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  • “Objeto de odio de parte de todas las naciones”
    Los testigos de Jehová, proclamadores del Reino de Dios
    • Tras el encarcelamiento de unos mil doscientos Testigos en Alemania a comienzos de la era nacionalsocialista por no hacer el saludo nazi y por negarse a violar su neutralidad cristiana, otros miles de Testigos sufrieron maltrato físico en Estados Unidos por no saludar la bandera del país. El 4 de noviembre de 1935, un grupo de estudiantes de Canonsburg (Pensilvania) fue conducido al cuarto de calderas del edificio escolar, donde los azotaron por negarse a saludar la bandera. Una maestra de esa escuela, Grace Estep, fue despedida por la misma razón. El 6 de noviembre, William y Lillian Gobitas rehusaron saludar la bandera y fueron expulsados de la escuela de Minersville (Pensilvania). Su padre entabló una demanda para que se admitiera de nuevo a los niños en la escuela. Tanto el tribunal federal de distrito como el tribunal superior de apelaciones fallaron en favor de los testigos de Jehová. Sin embargo, en 1940, cuando el país estaba a punto de entrar en la guerra, el Tribunal Supremo de Estados Unidos vio el caso Distrito escolar de Minersville contra Gobitis y sostuvo por un margen de ocho a uno que el saludo a la bandera era obligatorio en las escuelas públicas. El resultado de esto fue un estallido de violencia por toda la nación contra los testigos de Jehová.

      Se produjeron tantos ataques violentos contra los testigos de Jehová que la Sra. Eleanor Roosevelt (esposa del presidente F. D. Roosevelt) hizo un llamamiento al público para que cesaran aquellos ataques. El 16 de junio de 1940, el subsecretario de justicia de Estados Unidos, Francis Biddle, en un programa radiado transmitido de costa a costa, se refirió específicamente a las atrocidades cometidas contra los Testigos y dijo que no se permitirían. Pero eso no le puso fin al asunto.

      En toda circunstancia imaginable —en la calle, en el lugar de empleo, cuando visitaban los hogares en el ministerio— la gente plantaba banderas delante de ellos y les exigía que las saludaran o se atuvieran a las consecuencias. A finales de 1940 el Anuario de los testigos de Jehová informó: “La jerarquía [eclesiástica], y la Legión Americana, mediante las chusmas que se han tomado la justicia por su mano, han causado con su violencia daños indescriptibles. A los testigos de Jehová se les ha atacado; golpeado; secuestrado; expulsado de los pueblos, condados y estados; se les ha cubierto de brea y plumas; se les ha obligado a beber aceite de ricino; se les ha atado y perseguido por las calles como si fueran animales; se les ha castrado y mutilado; muchedumbres endemoniadas se han burlado de ellos y los han insultado; centenares han sido encarcelados sin cargo alguno; se les ha mantenido incomunicados y se les ha negado la oportunidad de hablar con sus parientes, amigos o abogados. Muchos centenares más han sido arrestados y mantenidos en supuesta ‘detención preventiva’; se ha disparado contra algunos durante la noche; a otros los han amenazado con la horca y los han golpeado hasta dejarlos inconscientes. Se han producido diferentes tipos de actos violentos por parte de las chusmas. A muchos Testigos les han arrancado la ropa; les han confiscado y quemado sus Biblias y libros en público; les han saqueado e incendiado sus automóviles, casas-remolques, hogares y lugares de reunión [...]. En muchas ocasiones en que se han celebrado juicios en comunidades dominadas por las chusmas, tanto los abogados como los testigos han sido atacados y golpeados mientras estaban en el tribunal. En la mayoría de estos actos violentos por parte de las chusmas, los funcionarios públicos no han hecho nada para impedir el ataque y se han negado a dar protección, y en numerosas ocasiones los representantes de la ley han formado parte de las chusmas y a veces hasta las han dirigido”. Entre 1940 y 1944, en Estados Unidos hubo más de dos mil quinientos casos de ataques violentos de chusmas contra los testigos de Jehová.

      Debido a que muchos de los hijos de los testigos de Jehová fueron expulsados de las escuelas, a fines de los años treinta y comienzos de los cuarenta fue necesario que los Testigos tuvieran sus propias escuelas en Estados Unidos y Canadá para educar a sus hijos. Se las llamó Escuelas del Reino.

  • “Objeto de odio de parte de todas las naciones”
    Los testigos de Jehová, proclamadores del Reino de Dios
    • No todos han concordado con estas medidas represivas contra personas que, por razones de conciencia, se abstienen respetuosamente de participar en ceremonias patrióticas. The Open Forum, publicado por la delegación del sur de California de la Unión Americana de Libertades Civiles, dijo en 1941: “Es tiempo [de] que recobremos el juicio tocante a este asunto de saludar la bandera. Los testigos de Jehová no son norteamericanos desleales. [...] No son dados a quebrantar la ley en general, sino que llevan vidas decentes, ordenadas, contribuyendo su parte al bien común”. En 1976 un columnista argentino del periódico bonaerense Herald señaló con franqueza que las “creencias [de los Testigos] únicamente ofenden a los que piensan que el patriotismo es principalmente un asunto de ondear la bandera y cantar el himno, no un asunto del corazón”. Añadió: “Hitler y Stalin los hallaron [indigestos], y los trataron abominablemente. Muchos otros dictadores que anhelan intensamente la conformidad han tratado de suprimirlos. Y fracasaron”.

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