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  • Cultivemos un carácter razonable
    La Atalaya 1994 | 1 de agosto
    • La reputación que tengamos al respecto refleja con claridad hasta qué grado imitamos a Jesucristo. (1 Corintios 11:1.) Cuando él estuvo en la Tierra, reflejó a la perfección el supremo ejemplo de disposición razonable de su Padre. (Juan 14:9.) De hecho, cuando Pablo escribió de “la apacibilidad y bondad del Cristo”, empleó un término griego para bondad (e·pi·ei·kí·as) que también significa “carácter razonable” o, más literalmente, “disposición a ceder”. (2 Corintios 10:1.) Un comentario bíblico lo llama “uno de los grandes vocablos que califican el carácter en el N[uevo] T[estamento]”. (The Expositor’s Bible Commentary.) Designa una cualidad tan atrayente que un erudito traduce el término “dulce carácter razonable”. Analicemos, por tanto, tres formas en que Jesús, al igual que su Padre, Jehová, demostró que era razonable. Así podremos aprender cómo hacernos más razonables. (1 Pedro 2:21.)

      “Listo para perdonar”

      4. ¿Cómo demostró Jesús que estaba “listo para perdonar”?

      4 Al igual que su Padre, Jesús demostró que era razonable al estar “listo para perdonar” en múltiples ocasiones. (Salmo 86:5.) Examinemos el caso en que Pedro, uno de sus amigos íntimos, le negó tres veces la noche de su prendimiento y juicio. El propio Jesús había dicho anteriormente: “A cualquiera que me repudie delante de los hombres, yo también lo repudiaré delante de mi Padre”. (Mateo 10:33.) ¿Fue Jesús rígido y aplicó implacablemente esta regla a Pedro? No; después de resucitar, Jesús le hizo una visita, seguramente para consolar y tranquilizar a este apóstol, que se hallaba arrepentido y compungido. (Lucas 24:34; 1 Corintios 15:5.) Poco después, Jesús permitió que Pedro tuviera una gran responsabilidad. (Hechos 2:1-41.) Fue un ejemplo sublime del dulce carácter razonable. ¿No nos anima saber que Jehová ha nombrado a Jesús Juez de toda la humanidad? (Isaías 11:1-4; Juan 5:22.)

      5. a) ¿Qué reputación deben tener los ancianos entre las ovejas? b) ¿Qué información podrían repasar los ancianos antes de tratar casos judiciales, y por qué razón?

      5 Cuando los ancianos actúan en calidad de jueces en la congregación, procuran seguir el ejemplo razonable de Jesús. No desean que las ovejas los teman porque los vean como castigadores. Por el contrario, intentan imitar a Jesús para que las ovejas se sientan seguras al considerarlos pastores amorosos. En los casos judiciales se esfuerzan al máximo por ser razonables y estar listos para perdonar. Antes de atender estos asuntos, algunos ancianos ven útil repasar los artículos de La Atalaya del 1 de julio de 1992: “Jehová, el imparcial ‘Juez de toda la tierra’” y “Ancianos, juzguen con justicia”. De esta forma, tienen presente el epítome del modo como juzga Jehová: “Firmeza cuando es necesaria; misericordia cuando es posible”. No es ningún error tender a mostrar misericordia en el juicio siempre que haya base razonable para ello. (Mateo 12:7.) Ser brusco o inmisericorde es una grave equivocación. (Ezequiel 34:4.) De esta manera, al hacer todo lo posible por actuar con todo el amor y la misericordia que permita la justicia, los ancianos evitarán caer en esta falta. (Compárese con Mateo 23:23; Santiago 2:13.)

      Flexibilidad cuando cambian las circunstancias

      6. ¿Cómo fue razonable Jesús al tratar con la mujer gentil que tenía una hija endemoniada?

      6 Al igual que Jehová, Jesús demostró que estaba presto a cambiar su línea de acción o adaptarse a las nuevas situaciones que se presentaran. En cierta ocasión, una mujer gentil le suplicó que curara a su hija, que estaba terriblemente endemoniada. En un primer momento, Jesús le indicó de tres maneras que no iba a ayudarla: primero, negándose a responderle; segundo, diciéndole directamente que no se le había enviado a los gentiles, sino a los judíos, y tercero, dándole una ilustración que recalcaba con delicadeza el mismo punto. A pesar de todas estas objeciones, la mujer siguió suplicándole, dando muestra de una fe extraordinaria. En vista de esta circunstancia excepcional, Jesús comprendió que no era el momento de aplicar una regla general, sino de ser flexible en respuesta a unos principios más elevados.a Por tanto, hizo lo que había dicho en tres ocasiones que no haría: curó a la hija de la señora. (Mateo 15:21-28.)

