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No lo arrestanEl hombre más grande de todos los tiempos
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Capítulo 67
No lo arrestan
MIENTRAS continúa la fiesta de los Tabernáculos, los líderes religiosos hacen que unos oficiales de la policía vayan a arrestar a Jesús. Él no trata de esconderse.
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No lo arrestanEl hombre más grande de todos los tiempos
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Cuando los oficiales de la policía regresan sin Jesús, los sacerdotes principales y los fariseos preguntan: “¿Por qué no lo trajeron?”.
“Jamás ha hablado otro hombre así”, responden los oficiales.
Encolerizados, los líderes religiosos se rebajan hasta el grado de recurrir a la mofa, a la falsa representación y a los insultos. Dicen con desprecio: “Ustedes no se han dejado extraviar también, ¿verdad? Ni uno de los gobernantes o de los fariseos ha puesto fe en él, ¿verdad? Pero esta muchedumbre que no conoce la Ley son unos malditos”.
Al oír esto el fariseo Nicodemo, uno de los gobernantes de los judíos (es decir, un miembro del Sanedrín), se atreve a defender a Jesús. Usted quizás recuerde que dos años y medio antes Nicodemo abordó a Jesús de noche y expresó fe en él. Ahora Nicodemo dice: “Nuestra ley no juzga a un hombre a menos que primero haya oído de parte de él y llegado a saber lo que hace, ¿verdad?”.
El que uno de ellos mismos defienda a Jesús encoleriza más a los fariseos. “Tú no eres también de Galilea, ¿verdad? —dicen cortantemente—. Escudriña, y ve que de Galilea no ha de ser levantado ningún profeta.”
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