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  • Asombrados por lo que vieron
    ¡Despertad! 1991 | 22 de diciembre
    • Los policías estaban especialmente asombrados. En Zagreb uno dijo: “Convendría mostrar a los medios de comunicación lo que está sucediendo en este estadio, aquí mismo, donde vemos sentados juntos en paz a serbios, croatas, eslovenos, montenegrinos y otros”.

      En Budapest se pidió a un policía que comparara a los Testigos reunidos en el enorme estadio con las multitudes que suelen acudir a presenciar partidos de fútbol. Sonrió, levantó la cabeza y dijo: “La diferencia es la misma que la que hay entre el cielo y la tierra”.

      —¿Qué quiere decir?

      —Solo tiene que fijarse —contestó—. Nadie fuma, no hay basura por ningún sitio y la gente es cortés. Hacen lo que se les pide que hagan.

      En Kiev, la capital de Ucrania, se reunieron en el Estadio Dimano 14.654 personas, a una parte de las cuales se la puede ver en la portada de esta revista. Un Testigo le preguntó a uno de los capitanes de la policía si sus hombres habían tenido que trabajar mucho durante la asamblea. “No, la próxima vez solo les mandaremos dos policías.”

      —¿Por qué dos? —se le preguntó.

      —Para que cuando uno se duerma, el otro pueda despertarlo —respondió bromeando.

      La gente estaba maravillada

      El periódico Pesti Hírlap, de Budapest, informó: “Más de cuarenta mil personas pasaron el fin de semana en el Népstadion. No se encontró ningún papel ni pedazo de pan ni colilla”. Otro periódico de la ciudad, el Fehérvár Hírlap, dijo: “Los que entraron por casualidad en el Népstadion entre el 26 y el 28 de julio tuvieron sin duda una agradable sorpresa [...]. Pudieron ver el ejemplo casi desconocido de la conducta y el modo de vivir cristianos”.

      Fuertes precipitaciones inundaron Budapest ese fin de semana; cayeron más de cinco litros de agua por metro cuadrado. Sin embargo, esta circunstancia no detuvo a los Testigos. “¡Es fantástico! ¡Es asombroso! —se oyó decir a un policía—. Siguen viniendo y viniendo. [...] Nada puede detenerlos.” El lunes un periódico publicó un artículo titulado “Oración bajo la lluvia”, y en él citó las expresiones de algunos asistentes: “La lluvia nos mojó, pero no nos movió”.

      En Lvov, donde 17.531 personas se reunieron en el Estadio Central Ukraine, un oficial de la policía dijo a uno de los Testigos: “En el caso de cualquier otro evento público con tanta asistencia, necesitaríamos cientos de policías. En su asamblea tuvimos diez, y, en realidad, ni siquiera fueron necesarios”.

      Luego, mostrando lo mucho que le estaba impresionando la asamblea, añadió: “Ustedes sobresalen porque enseñan a otros lo que es bueno, hablan acerca de Dios y no son violentos. Nos hemos preguntado por qué les perseguíamos antes, y hemos llegado a la conclusión de que no les habíamos escuchado y no sabíamos nada de ustedes”.

  • Asombrados por lo que vieron
    ¡Despertad! 1991 | 22 de diciembre
    • Después de visitar la asamblea de Usolje-Sibirskoje (Siberia), una reportera del periódico soviético Leninskiy Put’ escribió: “Era sorprendente ver la cortesía y la capacidad de discernir y satisfacer las necesidades de otros que demostraron los siervos de Jehová. Nunca olvidaré las palabras que se pronunciaron en la asamblea: ‘¡No deben robar! ¡No deben mentir! ¡No deben beber [en exceso]! ¡Sean trabajadores! ¡Ayuden al prójimo!’. Al fin y al cabo, estos son principios que todo el mundo debería hacer suyos. Sin embargo, solemos olvidarlos.

      ”También fue impresionante la actitud fraternal que se veía, las ganas de ayudar. Una mujer nos ofreció su periódico para que no nos ensuciáramos al sentarnos. Cuando empezó a llover, la joven que estaba sentada a mi lado me entregó su paraguas con una sonrisa, y vi a un hombre que literalmente arrastró a un niño empapado bajo su paraguas [...].

      ”El mismo ambiente de la asamblea hacía a uno de alguna manera un poco mejor, un poco más cultivado, más noble. Resultaba imposible no responder con una sonrisa a la bondad que manifestaban los extraños. [...] Salimos del estadio sintiéndonos más limpios, con la sensación de que habíamos estado en contacto con algo hermoso.”

      Más de dos mil personas fueron desde Moscú y unas cuatro mil quinientas desde el Cáucaso para asistir a la asamblea de Kiev. Se colocó una mesa de información en el aeropuerto con publicaciones bíblicas a la vista. Muchos hacían preguntas, a las que se daba una amable respuesta. Una noche se acercó un hombre y dijo: “Les he estado observando mucho tiempo. Estoy sorprendido por la amabilidad con la que hablan a la gente sobre el Reino. Permítanme obsequiarles estas flores por su excelente trabajo”.

      Durante el bautismo de la asamblea de Usolje-Sibirskoje, un periodista quedó impresionado al ver a varios rusos abrazar y felicitar a una persona recién bautizada que pertenecía a los buriatas. Aunque no suelen existir prejuicios nacionales en Siberia, no es normal que se den verdaderas amistades entre los rusos y esos pueblos. “¿Cómo pudieron superar esas barreras nacionales?”, preguntó el periodista.

      “Aplicando el principio bíblico ‘tienes que amar al prójimo como a ti mismo’”, se le contestó.

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