  • Cultivemos un carácter razonable
    La Atalaya 1994 | 1 de agosto
    • Ejercicio razonable de la autoridad

      11. ¿Qué diferencia había entre el modo de ejercer la autoridad los dirigentes religiosos y el de Jesús?

      11 Cuando Jesús vivió en la Tierra, se hizo patente su carácter razonable en cómo ejercía la autoridad que Dios le había dado. ¡Qué distinto era de los dirigentes religiosos de su época! Examinemos un ejemplo. La ley de Dios había estipulado que no se trabajase los sábados, al grado de ni siquiera recoger leña. (Éxodo 20:10; Números 15:32-36.) Los guías religiosos querían controlar la aplicación exacta que hacía la gente de esta ley, de modo que se arrogaron la misión de prescribir con minuciosidad qué peso podía levantar una persona en sábado. Dictaminaron: nada que pese más que dos higos secos. Hasta prohibieron las sandalias claveteadas, pues afirmaban que soportar el peso adicional de los clavos sería trabajar. Según se afirma, los rabíes añadieron un total de 39 reglas a la ley divina sobre el sábado y luego hicieron una infinidad de añadiduras a estas. Por otro lado, Jesús no trató de controlar a la gente avergonzándola al estipular un sinfín de restricciones o fijar unas normas rígidas e impracticables. (Mateo 23:2-4; Juan 7:47-49.)

      12. ¿Por qué podemos afirmar que Jesús no transigió en lo que respecta a las normas justas de Jehová?

      12 ¿Debemos, por tanto, llegar a la conclusión de que Jesús no sostuvo con tesón las normas justas de Dios? Todo lo contrario. Entendía que las leyes son más eficaces cuando los hombres toman en serio los principios que subyacen tras ellas. Mientras que la obsesión de los fariseos era procurar el control de las personas valiéndose de un sinnúmero de reglas, Jesús trataba de llegar al corazón. Por ejemplo, sabía muy bien que era imposible ceder cuando hay implicadas leyes divinas como la de ‘huir de la fornicación’. (1 Corintios 6:18.) Por ello, previno a la gente contra los pensamientos que podrían llevar a la inmoralidad. (Mateo 5:28.) Se precisaba mucha más sabiduría y comprensión para formular esta enseñanza que para simplemente elaborar rígidas prescripciones.

  • Cultivemos un carácter razonable
    La Atalaya 1994 | 1 de agosto
    • Examinemos un último ejemplo del modo razonable como Jesús ejerce su autoridad. Al igual que su Padre, no acapara con celo su autoridad. Él también es un maestro en el arte de delegar, pues ha nombrado al colectivo del esclavo fiel y discreto para que cuide de “todos sus bienes” de la Tierra. (Mateo 24:45-47.) Por otra parte, no le asusta escuchar las ideas de los demás. Solía preguntar a sus interlocutores: “¿Qué les parece?”. (Mateo 17:25; 18:12; 21:28; 22:42.) Así debe ser en el caso de los actuales seguidores de Cristo. Tengan la autoridad que tengan, no deben perder por ello la disposición a escuchar. Padres, escuchen. Maridos, escuchen. Ancianos, escuchen.

      18. a) ¿Cómo podemos averiguar si tenemos la reputación de ser razonables? b) ¿Qué resolución convendría que adoptáramos todos?

      18 No cabe duda: nuestro deseo debe ser ‘tener la reputación de ser razonables’. (Filipenses 4:5, Phillips.) Pero ¿cómo podemos determinar si la tenemos? Pues bien, cuando Jesús sintió curiosidad sobre qué decía la gente de él, inquirió de los compañeros en quienes confiaba. (Mateo 16:13.) ¿Por qué no imitamos su ejemplo? Podríamos preguntar a alguien en cuya sinceridad confiemos si tenemos fama de ser razonables y condescendientes. Sin duda, todos podemos hacer mucho más para imitar mejor el ejemplo perfecto de carácter razonable que nos dejó Jesús. En particular si ostentamos una cierta autoridad sobre los demás, sigamos siempre el ejemplo de Jehová y Jesús al ejercerla en toda ocasión de manera razonable y estar dispuestos a perdonar o ceder siempre que sea pertinente. Sí, esforcémonos todos por ‘ser razonables’. (Tito 3:2.)

      [Nota a pie de página]

      a El libro Palabras griegas del Nuevo Testamento comenta: “El hombre epieikes [razonable] sabe que hay ocasiones [en que] algo puede estar completa y legalmente justificado y, sin embargo, ser absolutamente erróneo bajo el punto de vista moral. Este hombre discierne cuándo relajar la ley, pues, entre las fuerzas que le compelen, sabe distinguir cuál es superior a la de la propia ley”.

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