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  • ¡Despertad! 1999
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¡Despertad! 1999
g99 22/6 págs. 16-19

Los altaicos: un pueblo al que le cobramos mucho cariño

En el siglo pasado, el archimandrita ortodoxo ruso Makarios tradujo el “Viejo Testamento” de la Biblia a su lengua. Pero antes de ello, el sínodo de la Iglesia le había encomendado difundir el cristianismo entre los altaicos. ¿Quiénes son estos? ¿Dónde viven? ¿Cuál es su forma de vida?

A UNA de las asambleas de distrito de los testigos de Jehová celebradas en Rusia en julio del año pasado acudieron unos cuarenta altaicos. La convención, que tuvo lugar en Barnaúl, la ciudad más grande del Territorio del Altái, contó con una asistencia de 1.730 personas. A fin de estar presente en esta reunión de tres días, volé con algunos amigos casi 6.500 kilómetros desde San Petersburgo.

Los pocos días que pasamos en Barnaúl bastaron para que les tomáramos profundo cariño a los altaicos que conocimos. Sobre todo, nos conmovió saber que muchos habían viajado más de 600 kilómetros en autobús por carreteras de montaña, y que ni siquiera la caída de una roca que rompió el parabrisas del vehículo les hizo pensar en regresar. Cuando supimos de su país y su cultura, nos entró un deseo intenso de visitarlos en sus pueblos y sus hogares. Así que, después de la asamblea, realizamos un fascinante viaje de más de 1.500 kilómetros por la región de los altaicos.

Su tierra y su religión

La mayoría de los aproximadamente setenta mil altaicos (los pobladores originales de la región) viven en las zonas montañosas cercanas a los límites con Kazajstán, China y Mongolia. El paisaje es de una belleza imponente: montañoso, con ríos de aguas cristalinas y abundantes flores. Los naturales del lugar recolectan diversas raíces con las que preparan un delicioso y aromático té. También les gustan los piñones.

Algunos altaicos son dueños de granjas. Una Testigo contó que ella y sus parientes poseen 75 cabezas de ganado y 80 ovejas. Venden la carne y cambian la lana por harina y azúcar. Otra hermana cristiana dijo que había vendido cuatro carneros para ir a la asamblea con su hija. Siete personas más la acompañaron, todas las cuales estudian la Biblia con ella. Una me dijo durante la asamblea: “Para nosotros solo hay un camino que seguir: el camino de Dios”.

A pesar de que esta remota zona es de una belleza arrobadora (los visitantes la llaman los segundos Alpes suizos), la vida aquí ha cambiado drásticamente. Un hombre de edad observó: “Si alguien me hubiera dicho hace algunos años que un día tendría que cerrar con llave mi yurta (tienda circular con techo en forma de cúpula) antes de acostarme, no le hubiera creído; pero ahora lo hago todas las noches”. Estos “tiempos críticos” han movido a muchos a examinar las profecías bíblicas (2 Timoteo 3:1-5).

Los altaicos generalmente se sienten orgullosos de sus viejas tradiciones y sus prácticas religiosas. La mayoría cree en los espíritus de los ríos y las montañas (tienen a la montaña como símbolo de sus dioses). Adoran asimismo a los animales. Incluso pintan la imagen de un conejo en una tela blanca, que cuelgan en una pared de la yurta, y cuando se produce la primera tormenta de la estación de las lluvias, celebran un rito ante esta imagen rociándola con té, leche o una bebida alcohólica llamada arrack. Pero, en especial, adoran a los supuestos espíritus de los muertos.

Tanto en primavera como en otoño, sus guías religiosos, llamados chamanes, observan ciertos ritos en ‘lugares santos’ ubicados en las cimas o las faldas de las montañas. Durante estos ritos, atan tiras de tela blanca a las ramas de muchos árboles en la creencia de que así complacerán a los espíritus de las montañas y que estos evitarán que sufran contratiempos cuando viajen.

Los efectos del espiritismo

Lo que más nos impresionó a mis amigos y a mí fue la sinceridad y cordialidad de la gente. Conocimos a Svetlana y a su hija Tulunai en la ciudad de Barnaúl, y luego disfrutamos de su hospitalidad en Ust-Kan, población de unos 3.000 habitantes. Svetlana se crió con su abuela según las tradiciones locales y mantuvo una estrecha relación con los chamanes; de hecho, aprendió a comunicarse con los supuestos espíritus de los muertos. Tal conocimiento especial le valió una posición de autoridad, de la cual disfrutaba.

Sin embargo, empezó a tener muchas dificultades. “Me atormentaban los demonios y no podía dormir bien”, relata ella. A veces se quedaba en un estado semihipnótico. “En una ocasión —cuenta— vi a Tulunai, mi hija de seis meses, en forma de un cochinillo que avanzaba hacia mí. Quise estrangularlo, pero Tulunai empezó a llorar en voz alta. Quedé horrorizada cuando volví en mí y me di cuenta de que pude haber matado a mi hija.” Svetlana comenzó a preguntarse quiénes serían estos espíritus.

