. Se preocupan de aprender a leer y escribir bien, y estudian otras materias que los ayudarán a alcanzar metas espirituales. En los años que pasen en la escuela, se esforzarán por acordarse de su Gran Creador poniendo las cosas espirituales en primer lugar (Ecl. 12:1).
23 Joven, no te relaciones sin necesidad con tus compañeros no Testigos (2 Tim. 3:1, 2). Hay mucho que puedes hacer para rechazar la influencia del mundo. Jehová no te ha dejado indefenso: te ofrece la protección que necesitas. Aprovéchala (Sal. 23:4, 5; 91:1, 2).
24 La mayoría de los jóvenes Testigos no se apuntan a actividades extraescolares. Esto los ayuda a mantenerse separados del mundo. Sus compañeros y maestros no siempre lo entienden, pero ellos consideran que lo que importa es agradar a Dios. Para ello, deben dejarse guiar por su conciencia y los principios bíblicos, y estar decididos a no contagiarse del nacionalismo y del espíritu de competencia del mundo (Gál. 5:19, 26). Si los jóvenes aprovechan las buenas compañías de la congregación y escuchan los consejos bíblicos que les dan sus padres, serán fieles a los justos mandatos de Dios.
EL TRABAJO
25 La Biblia indica que el cabeza debe mantener a la familia (1 Tim. 5:8). Sin embargo, el ministro de Dios entiende que el empleo es menos importante que su servicio a Dios (Mat. 6:33; Rom. 11:13). Centrarse en servir a Jehová y conformarse con obtener alimento y abrigo le permite evitar las preocupaciones y las trampas que acompañan al materialismo (1 Tim. 6:6-10).
26 El cristiano dedicado tiene que tomar en cuenta los principios bíblicos relacionados con el trabajo. Ganarse la vida honradamente implica negarse a participar en actividades ilegales o que desagraden a Dios (Rom. 13:1, 2; 1 Cor. 6:9, 10). No queremos olvidar que las malas compañías son peligrosas. Somos soldados de Cristo, y evitamos enredarnos en negocios que violen la ley de Dios o pongan en peligro nuestra neutralidad o espiritualidad (Is. 2:4; 2 Tim. 2:4). Tampoco queremos tener nada que ver con “Babilonia la Grande”, la religión falsa, que es enemiga de Dios (Apoc. 18:2, 4; 2 Cor. 6:14-17).
27 Si respetamos los mandatos de Dios, evitaremos utilizar las reuniones y asambleas para promocionar negocios u otros intereses personales. Asistimos a ellas con el único propósito de adorar a Jehová, alimentarnos en su mesa espiritual y animarnos unos a otros (Rom. 1:11, 12; Heb. 10:24, 25). Mantengamos el carácter espiritual de tales reuniones.
LA UNIDAD CRISTIANA
28 Vivir a la altura de las justas normas de Jehová también significa “mantener la unidad del espíritu mediante el vínculo de la paz” (Efes. 4:1-3). Los cristianos tratamos de ver qué es lo mejor para los demás y no solo pensar en lo que más nos conviene a nosotros (1 Tes. 5:15). Seguramente usted ha visto esta actitud en la congregación. También ha visto que todos tenemos que respetar las mismas normas justas de Dios sin importar cuál sea nuestra raza, nacionalidad, nivel social o económico, o cuánta educación hayamos recibido. Incluso quienes no son Testigos pueden dar fe de que esto es cierto (1 Ped. 2:12).
29 Para subrayar qué es lo que nos mantiene unidos, el apóstol Pablo escribió: “Hay un solo cuerpo y un solo espíritu, así como hay una sola esperanza a la que han sido llamados. Hay un solo Señor, una sola fe y un solo bautismo. Hay un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos y actúa por medio de todos y en todos” (Efes. 4:4-6). Estas palabras nos animan a mantener la unidad en nuestra forma de entender las enseñanzas de la Biblia, ya sean doctrinas básicas o más profundas, y así demostrar que aceptamos la autoridad de Jehová. Él nos ha dado el idioma puro de la verdad para que le sirvamos hombro a hombro (Sof. 3:9).
30 La unidad y la paz que hay en la congregación cristiana nos animan y fortalecen a todos los siervos de Dios. Hemos visto que Jehová ha cumplido esta promesa: “Los agruparé en unidad como a ovejas en un corral” (Miq. 2:12). ¿Cómo podemos preservar esta unidad? Obedeciendo las justas normas de Dios.
31 ¿No es cierto que nos sentimos felices de formar parte de la limpia congregación de Jehová? Cualquier sacrificio que tengamos que hacer para llevar el nombre de Jehová vale la pena. Nuestra amistad con él es muy valiosa. Esforcémonos al máximo para cumplir con sus normas y hagamos lo posible por enseñárselas a otros (2 Cor. 3:18).
