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Contemplemos al Hacedor de cosas maravillosasLa Atalaya 2001 | 15 de abril
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9 Es significativo que, como leemos en el capítulo 38 de Job, Jehová Dios siga la misma línea de razonamiento al plantear a Job preguntas profundas. Aunque el Creador las dirigió a él, tienen que ver claramente con nuestra actitud, existencia y futuro. Por ello, veamos qué preguntó Dios y pensemos en las implicaciones; sí, veamos qué nos insta a hacer Job 37:14.
10. ¿Qué efecto debe tener en nosotros el capítulo 38 de Job, y qué preguntas plantea?
10 El capítulo 38 empieza con estas palabras: “Jehová procedió a responder a Job desde la tempestad de viento y decir: ‘¿Quién es este que está oscureciendo el consejo con palabras sin conocimiento? Cíñete los lomos, por favor, como hombre físicamente capacitado, y déjame interrogarte, y tú dame informe’” (Job 38:1-3). Estas palabras marcan la pauta. Ayudaron a Job a conformar su modo de pensar a la realidad de que se hallaba ante el Creador del universo y tenía que rendirle cuentas. Esto es algo que nosotros y nuestros coetáneos también debemos hacer. Luego Dios se refiere a las mismas ideas mencionadas por Elihú. “¿Dónde te hallabas tú cuando yo fundé la tierra? Infórmame, si de veras conoces el entendimiento. ¿Quién fijó sus medidas, si acaso lo sabes, o quién extendió sobre ella el cordel de medir? ¿En qué han sido hundidos sus pedestales con encajaduras, o quién colocó su piedra angular[?]” (Job 38:4-6.)
11. ¿Qué debe hacernos comprender cabalmente Job 38:4-6?
11 ¿Dónde estaba Job —de hecho, dónde estábamos nosotros— cuando se formó la Tierra? ¿Fue alguno de nosotros el arquitecto que la diseñó y que tomó de ese plano las medidas con una regla? Obviamente no. El ser humano ni siquiera existía entonces. Comparando la Tierra a un edificio, Dios preguntó: “[¿]Quién colocó su piedra angular[?]”. Sabemos que nuestro planeta está a la distancia exacta del Sol para que la vida sea posible en él. También tiene el tamaño preciso. Si fuera mucho mayor, el hidrógeno quedaría atrapado en la atmósfera, y la Tierra sería inhabitable. Es obvio que alguien “colocó su piedra angular” en el debido lugar. ¿Debía atribuirse el mérito a Job? ¿Acaso a nosotros? ¿O a Jehová Dios? (Proverbios 3:19; Jeremías 10:12.)
¿Qué hombre tiene las respuestas?
12. ¿En qué nos hace pensar la pregunta formulada en Job 38:6?
12 Dios también preguntó: “¿En qué han sido hundidos sus pedestales con encajaduras[?]”. ¿No es esta una buena pregunta? Seguramente estamos familiarizados con un concepto desconocido para Job: la gravedad. La mayoría de nosotros entendemos que la fuerza de la gravedad de la enorme masa del Sol contribuye a que la Tierra se mantenga en su lugar, como si tuviera pedestales con encajaduras sólidamente hundidos. Ahora bien, ¿sabe alguien qué es en sí la gravedad?
13, 14. a) ¿Qué debe reconocerse sobre la gravedad? b) ¿Cómo debemos reaccionar ante la situación que pone de relieve Job 38:6?
13 Un libro reciente titulado The Universe Explained (El universo explicado) admite que ‘la gravedad es la fuerza de la naturaleza más conocida y, no obstante, la menos entendida’. El libro prosigue: “Parece que la fuerza de la gravedad se desplaza instantáneamente por el espacio vacío, sin ningún medio obvio para ello. Sin embargo, en los últimos años, los físicos han empezado a teorizar que la gravedad podría viajar en ondas compuestas de partículas llamadas gravitones [...]. Pero nadie tiene la certeza de su existencia”. Pensemos en lo que esto significa.
