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  • Sirvamos en “la parte final de los días”
    Dios nos habla mediante Jeremías
    • Dos años después, en 659, Amón fue asesinado, y Josías, su hijo de ocho años, fue coronado rey.

      6 A lo largo de los treinta y un años del reinado de Josías, Babilonia fue imponiéndose a Asiria. El monarca vio en esta situación una oportunidad para independizar a Judá de la dominación extranjera. Al contrario de su padre y su abuelo, sirvió lealmente a Jehová e impulsó grandes reformas religiosas (2 Rey. 21:19–22:2). Por ejemplo, en el año doce de su mandato limpió el reino de los lugares altos, los postes sagrados y los ídolos y, más adelante, ordenó la reparación del templo de Jehová (léase 2 Crónicas 34:1-8). Curiosamente, en el año trece de Josías (647), Jeremías recibió la comisión de ser profeta de Dios.

      ¿Cómo se habría sentido usted si hubiera sido profeta en los tiempos de Jeremías?

      7, 8. a) ¿En qué se diferenció el reinado de Josías del de sus predecesores Manasés y Amón? b) ¿Qué clase de persona fue Josías? (Véase el recuadro de la página 20.)

      7 Mientras se restauraba el templo, en el año dieciocho del reinado del piadoso Josías, el sumo sacerdote encontró “el mismísimo libro de la ley”. El monarca ordenó a su secretario que se lo leyera y, en cuanto escuchó su lectura, reconoció los errores del pueblo; entonces buscó la guía de Jehová mediante la profetisa Huldá y exhortó a sus súbditos a obedecer los mandamientos de Dios. Huldá informó a Josías de que Jehová traería “calamidad” sobre Judá por su infidelidad, pero que él no la vería debido a su buena actitud hacia la adoración pura (2 Rey. 22:8, 14-20).

      [Tabla de la página 19]

      8 El rey Josías redobló sus esfuerzos por erradicar todo vestigio de idolatría, lo cual lo llevó a internarse en el territorio que en su día había ocupado el reino de Israel y derribar el lugar alto y el altar de Betel. También mandó celebrar una memorable fiesta de la Pascua (2 Rey. 23:4-25). ¡Cuánto debió de complacer esto a Jeremías! Sin embargo, no resultó nada fácil mover a la gente a hacer cambios. Manasés y Amón habían inducido al pueblo a la degradada veneración de ídolos, por lo que su espiritualidad estaba de capa caída. A pesar de las reformas de Josías, Dios impulsó a Jeremías a señalar que los dioses de Judá todavía eran tan numerosos como sus ciudades. Los compatriotas del profeta bien podían asemejarse a una esposa infiel: habían abandonado a Jehová y se habían prostituido con dioses extranjeros. De ahí que Jeremías declarara: “Son tantos como el número de las calles de Jerusalén los altares que ustedes han puesto para la cosa vergonzosa, altares para hacer humo de sacrificio a Baal” (léase Jeremías 11:1-3, 13).

      9. ¿Qué acontecimientos internacionales marcaron los últimos años del reinado de Josías?

      9 Tal como los mensajes de Jeremías no cambiaron a los judíos, tampoco impidieron que las naciones vecinas lucharan por la supremacía. En 632, las fuerzas conjuntas de Babilonia y Media conquistaron Nínive, la capital asiria. Tres años después, el faraón Nekó de Egipto dirigió su ejército hacia el norte para suministrar refuerzos a los asirios. Por razones que no se dan en la Biblia, Josías trató de frenar el avance de los egipcios en Meguidó, pero fue herido de muerte en el intento (2 Cró. 35:20-24). ¿Qué cambios políticos y religiosos generaría en Judá este infortunio? ¿Y a qué dificultades se enfrentaría Jeremías?

      CAMBIA EL AMBIENTE RELIGIOSO

      10. a) ¿En qué se parece la época que siguió a la muerte de Josías a la nuestra? b) ¿Cómo nos beneficia examinar la conducta de Jeremías?

      10 La trágica noticia de la muerte del rey Josías entristeció mucho a Jeremías. Invadido por la pena, compuso endechas en su honor (2 Cró. 35:25). Si esta ya era de por sí una época turbulenta para Judá, la inestabilidad internacional añadió mayor presión. Las potencias rivales —Egipto, Asiria y Babilonia— pugnaban por el control de la zona. Además, el ambiente religioso de Judá había dado un vuelco. La muerte de Josías supuso el final de un régimen que favorecía la actividad de Jeremías y el comienzo de uno hostil.

      JOSÍAS, EL ÚLTIMO DE LOS REYES BUENOS DE JUDÁ

      Ilustración de la página 20

      Tras la muerte de su padre, Amón, Josías fue coronado rey de Judá con ocho años de edad. Tenía 15 cuando comenzó a buscar a Dios y a “andar en todo el camino de David su antepasado”. A los 19 comenzó a eliminar de Judá e Israel los lugares de culto falso y a reducir a polvo las imágenes esculpidas, y a los 25 inició la reparación del templo de Jehová (2 Rey. 21:19–22:2; 2 Cró. 34:2-8).

      Durante la restauración del templo se halló el libro de la Ley, probablemente el que había escrito Moisés de su puño y letra. Tras escuchar su lectura, Josías se humilló, rasgó sus vestiduras y lloró. Mandó reunir a los sacerdotes, a los levitas y a todos los súbditos —grandes y pequeños— para que oyeran las palabras del libro. El monarca celebró un pacto y prometió “ir siguiendo a Jehová y [...] guardar sus mandamientos [...] con todo su corazón y con toda su alma”. Posteriormente llevó a cabo una campaña más amplia para erradicar la adoración falsa. Además, celebró una gran Pascua a Jehová, como no se había visto desde los tiempos de Samuel (2 Cró. 34:14–35:19).

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