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Conservemos la paz y la limpieza de la congregaciónOrganizados para hacer la voluntad de Jehová
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CAPÍTULO 14
Conservemos la paz y la limpieza de la congregación
TODOS los años, miles de personas van a la casa de Jehová para adorarlo, como dice la profecía bíblica (Miq. 4:1, 2). Los recibimos en “la congregación de Dios” con los brazos abiertos (Hech. 20:28). Estas personas valoran mucho servir a Jehová con nosotros y estar en el paraíso espiritual, que es limpio y pacífico. El espíritu santo y los consejos de la Biblia nos ayudan a mantener la congregación limpia y en paz (Sal. 119:105; Zac. 4:6).
2 Cuando aplicamos los principios bíblicos, nos ponemos “la nueva personalidad” (Col. 3:10). Pasamos por alto los asuntos de poca importancia y las diferencias de opinión. Si vemos las cosas como Jehová las ve, superaremos las barreras que dividen a la gente y le serviremos como una familia internacional (Hech. 10:34, 35).
3 A pesar de todo, de vez en cuando pueden presentarse situaciones que roben la paz de la congregación y causen divisiones. ¿Por qué? Normalmente, porque no se siguen los principios bíblicos. Además, como todos somos imperfectos y pecadores, tenemos que luchar contra nuestras debilidades (1 Juan 1:10). Puede que sin querer digamos o hagamos algo que ofenda a alguien. O también puede suceder que nosotros tropecemos por culpa de otros. Hasta puede ocurrir que alguien dé un paso en falso que ponga en peligro la limpieza moral o espiritual de la congregación (Rom. 3:23). ¿Qué se puede hacer para corregir estos problemas?
4 Como Jehová nos quiere, ha tomado en cuenta todos estos factores. Nos dice en su Palabra qué hacer cuando hay problemas. Los ancianos también nos dan ayuda personal. Si seguimos los consejos bíblicos de estos pastores cariñosos, volveremos a tener una buena relación con nuestros hermanos y seguiremos siendo amigos de Jehová. Y podemos estar seguros de que la disciplina que recibimos cuando cometemos un error es una prueba del amor de Dios (Prov. 3:11, 12; Heb. 12:6).
LAS PEQUEÑAS DIFERENCIAS
5 A veces, los cristianos tienen roces o desacuerdos de poca importancia. Estos hay que resolverlos de inmediato con amor (Efes. 4:26; Filip. 2:2-4; Col. 3:12-14). El apóstol Pedro dijo: “Sientan amor intenso unos por otros, porque el amor cubre una multitud de pecados”. Con toda probabilidad, veremos que este consejo ayuda a resolver los desacuerdos entre cristianos (1 Ped. 4:8). La Biblia dice que “todos tropezamos muchas veces” (Sant. 3:2). Si aplicamos lo que enseña la Regla de Oro —hacer por los demás todo lo que nos gustaría que hicieran por nosotros—, perdonaremos y olvidaremos las ofensas de poca importancia (Mat. 6:14, 15; 7:12).
6 Si creemos que dijimos o hicimos algo que ofendió a un hermano, demos el primer paso a fin de hacer las paces con él lo antes posible, porque también se podría dañar nuestra amistad con Jehová. Jesús dio el siguiente consejo a sus discípulos: “Por eso, si estás llevando tu ofrenda al altar y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja tu ofrenda allí, delante del altar, y vete. Primero haz las paces con tu hermano, y luego vuelve y presenta tu ofrenda” (Mat. 5:23, 24). Tal vez haya sido un malentendido; así que hablemos de ello con el hermano. Los problemas surgen porque somos imperfectos, pero, si tenemos buena comunicación, será más fácil resolverlos y será menos probable que haya malentendidos.
LOS ANCIANOS DAN CONSEJOS BÍBLICOS
7 A veces, los ancianos ven necesario ayudar a alguien a cambiar su actitud, pero no siempre es fácil. Pablo escribió a los gálatas: “Hermanos, aun si un hombre da un paso en falso sin darse cuenta, ustedes, los que tienen las debidas cualidades espirituales, traten de corregir al hombre con espíritu apacible” (Gál. 6:1).
8 Los ancianos cuidan del rebaño y así lo protegen de muchos peligros espirituales y evitan que surjan problemas graves. Tratan de estar a la altura de la promesa que Jehová hizo mediante Isaías: “Cada uno de ellos será como un refugio contra el viento, un refugio contra la tormenta de lluvia, como corrientes de agua en una tierra árida, como la sombra de un peñasco inmenso en una tierra reseca” (Is. 32:2).
