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  • Masada... ¿por qué sucedió?
    La Atalaya 1990 | 15 de octubre
    • Masada... ¿por qué sucedió?

      “HABIENDO determinado mucho tiempo ha, varones muy esforzados, no sujetarme a servidumbre, ni de romanos, ni de cualquiera otra gente, sino servir a Dios solamente [...] Ahora, pues, entretanto que tienen su libertad, y tienen las espadas en las manos [...] ¡Muramos libres, y partamos de esta vida con nuestros hijos y mujeres!”

      Según los informes, esta desesperada exhortación la dio Eleazar, el hijo de Jairo (o Ben Ya’ir), a los defensores de Masada. Josefo, historiador del primer siglo, dejó el registro de esto en su obra Las guerras de los judíos. ¿Por qué instó aquel líder judío a sus compañeros a cometer asesinato en masa y suicidio, en oposición a la ley de Dios? (Éxodo 20:13.) Más importante aún, ¿de qué manera puede serle útil a usted para sobrevivir en el mundo violento de hoy el conocer las circunstancias de este hecho?

      Varones de puñal en Masada

      Antes de que estallara la rebelión judía de 66 E.C., los romanos habían establecido una guarnición en Masada, un peñasco fortificado cerca del mar Muerto. Aunque Masada estaba en un lugar aislado, Herodes el Grande había construido allí un hermoso palacio invernal. Construyó un sistema de transportación de agua que permitía hasta disfrutar de baños termales. Sin embargo, un punto más importante es que bajo la ocupación romana se almacenó una gran cantidad de armas en aquella fortaleza. Durante el auge de la oposición a los romanos como fuerza de ocupación en Palestina, las armas estuvieron en peligro de caer en manos de revolucionarios judíos. Entre los revolucionarios estaba el grupo de los sicarios, un nombre que significa “varones de puñal”, de quienes la Biblia dice que participaron en una rebelión. (Hechos 21:38.)

      En 66 E.C. los varones de puñal capturaron Masada. Con las armas que obtuvieron, marcharon a Jerusalén para apoyar la revuelta contra la gobernación romana. La matanza de las guarniciones romanas de Masada y Jerusalén por los revolucionarios judíos despertó la ira del Imperio Romano contra los demás judíos. Antes de que terminara el año 66 E.C. la Legión Duodécima romana bajo Cestio Galo penetró en Judea y acampó fuera de Jerusalén. Los romanos atacaron la ciudad por todas partes y hasta socavaron los fundamentos norteños del templo. De repente, Galo se retiró de Judea con sus soldados sin que hubiera razón clara para ello. “Si poco más quisiera perseverar en el cerco, tomara luego la ciudad”, escribió el testigo ocular Josefo.

      Pero los romanos no habían acabado su obra. Cuatro años después el general romano Tito marchó hacia Jerusalén con cuatro legionesa. Esta vez la ciudad entera fue destruida, y Judea fue puesta de nuevo bajo la gobernación férrea de Roma. Toda Judea excepto Masada.

      Los romanos, resueltos a aplastar esta última resistencia, rodearon la fortaleza con un grueso muro de piedra y ocho campamentos con murallas de piedra. Con el tiempo construyeron una rampa de tierra que llegaba hasta la cumbre... ¡una cuesta de hechura humana que se extendía por 197 metros (645 pies) y tenía 55 metros (180 pies) de altura! Sobre esto construyeron una torre y colocaron un ariete para abrir brecha en el muro de Masada. ¡Nada podría impedir que con el tiempo el ejército romano irrumpiera en esta última fortaleza judía y la capturara!

      Hoy día, las indicaciones claras de las posiciones de los campamentos romanos, el muro del asedio y la enorme rampa dan testimonio de cómo terminó la revuelta judía. En 1965 se terminó una extensa excavación arqueológica en Masada. The New Encyclopædia Britannica (1987) dice lo siguiente en cuanto a los hallazgos: “Se descubrió que las descripciones del historiador romano judío Josefo, que hasta entonces eran la única fuente detallada de la historia de Masada, eran muy exactas”.

