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Gozosos con el Dios felizLa Atalaya 2001 | 1 de mayo
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Gozosos con el Dios feliz
“Finalmente, hermanos, continúen regocijándose [...]; y el Dios de amor y de paz estará con ustedes.” (2 CORINTIOS 13:11.)
1, 2. a) ¿Por qué hay muchas personas que no tienen gozo? b) ¿Qué es el gozo, y cómo lo cultivamos?
EN ESTOS días aciagos, muchas personas no ven apenas razones para estar alegres. Cuando les sobreviene una desgracia a ellas o a alguien a quien aman, quizá se sientan como Job, un personaje de la antigüedad que dijo: “El hombre, nacido de mujer, es de vida corta y está harto de agitación” (Job 14:1). Los cristianos no son inmunes a las tensiones y presiones de estos “tiempos críticos, difíciles de manejar”, y no sorprende que en ocasiones los siervos fieles de Jehová se desanimen (2 Timoteo 3:1).
2 No obstante, los cristianos pueden sentir gozo incluso cuando pasan por pruebas (Hechos 5:40, 41). Para entender cómo es posible, analicemos primero qué es el gozo. Se ha definido como el “sentimiento de alegría o placer que se experimenta al poseer o esperar algún bien”.a Por consiguiente, si sacamos tiempo para pensar en las bendiciones presentes y a la vez reflexionamos en las que nos aguardan en el nuevo mundo de Dios, tendremos gozo.
3. ¿En qué sentido es posible decir que todo el mundo posee algo por lo que alegrarse?
3 Todos tenemos bendiciones por las cuales estar agradecidos. El cabeza de familia que pierde su empleo se siente, lógicamente, preocupado, pues desea mantener a sus seres queridos. No obstante, si tiene fuerza física y buena salud, puede dar las gracias, ya que estará en condiciones de trabajar mucho si encuentra otro empleo. Por otro lado, la cristiana que de repente se ve aquejada de una enfermedad debilitante puede agradecer el apoyo que recibe de sus queridos amigos y familiares, quienes la ayudan a hacer frente a la dolencia con dignidad y valor. Todos los cristianos verdaderos, con independencia de sus circunstancias, pueden alegrarse de tener el privilegio de conocer a Jehová, el “Dios feliz”, y a Jesucristo, “el feliz y único Potentado” (1 Timoteo 1:11; 6:15). En efecto, Jehová Dios y Jesucristo son sumamente felices. Han conservado el gozo a pesar de que las condiciones reinantes en la Tierra son muy distintas de lo que Jehová pretendía en un principio. Su ejemplo nos enseña mucho sobre cómo conservar el gozo.
Nunca han perdido el gozo
4, 5. a) ¿Cómo reaccionó Jehová cuando se rebelaron los primeros seres humanos? b) ¿De qué manera mantuvo Jehová una actitud positiva para con la humanidad?
4 En el jardín de Edén, Adán y Eva disfrutaban de una salud y una mente perfectas. Se les había encargado un trabajo productivo y tenían unos alrededores ideales donde efectuarlo. Lo mejor de todo era que contaban con el privilegio de comunicarse frecuentemente con Jehová. El propósito de Dios era que gozaran de un futuro feliz. Pero no satisfechos con todas estas dádivas maravillosas, robaron el fruto prohibido del “árbol del conocimiento de lo bueno y lo malo”. Este acto de desobediencia puso el fundamento de toda la infelicidad que hoy experimentamos (Génesis 2:15-17; 3:6; Romanos 5:12).
5 De todos modos, Jehová no permitió que la ingratitud de Adán y Eva le quitara el gozo. Confiaba en que el corazón de algunos de los descendientes de aquella primera pareja los impulsaría a servirle. De hecho, era tanta su seguridad que anunció su propósito de redimir a los descendientes obedientes de Adán y Eva antes incluso de que ellos tuvieran su primer hijo (Génesis 1:31; 3:15). En los siglos posteriores, la mayoría de la humanidad anduvo en los pasos de sus primeros padres, pero Jehová no dio la espalda a la familia humana debido a la desobediencia generalizada, sino que centró la atención en los hombres y mujeres que ‘regocijaron su corazón’, aquellos que procuraron de verdad agradarle por amor a él (Proverbios 27:11; Hebreos 6:10).
6, 7. ¿Qué ayudó a Jesús a conservar el gozo?
