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  • Emocionante informe procedente de la Unión Soviética
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1991
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  • Un comienzo muy pequeño
  • Se oyen de nuevo las buenas nuevas
  • Predican en prisión
  • Disminuye la presión
  • ¡Al fin la legalización!
La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1991
w91 15/7 págs. 8-11

Emocionante informe procedente de la Unión Soviética

Culminan gozosamente cien años de testificación

“PARA inscribir la Carta Constitucional del Centro Administrativo de las organizaciones religiosas de ‘los testigos de Jehová en la U.R.S.S.’”

Esa es la traducción de las primeras palabras del documento ruso que se reproduce en esta página. En realidad esas palabras representan la contestación a muchas oraciones. Este documento fue firmado y sellado en Moscú por un alto funcionario del Ministerio de Justicia de la R.S.F.S.R. (República Socialista Federativa Soviética de Rusia). Significa que los testigos de Jehová son aceptados como organización religiosa por toda la U.R.S.S. Así, los Testigos han llegado a un punto de viraje en su historia de cien años en ese inmenso país.

Un comienzo muy pequeño

¿Una historia de cien años? Sí. En tiempos modernos, el primero de quien se sabe que predicó las buenas nuevas en aquel país fue Charles Taze Russell, quien en 1891 informó acerca de su visita allí. En el número de septiembre de 1891 de Zion’s Watch Tower and Herald of Christ’s Presence, la revista conocida hoy en español como La Atalaya, él relata que viajó a Kishinev, Rusia, mientras efectuaba un viaje por Europa. Allí conoció a un hombre llamado Joseph Rabinowitch, quien creía en Cristo y trataba de predicar a las familias judías de aquella zona. Russell da un informe detallado sobre su visita a Rabinowitch y las profundas e interesantes conversaciones que tuvieron acerca del Reino.

Se oyen de nuevo las buenas nuevas

Después de aquella visita de Russell, no se oyó mucho acerca de la testificación en lo que ahora es la U.R.S.S.; pero eso no significa que no se había logrado nada. En 1927 tres congregaciones de la Unión Soviética enviaron a la Sociedad sus informes respectivos de sus reuniones para la Conmemoración. Pero parece que el progreso no fue rápido sino hasta el tiempo de la segunda guerra mundial. Como resultado de aquella guerra muchos europeos se trasladaron a diferentes partes del continente. Un resultado imprevisto de estos traslados fue que muchos predicadores del Reino pasaron a la Unión Soviética.

Por ejemplo, el número del 1 de febrero de 1946 de La Atalaya informa: “Más de mil publicadores que antes predicaban en la lengua ucrania en la parte oriental de Polonia ahora han sido transferidos al interior de Rusia. [...] Entonces, también, centenares de hermanos que vivían en Besarabia, que antes era parte de Rumania, ahora son habitantes de Rusia y siguen con su obra de hacer discípulos de todas las naciones”.

Además, durante la segunda guerra mundial muchos ciudadanos soviéticos sufrieron en los campos de concentración nazis. Para algunos el resultado de aquella experiencia difícil fue bendiciones inesperadas. Hay un informe sobre unas jóvenes rusas que fueron aprisionadas en Ravensbrück. Allí conocieron a unas testigos de Jehová, respondieron favorablemente al mensaje de la verdad, y progresaron hasta el grado de bautizarse. Hubo experiencias similares en otros campos. Después de la guerra, estas Testigos recién bautizadas fueron puestas en libertad y llevaron consigo las buenas nuevas del Reino a la Unión Soviética. Así, como resultado de la segunda guerra mundial hubo un incremento rápido en la cantidad de predicadores del Reino en el territorio soviético. Se calculaba que en 1946 había 1.600 publicadores activos allí.