SEÑALAR A LOS INDISCIPLINADOS
9 El apóstol Pablo advirtió que algunos cristianos podrían ser una mala influencia en la congregación. Dijo: “Les damos instrucciones de que se aparten de todo hermano que se comporte de forma indisciplinada y no siga la tradición que ustedes recibieron de nosotros”. Y añadió: “Si alguno no obedece lo que decimos en esta carta, ustedes deben mantenerlo señalado y dejar de tener amistad con él, para que se avergüence. Sin embargo, no lo vean como un enemigo. Más bien, sigan aconsejándolo como a un hermano” (2 Tes. 3:6, 14, 15).
10 En ocasiones, una persona no comete un pecado por el que podría ser expulsada de la congregación, pero demuestra una total falta de respeto a las normas de Dios que deben seguir los cristianos. Tal vez sea alguien extremadamente perezoso, crítico o sucio, que se meta en lo que no le incumbe, que intente aprovecharse económicamente de los demás o que escoja entretenimiento claramente inapropiado (2 Tes. 3:11). Se trata de una conducta indisciplinada de tanta gravedad que puede manchar la reputación de la congregación y contagiarse a otros hermanos.
11 Lo primero que harán los ancianos es tratar de razonar con la persona indisciplinada usando la Biblia. No obstante, si rechaza la ayuda y sigue despreciando los principios bíblicos a pesar de los repetidos intentos de los ancianos por razonar con ella, estos pueden decidir que se dé un discurso de advertencia. Ejercerán buen juicio para determinar si la situación es lo suficientemente grave y escandalosa como para justificar que se presente ese discurso. El orador no dirá nombres; solo expondrá lo que dice la Biblia sobre la conducta indisciplinada. Quienes están al tanto de la situación evitarán el trato social con el indisciplinado, pero seguirán relacionándose con él en el contexto espiritual, “aconsejándolo como a un hermano”.
12 Si los que forman parte de la congregación obedecen lealmente estas instrucciones, es probable que la persona indisciplinada se sienta avergonzada por estar actuando mal y corrija su conducta. Cuando esté suficientemente claro que ha cambiado, ya no habrá que tratarla como señalada.
CÓMO SOLUCIONAR ALGUNOS PROBLEMAS GRAVES
13 No es lo mismo perdonar y olvidar que cerrar los ojos a la maldad y aprobarla. No todos los pecados son culpa de la imperfección, y no podemos pasar por alto las ofensas graves (Lev. 19:17; Sal. 141:5). En la Ley dada a Israel, se reconocía que algunos pecados eran más graves que otros. Los cristianos pensamos igual (1 Juan 5:16, 17).
14 Jesús dijo qué hacer para solucionar problemas graves entre cristianos. Estos son los pasos que hay que dar: “Si tu hermano comete un pecado contra ti, [1] vete a hablar con él a solas y hazle ver su falta. Si te escucha, habrás recuperado a tu hermano. Pero, si no escucha, [2] vuelve acompañado de una o dos personas más para que todo asunto pueda confirmarse con el testimonio de dos o tres testigos. Si no los escucha a ellos, [3] infórmaselo a la congregación. Y, si ni siquiera escucha a la congregación, entonces considéralo como alguien de las naciones y como un cobrador de impuestos” (Mat. 18:15-17).
15 Al tomar en cuenta la historia que Jesús contó después (Mat. 18:23-35), podemos llegar a la conclusión de que hablaba sobre problemas graves relacionados con el dinero y otros bienes materiales, como el fraude o no devolver un préstamo. El pecado también podría ser la calumnia, es decir, manchar seriamente la reputación de una persona.
16 Si tenemos pruebas de que un hermano ha cometido uno de estos pecados contra nosotros, no vayamos de inmediato a pedirles a los ancianos que intervengan. Hagamos lo que dijo Jesús: primero, hablemos con el hermano. Tratemos de resolver la situación entre los dos, sin meter a nadie más. Pero recordemos que Jesús no dijo que fuéramos solo una vez a hablar con nuestro hermano. Eso quiere decir que, si no reconoce su error y no pide perdón, podríamos tratar de hablar con él más adelante. Si de esa manera se resuelve el problema, el hermano agradecerá que no le hayamos contado a nadie lo que pasó y no hayamos manchado su reputación. Habremos recuperado a nuestro hermano.
17 No es necesario hacer nada más cuando el hermano acepta su responsabilidad, pide perdón y toma medidas para corregir el error. Una ofensa de esta clase, aunque es grave, puede resolverse entre las partes implicadas.
18 Quizás hablar a solas con el hermano no baste para que reconozca su error. Entonces, podemos dar el siguiente paso que recomendó Jesús: pedirles a una o dos personas que nos acompañen a hablar de nuevo con él. Su intención debe ser la misma que la nuestra: recuperar al hermano. Es preferible que hayan sido testigos del supuesto mal; pero, si no hubo testigos, podemos pedirles a una o dos personas que estén presentes en la conversación. Podrían tener experiencia en el tipo de problema que queremos resolver y así ayudar a determinar si el hermano cometió de verdad un error. Si se escoge a ancianos, hay que tener en cuenta que no representan a la congregación, pues no se trata de una asignación del cuerpo de ancianos.