6 ¿Y Jesús? ¿Cómo conservó el gozo? Durante su existencia como poderosa criatura espiritual en el cielo, tuvo la oportunidad de observar las actividades de los hombres y las mujeres de la Tierra. Sus imperfecciones eran obvias, pero Jesús los amaba (Proverbios 8:31). Tiempo más tarde, cuando vino a nuestro planeta y “residió entre” los hombres, no cambió de opinión sobre la humanidad (Juan 1:14). ¿Qué le permitió al Hijo perfecto de Dios conservar ese concepto positivo de la familia humana pecaminosa?
7 En primer lugar, abrigaba expectativas razonables de sí mismo y de los demás. Sabía que no iba a convertir al mundo (Mateo 10:32-39). Por eso se alegraba hasta cuando una sola persona sincera respondía de manera favorable al mensaje del Reino. Aunque la conducta y la actitud de los discípulos a veces dejaban mucho que desear, Jesús sabía que en el fondo querían hacer la voluntad de Dios, y los amaba por ello (Lucas 9:46; 22:24, 28-32, 60-62). Es significativo que en oración a su Padre celestial, resumió así el proceder positivo de sus discípulos hasta aquel momento: “Han observado tu palabra” (Juan 17:6).
8. Mencione algunas maneras de imitar a Jehová y a Jesús respecto a conservar el gozo.
8 No cabe duda de que a todos nos beneficiaría reflexionar sobre el ejemplo dado por Jehová Dios y Jesucristo al respecto. ¿Es posible que imitemos a Jehová más plenamente no preocupándonos en exceso, por ejemplo, cuando las cosas no nos salen tal como esperábamos? ¿Podemos seguir con más cuidado los pasos de Jesús, manteniendo una actitud positiva con respecto a las circunstancias en que nos encontramos y abrigando expectativas razonables sobre nosotros y los demás? Veamos cómo aplicar de manera práctica algunos de estos principios en un terreno que significa mucho para los cristianos celosos de todo el mundo: el ministerio del campo.
Mantengamos una actitud positiva sobre el ministerio
9. ¿Cómo recuperó Jeremías el gozo, y de qué modo nos ayuda su ejemplo?
9 Jehová desea que seamos felices en su servicio, una felicidad que no debe depender de los resultados que obtengamos (Lucas 10:17, 20). El profeta Jeremías predicó durante años en un territorio improductivo. Cuando se centró en la reacción negativa de la gente, perdió el gozo (Jeremías 20:8). En cambio, cuando meditó sobre lo que hacía que el mensaje fuera tan bueno, recuperó la alegría. Dijo a Jehová: “Fueron halladas tus palabras, y procedí a comerlas; y tu palabra llega a ser para mí el alborozo y el regocijo de mi corazón; porque tu nombre ha sido llamado sobre mí, oh Jehová” (Jeremías 15:16). En efecto, Jeremías se alegró de tener el privilegio de predicar la palabra de Dios, y nosotros también podemos sentirnos así.
10. ¿Qué nos permitirá conservar el gozo en el ministerio aunque nuestro territorio no sea productivo en este momento?
10 Aunque la mayoría de la gente no responda a las buenas nuevas, no nos faltan razones para sentir gozo al participar en el ministerio del campo. Recordemos que a Jehová no le cabía ninguna duda de que algunos seres humanos se sentirían motivados a servirle. Como él, nunca debemos perder las esperanzas de que al menos haya alguien que con el tiempo comprenda qué cuestión se está dilucidando y acepte el mensaje del Reino. No olvidemos que las circunstancias cambian. Al encararse a un momento difícil o a una pérdida inesperada, es posible que hasta los más autosuficientes comiencen a pensar seriamente en el sentido de la existencia. ¿Estaremos listos para prestar ayuda a esas personas cuando tomen “conciencia de su necesidad espiritual”? (Mateo 5:3.) Tal vez la próxima ocasión que vayamos al territorio encontremos a alguien dispuesto a escuchar las buenas nuevas.
11, 12. ¿Qué sucedió en cierta ciudad, y qué aprendemos de ello?
11 Además, puede cambiar la composición del territorio. Veamos un ejemplo. En una pequeña ciudad vivía un grupo muy unido de matrimonios jóvenes con hijos. Los testigos de Jehová que los visitaban siempre recibían la misma respuesta en todas las casas: “No nos interesa”. En el caso de que alguien prestara atención al mensaje del Reino, los vecinos no tardaban en influir en él para que no volviera a hablar con los Testigos. Es obvio que resultaba difícil predicar allí. Pese a todo, los publicadores no se rindieron, sino que continuaron dando testimonio sin cesar. ¿Cuál fue el resultado?