14 La ciencia ha progresado mucho durante los tres mil años transcurridos desde que Jehová planteó esas preguntas a Job. Sin embargo, ni nosotros ni los mejores físicos podemos explicar completamente la gravedad, que mantiene la Tierra en su órbita, justo donde debe estar para que disfrutemos de la vida en ella (Job 26:7; Isaías 45:18). No decimos esto para indicar que todos debemos dedicarnos a estudiar con profundidad los misterios de la gravedad. Sin embargo, prestar atención a este aspecto, entre otros muchos, de las maravillosas obras de Dios debería influir en nuestro modo de ver al Creador. ¿Sentimos temor reverencial por su sabiduría y conocimiento, y comprendemos por qué debemos aprender más sobre su voluntad?
15-17. a) ¿En qué se centra Job 38:8-11, y a qué preguntas lleva? b) ¿Qué debe reconocerse sobre el conocimiento respecto a los océanos y su distribución en el globo terráqueo?
15 El Creador continúa planteando preguntas: “[¿]Quién con puertas puso barricada al mar, el cual empezó a salir como cuando irrumpió de la matriz; cuando puse la nube por su vestido y densas tinieblas por su pañal, y procedí a dividir mi disposición reglamentaria sobre él y a colocar una barra y puertas, y pasé a decir: ‘Hasta aquí puedes venir, y no más allá; y aquí quedan limitadas tus orgullosas olas’?” (Job 38:8-11).
16 Poner barricadas a los mares tiene que ver con los continentes, los océanos y las mareas. ¿Cuánto tiempo lleva el hombre observándolos y estudiándolos? Miles de años, y en el último siglo lo ha hecho con mucho detenimiento. Podríamos pensar que ya se sabe prácticamente todo sobre el tema. Sin embargo, si en este año 2001 lo investigáramos a fondo valiéndonos de grandes bibliotecas o de los vastos recursos de Internet para acceder a los últimos descubrimientos, ¿qué hallaríamos?
17 En una obra de gran prestigio encontraríamos este reconocimiento: “La distribución de las plataformas continentales y de las cuencas oceánicas en la superficie del globo, así como de los accidentes geográficos más importantes, ha sido desde hace tiempo uno de los problemas más intrigantes de la investigación y la teoría científicas”. A continuación, esta enciclopedia ofrece cuatro posibles explicaciones, si bien reconoce que estas se cuentan “entre las muchas hipótesis”. Como quizá sepa, una hipótesis es una “teoría no confirmada que se admite de forma provisional”.
18. ¿A qué conclusiones nos lleva Job 38:8-11?
18 ¿No pone de relieve este hecho la pertinencia de las preguntas que leemos en Job 38:8-11? Está claro que no se nos puede atribuir el mérito de haber concebido todas las características de nuestro planeta. No fuimos nosotros quienes colocamos la Luna de tal modo que su fuerza de atracción produjera las mareas, que normalmente no inundan nuestras costas ni nos perjudican de otras maneras. Sabemos quién es el responsable: el Hacedor de cosas maravillosas (Salmo 33:7; 89:9; Proverbios 8:29; Hechos 4:24; Revelación [Apocalipsis] 14:7).
Demos a Jehová el reconocimiento debido
19. ¿A qué realidades físicas dirigen nuestra atención las expresiones poéticas de Job 38:12-14?
19 Tampoco puede atribuirse a los seres humanos el mérito por la rotación de la Tierra, a la que se alude en Job 38:12-14. Este movimiento hace posible el alba, en muchas ocasiones de deslumbrante belleza. Al salir el Sol, las características de nuestro planeta se hacen más claras, como la impresión que deja un sello en el barro blando. Al meditar tan solo un poco sobre el movimiento de la Tierra, nos maravilla el hecho de que no gire demasiado deprisa, lo cual sería desastroso, como fácilmente podemos comprender. Tampoco lo hace demasiado despacio, de modo que los días y las noches fueran mucho más largos, con los consiguientes extremos de calor y frío que harían imposible la vida humana. Sinceramente, debemos sentirnos felices de que fuera Dios, no los hombres, quien fijara la velocidad de rotación (Salmo 148:1-5).
20. ¿Qué respuesta daríamos a las preguntas planteadas en Job 38:16, 18?