      Pero cuando los romanos estaban a punto de irrumpir en el lugar, ¿cómo reaccionaron los varones de puñal a la exhortación al suicidio por Eleazar, hijo de Jairo? Josefo registra lo siguiente: “Mataron todos los más allegados y más amigos [...] y escogiendo luego diez hombres de entre todos [...] para matar todos los otros, ordenándose encima de los cuerpos de sus mismas mujeres e hijos, y abrazándolos a todos, se ofrecían muy aparejados todos para ser muertos por aquellos que habían de ejecutar tan desdichado serviciob. Ellos entonces, pues, todos eran ya sin algún temor, antes muy atrevidamente, muertos; pusieron la misma ley para ser todos muertos [...] Estuvo una mujer muy vieja escondida, y otra [...] por las minas que tenían hechas [...] Eran [los muertos] hasta número de novecientos sesenta entre mujeres y muchachos”.

      ¿Por qué terminó tan trágicamente la rebelión judía? ¿Tuvo algo que ver con la vida y muerte de Jesús de Nazaret?

      [Notas a pie de página]

      a En Masada, unos arqueólogos hallaron cientos de monedas con inscripciones hebreas que celebraban la revuelta, como: “Por la libertad de Sión” y “Jerusalén la Santa”. El Dr. Yigael Yadin, en su libro Masada, explica: “En los siclos que hallamos están representados todos los años de la revuelta, desde el primer año hasta el rarísimo año quinto, el último año de acuñarse el siclo, que corresponde al año 70 d.C., el de la destrucción del Templo de Jerusalén”. Nótese la moneda arriba.

      b En un lugar estratégico cerca de una de las puertas de Masada se hallaron 11 fragmentos de objetos de cerámica con un corto apodo hebreo escrito en cada uno. Varios eruditos sugieren que estas quizás fueron las suertes que según Josefo se usaron para escoger a los diez hombres. Una llevaba la inscripción “Ben Ya’ir”, que significa “hijo de Jairo”. “El que Yadin descubriera suertes, entre ellas una con el nombre de Ben Jair, es sorprendente confirmación del relato de Josefo”, declara Louis Feldman en Josephus and Modern Scholarship.

  • Masada... ¿prueba de que había venido el Mesías?
    La Atalaya 1990 | 15 de octubre
    • Masada... ¿prueba de que había venido el Mesías?

      VEZ tras vez en la historia humana ha habido derramamiento de sangre en el nombre de la religión. Masada es un caso de esto, pues sus defensores tenían profundos motivos religiosos. El que visita las excavaciones hechas en Masada puede ver las ruinas de una sinagoga donde los sicarios o varones de puñal se reunían para adorar, y los baños rituales que se usaban para la limpieza religiosa.

      También se han hallado fragmentos de la Biblia en Masada. Puede que usted se pregunte si hay alguna diferencia entre el mensaje bíblico que poseían los varones de puñal y el que nosotros leemos en la Biblia hoy. El Dr. Yigael Yadin, en su libro Masada, escribió lo siguiente sobre el primer descubrimiento de esta índole:

      “Por un examen rápido hecho allí mismo, inmediatamente vimos que teníamos un fragmento del Libro de los Salmos, y hasta podíamos identificar los capítulos: era una sección desde el Salmo 81 hasta el Salmo 85. [...] Era posible fijarle fecha sin la menor duda. No podía ser posterior al año 73 d.C., el año en que cayó Masada. [...] Esta sección del Libro de los Salmos, como los otros rollos bíblicos que hallamos después, es casi exactamente idéntica [...] al texto de los libros bíblicos que usamos hoy”.

      Evidentemente los varones de puñal creían que el Autor Divino de las Escrituras Hebreas bendeciría el levantamiento de ellos contra Roma. Como explica The Universal Jewish Encyclopedia: “El celo fanático de los judíos en la Gran Guerra contra Roma (66-73 E.C.) recibía vigor de su creencia de que la era mesiánica estaba cerca. La pérdida del Templo solo sirvió para aumentar las suposiciones en cuanto a la venida del Mesías”.

