BIBLIOTECA EN LÍNEA Watchtower
Watchtower
BIBLIOTECA EN LÍNEA
Español
  • BIBLIA
  • PUBLICACIONES
  • REUNIONES
  • ¿Dónde debemos estar cuando llegue el fin?
    La Atalaya 2009 | 15 de mayo
    • También tenemos el caso de Rahab, una prostituta que vivía en Jericó. Los israelitas estaban a punto de iniciar la conquista de la Tierra Prometida, y Rahab se dio cuenta de que la ciudad sería destruida. Ella les dijo a los espías israelitas que se alojaron en su casa que los habitantes de Jericó estaban paralizados de miedo debido al avance de Israel. Escondió a los espías y les pidió a cambio que le juraran que la dejarían con vida a ella, así como a su familia, cuando conquistaran la ciudad. Ellos le dijeron que reuniera a su familia en su casa, situada en el muro exterior. Si salían de allí, morirían con el resto de los habitantes (Jos. 2:8-13, 15, 18, 19). Ahora bien, Jehová le dijo más tarde a Josué que el muro de la ciudad se desplomaría (Jos. 6:5). Así que daba la impresión de que el lugar en el que debían permanecer Rahab y su casa no era nada seguro. ¿Cómo iban a sobrevivir?

      Cuando llegó el momento de tomar Jericó, los sacerdotes de Israel tocaron sus cuernos y los demás israelitas lanzaron un grito de guerra. En Josué 6:20 leemos que “tan pronto como el pueblo oyó el sonido del cuerno y [...] se puso a lanzar un fuerte grito de guerra, [...] el muro empezó a desplomarse”. Una vez iniciado el derrumbe de la muralla, no había fuerza humana que pudiera controlarlo. Sin embargo, Jehová hizo que el derrumbe se detuviera justo al llegar a la casa de Rahab. Entonces, Josué les ordenó a los dos espías: “Entren en la casa de la mujer, la prostituta, y saquen de allí a la mujer y a todos los que le pertenezcan, tal como se lo han jurado” (Jos. 6:22). Todos los que estaban en la casa de Rahab sobrevivieron.

  • ¿Dónde debemos estar cuando llegue el fin?
    La Atalaya 2009 | 15 de mayo
    • Recordemos también el caso de los primogénitos israelitas y el de Rahab. Para sobrevivir, tuvieron que permanecer en su casa, lo cual exigía fe y obediencia (Heb. 11:28, 30, 31). ¿Puede imaginarse lo que sentían los padres israelitas mientras el ángel de Jehová pasaba por los hogares de los egipcios causándoles “un gran alarido”? Seguramente no les quitaban los ojos de encima a sus primogénitos (Éxo. 12:30). Y en cuanto a Rahab, ¿puede imaginársela acurrucada con su familia en algún rincón de la casa? Realmente necesitó gran fe para obedecer y no salir corriendo al oír que el estruendo del desplome se hacía más y más fuerte.

Publicaciones en español (1950-2025)
Cerrar sesión
Iniciar sesión
  • Español
  • Compartir
  • Configuración
  • Copyright © 2025 Watch Tower Bible and Tract Society of Pennsylvania
  • Condiciones de uso
  • Política de privacidad
  • Configuración de privacidad
  • JW.ORG
  • Iniciar sesión
Compartir