19 Si no hemos podido resolver el problema a pesar de haberlo intentado una y otra vez (hablando a solas con el hermano y ante testigos) y nos parece que no podemos dejarlo pasar, debemos informárselo a los ancianos. Recordemos que una de sus responsabilidades es conservar la paz y la limpieza de la congregación. Una vez que hayamos hablado con ellos, dejemos el problema en sus manos y confiemos en Jehová. No permitamos jamás que la conducta de otro hermano nos haga tropezar o nos quite la felicidad de servir a nuestro Dios (Sal. 119:165).
20 Los ancianos, pastores del rebaño, investigarán el asunto. Si se demuestra que la persona ha pecado gravemente contra nosotros, no está arrepentida y no tiene intención de hacer lo posible por reparar el daño, tal vez un comité compuesto de ancianos decida expulsarla. Esto se hace para proteger a las ovejas y para que la congregación esté limpia (Mat. 18:17).
CÓMO SE TRATAN LOS PECADOS GRAVES
21 Algunos pecados graves, como el adulterio, la homosexualidad o la apostasía, exigen más que simplemente el perdón de una posible víctima (1 Cor. 6:9, 10; Gál. 5:19-21). Estos pecados amenazan la limpieza moral y espiritual de la congregación, y deben informarse a los ancianos (1 Cor. 5:6; Sant. 5:14, 15). En ocasiones, un pecador confiesa su falta a un anciano. En otras, alguien informa de que se ha cometido un pecado (Lev. 5:1; Sant. 5:16). Sea cual sea el medio por el que se enteren los ancianos de un pecado cometido por un Testigo bautizado de la congregación, dos de ellos harán una investigación inicial. Si el informe tiene base y existen pruebas de que se ha cometido un pecado grave, el cuerpo de ancianos formará un comité judicial compuesto de por lo menos tres ancianos.
22 Los ancianos se preocupan del rebaño y tratan de que no sufra daño espiritual. Usan la Palabra de Dios para corregir a los que cometen errores y ayudarlos a recuperarse espiritualmente (Jud. 21-23). Al hacerlo, siguen las instrucciones que Pablo le dio a Timoteo: “Ante Dios y Cristo Jesús, que juzgará a los vivos y a los muertos, [...] te ordeno solemnemente lo siguiente: [...] censura, reprende y aconseja seriamente, con mucha paciencia y arte de enseñar” (2 Tim. 4:1, 2). Todo esto les consume mucho tiempo a los ancianos, pero es parte de su duro trabajo. Los hermanos agradecen su esfuerzo y los consideran “dignos de doble honra” (1 Tim. 5:17).
23 Aun si se demuestra que alguien es culpable, el objetivo principal de los ancianos es que recupere la salud espiritual. Si está arrepentido de verdad y por tanto pueden ayudarlo, lo censurarán. Pueden hacerlo en privado o delante de los que hayan dado su testimonio en la audiencia judicial. La censura sirve de disciplina al pecador y de advertencia a “los presentes” (2 Sam. 12:13; 1 Tim. 5:20). Siempre que hay censura judicial, se imponen restricciones para ayudar al hermano a enderezar su vida (Heb. 12:13). Según vaya mejorando su salud espiritual, estas se irán eliminando.
EL ANUNCIO DE LA CENSURA
24 En caso de que el comité judicial considere que la congregación debe tener cuidado con la persona que ha pecado, aunque se haya arrepentido, o crea que lo ocurrido probablemente se va a conocer en la congregación o en la comunidad, se hará este breve anuncio en la reunión Vida y Ministerio: “El(La) hermano(a) [nombre] ha sido censurado(a)”.
CUANDO SE DECIDE EXPULSAR
25 En algunas ocasiones, el pecador endurece su actitud, rechaza la ayuda que se le ofrece y no abandona su mala conducta. También puede ser que los ancianos no vean durante la audiencia judicial suficientes obras que demuestren su arrepentimiento (Hech. 26:20). ¿Qué se hace entonces? Es necesario expulsarlo para impedir que siga relacionándose con los siervos limpios de Jehová. Al eliminar esta mala influencia, se protege el buen nombre de la congregación y se preserva su limpieza moral y espiritual (Deut. 21:20, 21; 22:23, 24). Cuando Pablo supo de la mala conducta de un cristiano de la congregación de Corinto, les dijo a los ancianos: “Entreguen a ese hombre a Satanás [...], de modo que el espíritu [de la congregación] sea salvado” (1 Cor. 5:5, 11-13). Pablo también habló de otros cristianos que se habían vuelto en contra de la verdad y habían sido expulsados (1 Tim. 1:20).