12 Andando el tiempo, muchos de los niños crecieron, se casaron y se establecieron en la ciudad. Entonces, algunos de ellos se dieron cuenta de que la vida que habían llevado no les había dado verdadera felicidad, por lo que emprendieron la búsqueda de la verdad. La hallaron cuando respondieron favorablemente a las buenas nuevas que proclaman los Testigos. Así que después de muchos años, aquella pequeña congregación comenzó a crecer. Imaginémonos el gozo de los proclamadores del Reino que no se rindieron. Que la perseverancia en anunciar el maravilloso mensaje del Reino también nos cause gozo a nosotros.
Nuestros hermanos espirituales nos apoyarán
13. ¿A quién podemos acudir cuando nos sentimos desanimados?
13 ¿Dónde podemos buscar consuelo cuando se intensifican las presiones que sufrimos o nos sobreviene una desgracia? Lo primero que hacen millones de siervos dedicados de Jehová es acudir a él en oración, y luego recurren a sus hermanos cristianos. Durante su estancia en la Tierra, Jesús mismo valoró el sostén que le brindaban sus discípulos. La noche antes de morir, dijo que ellos eran “los que con constancia [habían] continuado [con él] en [sus] pruebas” (Lucas 22:28). Es verdad que aquellos discípulos eran imperfectos, pero su lealtad consoló al Hijo de Dios. También a nosotros pueden fortalecernos nuestros hermanos en la fe.
14, 15. ¿Qué ayudó a un matrimonio a sobrellevar la muerte de su hijo, y qué aprendemos de su experiencia?
14 Michel y Diane, un matrimonio cristiano, experimentó lo valioso que es el apoyo de los hermanos. A su hijo de 20 años, Jonathan, un cristiano lleno de vida y con un futuro prometedor, se le diagnosticó un tumor cerebral. Los médicos lucharon afanosamente por salvarlo, pero su estado empeoró hasta que cierto día, a últimas horas de la tarde, se durmió en la muerte. Michel y Diane quedaron deshechos. Aunque sabían que la Reunión de Servicio, que se celebraba a esa hora, estaba a punto de finalizar, le pidieron al anciano que estaba con ellos que los acompañara al Salón del Reino, pues necesitaban consuelo con urgencia. Llegaron justo cuando se comunicaba a la congregación la muerte de Jonathan. Después de la reunión, los acongojados padres se vieron rodeados de hermanos y hermanas que los abrazaron y les hablaron consoladoramente. Diane recuerda: “Nos sentíamos vacíos al llegar al salón, pero los hermanos nos confortaron muchísimo; ¡cómo nos levantaron el ánimo! Aunque no podían quitarnos el dolor, nos ayudaron a sobrellevar la presión” (Romanos 1:11, 12; 1 Corintios 12:21-26).
15 La adversidad resultó en que Michel y Diane se unieran más a sus hermanos, así como en que estrecharan la relación entre sí. Michel dice: “He aprendido a valorar todavía más a mi querida esposa. En los momentos de desánimo, conversamos sobre la verdad bíblica y sobre cómo nos sostiene Jehová”. Diane agrega: “La esperanza del Reino tiene ahora aún mayor sentido para nosotros”.
16. ¿Por qué es importante que tomemos la iniciativa en dar a conocer a los hermanos nuestras necesidades?
16 En efecto, los hermanos cristianos son “un socorro fortalecedor” para nosotros durante los momentos difíciles de la vida y nos ayudan así a conservar el gozo (Colosenses 4:11). Claro, dado que no poseen la capacidad de leernos la mente, es conveniente que cuando necesitemos su ayuda, se lo digamos. Luego expresemos nuestra sincera gratitud por el consuelo que nos hayan dado, que hemos de ver como procedente de Jehová (Proverbios 12:25; 17:17).
Conozcamos la congregación
17. ¿Qué dificultades experimenta una madre sola, y qué opinamos de personas como ella?