20 Imaginémonos ahora que Dios nos planteara la siguiente serie de preguntas: “¿Has llegado tú hasta las fuentes del mar, o en exploración de la profundidad acuosa has andado de una parte a otra?”. Ni siquiera un oceanógrafo podría dar una respuesta afirmativa. “¿Has considerado inteligentemente los anchos espacios de la tierra? Infórmalo, si has llegado a saberlo todo.” (Job 38:16, 18.) ¿Hemos visitado y explorado todas las regiones de la Tierra, o siquiera la mayoría de ellas? ¿Cuántas vidas necesitaríamos para prestar atención a todos los lugares hermosos y las maravillas de nuestra Tierra? ¡Y qué vidas más extraordinarias serían esas!
21. a) ¿A qué opiniones científicas conducen las preguntas de Job 38:19? b) ¿Qué deberían impulsarnos a hacer los hechos sobre la luz?
21 Reparemos también en las preguntas profundas de Job 38:19: “¿Dónde, pues, está el camino hacia donde reside la luz? En cuanto a la oscuridad, ¿dónde, pues, está su lugar[?]”. Quizá sepamos que durante mucho tiempo se pensó que la luz se desplazaba con un movimiento ondulatorio, como las ondas que observamos en un estanque. Entonces, en 1905, Albert Einstein explicó que la luz se comportaba como corpúsculos, o partículas de energía. ¿Resolvió eso el asunto? Pues bien, una enciclopedia reciente pregunta: “¿Es la luz una onda, o una partícula?”, a lo que contesta: “Al parecer, no puede ser ambas cosas porque los dos modelos [ondas y partículas] son muy diferentes. La mejor respuesta es que la luz no es ni una cosa ni la otra”. No obstante, la luz solar nos sigue calentando, directa e indirectamente, aunque ningún hombre sea capaz de explicar a satisfacción las obras de Dios a este respecto. Disfrutamos del alimento y del oxígeno que las plantas producen gracias a la luz. Podemos leer, ver los rostros de nuestros seres queridos, contemplar las puestas de sol y muchas otras cosas. ¿No deberíamos reconocer también en ello las maravillosas obras de Dios? (Salmo 104:1, 2; 145:5; Isaías 45:7; Jeremías 31:35.)
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Prestemos atención a las maravillosas obras de DiosLa Atalaya 2001 | 15 de abril
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2 Muchas personas no prestan atención o rechazan esas pruebas evidentes de las actividades del Creador (Romanos 1:20). Nosotros, en cambio, hacemos bien en reflexionar sobre ellas y en sacar conclusiones en cuanto a nuestra posición ante el Hacedor y las obligaciones que tenemos para con él. Los capítulos 38 a 41 de Job son magníficas ayudas a este respecto, pues en ellos Jehová llamó la atención de Job sobre determinados aspectos de Sus maravillosas obras. Analicemos algunas cuestiones pertinentes que planteó Dios.
Obras poderosas y maravillosas
3. ¿Sobre qué preguntó Dios, según Job 38:22, 23, 25-29?
3 En un determinado momento, Dios formuló esta pregunta a Job: “¿Has entrado en los almacenes de la nieve, o ves siquiera los almacenes del granizo, que yo he retenido para el tiempo de angustia, para el día de pelea y guerra?”. La nieve y el granizo son parte de la vida en muchos lugares. Dios continuó diciendo: “¿Quién ha dividido un canal para la inundación y un camino para el tronador nubarrón de tempestad, para hacer llover sobre la tierra donde no hay hombre, sobre el desierto en el cual no hay hombre terrestre, para satisfacer lugares azotados por tempestades y desolados, y hacer brotar el crecimiento de hierba? ¿Existe padre para la lluvia?, ¿o quién dio a luz las gotas del rocío? ¿Del vientre de quién realmente sale el hielo? Y en cuanto a la escarcha del cielo, ¿quién en realidad la hace nacer?” (Job 38:22, 23, 25-29).
4-6. ¿En qué sentido es incompleto el conocimiento del hombre sobre la nieve?
