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¿Valora Dios a la mujer?La Atalaya 2012 | 1 de septiembre
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Una visión distorsionada de la opinión de Dios
La Ley de Israel concedía una posición honorable a las mujeres y fomentaba el respeto por sus derechos. Sin embargo, a partir del siglo IV antes de nuestra era, el judaísmo se dejó influir por la cultura griega, que consideraba inferior a la mujer (véase el recuadro “Textos antiguos que discriminan a la mujer”).
Ya en el siglo VIII antes de nuestra era, el poeta griego Hesíodo culpaba a la mujer de todos los males. En su obra Teogonía hablaba de “la más perniciosa raza de mujeres, el más cruel azote que existe entre los hombres mortales”. Esta idea cobró auge en el judaísmo a principios del siglo II antes de nuestra era. De hecho, el Talmud, que se empezó a compilar en el siglo II de nuestra era, advertía a los hombres que conversar mucho con mujeres podía empujarlos a recurrir a prostitutas.
Claro, con el paso del tiempo, semejante desconfianza hacia la mujer afectó enormemente su papel en la sociedad judía. En tiempos de Jesús, su acceso al recinto del templo se había limitado al atrio de las mujeres. Solo recibían educación religiosa los varones, y ellas probablemente se sentaban aparte en las sinagogas. En el Talmud también se citaban las siguientes palabras de cierto rabino: “Todo el que instruye a su hija en la Torá [la Ley] es como si la instruyera en cosas frívolas”. Así pues, al transmitir una visión distorsionada de la opinión divina acerca de la mujer, los líderes religiosos judíos inculcaron en muchos hombres el desprecio por las mujeres.
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