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¿Despliega usted eficiencia al razonar a partir de las Escrituras?La Atalaya 1986 | 1 de marzo
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Jesucristo dio el mejor ejemplo en cuanto a usar eficazmente las Escrituras. (Mateo 7:28, 29; Juan 7:45, 46.) El analizar su manera de enseñar nos puede ayudar a mejorar nuestra aptitud de razonar a partir de las Escrituras. Considere los siguientes ejemplos:
8. a) ¿Qué pregunta le hizo a Jesús “cierto hombre versado en la Ley”? b) ¿De qué manera trató Jesús esa pregunta, y por qué?
8 En el capítulo 10 de Lucas, Lu 10 versículos 25 al 28, leemos acerca de “cierto hombre versado en la Ley” que procuró poner a prueba a Jesús preguntándole: “Maestro, ¿haciendo qué cosa heredaré la vida eterna?”. ¿Cómo le hubiera contestado usted? ¿Qué hizo Jesús? Él pudo haberle dado fácilmente una respuesta directa, pero se dio cuenta de que aquel hombre tenía sus ideas formadas al respecto. De modo que Jesús le preguntó cómo respondería él mismo, diciéndole: “¿Qué está escrito en la Ley? ¿Cómo lees?”. El hombre contestó: “‘Tienes que amar a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con todas tus fuerzas y con toda tu mente’, y, ‘a tu prójimo como a ti mismo’”. Jesús le respondió: “Contestaste correctamente”, y, parafraseando una porción de Levítico 18:5, añadió: “Sigue haciendo esto y conseguirás la vida”. En otra ocasión Jesús mismo citó aquellos dos mandamientos como respuesta a una pregunta. (Marcos 12:28-31.) Pero esta vez el hombre a quien hablaba conocía la Ley de Moisés y parece que deseaba saber si Jesús concordaba con lo que esta decía. Jesús le dio la satisfacción de contestarse a sí mismo.
9. a) ¿Qué hizo Jesús para ayudar a tal hombre a entender uno de los textos bíblicos que había citado? b) ¿Por qué fue eficaz aquel método?
9 Sin embargo, aquel hombre no captaba todo el sentido de los textos que había citado. Por eso, “queriendo probar que era justo, el hombre dijo a Jesús: ‘¿Quién verdaderamente es mi prójimo?’”. Jesús no volvió a citar textos bíblicos como respuesta. Tampoco se limitó a dar simplemente una definición a la cual el hombre pudiera haber objetado. En vez de eso, se valió de una ilustración... una excelente ilustración que realmente respondía a las necesidades de aquel hombre, una ilustración que le ayudaría a razonar sobre el significado del texto bíblico. Jesús le habló acerca de un buen samaritano que ayudó a un caminante que había sido asaltado y golpeado, en contraste al sacerdote y al levita que no acudieron en su ayuda. Esta fue una ilustración que hizo que la expresión “prójimo” adquiriera un significado que aquel hombre nunca antes había discernido, y lo hizo de manera que le llegara al corazón. Entonces, al concluir, Jesús le formuló una pregunta para asegurarse de que había entendido bien lo considerado y le instó a aplicarlo en su propia vida. (Lucas 10:29-37.)
10. a) ¿Qué podemos aprender de esa manera ejemplar de enseñar de Jesús? b) ¿Cómo pudiéramos poner en práctica algunos de esos puntos al usar nuestro tema de conversación actual en el ministerio del campo?
10 ¿Qué podemos aprender de esa manera ejemplar de enseñar? ¿Notó usted los siguientes puntos? 1) Jesús dirigió la atención a las Escrituras para contestar la pregunta que le hizo el hombre. 2) Lo animó a expresar su propio punto de vista, y amorosamente lo encomió cuando este hizo algún comentario discernidor. 3) Se aseguró de que entendiera la relación entre la pregunta y los textos bíblicos, como se muestra en el Lu 10 versículo 28. 4) Usó una ilustración que le tocara el corazón para que así captara el verdadero sentido de la respuesta. El imitar esa manera de enseñar puede ayudarnos a razonar eficazmente con otros a partir de las Escrituras.
“Maestro, hablaste bien”
11. a) Cuando los saduceos le plantearon a Jesús una pregunta en relación con el matrimonio y la resurrección, ¿qué respuesta les dio? b) ¿Por qué no bastó solo la respuesta?
11 En el capítulo 20 de Lucas, Lu 20 versículos 27 al 40, se registra otro ejemplo sobresaliente de cómo usar eficazmente la Palabra de Dios. Algunos de los saduceos se acercaron a Jesús para interrogarle. Le plantearon una situación que, según ellos, ridiculizaría la resurrección. Le contaron acerca de una mujer que había sido esposa de siete hombres consecutivamente. “En la resurrección, ¿de cuál de ellos llegará a ser esposa?”, preguntaron. La respuesta que Jesús les dio obviamente no era la que ellos esperaban. Es evidente que nunca habían considerado la posibilidad de que los resucitados no se casaran, sino que, a este respecto, fueran como los ángeles. No obstante, hacía falta algo más a fin de que la respuesta fuera persuasiva.
12. a) ¿Qué razonamiento usó Jesús en apoyo de la creencia de la resurrección? b) ¿Por qué fue esto particularmente apropiado para los saduceos?
12 Jesús se dio cuenta de que el verdadero problema de los saduceos era que no creían en la resurrección. Por eso, dirigió la atención especialmente a ese punto. Basó su argumento en los escritos de Moisés, de Éxodo 3:6, en los cuales los saduceos profesaban creer. Jesús les explicó: “El que los muertos son levantados, hasta Moisés lo expuso, en el relato acerca de la zarza, cuando llama a Jehová ‘el Dios de Abrahán y Dios de Isaac y Dios de Jacob’”. Pero, ¿podían los saduceos ver alguna alusión a la resurrección en esas palabras? No antes de que Jesús añadiera: “Él no es Dios de muertos, sino de vivos, porque para él todos ellos viven”. Era obvio: tanto los objetos de materia inanimada como las personas tienen un Creador, sin embargo solo las personas vivientes pueden decir que tienen un Dios, alguien que es objeto de su devoción y adoración. Si Abrahán, Isaac y Jacob hubieran estado simplemente muertos y enterrados, sin ninguna perspectiva de vida futura, Jehová le hubiera dicho a Moisés: ‘Yo era su Dios’. Pero eso no fue lo que él dijo. ¿Debería extrañarnos que después de oír cómo Jesús usó las Escrituras para razonar sobre este tema algunos de los escribas respondieran: “Maestro, hablaste bien”?
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¿Despliega usted eficiencia al razonar a partir de las Escrituras?La Atalaya 1986 | 1 de marzo
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Jesús mismo dijo: “Lo que yo enseño no es mío, sino que pertenece al que me ha enviado. Si alguien desea hacer la voluntad de Él, conocerá respecto a la enseñanza si es de Dios o si hablo de parte de mí mismo. El que habla de parte de sí mismo busca su propia gloria”. (Juan 7:16-18.) Hasta el Hijo de Dios que era perfecto evitó cuidadosamente hablar de parte de sí mismo.
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