17 Cuanto mejor conozcamos a nuestros hermanos cristianos, más los apreciaremos y más alegría sentiremos al relacionarnos con ellos. Pensemos en nuestra congregación. ¿Qué encontramos? ¿Hay alguna madre sola luchando por criar a sus hijos en la verdad? ¿Nos hemos parado a meditar sobre el buen ejemplo que da? Tratemos de imaginar sus problemas. Una madre sin cónyuge llamada Jeanine enumera algunos: soledad, insinuaciones no deseadas de parte de los compañeros de trabajo y un presupuesto muy limitado. Sin embargo, dice, la mayor dificultad es atender las necesidades emocionales de los hijos, pues cada uno de ellos es único. Menciona, además, otro problema: “Es sumamente difícil evitar la tendencia a convertir a tu hijo en el cabeza de la casa para compensar la ausencia de tu esposo. Tengo una hija, y no me resulta fácil recordar que no debo agobiarla convirtiéndola en mi confidente”. Al igual que miles de progenitores solos temerosos de Dios, Jeanine trabaja a tiempo completo y atiende su casa. Además, estudia la Biblia con sus hijos, los prepara para el ministerio y los lleva a las reuniones de la congregación (Efesios 6:4). ¡Qué feliz debe estar Jehová al observar todos los días la lucha de esta familia por mantener integridad! ¿No nos alegra el corazón contar con personas como estas entre nosotros? Por supuesto que sí.
18, 19. Ilustre cómo profundizar el aprecio que sentimos por los miembros de la congregación.
18 Pensemos de nuevo en nuestra congregación. Es posible que reparemos en que hay viudos y viudas fieles que ‘nunca faltan’ a las reuniones (Lucas 2:37). ¿Se sienten solos a veces? Claro que sí. Echan muchísimo de menos a su cónyuge, pese a lo cual están ocupados en el servicio de Jehová y se interesan por los demás. Su actitud equilibrada y positiva contribuye al gozo de la congregación. Una cristiana que lleva en el ministerio de tiempo completo más de treinta años comentó: “Una de las cosas que más alegría me causan es ver a hermanos mayores que han sufrido muchas pruebas seguir sirviendo fielmente a Jehová”. Así es; los cristianos de edad avanzada estimulan mucho a los jóvenes.
19 ¿Y qué decir de los nuevos que desde hace poco se relacionan con la congregación? ¿No nos anima oírles expresar su fe en las reuniones? Pensemos en lo que han progresado desde que empezaron a estudiar la Biblia. Jehová debe estar muy complacido con ellos. ¿Y nosotros? ¿Ponemos de manifiesto nuestra aprobación encomiándolos por sus esfuerzos?
20. ¿Por qué decimos que todos los miembros de la congregación desempeñan una función importante en ella?
20 ¿Está usted casado, o soltero? ¿Es una madre o un padre sin cónyuge? ¿Es un joven huérfano de padre o madre? ¿Un viudo o una viuda? ¿Forma parte de la congregación desde hace muchos años, o desde hace poco? Tenga la seguridad de que su fiel ejemplo nos estimula a todos. Y cuando entona un cántico del Reino, da un comentario o cumple con una asignación en la Escuela del Ministerio Teocrático, contribuye a que nos sintamos felices. Más importante aún, alegra el corazón de Jehová.
21. ¿Para qué tenemos muchas razones, pero qué preguntas se plantean?
21 En efecto, incluso en estos tiempos turbulentos es posible sentir gozo en el servicio al Dios feliz. Tenemos muchas razones para responder al estímulo que nos da Pablo: “Continúen regocijándose [...]; y el Dios de amor y de paz estará con ustedes” (2 Corintios 13:11). Ahora bien, ¿y si nos enfrentamos a un desastre natural, persecución o graves dificultades económicas? ¿Es posible conservar el gozo hasta en tales situaciones? Saque sus propias conclusiones al estudiar el siguiente artículo.
[Nota]
a Véase Perspicacia para comprender las Escrituras, vol. 1, pág. 1032, editado por los testigos de Jehová.
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Conservemos el gozo en el servicio de JehováLa Atalaya 2001 | 1 de mayo
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Conservemos el gozo en el servicio de Jehová
“Siempre regocíjense en el Señor. Una vez más diré: ¡Regocíjense!” (FILIPENSES 4:4.)
1, 2. ¿Cómo lograron conservar el gozo un hermano y su familia pese a perder todas sus pertenencias?