26 Cuando el comité judicial decide expulsar a un pecador que no se ha arrepentido, debe indicarle claramente los motivos bíblicos de dicha decisión. Entonces le dirán que, si cree que se ha cometido un grave error de juicio y desea apelar la decisión, debe indicar claramente en una carta por qué piensa así. Tiene un plazo de siete días a partir del momento en que el comité le notifica su decisión. Cuando el comité reciba la carta de apelación, los ancianos se comunicarán con el superintendente de circuito. Él escogerá a ancianos capacitados para que formen el comité de apelación que celebrará la nueva audiencia. Estos harán todo lo posible para que no pasen más de siete días entre el momento en que se recibe la carta y la audiencia de apelación. En estos casos se pospone el anuncio de la expulsión. Mientras tanto, el hermano no podrá comentar ni orar en las reuniones ni atender privilegios de servicio especiales.
27 La apelación es una muestra de consideración hacia el hermano y una oportunidad para que exprese qué le preocupa. Si decide no presentarse a la audiencia después de que el comité haya intentado comunicarse con él en varias ocasiones, se anunciará la expulsión.
28 Si la persona no quiere apelar, los ancianos del comité judicial le indicarán la importancia de arrepentirse y los pasos que debe dar para que con el tiempo sea readmitida. Al darle esta ayuda, le demuestran su amor, y lo hacen con la esperanza de que cambie su manera de actuar y regrese a la organización de Dios (2 Cor. 2:6, 7).
EL ANUNCIO DE LA EXPULSIÓN
29 Cuando hay que expulsar a un pecador que no se ha arrepentido, se hace este breve anuncio: “[Nombre] ya no es testigo de Jehová”. Con este anuncio, la congregación sabrá que debe dejar de relacionarse con él (1 Cor. 5:11).
LA DESASOCIACIÓN
30 Llamamos desasociación a la acción que toma un Testigo bautizado de la congregación que renuncia a ser cristiano. Puede hacerlo expresando que ya no quiere que se le conozca como testigo de Jehová o mediante sus acciones, como por ejemplo, unirse a una organización que tiene objetivos contrarios a la Biblia y que por lo tanto está condenada por Dios (Is. 2:4; Apoc. 19:17-21).
31 El apóstol Juan escribió estas palabras sobre los que habían renunciado a la fe cristiana: “Ellos salieron de entre nosotros, pero no eran de los nuestros; porque, si hubieran sido de los nuestros, se habrían quedado con nosotros” (1 Juan 2:19).
32 No es lo mismo renunciar a ser cristiano que ser inactivo. El inactivo es quien ha dejado de predicar. Los problemas personales, la persecución o descuidar el estudio de la Biblia pueden hacer que una persona pierda el entusiasmo en el servicio a Dios y se haga inactiva. Tanto los ancianos como los demás hermanos seguirán dando ayuda espiritual a los cristianos inactivos (Rom. 15:1; 1 Tes. 5:14; Heb. 12:12).
33 Cuando alguien renuncia a ser cristiano, se hace este breve anuncio a la congregación: “[Nombre] ya no es testigo de Jehová”. Se le tratará igual que a un expulsado.
LA READMISIÓN
34 Se puede readmitir a quien ha sido expulsado o se ha desasociado de la congregación cuando dé prueba clara de su arrepentimiento y demuestre durante un periodo razonable que ha abandonado el pecado y que desea ser amigo de Dios. Los ancianos dejarán pasar tiempo suficiente —muchos meses, un año o incluso más, dependiendo de las circunstancias— para que la persona demuestre que su arrepentimiento es sincero. Cuando el cuerpo de ancianos recibe una carta en la que la persona solicita su readmisión, el comité de readmisión hablará con ella. El comité evaluará si hay suficientes pruebas de que está arrepentida y decidirá si se la readmite (Hech. 26:20).
35 Si a la persona que pide la readmisión se la expulsó en otra congregación, se formará un comité local de readmisión que se reunirá con ella y analizará su petición. Si los ancianos que forman dicho comité creen que se debe readmitir a la persona, enviarán su recomendación al cuerpo de ancianos de la congregación que atendió el asunto originalmente. Ambos comités colaborarán para que se tengan en cuenta todos los factores y se tome una decisión justa. Pero la decisión de readmitir al expulsado la toma el comité de readmisión de la congregación que trató el asunto originalmente.
EL ANUNCIO DE LA READMISIÓN
36 Cuando el comité de readmisión está convencido de que el expulsado o el desasociado está de verdad arrepentido y decide readmitirlo, se hace un anuncio en la congregación que trató el asunto originalmente. Si la persona asiste a otra congregación, también allí se hace el anuncio. Se dirá simplemente: “[Nombre] ha sido readmitido(a) como testigo de Jehová”.
