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Puntos sobresalientes de las cartas de Juan y de JudasLa Atalaya 2008 | 15 de diciembre
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LAS tres cartas del apóstol Juan, escritas probablemente en el año 98 de nuestra era en la ciudad de Éfeso, figuran entre los últimos libros de las Escrituras inspiradas. En las dos primeras, Juan exhorta a los cristianos a seguir andando en la luz y resistirse a la apostasía.
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Puntos sobresalientes de las cartas de Juan y de JudasLa Atalaya 2008 | 15 de diciembre
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SIGAN “ANDANDO EN LA VERDAD”
Juan empieza su segunda carta con estas palabras: “El anciano, a la señora escogida y a sus hijos”. Él expresa su alegría al hallar a “ciertos hijos [de ella] andando en la verdad” (2 Juan 1, 4).
Tras animar a los hermanos a cultivar amor, Juan escribe: “Esto es lo que el amor significa: que sigamos andando según sus mandamientos”. También advierte sobre “el engañador y el anticristo” (2 Juan 5-7).
Respuestas a preguntas bíblicas:
1, 13. ¿Quién es “la señora escogida”? Juan pudiera referirse a una mujer específica a quien llama Kiria, que en griego significa “señora”. O tal vez, a fin de confundir a los perseguidores, empleó una figura retórica para dirigirse a una congregación en particular. En tal caso, los hijos de ella serían los miembros de la congregación y “los hijos de [su] hermana” serían los miembros de otra congregación.
7. ¿De qué venida habla Juan, y cómo es que los engañadores “no [la] confiesan”? No se refiere a la futura venida invisible de Jesús, sino a su venida en la carne y su ungimiento como el Cristo (1 Juan 4:2). Los engañadores no confiesan esta venida en la carne. Quizás nieguen que Jesús vivió o que fue ungido con espíritu santo.
Lecciones para nosotros:
2, 4. Conocer esta “verdad” —todo el conjunto de enseñanzas cristianas que forman parte de la Biblia— y atenernos a ella es esencial para nuestra salvación (3 Juan 3, 4).
8-11. Si no queremos perder la “bondad inmerecida, [la] misericordia y [la] paz de parte de Dios el Padre y de parte de Jesucristo” ni el amoroso compañerismo de nuestros hermanos en la fe, debemos ‘cuidarnos’ en sentido espiritual y rechazar a quienes “no permanece[n] en la enseñanza del Cristo” (2 Juan 3).
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