JAMES, un cristiano de 70 años que vive en Sierra Leona, había trabajado mucho durante toda su vida. Imaginémonos su alegría cuando por fin ahorró suficiente dinero para comprar una casa modesta de cuatro habitaciones. Pero algún tiempo después de que él y su familia se mudaron a su nueva vivienda, estalló la guerra civil en el país y la casa quedó reducida a cenizas. La familia perdió su hogar, pero no su gozo. ¿Por qué no?
2 James y su familia no centraron su atención en lo que se les había arrebatado, sino en lo que aún les quedaba. Él nos lo explica: “Incluso en aquellos días de terror, celebrábamos las reuniones, leíamos la Biblia, orábamos juntos y compartíamos con otras personas nuestras escasas pertenencias. Logramos conservar el gozo porque nos concentramos en la maravillosa relación que tenemos con Jehová”. Al pensar en las bendiciones de que disfrutaban, la más importante de las cuales es su relación personal con Jehová, a estos cristianos fieles les fue posible ‘continuar regocijándose’ (2 Corintios 13:11). Es verdad que no era fácil aguantar las penosas circunstancias que sufrieron, pero no dejaron de regocijarse en Jehová.
3. ¿Cómo conservaron el gozo algunos cristianos del siglo primero?
3 Los primeros cristianos afrontaron pruebas comparables a las de James y su familia. Pese a ello, el apóstol Pablo escribió lo siguiente a los cristianos hebreos: “Ustedes [...] aceptaron gozosamente el saqueo de sus bienes”, y a continuación dijo qué era lo que les causaba gozo: “Sabiendo que ustedes mismos tienen una posesión mejor y duradera” (Hebreos 10:34). Así es, aquellos cristianos del siglo primero abrigaban una profunda esperanza. Anhelaban con confianza recibir algo que nadie podía saquear: la inmarcesible “corona de la vida” en el Reino celestial de Dios (Revelación [Apocalipsis] 2:10). Hoy día, la esperanza cristiana, sea celestial o terrenal, nos ayuda a conservar el gozo incluso cuando afrontamos adversidades.
“Regocíjense en la esperanza”
4, 5. a) ¿Por qué era muy oportuno para los romanos el consejo de Pablo de ‘regocijarse en la esperanza’? b) ¿Qué podría hacer que el cristiano perdiera de vista su esperanza?
4 El apóstol Pablo animó a sus hermanos en la fe de Roma a ‘regocijarse en la esperanza’ de la vida eterna (Romanos 12:12). Este consejo fue muy oportuno para los romanos, pues menos de una década más tarde sufrieron una violenta persecución y algunos de ellos fueron torturados hasta la muerte por orden del emperador Nerón. La fe en que Dios les daría la prometida corona de la vida sin duda los sostuvo mientras sufrían. ¿Qué puede decirse de nosotros?
5 Como cristianos que somos, también esperamos que se nos persiga (2 Timoteo 3:12). Además, sabemos que “el tiempo y el suceso imprevisto” nos acaecen a todos (Eclesiastés 9:11). Un ser querido puede perder la vida en un accidente, y uno de nuestros padres o un amigo íntimo puede fallecer a causa de una enfermedad mortal. A menos que tengamos claramente enfocada la esperanza del Reino, es posible que corramos peligro espiritual cuando vivamos situaciones difíciles como esas. Por lo tanto, hacemos bien en plantearnos las siguientes preguntas: “¿Me ‘regocijo en la esperanza’? ¿Con cuánta frecuencia medito sobre ella? ¿Es real para mí el Paraíso venidero? ¿Me veo allí? ¿Tengo tantas ganas de que llegue el fin de este sistema de cosas como cuando conocí la verdad?”. En esta última cuestión debemos pensar con seriedad. ¿Por qué? Porque si gozamos de buena salud, ganamos bastante dinero y vivimos en un lugar de la Tierra donde prácticamente no nos vemos afectados por la guerra, las escaseces de alimento o los desastres naturales, quizá perdamos de vista, al menos por el momento, la apremiante necesidad de que venga el nuevo mundo de Dios.
6. a) ¿En qué se concentraron Pablo y Silas cuando sufrieron tribulación? b) ¿Cómo nos anima hoy día su ejemplo?