CASOS DE MENORES BAUTIZADOS
37 Debe informarse a los ancianos cuando un menor bautizado comete un pecado grave. Es preferible que los padres bautizados del menor estén presentes cuando los ancianos se reúnan con él. Los padres no tratarán de protegerlo de la disciplina; más bien, colaborarán con el comité judicial. El objetivo principal de estos ancianos es corregir al menor y ayudarlo a recuperarse espiritualmente, igual que harían con un adulto. En caso de que el menor no se arrepienta, tendrá que ser expulsado.
CASOS DE PUBLICADORES NO BAUTIZADOS
38 A un publicador no bautizado no se le puede expulsar. Entonces, ¿qué se hace si comete un pecado grave? En principio, los ancianos le darán consejo con cariño para que haga “rectos los caminos para sus pies”, pues tal vez no comprende bien las normas bíblicas (Heb. 12:13).
39 Si no se ha arrepentido después de que dos ancianos hayan tratado de ayudarlo, es necesario informar a la congregación. Se hace el siguiente anuncio breve: “[Nombre] ya no es publicador(a) no bautizado(a)”. La congregación lo considerará entonces como alguien del mundo. Aunque no se le ha expulsado, los cristianos serán prudentes en su trato con él (1 Cor. 15:33). No se aceptarán sus informes de predicación.
40 Puede que después de un tiempo quien fue publicador no bautizado desee volver a serlo. En ese caso, dos ancianos se reunirán con él y evaluarán su progreso espiritual. Si llena los requisitos, se hará este breve anuncio a la congregación: “[Nombre] vuelve a ser publicador(a) no bautizado(a)”.
JEHOVÁ BENDICE LA PAZ Y LA LIMPIEZA DE LA CONGREGACIÓN
41 Todos los que formamos parte de la congregación de Dios tenemos el placer de vivir en el próspero paraíso espiritual que Jehová nos ha dado. En él disfrutamos de mucho alimento espiritual y de las aguas refrescantes de la verdad. Además, Dios nos cuida mediante su organización, que dirige Cristo (Sal. 23; Is. 32:1, 2). En estos tiempos difíciles, ¿verdad que nos sentimos seguros en este paraíso espiritual?
La luz de la verdad del Reino seguirá brillando si conservamos la paz y la limpieza de la congregación
42 La luz de la verdad del Reino seguirá brillando si conservamos la paz y la limpieza de la congregación. Así, con la ayuda de Jehová, más y más personas lo conocerán y le servirán junto con su pueblo (Mat. 5:16; Sant. 3:18).
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Cómo nos beneficia respetar el principio de autoridadOrganizados para hacer la voluntad de Jehová
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CAPÍTULO 15
Cómo nos beneficia respetar el principio de autoridad
JEHOVÁ es el Gobernante del universo. Si queremos ser parte de su organización, tenemos que obedecerlo y ver a su Hijo como Cabeza de la congregación cristiana. También tenemos que respetar el principio de autoridad en todo lo que hacemos. Esta sujeción a la teocracia —el orden que Dios ha establecido— nos beneficia a todos.
2 El principio de autoridad se puede ver en las instrucciones que Jehová le dio al ser humano en el jardín de Edén. Adán y Eva tendrían que sujetarse a Dios y obedecerlo, y los animales estarían sujetos al hombre (Gén. 1:28; 2:16, 17). Obedecer a Dios tendría como resultado un mundo en el que habría orden y se viviría en paz. El apóstol Pablo habló de este principio cuando dijo: “Quiero que sepan que la cabeza de todo hombre es el Cristo, que la cabeza de la mujer es el hombre y que la cabeza del Cristo es Dios” (1 Cor. 11:3). Como podemos ver, el único que no está sujeto a nadie es Jehová.
3 La mayoría de las personas no respetan este principio. ¿Por qué? Porque nuestros primeros padres decidieron que no querían obedecer a Dios y se rebelaron contra él (Gén. 3:4, 5). ¿Consiguieron más libertad? Todo lo contrario: se hicieron esclavos de Satanás y se alejaron de Dios (Col. 1:21). Como resultado, la mayor parte de la humanidad está hoy bajo el poder del Maligno (1 Juan 5:19).
4 Dejamos de estar bajo la influencia de Satanás cuando hacemos lo que dice la Biblia. Y reconocemos a Jehová como nuestro Soberano cuando nos dedicamos y bautizamos. Nos sentimos como el rey David, que dijo que Jehová es “cabeza de todo” (1 Crón. 29:11). Con humildad, anunciamos: “Sepan que Jehová es Dios. Él es quien nos hizo y nosotros le pertenecemos. Somos su pueblo y las ovejas de sus pastos” (Sal. 100:3). Reconocemos la grandeza de Jehová y que merece nuestra completa sumisión, pues él es el Creador de todas las cosas (Apoc. 4:11). Los ministros del Dios verdadero seguimos el ejemplo perfecto de Jesucristo, que obedeció a Dios en todo.