      La venida del Mesías

      “A menudo los judíos entusiasmados con la idea de la venida del Mesías basaban sus cálculos en el Libro de Daniel”, dice The Encyclopedia of Religion. Y es verdad que el profeta hebreo Daniel predijo la venida de “Mesías el Caudillo”. (Daniel 9:25.) En otros dos relatos Daniel dijo que el Mesías llegaría a ser Gobernante del mundo y que Su Reino destruiría a todos los gobiernos humanos que se le opusieran. (Daniel 2:44; 7:13, 14.)

      Los revolucionarios judíos del primer siglo pensaban que había llegado el tiempo para el cumplimiento de estas visiones proféticas. “Más que cualquier otra cosa, lo que los incitaba a la guerra —declara Josefo— era [la creencia] de que en aquel tiempo uno de su país llegaría a ser gobernante del mundo.” Pero Daniel predijo que el Líder Mesiánico primero tenía que ser “cortado” de la existencia y que, después de su muerte, Jerusalén y su templo serían arruinados por ‘el pueblo de otro líder que vendría’. (Daniel 9:25, 26.)

      Puntos de vista judíos sobre la gobernación gentil

      La Judea del primer siglo estaba dividida en dos partes: una de unos cuantos ricos, y otra de muchos pobres. Algunos judíos ricos, especialmente entre los saduceos y los fariseos, atesoraban la autoridad que Roma les permitía tener en su país, y despreciaban a la gente común. Por eso, se oponían a toda idea de revolución, y se esforzaban por tener relaciones pacíficas con Roma. (Lucas 16:14; 19:45, 46; Juan 2:14; 7:47-49; 11:47, 48.)

      Por otra parte, los habitantes ordinarios de Judea sufrían bajo la carga de los impuestos romanos y de sus propios coterráneos que los oprimían. No se consolaban con estar bajo la llamada Pax Romana (paz romana), y querían un cambio. Este conflicto de intereses llevó a una terrible contienda entre los mismos judíos. “Un grupo buscaba la dominación —escribió Josefo—, el otro la violencia y robar a los ricos.”

      Por ejemplo, los varones de puñal saqueaban y mataban a sus semejantes judíos y justificaban estos actos de terrorismo diciendo que era castigo para los judíos que supuestamente colaboraban con Roma. Un rabino del segundo siglo, Johanan ben Torta, dio esta razón para la calamidad que les sobrevino a los judíos del primer siglo: “Iban tras el dinero y se odiaban unos a otros”.

      No sorprende el que los judíos que verdaderamente temían a Dios anhelaran que apareciera el Mesías, pues ellos esperaban que este derribaría la gobernación romana y establecería un justo Reino de Dios. Pero hombres sin escrúpulos se aprovechaban de estas esperanzas.

      Mesías falsos

      Para el año 33 E.C. un líder judío llamado Gamaliel recordó a otros gobernantes de Jerusalén: “Antes de estos días [...] se levantó Judas el galileo en los días de la inscripción, y atrajo gente en pos de sí. Y sin embargo ese hombre pereció, y todos los que le obedecían fueron esparcidos por todas partes”. (Hechos 5:36, 37.)

      “La inscripción” que tuvo como resultado la revuelta de Judas se organizó en 6 E.C. con el fin de imponer contribuciones para Roma. Josefo nos dice que Judas “había [...] echado en el rostro a los judíos que [...] eran sujetos a los romanos”. El nombre Judas viene del nombre Judá, y sugiere que pertenecía a la tribu de la cual se esperaba al Mesías. (Génesis 49:10.) “Su fervorosa elocuencia y la popularidad de sus doctrinas atrajeron a su estandarte grandes cantidades de personas, muchas de las cuales lo consideraban el Mesías”, declara la Cyclopædia de McClintock y Strong.

      Note que Hechos 5:37 informa que los seguidores de este Judas no perecieron con él. Su movimiento, según el erudito judío Gaalya Cornfeld, “echó raíces profundas y despertó esperanzas mesiánicas”. De hecho, dos líderes de los varones de puñal, Menahem (Manahemo) y Eleazar, descendían de aquel Judas el galileo. Al principio de la revuelta judía en 66 E.C., Menahem armó a sus seguidores con armas que habían estado almacenadas en Masada. Entonces, “volvió como un rey a Jerusalén” y “llegó a ser líder de la revolución”. “Es casi seguro —añade la Encyclopaedia Judaica— que a Menahem [hijo de] Judá se le consideró un Mesías.”