6 Pablo aconsejó además a los romanos que ‘aguantaran bajo tribulación’ (Romanos 12:12). El apóstol sabía lo que era la tribulación. Una vez tuvo una visión de un hombre que lo invitaba a ‘pasar a Macedonia’ para ayudar a sus habitantes a conocer a Jehová (Hechos 16:9). Con eso, Pablo zarpó hacia Europa junto con Lucas, Silas y Timoteo. ¿Qué les esperaba a aquellos fervorosos misioneros? Tribulación. Después de predicar en la ciudad macedonia de Filipos, a Pablo y a Silas los azotaron y los arrojaron en prisión. Es obvio que algunos vecinos de esa localidad no solo eran indiferentes al mensaje del Reino, sino opositores enconados. ¿Perdieron el gozo aquellos celosos misioneros ante el cariz que tomaron los acontecimientos? No. Después de que los golpearon y los encerraron en prisión, “como a la mitad de la noche, Pablo y Silas estaban orando y alabando a Dios con canción” (Hechos 16:25, 26). Es obvio que el dolor que les produjo la paliza no les causó ningún gozo; no obstante, eso no fue en lo que enfocaron sus pensamientos estos dos misioneros. Más bien, se concentraron en Jehová y en cómo los estaba bendiciendo. Debido a que ‘aguantaron bajo tribulación’ con gozo, fueron un magnífico ejemplo para los hermanos de Filipos y de otros lugares.
7. ¿Por qué debemos dar gracias en nuestras oraciones?
7 “Perseveren en la oración”, escribió Pablo (Romanos 12:12). ¿Oramos en momentos de inquietud? ¿Sobre qué? Es probable que mencionemos nuestro problema específico y pidamos ayuda a Jehová. Pues bien, incluyamos asimismo expresiones de agradecimiento por las bendiciones de que disfrutamos. Cuando se presentan dificultades, reflexionar sobre la bondad con que nos trata Jehová nos ayuda a ‘regocijarnos en la esperanza’. David, cuya vida no estuvo exenta de problemas, escribió: “Muchas cosas has hecho tú mismo, oh Jehová Dios mío, aun tus maravillosas obras y tus pensamientos para con nosotros; no hay nadie que pueda ser comparado a ti. Si me inclinara a informar y hablar de ellos, han llegado a ser más numerosos de lo que yo pueda relatar” (Salmo 40:5). Si meditamos periódicamente sobre las bendiciones que recibimos de Jehová, como hizo David, será imposible que perdamos el gozo.
Mantengamos un espíritu positivo
8. ¿Qué ayuda a los cristianos a estar felices cuando sufren persecución?
8 Jesús anima a sus seguidores a mantener un espíritu positivo al enfrentarse a diversas pruebas. “Felices son ustedes cuando los vituperen y los persigan y mentirosamente digan toda suerte de cosa inicua contra ustedes por mi causa”, dice (Mateo 5:11). ¿Qué razones tenemos para estar felices en esas circunstancias? El que seamos capaces de aguantar la oposición es una prueba de que contamos con el espíritu de Jehová. El apóstol Pedro dijo a sus hermanos en la fe de aquel día: “Si a ustedes los están vituperando por el nombre de Cristo, son felices, porque el espíritu de gloria, sí, el espíritu de Dios, descansa sobre ustedes” (1 Pedro 4:13, 14). Mediante su espíritu, Jehová también nos ayudará a nosotros a aguantar y, como consecuencia, a conservar el gozo.
9. ¿Qué ayudó a ciertos hermanos a hallar razones para tener gozo cuando estuvieron encarcelados por causa de su fe?
9 Encontramos razones para estar alegres incluso en las circunstancias más espantosas, como comprobó un cristiano de nombre Adolf que vive en un país donde la obra de los testigos de Jehová permaneció proscrita durante muchos años. Él y varios compañeros suyos fueron detenidos y sentenciados a largas condenas de prisión por no renunciar a sus creencias bíblicas. La vida en la cárcel era dura, pero estos hermanos encontraron motivos para dar gracias a Dios, igual que Pablo y Silas. La experiencia en la prisión, indicaron, les fortaleció la fe y los ayudó a cultivar cualidades cristianas valiosas, como la generosidad, la empatía y el cariño fraternal. Por ejemplo, compartían el contenido de los paquetes que recibían de su casa con sus hermanos cristianos, quienes consideraban que aquellos artículos adicionales procedían de Jehová, el Dador supremo de “toda dádiva buena y todo don perfecto”. Tales actos de bondad alegraban tanto a los que compartían sus pertenencias como a los que las recibían. De este modo, la experiencia concebida para quebrantar su fe los hizo en realidad más fuertes espiritualmente (Santiago 1:17; Hechos 20:35).