Predican en prisión

Las prisiones siguieron desempeñando un papel importante en la difusión de las buenas nuevas en la Unión Soviética. Durante la posguerra, las autoridades, que equivocadamente vieron a los Testigos como una amenaza, encarcelaron a muchos de ellos. Pero los Testigos no dejaron de predicar. ¿Cómo hubiera sido posible eso si ellos de veras creían que el mensaje del Reino de Dios son las mejores noticias para la humanidad? Por eso, muchos de ellos vieron la prisión como su territorio, y muchos presos oyeron el mensaje y lo aceptaron. Un informe de 1957 dice: “Se ha llegado a la conclusión de que, de todos los que según se sabe están en la verdad en Rusia hoy, el cuarenta por ciento recibió la verdad mientras estaba en prisión o en campos de concentración”.

¿Se desanimaron los Testigos por aquella amenaza constante de que se les encarcelara? ¡De ninguna manera! Un informe de 1964 dice: “En estos campamentos hay testigos de Jehová que han vuelto una segunda y una tercera vez, pues no han dejado de predicar el mensaje después de haber sido puestos en libertad”. El informe pasa a decir que otros eran criminales que habían sido enviados a prisiones o a campos de concentración y por casualidad se encontraron con Testigos allí. Aceptaron la verdad y progresaron hasta bautizarse antes de salir en libertad.

Disminuye la presión

A mediados de los años sesenta las autoridades adoptaron una actitud menos severa hacia los Testigos. Probablemente se dieron cuenta de que el pueblo de Jehová de ninguna manera representaba una amenaza para el orden público. Así, aunque las actividades de aquellos humildes cristianos no eran reconocidas todavía por la ley, se les arrestaba menos, y había menos inspecciones de sus hogares, y ellos agradecieron aquel alivio. Su deseo principal era llevar una vida cristiana y trabajar en tranquilidad, apacible y pacíficamente mientras dependiera de ellos. (Romanos 12:17-19; 1 Timoteo 2:1, 2.)

Todos los que habían estado en el exilio por mucho tiempo en Siberia fueron puestos en libertad en 1966, y se les dio la oportunidad de ir a cualquier lugar que desearan en el país. Muchos regresaron a sus hogares respectivos después de una ausencia de muchos años, pero algunos decidieron permanecer en aquel fructífero campo. Y no todos los que regresaron optaron por permanecer en su hogar. Una hermana que había sido deportada a Siberia con su familia cuando era niña había regresado a Rusia occidental con sus padres. Pero permaneció allí poco tiempo. Amaba tanto a los habitantes humildes y hospitalarios de Siberia que dejó a su familia y volvió al oriente para seguir predicando a aquellas personas que estaban dispuestas a oír.

Una experiencia típica que tuvo lugar entonces fue la de un hermano que se mudó de una ciudad a otra. Con el tiempo encontró a otros dos Testigos. Los tres oraron por ayuda y pronto se comunicaron con una joven de creencia ortodoxa griega. Ella aceptó la verdad inmediatamente y dirigió a los hermanos a otras dos personas que se interesaron en el mensaje: su madre y su hermana menor. El informe concluye así: “Hoy cuarenta personas se asocian con estos hermanos, y treinta de estas aprendieron la verdad en los pasados seis meses”.

Con todo, la falta de reconocimiento legal estorbaba las actividades de los testigos de Jehová. Celebraban sus reuniones de congregación cautelosamente. Ejercían cuidado al predicar. Aún existía la posibilidad de que se les encarcelara, y no se les hacía posible testificar de casa en casa. A pesar de aquello, los cristianos soviéticos continuaron sirviendo fielmente a su Dios y demostrando ser buenos ciudadanos de su país. (Lucas 20:25.) Respecto a su actitud, uno de ellos escribió: “Es un magnífico privilegio para uno aguantar todas las pruebas y permanecer fiel a Jehová Dios y alabarlo durante toda la vida para alcanzar la vida eterna que él da mediante Jesucristo”. ¡Qué ejemplos excelentes de aguante y fidelidad han dado esos Testigos soviéticos!

¡Al fin la legalización!

En 1988 empezó a haber cambios en los países asociados con la Unión Soviética. Surgió un ambiente de mayor libertad, y países que habían restringido la obra de los testigos de Jehová comenzaron a adoptar nuevas políticas gubernamentales. Polonia, Hungría, Rumania y otros países otorgaron reconocimiento legal a estos cristianos sinceros, de modo que ahora pueden funcionar abiertamente sin temor a represalias. ¡Qué felicidad ha habido en Europa oriental en los últimos tres años! ¡Cuánto han aprovechado los hermanos allí la nueva libertad que tienen para esparcir el mensaje pacífico del Reino! ¡Y cuánto se han regocijado con ellos los demás testigos de Jehová de todo el mundo!