      Sin embargo, en aquel mismo año Menahem fue asesinado por miembros de un movimiento revolucionario judío rival. Sus seguidores huyeron de regreso a Masada, donde Eleazar tomó la dirección de los varones de puñal hasta 73 E.C. El discurso en que Eleazar exhortó a cometer suicidio refleja las enseñanzas equivocadas de su antepasado Judas: “Habiendo determinado mucho tiempo ha, varones muy esforzados, no sujetarme a servidumbre, ni de romanos, ni de cualquiera otra gente, sino servir a Dios solamente”.

      Neutralidad de los cristianos de Judea

      Antes de la rebelión judía de 66 E.C. se habían establecido congregaciones cristianas en Judea, entre ellas, por supuesto, la congregación de Jerusalén. (Hechos 9:31.) Estas congregaciones estaban compuestas de judíos que creían que Jesús de Nazaret era el Mesías cuya muerte y resurrección se habían predicho. (Hechos 2:22-36.) Los judíos que se hicieron cristianos esparcieron con celo sus creencias a la vez que, pacíficamente, esperaban que el Mesías viniera una segunda vez, como gobernante del mundo. Jesús había indicado que regresaría “después de mucho tiempo”. (Mateo 25:19, 31; 28:19, 20; Hechos 1:8-11.)

      Pero cuando estalló la revuelta judía en 66 E.C., ¿qué protegió a aquellos cristianos de Judea de la influencia del éxito inicial de aquel levantamiento? Deben haber recordado la advertencia de su Amo: “Los que toman la espada perecerán por la espada”. (Mateo 26:52.) Jesús también les había dado un punto de vista equilibrado de la autoridad gubernamental gentil. “Paguen a César las cosas de César —dijo—, pero a Dios las cosas de Dios.” (Marcos 12:17.) Además, Jesús había predicho que vendrían hombres con pretensiones mesiánicas y dirían: “‘Yo soy ese’, y: ‘El debido tiempo se ha acercado’”, pero advirtió: “No vayan en pos de ellos”. (Lucas 21:8.)

      Jesús hasta había predicho el resultado de la rebelión judía, así: “Cuando vean a Jerusalén cercada de ejércitos acampados, entonces sepan que la desolación de ella se ha acercado. Entonces los que estén en Judea echen a huir a las montañas, y los que estén en medio de Jerusalén retírense, y los que estén en los lugares rurales no entren en ella; [...] porque habrá gran necesidad sobre la tierra e ira sobre este pueblo; y caerán a filo de espada y serán llevados cautivos a todas las naciones”. (Lucas 21:20-24.)

      ¡La terrible destrucción que vino como resultado de la revuelta judía fue un cumplimiento claro de la profecía de Jesús! Pero los cristianos de Judea escaparon porque obedientemente ‘huyeron a las montañas’. “Antes del asedio de Jerusalén por Tito [en 70 E.C.] —dice la Encyclopaedia Judaica—, su comunidad cristiana se trasladó a Pela.” Un dato interesante es que Pela estaba al norte, en unos cerros al pie de la cordillera que estaba al otro lado del río Jordán, y por lo tanto completamente separada de Judea por el valle del Jordán. “Es difícil explicar este escape si la profecía [de Jesús] se escribió después de este acontecimiento”, indica G. A. Williamson en su prólogo de una versión en inglés de Las guerras de los judíos.

      Sí, el que los cristianos de Judea pudieran escapar con éxito es prueba contundente de que eran seguidores del verdadero Mesías. Esto suscita preguntas de importancia. ¿Qué propósito tuvo la primera venida del Mesías? ¿Qué advertencia tiene para nosotros hoy, especialmente para el sector de la humanidad llamado “cristiano”, la desastrosa revuelta judía? Estas preguntas se considerarán más adelante en esta revista.

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