10, 11. ¿Cómo reaccionó una hermana tras interrogatorios continuos y una larga condena de prisión?
10 A Ella, que también vive en un país donde la obra del Reino estuvo proscrita durante mucho tiempo, la detuvieron por hablar de su esperanza cristiana con otras personas. Durante ocho meses se vio sometida a interrogatorios continuos. Cuando por fin la llevaron a juicio, la condenaron a diez años de prisión en un establecimiento donde no había más adoradores de Jehová. En aquel tiempo, Ella solo tenía 24 años.
11 Por supuesto, a esta joven no le agradaba la idea de pasar en la cárcel la mayor parte de los primeros años de su vida adulta, pero como no estaba en sus manos cambiar la situación, se resolvió a cambiar de actitud. Por consiguiente, decidió considerar la cárcel su territorio de predicación. “Había tanta ocasión para predicar —relata— que el tiempo pasó muy deprisa.” Transcurridos más de cinco años, la interrogaron de nuevo. Sus interrogadores se dieron cuenta de que la reclusión no había acabado con su fe, por lo que le dijeron: “No podemos ponerla en libertad, ya que no ha cambiado”. “¡Pues claro que he cambiado! —contestó con resolución—. Ahora tengo mejor ánimo que cuando ingresé en prisión, y mi fe es más fuerte que antes.” Y agregó: “Si no quieren ponerme en libertad, permaneceré en la cárcel hasta que Jehová considere oportuno liberarme”. Cinco años y medio de reclusión no le habían robado el gozo. Aprendió a estar satisfecha fueran cuales fuesen las circunstancias en las que se hallara. ¿Nos enseña algo su ejemplo? (Hebreos 13:5.)
12. ¿Qué da paz interior al cristiano cuando experimenta circunstancias difíciles?
12 No lleguemos a la conclusión de que Ella posee un don fuera de lo común que le permite hacer frente a tales dificultades. Con relación al período de interrogatorios que vivió antes de que la condenaran, reconoce: “Recuerdo que me castañeteaban los dientes y me sentía como un pollito asustado”. No obstante, tiene fe fuerte en Jehová. Ha aprendido a confiar en él (Proverbios 3:5-7). Como consecuencia, Dios es más real para ella ahora que antes. Explica: “Cada vez que entraba en la sala de interrogatorios, me invadía una sensación de paz. [...] Cuanto más aterradora era la situación, más profunda era la paz”. Esa paz provenía de Jehová. El apóstol Pablo dice: “No se inquieten por cosa alguna, sino que en todo, por oración y ruego junto con acción de gracias, dense a conocer sus peticiones a Dios; y la paz de Dios que supera a todo pensamiento guardará sus corazones y sus facultades mentales mediante Cristo Jesús” (Filipenses 4:6, 7).
13. ¿Qué seguridad tenemos de que contaremos con las fuerzas para aguantar si sufrimos tribulación?
13 Ella, que ya está en libertad, conservó el gozo pese a las dificultades. No lo hizo gracias a sus fuerzas, sino a las que le dio Jehová. Lo mismo le ocurrió al apóstol Pablo, quien escribió: “Por eso muy gustosamente prefiero jactarme respecto de mis debilidades, para que el poder del Cristo permanezca como tienda sobre mí. [...] Porque cuando soy débil, entonces soy poderoso” (2 Corintios 12:9, 10).
14. Ilustre cómo pudiera un cristiano adoptar una actitud positiva ante una situación difícil y cuáles podrían ser los resultados.
14 Es posible que las presiones que nosotros afrontemos en este momento difieran algo de las que hemos mencionado. De todas formas, independientemente de cuáles sean nuestras dificultades, todas son difíciles de aguantar. Por ejemplo, quizá nuestro patrono sea mucho más crítico con nuestro trabajo que con el de los empleados de otras religiones. Tal vez no tengamos posibilidades de buscar otro empleo. ¿Cómo conservar el gozo? Recordemos a Adolf y sus compañeros, cuya experiencia en prisión les enseñó a cultivar cualidades fundamentales. Si tratamos sinceramente de satisfacer a nuestro jefe, aunque sea ‘difícil de complacer’, cultivaremos cualidades cristianas como el aguante y la gran paciencia (1 Pedro 2:18). Además, es posible que nos convirtamos en trabajadores más valiosos, lo cual incrementará las oportunidades de que algún día consigamos un empleo más satisfactorio. Analicemos a continuación algunas otras maneras de conservar el gozo en el servicio de Jehová.