4 Puede que quienes vivan en una sociedad acelerada y tengan que viajar vean la nieve como un simple estorbo. No obstante, muchas otras personas disfrutan de las magníficas oportunidades que ofrece para actividades invernales. Teniendo presente la pregunta de Dios, ¿conocemos a fondo la nieve o siquiera su apariencia? Bueno, sabemos qué apariencia tiene mucha nieve acumulada, bien porque hayamos visto fotos de paisajes nevados o porque los hayamos contemplado personalmente. Pero ¿qué puede decirse de cada uno de los copos que la componen? ¿Sabemos cómo son, y tal vez los hemos examinado en el lugar donde se originan?
5 Algunos hombres han pasado décadas estudiando y fotografiando copos de nieve. Uno solo puede estar compuesto de 100 delicados cristales de hielo en una ilimitada variedad de hermosos diseños. El libro Atmosphere (Atmósfera) explica: “La infinita variedad de copos de nieve es legendaria, y aunque los científicos dicen que ninguna ley de la naturaleza impide su repetición, nunca se han encontrado dos idénticos. Una investigación a gran escala fue dirigida por [...] Wilson A. Bentley, quien pasó más de cuarenta años examinando y fotografiando copos de nieve a través de un microscopio sin hallar jamás dos exactamente iguales”. Y aun si se diera el improbable caso de que se encontraran dos que parecieran idénticos, ¿cambiaría eso el asombroso hecho de que hay una sorprendente variedad de copos de nieve?
6 Recordemos la pregunta que Dios formuló: “¿Has entrado en los almacenes de la nieve[?]”. Muchos quizá vean las nubes como el almacén de la nieve. ¿Podemos imaginarnos yendo a ese almacén para hacer un inventario de los copos de nieve en su infinita variedad y estudiar cómo se forman? Una enciclopedia científica dice: “Todavía no están claros la naturaleza y el origen de los núcleos de hielo, necesarios para provocar la congelación de las gotitas de agua de las nubes a temperaturas de unos 40 °C bajo cero” (Salmo 147:16, 17; Isaías 55:9, 10).
7. ¿Hasta dónde llega el conocimiento del hombre sobre la lluvia?
7 ¿Y qué decir de la lluvia? Dios preguntó a Job: “¿Existe padre para la lluvia?, ¿o quién dio a luz las gotas del rocío?”. La misma enciclopedia científica dice: “Debido a la complejidad de los movimientos atmosféricos y la enorme variación del contenido de vapor y partículas del aire, parece imposible elaborar una teoría detallada y general sobre cómo se forman las nubes y las precipitaciones”. Dicho con sencillez: los científicos han propuesto teorías detalladas, pero en realidad no son capaces de explicar por completo la lluvia. No obstante, sabemos que la lluvia vital cae, riega la tierra, sostiene las plantas y hace posible y agradable la vida.
8. ¿Por qué son oportunas las palabras de Pablo que se encuentran en Hechos 14:17?
8 ¿No concordamos con la conclusión a la que llegó el apóstol Pablo? Exhortó a la gente a ver en estas obras maravillosas el testimonio acerca de Aquel que las realiza. Dijo con respecto a Jehová Dios: “No se dejó a sí mismo sin testimonio, por cuanto hizo bien, dándoles lluvias desde el cielo y épocas fructíferas, llenando por completo sus corazones de alimento y de alegría” (Hechos 14:17; Salmo 147:8).
9. ¿Cómo ponen de manifiesto el gran poder de Dios sus maravillosas obras?
9 No cabe duda de que el Hacedor de tales obras maravillosas y beneficiosas tiene sabiduría infinita e inmenso poder. Con relación al poder, pensemos en lo siguiente: se calcula que se forman unas cuarenta y cinco mil tormentas eléctricas todos los días, más de dieciséis millones al año. En este momento se están produciendo unas dos mil tormentas por todo el mundo. Las complejas nubes de una tormenta eléctrica se arremolinan con una energía equivalente a la de diez o más bombas nucleares como las que se arrojaron en la II Guerra Mundial. Parte de esa energía la vemos en la forma de relámpagos. Además de ser impresionantes, contribuyen a la formación de los compuestos de nitrógeno que llegan al terreno, donde las plantas los absorben como fertilizantes naturales. De modo que esta manifestación de energía, el relámpago, también produce beneficios (Salmo 104:14, 15).
¿Qué efecto tienen en nosotros?
