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Sirvamos en “la parte final de los días”Dios nos habla mediante Jeremías
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Nabucodonosor puso en el trono a otro hijo de Josías, a Sedequías, quien sería el último rey terrestre de la línea de David. Su mandato acabó cuando Jerusalén y su templo fueron destruidos en 607 (2 Rey. 24:17). Los once años de su reinado se caracterizaron por grandes tensiones sociales y políticas en Judá.
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Sirvamos en “la parte final de los días”Dios nos habla mediante Jeremías
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EL OCASO DE UNA DINASTÍA
20. ¿Por qué resultó muy difícil para Jeremías el reinado de Sedequías? (Véase el recuadro de la página 29.)
20 Quizás los peores años de la vida profética de Jeremías transcurrieron durante la dominación de Sedequías. Como muchos de sus predecesores, este rey “continuó haciendo lo que era malo a los ojos de Jehová” (Jer. 52:1, 2). Fue vasallo de los caldeos, y Nabucodonosor le hizo jurar por Jehová que le sería leal. Pese a ello, Sedequías acabó rebelándose. Mientras tanto, Jeremías se vio sometido a la fuerte presión de sus enemigos para que se uniera a la rebelión (2 Cró. 36:13; Eze. 17:12, 13).
21-23. a) ¿Qué bandos opuestos existían en Judá durante el mandato de Sedequías? b) ¿Qué trato recibió Jeremías por su postura, y por qué debe interesarnos?
21 A principios del gobierno de Sedequías llegaron a Jerusalén mensajeros de los reyes de Edom, Moab, Ammón, Tiro y Sidón, al parecer con la intención de tramar un alzamiento contra Nabucodonosor. Jeremías, en cambio, exhortó a Sedequías a someterse a Babilonia. Es más, les entregó a los mensajeros unos yugos para indicarles que sus naciones también debían doblar la rodilla ante los caldeos (Jer. 27:1-3, 14).c La postura de Jeremías no gustó, y su función como portador de un mensaje impopular resultó aún más difícil debido a Hananías, un profeta falso que declaró públicamente en nombre de Dios que el yugo babilonio se quebraría en pedazos. Sin embargo, Jehová declaró mediante Jeremías que en menos de un año el impostor Hananías moriría. Y eso es exactamente lo que sucedió (Jer. 28:1-3, 16, 17).
22 Judá se hallaba dividida en dos bandos: los partidarios de la sumisión a Babilonia y los que incitaban a la insurrección. En 609, Sedequías se rebeló y buscó el apoyo militar de Egipto. Jeremías tuvo que lidiar con la histeria nacionalista de quienes apoyaban la insurrección (Jer. 52:3; Eze. 17:15). A fin de aplacar la revuelta, Nabucodonosor y sus ejércitos regresaron a Judá, conquistaron todas sus ciudades y volvieron a sitiar Jerusalén. En estos momentos críticos, el mensaje que dirigió Jeremías a Sedequías y a sus súbditos fue que Jerusalén caería ante los caldeos y que la muerte esperaba a quienes permanecieran en la ciudad; por el contrario, quienes salieran y se rindieran, sobrevivirían (léanse Jeremías 21:8-10 y 52:4).
23 Los príncipes de Judá acusaron a Jeremías de traidor y de pasarse a los babilonios. Este lo negó, pero ellos lo golpearon y lo encerraron en prisión (Jer. 37:13-15). Aun así, Jeremías no adulteró el mensaje de Jehová, por lo que los príncipes persuadieron a Sedequías para que le diera muerte. Lo arrojaron a una cisterna fangosa, que podría haber sido su tumba de no ser por Ébed-mélec, un siervo etíope del rey que lo rescató (Jer. 38:4-13). El pueblo de Jehová de nuestros tiempos también se ha visto en grave peligro en incontables ocasiones por su negativa a involucrarse en controversias políticas. Sin duda, las vivencias de Jeremías nos fortalecerán para superar las pruebas que se presenten en el futuro.
24. Describa los sucesos del año 607.
24 En 607, los babilonios finalmente abrieron brecha en las murallas de Jerusalén y tomaron la ciudad. Los soldados quemaron el templo de Jehová, demolieron las murallas y ajusticiaron a los nobles de Judá. Sedequías trató de huir, pero fue capturado y llevado a Nabucodonosor. Con sus propios ojos vio como degollaban a sus hijos, tras lo cual Nabucodonosor lo cegó y se lo llevó a Babilonia (Jer. 39:1-7).
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