La simplificación resulta en gozo
15-17. ¿Qué aprendió a hacer un matrimonio para rebajar la tensión aunque no le fuera posible acabar por completo con lo que la provocaba?
15 Es posible que no tengamos mucha elección en cuanto al tipo de trabajo que llevamos a cabo o dónde lo efectuamos, pero tal vez haya otros aspectos de la vida que controlamos algo más. Veamos la siguiente experiencia.
16 Un matrimonio cristiano invitó a un anciano a comer en su casa. En el transcurso de la tarde, el hermano y su esposa le confiaron que de un tiempo a esa parte los abrumaban las presiones de la vida. Aunque ambos tenían empleos de tiempo completo que les exigían mucho, no estaban en condiciones de cambiar de trabajo. Se preguntaban hasta cuándo podrían aguantar la situación.
17 Cuando le pidieron consejo, el anciano contestó: “Simplifiquen su vida”. ¿Cómo? Ambos perdían hasta tres horas diarias en ir a su lugar de empleo y volver a casa. El anciano, que conocía bien al matrimonio, les aconsejó que pensaran en irse a vivir más cerca de donde trabajaban, para así reducir la cantidad de horas que pasaban viajando. El tiempo que ahorraran de ese modo podrían dedicarlo a otros asuntos importantes, o simplemente a descansar. Si las presiones de la vida nos están quitando parte del gozo, ¿por qué no ver si nos ayuda hacer algunos cambios?
18. ¿Por qué es fundamental pensarlo bien antes de tomar decisiones?
18 Otra manera de reducir la presión es pensar bien antes de tomar decisiones. Por ejemplo, un cristiano decidió construir una casa, y aunque nunca antes había hecho una, eligió un diseño muy complejo. Ahora se da cuenta de que se hubiera ahorrado problemas innecesarios si hubiese ‘considerado sus pasos’ antes de escoger el modelo de la vivienda (Proverbios 14:15). Otro cristiano accedió a avalar un préstamo de un hermano. El acuerdo estipulaba que si el prestatario no podía devolver el dinero, el garante estaba obligado a pagarlo. Al principio todo fue bien, pero andando el tiempo quien había pedido el dinero empezó a incumplir los pagos. El prestamista se alarmó y exigió al garante que le devolviera todo el préstamo, lo cual causó a este mucha tensión. ¿No habría evitado esta situación si hubiera analizado atentamente todos los factores antes de acceder a asumir la responsabilidad de la deuda? (Proverbios 17:18.)
19. ¿De qué maneras es posible reducir la tensión en la vida?
19 Cuando nos sintamos cansados, nunca pensemos que aliviaremos la presión y recuperaremos el gozo dedicando menos tiempo al estudio personal de la Biblia, el servicio del campo y la asistencia a las reuniones. Al contrario, pues estas son maneras fundamentales de recibir el espíritu santo de Jehová, uno de cuyos frutos es el gozo (Gálatas 5:22). Las actividades cristianas siempre son placenteras y, por lo general, no nos cansan en exceso (Mateo 11:28-30). Es mucho más probable que sean las actividades seculares o recreativas las que contribuyan a nuestro cansancio, no las espirituales. También es posible que nos ayude a recuperarnos aprender a ir a la cama a una hora razonable. Un poco de descanso suplementario puede ser muy beneficioso. N. H. Knorr, que fue miembro del Cuerpo Gobernante de los Testigos de Jehová hasta su muerte, decía a los misioneros: “Cuando se sientan desanimados, lo primero que deben hacer es descansar. Les sorprenderá comprobar que casi todos los problemas parecen mucho más sencillos tras una buena noche de descanso”.
20. a) Resuma algunas de las maneras de conservar el gozo. b) ¿Qué razones cree que tenemos para estar gozosos? (Vea el recuadro de la pág. 17.)
20 Los cristianos tienen el privilegio de servir al “Dios feliz” (1 Timoteo 1:11). Como hemos visto, es posible conservar el gozo incluso cuando nos acosan graves problemas. Mantengamos ante nosotros la esperanza del Reino, cambiemos de actitud cuando sea necesario y llevemos una vida sencilla. Entonces, independientemente de la situación en que nos encontremos, haremos lo que dijo el apóstol Pablo: “Siempre regocíjense en el Señor. Una vez más diré: ¡Regocíjense!” (Filipenses 4:4).
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