5 Como dice Hebreos 5:8, Jesús “aprendió lo que es la obediencia por las cosas que sufrió”. Fue leal a su Padre incluso ante las adversidades. No hizo nada por su cuenta ni habló de ideas personales. Jamás buscó su propia alabanza (Juan 5:19, 30; 6:38; 7:16-18). Para él fue un placer hacer la voluntad de su Padre, aunque sus enemigos lo persiguieran por ello (Juan 15:20). Es más, se humilló y fue obediente hasta la muerte, “muerte en un madero de tormento”. Gracias a que Jesús se sujetó sin reservas a Dios, tenemos la esperanza de vivir para siempre. Su obediencia glorificó a Jehová, quien le dio una posición más elevada que la que tenía antes (Filip. 2:5-11; Heb. 5:9).
RESPETEMOS LA AUTORIDAD EN TODO ASPECTO DE LA VIDA
6 Cuando nos sujetamos a Dios y hacemos su voluntad, nos libramos de las ansiedades y frustraciones que sufren quienes lo rechazan como Soberano. Nuestro enemigo, el Diablo, no se rinde y quiere devorarnos. ¿Cómo nos protegemos? Oponiéndonos a él y aceptando humildemente la autoridad de Jehová (Mat. 6:10, 13; 1 Ped. 5:6-9).
7 Cristo es la Cabeza de la congregación y le ha dado autoridad al “esclavo fiel y prudente”. Reconocer este hecho influye en nuestra conducta, en las relaciones personales y en nuestro servicio a Dios. Quien respeta el principio de autoridad en la congregación obedece a Dios en todo lo que tiene que ver con su servicio a él: predica, no deja de asistir a las reuniones, participa en ellas y colabora con los ancianos y con la organización de Dios (Mat. 24:45-47; 28:19, 20; Heb. 10:24, 25; 13:7, 17).
8 Las cualidades de Jehová se reflejan en la congregación. En ella disfrutamos de paz, seguridad y orden, siempre y cuando respetemos la autoridad de Dios (1 Cor. 14:33, 40). El rey David, que vio la diferencia que existe entre quienes sirven a Dios y quienes no, exclamó: “¡Feliz el pueblo que tiene por Dios a Jehová!” (Sal. 144:15). ¿Verdad que nosotros podemos decir lo mismo?
9 Hablemos ahora de la familia. El apóstol Pablo dijo: “La cabeza de la mujer es el hombre”. También explicó que la cabeza del hombre es Cristo y que la cabeza de Cristo es Dios (1 Cor. 11:3). De modo que la esposa debe sujetarse a su esposo (Efes. 5:22-24). Y los hijos deben obedecer a sus padres (Efes. 6:1). La familia vive en paz cuando todos respetan el principio de autoridad.
10 El esposo debe imitar a Cristo, quien ejerce su autoridad con amor. Es equilibrado: no abusa de su autoridad ni renuncia a ella (Efes. 5:25-29). Cuando actúa así, a su familia no le cuesta sujetarse a él. La esposa es la ayudante, el complemento del esposo (Gén. 2:18). Si es paciente y lo apoya y respeta, se gana su cariño y le da gloria a Jehová (1 Ped. 3:1-4). Los padres que respetan el principio de autoridad y se sujetan a Dios les dan un buen ejemplo a sus hijos.
Los cristianos respetamos el principio de autoridad en todo aspecto de la vida
11 El principio de autoridad también influye en cómo vemos a “las autoridades superiores”, que “han sido colocadas por Dios en sus posiciones relativas” (Rom. 13:1-7). Los cristianos respetamos la ley y pagamos impuestos; le damos “a César lo que es de César, pero a Dios lo que es de Dios” (Mat. 22:21). Además, todo lo que hacemos para cubrir el territorio está de acuerdo con las leyes de protección de datos del país. Nos sujetamos a los gobiernos y los obedecemos, siempre y cuando no nos exijan hacer algo contrario a las leyes de Dios. De esta manera, podemos dedicarnos de lleno a la predicación (Mar. 13:10; Hech. 5:29).
12 Los cristianos respetamos el principio de autoridad en todo aspecto de la vida. Y nuestra fe nos permite ver el día en que toda la humanidad reconocerá a Dios como gobernante y se someterá a él. ¡Qué felices seremos entonces! (1 Cor. 15:27, 28).
