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Jehová es nuestra herenciaLa Atalaya 2011 | 15 de septiembre
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Levitas que tuvieron a Jehová como herencia personal
8. ¿Qué crisis espiritual experimentó el levita Asaf?
8 Aunque la tribu de Leví en general tenía a Jehová como la herencia que le correspondía, algunos de sus miembros usaron a título individual la expresión “Jehová es la parte que me corresponde”, manifestando así su devoción y confianza en Dios (Lam. 3:24).
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Jehová es nuestra herenciaLa Atalaya 2011 | 15 de septiembre
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Otro levita que usó la expresión “Jehová es la parte que me corresponde” fue Jeremías. Veamos qué quiso decir. Este profeta vivía en Anatot, una ciudad levítica cercana a Jerusalén (Jer. 1:1). En cierta ocasión se mostró contrariado al ver que la gente mala prosperaba, mientras que los buenos pasaban muchas penalidades (Jer. 12:1). Él sabía que Jehová es justo; por eso, al ver lo que ocurría en Jerusalén y Judá, le expresó su malestar. ¿Qué respuesta recibió? Dios le mandó proclamar un mensaje de juicio y se encargó de que sus profecías se cumplieran al pie de la letra: quienes no hicieron caso perdieron la vida, pero quienes obedecieron recibieron “su alma [...] como despojo”, es decir, se salvaron (Jer. 21:9).
12, 13. a) ¿Por qué afirmó Jeremías: “Jehová es la parte que me corresponde”, y cuál fue su actitud? b) ¿Por qué necesitaban cultivar “una actitud de espera” las tribus de Israel?
12 La nación quedó desolada y en ruinas. Al verla en tan lamentable estado, Jeremías se encontró perdido, como si Jehová lo estuviera obligando a caminar en la oscuridad. Se sintió sin vida, “como hombres que han estado muertos por largo tiempo” (Lam. 1:1, 16; 3:6). Jerusalén y Judá habían sido destruidas porque los israelitas se negaron a dejar atrás su gran maldad y volver a su Padre celestial. Es cierto que el profeta se lo había advertido a la nación y que él no tenía la culpa de nada, pero aun así estaba muy triste. Con todo, reconoció que si la nación no había desaparecido por completo se debía a la “bondad amorosa de Jehová”, cuyas muestras de misericordia eran “nuevas cada mañana”. Y entonces afirmó: “Jehová es la parte que me corresponde”. En efecto, no había perdido su valioso privilegio de ser profeta de Dios (léase Lamentaciones 3:22-24).
13 Al decir: “Jehová es la parte que me corresponde”, Jeremías demostró, además, que confiaba en la compasión divina, lo que le permitió mantener “una actitud de espera”. Todas las tribus de Israel necesitaban cultivar esa misma actitud, pues habían perdido sus tierras y el país permanecería vacío y desolado setenta años (Jer. 25:11). Jehová era su única esperanza. Setenta años después trajo a su pueblo de regreso a su patria y le devolvió el privilegio de servirle allí (2 Cró. 36:20-23).
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