Los Testigos soviéticos ya se han beneficiado de tener mayor libertad. Miles de ellos —algunos desde tan lejos como la costa asiática del Pacífico— asistieron a las trascendentales asambleas que se celebraron en Polonia en 1989 y de nuevo en 1990, pues en Varsovia hubo 17.454 Testigos procedentes de la Unión Soviética. ¡Qué hermosos recuerdos llevaron consigo a sus hogares! La mayoría nunca había adorado en una reunión que constara de más de un puñado de compañeros cristianos. ¡Ahora habían estado entre muchedumbres de decenas de miles!

Regresaron a una Unión Soviética que se hacía cada vez más tolerante. Los Testigos de todo el mundo observaban la situación y se preguntaban: ¿Cuándo se legalizará la obra de los testigos de Jehová en la Unión Soviética? Pues bien, sucedió en 1991... ¡exactamente cien años después de la visita de Charles Taze Russell a ese país! El 27 de marzo de 1991, el “Centro Administrativo de las organizaciones religiosas de los testigos de Jehová en la U.R.S.S.” fue inscrito en un documento que el ministro de Justicia de la R.S.F.S.R. firmó en Moscú. ¿Qué clase de libertad se otorgó a los Testigos?

La carta constitucional del cuerpo recién registrado legalmente incluye la siguiente declaración: “El propósito de la Organización Religiosa es efectuar la obra religiosa de dar a conocer el nombre de Jehová Dios y sus provisiones amorosas para la humanidad mediante su Reino celestial en manos de Jesucristo”.

¿Cómo se realizará esto? Entre los métodos que se alistan están los siguientes: predicar en público y visitar a las personas en sus hogares; enseñar las verdades bíblicas a los que estén dispuestos a escuchar; conducir estudios bíblicos gratuitamente con la ayuda de publicaciones para estudiar la Biblia; y hacer arreglos para traducir, importar, publicar, imprimir y distribuir Biblias.

El documento también describe la organización de los Testigos bajo la dirección del Cuerpo Gobernante, lo que abarca las congregaciones con cuerpos de ancianos, un Comité Supervisor [de Sucursal] de siete miembros para el país, y superintendentes de circuito y de distrito.

Está claro que los testigos de Jehová ahora pueden trabajar libremente en la Unión Soviética como lo hacen en muchos otros países. ¡Imagínese el gozo que experimentaron cinco de los siete miembros del Comité Supervisor y los cinco ancianos de congregación (que han servido como tales por muchos años) que tuvieron el privilegio de firmar ese documento histórico y ver que le estampara el sello el director del departamento de inscripción de asociaciones públicas y religiosas! Apropiadamente, Milton Henschel y Theodore Jaracz, miembros del Cuerpo Gobernante de los Testigos de Jehová, también estuvieron presentes como testigos de este acontecimiento tan importante. De entre los grupos aprobados por la R.S.F.S.R., los testigos de Jehová fueron los primeros en recibir su documento oficial de inscripción legal. ¡Qué tremendo galardón para los fieles hermanos rusos que por muchos años mostraron paciencia y aguante!

Los testigos de Jehová de todas partes están agradecidos a las autoridades soviéticas que otorgaron esta legalización. Especialmente dan gracias a Jehová con todo el corazón por la nueva libertad que han recibido sus hermanos soviéticos. Se regocijan con sus compañeros Testigos de la U.R.S.S. y de los demás países de Europa oriental que ahora pueden servir a Jehová Dios con mayor libertad. Que Jehová los bendiga abundantemente a medida que aprovechan de lleno esta libertad para alabar Su santo nombre.

[Fotografía en la página 9]

El Kremlin en Moscú

[Fotografía en la página 10]

Delegados rusos en una asamblea fuera de la Unión Soviética

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