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Una familia mundial unidaOrganizados para hacer la voluntad de Jehová
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CAPÍTULO 16
Una familia mundial unida
LA NACIÓN de Israel fue el pueblo de Dios durante unos mil quinientos años. Después, Jehová “dirigió su atención a las naciones para sacar de entre ellas un pueblo para su nombre” (Hech. 15:14). Este “pueblo para su nombre” lo formarían sus testigos, que pensarían y actuarían como uno solo sin importar dónde hubieran nacido. Se les reuniría gracias a esta obra que Jesús mandó a sus seguidores: “Vayan y hagan discípulos de gente de todas las naciones. Bautícenlos en el nombre del Padre, del Hijo y del espíritu santo. Enséñenles a obedecer todo lo que yo les he mandado” (Mat. 28:19, 20).
Somos una familia mundial. Permanecemos unidos sin importar nuestro lugar de nacimiento, si somos ricos o pobres, o cuánta educación hayamos recibido
2 Antes de dedicarnos y bautizarnos, quizás rechazábamos la idea de ser amigos de personas diferentes a nosotros. Pero, al hacernos discípulos de Cristo, entramos a formar parte de una familia mundial unida. Los cristianos permanecemos unidos sin importar nuestro lugar de nacimiento, si somos ricos o pobres, o cuánta educación hayamos recibido (Sal. 133:1). Queremos y respetamos a todos nuestros hermanos. Nos une a ellos el cariño fraternal, que es un lazo mucho más fuerte que el que une a amigos, a los que pertenecen a la misma religión o incluso a familiares (Mar. 10:29, 30; Col. 3:14; 1 Ped. 1:22).
CAMBIOS EN LA FORMA DE PENSAR
3 Hay quienes han tenido durante muchos años prejuicios raciales, políticos, sociales o de otro tipo, y encuentran difícil superarlos. ¿Qué puede ayudarlos? Fijarse en el ejemplo de los cristianos de origen judío del siglo primero, que tuvieron que librarse de los prejuicios religiosos de los judíos hacia las personas de otras naciones. Eso es lo que tuvo que hacer el apóstol Pedro. Por tal motivo, Jehová lo preparó antes de enviarlo a la casa de Cornelio, un oficial del ejército romano (Hech., cap. 10).
4 ¿Cómo lo hizo? En una visión, se le dijo a Pedro que matara y comiera unos animales que los judíos consideraban impuros. Pedro se negó, pero una voz del cielo le dijo que no llamara contaminadas a las cosas que Dios había purificado (Hech. 10:15). Hizo falta que Dios interviniera de esta manera para que Pedro cambiara su forma de pensar y estuviera preparado para la asignación que iba a recibir: visitar a un hombre de las naciones. Cuando hizo lo que Jehová le encargó, Pedro les dijo a los que estaban reunidos en la casa de Cornelio: “Ustedes saben bien que va contra la ley que un judío tenga trato con un hombre de otra raza o se acerque a él. Pero Dios me ha mostrado que no debo llamar contaminado o impuro a nadie. Por eso vine sin poner objeciones cuando fueron a buscarme” (Hech. 10:28, 29). Poco después, Pedro vio con claridad que Jehová aceptaba a Cornelio y a los que estaban en su casa.
5 Saulo de Tarso también fue humilde y cambió su forma de pensar. Él, que había recibido la mejor educación y había sido fariseo, tuvo que relacionarse con personas a las que antes había rechazado. Hasta tuvo que obedecer sus instrucciones (Hech. 4:13; Gál. 1:13-20; Filip. 3:4-11). Pero Pedro y Pablo no son los únicos ejemplos. ¿Puede imaginarse cuánto cambiaron su manera de pensar Sergio Paulo, Dionisio, Dámaris, Filemón, Onésimo y otros que se hicieron cristianos? (Hech. 13:6-12; 17:22, 33, 34; Filem. 8-20).
CONSERVEMOS NUESTRA UNIDAD INTERNACIONAL
6 Cuando aprendimos la verdad, nos sentimos atraídos a Jehová y a su organización al ver el amor que existía entre los hermanos. Jesús dijo que ese amor sería una característica de los cristianos verdaderos: “Les doy un nuevo mandamiento: que se amen unos a otros; que, así como yo los he amado, ustedes se amen unos a otros. De este modo todos sabrán que ustedes son mis discípulos: si se tienen amor unos a otros” (Juan 13:34, 35). Cuando nos dimos cuenta de que ese amor iba más allá de la congregación y se extendía a todos los siervos de Dios del mundo, nos sentimos aún más unidos a Jehová y a su organización. Hoy vemos con nuestros propios ojos el cumplimiento de Miqueas 4:1-5, donde dice que en los últimos días muchas personas adorarían a Jehová unidas y en paz.
7 Parece imposible que en un mundo tan dividido como el actual veamos unidas a personas “de todas las naciones, tribus, pueblos y lenguas” (Apoc. 7:9). Pensemos en las diferencias entre ricos y pobres o entre quienes
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