10. ¿Qué respuesta daríamos a las preguntas de Job 38:33-38?
10 Pongámonos en el lugar de Job, interrogado por el Dios todopoderoso. Probablemente concordaremos en que la mayoría de las personas prestan poca atención a las maravillosas obras de Dios. Jehová nos plantea las preguntas que leemos en Job 38:33-38: “¿Has llegado a conocer los estatutos de los cielos, o podrías tú poner su autoridad en la tierra? ¿Puedes alzar tu voz siquiera a la nube, para que una masa agitada de agua misma te cubra? ¿Puedes enviar relámpagos para que vayan y te digan: ‘¡Aquí estamos!’? ¿Quién puso sabiduría en las capas de las nubes, o quién dio entendimiento al fenómeno celeste? ¿Quién puede, con exactitud, numerar las nubes con sabiduría?, o los jarros de agua del cielo... ¿quién los puede volcar, cuando el polvo se derrama como en una masa fundida, y los mismísimos terrones se pegan unos a otros?”.
11, 12. ¿Cuáles son algunas de las cosas que prueban que Dios es el Hacedor de obras maravillosas?
11 Solo hemos comentado algunas de las ideas que Elihú expuso a Job y algunas de las preguntas que Jehová le pidió a este último que contestara “como hombre físicamente capacitado” (Job 38:3). Decimos “algunas” porque en los Job capítulos 38 y 39, Dios centró la atención en otros aspectos notables de la creación. Por ejemplo, las constelaciones de los cielos. ¿Quién conoce todas sus leyes y estatutos? (Job 38:31-33.) Jehová dirigió la atención de Job a algunos animales: el león y el cuervo, la cabra montés y la cebra, el toro salvaje y el avestruz, el poderoso caballo y el águila. Es como si Dios preguntara a Job si él había dado a estos diversos animales sus características y les permitía vivir y crecer. Quizá le gustaría estudiar estos capítulos, en especial si le atraen los caballos u otros animales (Salmo 50:10, 11).
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Prestemos atención a las maravillosas obras de DiosLa Atalaya 2001 | 15 de abril
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Dios preguntó a Job: “¿Has entrado en los almacenes de la nieve, o ves siquiera los almacenes del granizo, que yo he retenido para el tiempo de angustia, para el día de pelea y guerra?”. La nieve, el granizo, los temporales, el viento y los relámpagos forman parte de su arsenal. ¡Y qué asombroso poder tienen esas fuerzas de la naturaleza! (Job 38:22, 23.)
16, 17. ¿Qué ilustra el gran poder de Dios, y cómo lo usó en el pasado?
16 Probablemente recordamos alguna catástrofe local causada por alguna de esas fuerzas, ya sea un huracán (tifón o ciclón), una granizada o una inundación repentina. Para ilustrarlo: a finales del año 1999, unas fuertes tormentas azotaron el sudoeste de Europa, para sorpresa incluso de los meteorólogos. Los vientos, que alcanzaron los 200 kilómetros por hora, arrancaron miles de tejados, derribaron torres de alta tensión y volcaron camiones. Intentemos imaginárnoslo: las tormentas arrancaron o partieron por la mitad 270 millones de árboles, 10.000 solo en el parque de Versalles, a las afueras de París. Millones de hogares se quedaron sin electricidad. El total de víctimas ascendió a casi un centenar. Todo ello por un breve período de tormentas. ¡Qué fuerza tan extraordinaria!
17 Quizá haya quien diga que las tormentas son sucesos inesperados, sin dirección ni control. Pero ¿qué sucedería si el Todopoderoso ejecutara obras maravillosas utilizando esas fuerzas de manera controlada y dirigida? Hizo algo así en los días de Abrahán, quien supo que el Juez de toda la Tierra había evaluado la maldad de dos ciudades: Sodoma y Gomorra. Su corrupción era tal que los clamores de queja ascendían hasta Dios, quien ayudó a los justos a escapar de las ciudades condenadas. El relato histórico dice: “Entonces Jehová hizo llover azufre y fuego desde Jehová, desde los cielos” sobre aquellas poblaciones. Esa fue una obra maravillosa, pues conservó con vida a los justos y destruyó a los malvados incorregibles (Génesis 19:24).
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