En 1991, una mujer altaica llevó varias publicaciones bíblicas de los testigos de Jehová a Ust-Kan. Pero cada vez que Svetlana empezaba a leer el folleto “¡Mira! Estoy haciendo nuevas todas las cosas”, se quedaba dormida. “Decía riéndome que los Testigos me habían dado algo mejor que un somnífero”, cuenta ella. Como seguía teniendo visiones perturbadoras de noche, oraba sinceramente, diciendo: “Jehová, si eres tan poderoso, por favor, ayúdame a librarme de estas terribles pesadillas”. A los pocos segundos, todo volvía a la normalidad.

Svetlana empezó a orar antes de acostarse, y vio con gran asombro que se dormía enseguida. “Era increíble que pudiera dormir como una persona normal”, dice. Decidió estudiar en serio la Biblia valiéndose de las publicaciones de la Sociedad Watch Tower, y en 1992 simbolizó su dedicación a Jehová Dios mediante el bautismo. “Aprendí que si se tiene confianza absoluta en Jehová, no hay nada imposible”, me dijo (Filipenses 4:13).

Prospera el cristianismo

Para 1993 ya había una congregación de testigos de Jehová en Ust-Kan, a cuyas reuniones concurrían alrededor de setenta personas, y 120 asistieron a la Conmemoración de la muerte de Cristo que se celebró en abril de 1998. Yakonur, población situada a unos pocos kilómetros al norte de Ust-Kan, era considerada en su día el centro del chamanismo; pero, según dijo un hombre llamado Shamyt, cuando los Testigos empezaron a predicar allí, los chamanes fueron perdiendo influencia. Ahora hay un grupo de Testigos activos, y son muchas las personas que muestran interés en la Biblia.

Se dice que la mayoría de los aproximadamente 500 habitantes de la aldea de Chagan-Uzun, ubicada a unos 90 kilómetros de la frontera con Mongolia, leen nuestras publicaciones. Y en Gorno-Altáisk, capital de la República del Altái, existen dos congregaciones compuestas de más o menos ciento sesenta Testigos.

No obstante, a principios de 1994 se citó a un gran número de Testigos, incluidos los de Ust-Kan, a comparecer ante el tribunal de Gorno-Altáisk acusados de delitos tan infames como el sacrificio de niños. A causa de la oposición, algunos fueron despedidos del trabajo y obligados a marcharse de la región. Con el tiempo se hizo evidente la falsedad de las acusaciones, de modo que en mayo de 1994 el Departamento de Justicia de la República del Altái reconoció oficialmente a la comunidad de los testigos de Jehová. En la actualidad, los Testigos y sus publicaciones bíblicas son bien conocidas en todo el Altái.

Participación en el ministerio

Durante nuestra visita a Ust-Kan tuvimos ocasión de participar con los Testigos de allí en el ministerio público. De hecho, había corrido la noticia de que llegarían visitantes, por lo que un periodista de la localidad que nos vio predicando se acercó al grupo y nos dijo: “Oí que recibiremos la visita de algunas personas importantes. ¿Cómo puedo comunicarme con ellas?”.

¡Qué sorpresa se llevó cuando nos presentaron como las supuestas personalidades! Le asombró vernos en compañía de los hermanos locales visitando los hogares de sus vecinos. Durante la conversación con él, dijo: “Veo que no hay jefes entre ustedes y que son personas comunes y corrientes que no se creen especiales. ¡Es muy admirable! Son cristianos auténticos, y yo estoy de su lado”.

Tristemente, nuestra visita terminó demasiado pronto. Cuando nos marchábamos, vimos a nuestros amigos con lágrimas en los ojos. Se quedaron de pie muy juntos, hombro con hombro, formando una barrera humana. Esta es la manera tradicional como los altaicos despiden a sus amigos queridos. Durante los pocos días que pasamos con ellos nos encariñamos mucho los unos con los otros, nos hicimos verdaderos amigos. ¿Por qué? Porque el que nos unió fue Jehová, el Dios imparcial (Hechos 10:34).

El regreso

En el trayecto de regreso a Barnaúl, nos detuvimos en una tienda de una pequeña aldea en las montañas. La dependienta, que estaba sola, se alegró mucho de vernos. Después de intercambiar algunas palabras, le pregunté si alguna vez había oído el nombre Makarios.

“No”, respondió tras una breve pausa.

Entonces le mostré un ejemplar de la traducción de la Biblia de Makarios, y le dije: “Fue aquí en territorio Altái donde, en el siglo pasado, Makarios hizo esta traducción”. Sin más, le di la Biblia como obsequio.

Mientras echábamos una mirada alrededor, la mujer empezó a leerla de inmediato. De pronto, vimos en sus ojos un destello de esperanza. Al partir, nos dijo que tenía muchos amigos y familiares que se interesarían en la Biblia. Así que antes de la despedida final, le dejamos una cantidad considerable de publicaciones bíblicas.

Aunque han pasado más de ciento cincuenta años desde que Makarios vivió entre los altaicos y realizó su traducción de la Biblia, ¡qué remunerador es saber que muchos de ellos se están beneficiando de esta hoy día!—Colaboración.

[Mapa de la página 17]

R U S I A

Altái

Gorno-Altái

Kazajstán

China

Mongolia

[Ilustraciones de las páginas 16 y 17]

Altaicos en la asamblea de Barnaúl

Paisajes del Altái

[Ilustración de la página 17]

Muchos creen que estas tiras de tela protegen a los viajeros

[Ilustraciones de la página 18]

Predicando en Ust-Kan

Svetlana y su hija

[Ilustración de la página 19]

Biblia de Makarios

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