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  • Cuando no llega la lluvia
  • ¡Despertad! 1999
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¡Despertad! 1999
g99 22/9 págs. 13-15

Cuando no llega la lluvia

De nuestro corresponsal en Brasil

EL AÑO pasado, gran parte de la región nororiental de Brasil se vio afectada por una grave sequía. De acuerdo con la revista Veja, centenares de miles de nordestinos (habitantes del nordeste del país) quedaron “a merced de la lluvia que no llega”. La calamidad agostó las cosechas de arroz, frijoles y maíz, lo que ocasionó hambrunas generalizadas, las peores en quince años. Hubo lugares donde escaseó hasta el agua potable.

Para los brasileños no era nada nuevo. En 1877, la peor sequía en la historia de la nación mató de hambre a medio millón de habitantes. El emperador don Pedro II prometió que, si era necesario, vendería hasta la última joya de la corona para resolver el problema, que, sin embargo, aún persiste cien años después. El año pasado se calculó que resultarían afectados diez millones de residentes de 1.209 localidades del nordeste.

Los Testigos acuden en ayuda de sus hermanos

La sucursal brasileña de la Watch Tower adoptó las medidas oportunas tan pronto como recibió los informes de la sequía. Envió representantes viajantes para que evaluaran la situación en las áreas más afectadas de los estados de Bahía, Ceará, Paraíba, Pernambuco y Piauí. Descubrieron que en los puntos más plagados vivían 900 Testigos y estudiantes de la Biblia, algunos reducidos a comer únicamente ñame; otros, solo arroz, y una familia, leche en las tres comidas. Una cristiana afectada de cáncer tuvo que vender la cama para adquirir alimentos. Cuando una familia de seis miembros pensaba que había tenido su última comida, le llegó la ayuda de sus hermanos cristianos.

Se organizaron de inmediato comités de socorro a fin de distribuir alimentos y otros artículos. Los Testigos de Recife y las ciudades cercanas hicieron generosas donaciones para los necesitados. Cuando se precisó más ayuda, se sumaron los hermanos de Río de Janeiro. En poco tiempo, habían donado 34 toneladas de víveres y pagado su envío a Recife, a 2.300 kilómetros de allí.

En las capitales de los estados de Piauí y Paraíba se reunieron sin dilación seis toneladas de provisiones. Un Salón del Reino de la ciudad de Fortaleza sirvió de almacén temporal de alimentos. Pero ¿cómo se enviarían los productos? Un señor tuvo la gentileza de prestar su camión a los Testigos pese a no compartir sus ideas. Dado que se producían asaltos y saqueos a los convoyes que transportaban víveres y otros artículos, ¿llegarían los envíos a su destino? Decididos a intentarlo, y con fe absoluta en Jehová, viajaron hasta la zona en el camión cargado de alimentos. Todo se recibió sin incidentes y con mucha gratitud.

La felicidad de dar y de recibir

Los Testigos que organizaron las labores de socorro lo hicieron muy contentos de ayudar a sus hermanos. Un anciano de congregación de São Paulo dijo: “En la anterior hambruna no se invitó a nuestro circuito a contribuir con alimentos. ¡Qué bien que recibimos la invitación esta vez!”. Algunos Testigos de Fortaleza escribieron: “Nos complace haber ayudado a nuestros hermanos, principalmente porque estamos seguros de que alegramos el corazón de Jehová. Nunca olvidamos las palabras de Santiago 2:15, 16”. Estos versículos bíblicos dicen: “Si un hermano o una hermana están en estado de desnudez y carecen del alimento suficiente para el día, y sin embargo alguno de entre ustedes les dice: ‘Vayan en paz, manténganse calientes y bien alimentados’, pero ustedes no les dan las cosas necesarias para su cuerpo, ¿de qué provecho es?”.

En ocasiones, los Testigos adjuntaron a los paquetes de víveres mensajes animadores, como este: “Tengan presente la promesa del Salmo 72:16, de que en breve, en el nuevo mundo que Dios traerá, habrá alimentos en abundancia”. De más está decir que los Testigos afectados recibieron llenos de gratitud las bondadosas dádivas de sus hermanos. Un Testigo cuya familia se benefició del socorro que imperiosamente necesitaba escribió agradecido: “Mi familia y yo vemos este gesto como una demostración tangible del cariño de nuestro misericordioso Padre y Dios Jehová y de la preocupación amorosa de su organización para con nosotros, sus miembros. Nos hizo sentir más allegados a él y a su pueblo”.

La solución definitiva

Lo irónico es que en el nordeste de Brasil no escasea el agua, pues existe un mar de agua dulce en el subsuelo y grandes cantidades en los embalses. Si estos recursos se pusieran al alcance de todos, el terreno podría ser muy productivo.

El problema que afligió al emperador don Pedro II se resolverá definitivamente cuando, mediante Jesucristo, el Reino de Dios resuelva todos los problemas de la Tierra, entre ellos el hambre. Los campos resecos testimoniarán entonces el cumplimiento de esta profecía de Isaías: “En el desierto habrán brotado aguas, y torrentes en la llanura desértica. Y el suelo abrasado por el calor se habrá puesto como un estanque lleno de cañas; y el suelo sediento, como manantiales de agua” (Isaías 35:1, 2, 6, 7).

[Ilustración y recuadro de la página 15]

“Obremos lo que es bueno para con todos”

El apóstol Pablo dio este consejo a sus hermanos espirituales: “Obremos lo que es bueno para con todos, pero especialmente para con los que están relacionados con nosotros en la fe” (Gálatas 6:10). Las últimas sequías padecidas en Brasil brindaron a los testigos de Jehová del país la oportunidad de seguir tal admonición. Su ayuda amorosa no se limitó a quienes compartían su fe, lo que propició un cambio de actitud en algunas personas que se oponían a la obra de los testigos de Jehová.

Un señor estaba muy disconforme con la decisión de su esposa de estudiar la Biblia con los Testigos. Con todo, ella no se retrajo de hablar con sus vecinos de lo que iba aprendiendo. En lo más duro de la sequía, algunos Testigos de la localidad se presentaron con comida en casa del matrimonio. El esposo quedó tan impresionado que decidió hacer algo que había prometido no hacer nunca: asistir a una reunión en el Salón del Reino local. Aunque albergaba dudas sobre la inspiración de las Escrituras, el ex opositor aceptó un estudio bíblico en su hogar.

Los Testigos de otro municipio dijeron: “Nos sorprendió que llegaran las provisiones tan rápido. Recibimos más comida de la que esperábamos. Así pues, una vez cubiertas las necesidades de nuestros hermanos y de sus familias, distribuimos alimentos entre estudiantes de la Biblia y sus parientes, y también entre vecinos de testigos de Jehová”.

Los Testigos de cierto pueblo dieron paquetes de comida a algunos vecinos. Una señora dijo agradecida: “Ustedes hacen lo que Cristo enseñó: dan sin esperar nada a cambio”.

[Ilustración de la página 14]

Consecuencias de la sequía

[Reconocimiento de la página 13]

Foto de ONU/DPI de Evan Schneider

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