-
SenaqueribPerspicacia para comprender las Escrituras, volumen 2
-
-
Ezequías envió un mensaje a los asirios que estaban en Lakís, en el que les ofrecía pagar el tributo que Senaquerib impusiera. (2Re 18:13, 14.) La captura de Lakís por parte de Senaquerib se presenta en un friso, donde aparece sentado sobre un trono ante la ciudad vencida, aceptando los despojos que le llevaban de aquella ciudad mientras se torturaba a algunos de los cautivos.
El relato bíblico no indica si se liberó al rey Padi, en caso de que en realidad fuese un cautivo de Ezequías, pero muestra que este pagó el tributo de 300 talentos de plata (c. 1.982.000 dólares [E.U.A.]) y 30 talentos de oro (c. 11.560.000 dólares [E.U.A.]) que pidió Senaquerib. (2Re 18:14-16.)
-
-
SenaqueribPerspicacia para comprender las Escrituras, volumen 2
-
-
Las inscripciones de Senaquerib no mencionan nada respecto al desastre que sufrieron sus fuerzas. Pero, como comenta el profesor Jack Finegan, “en vista del tono jactancioso que impregna habitualmente las inscripciones de los soberanos asirios, [...] difícilmente cabría esperar que Senaquerib registrara tal derrota” (Light From the Ancient Past, 1959, pág. 213). No obstante, llama la atención la versión de Senaquerib, según se halla en lo que se conoce como el Prisma de Senaquerib, uno conservado en el Museo Británico (Prisma de Taylor) y otro en el Instituto Oriental de la universidad de Chicago. Dice en parte: “En cuanto a Ezequías el Judío, no se sometió a mi yugo. Puse sitio a 46 de sus ciudades fuertes, baluartes e innumerables aldehuelas de sus inmediaciones, y (las) conquisté mediante terraplenes bien construidos y arietes acercados (a los muros), (combinados con) el ataque de infantes, y (usando) minas, brechas y trabajo de zapa. Saqué (de ellas) 200150 personas, jóvenes y ancianos, varones y hembras, caballos, mulas, asnos, camellos, ganado mayor y menor sin cuento, y (los) consideré botín. A él mismo [Ezequías] hice prisionero en Jerusalén, su residencia real, como a un pájaro en una jaula. [...] Las ciudades que había pasado a saco desgajé de su país y las entregué a Mitinti, rey de Ašdod, a Padi, rey de Eqrón, y a Sillibel, rey de Gaza. [...] El propio Ezequías [...] me envió más tarde a Nínive, mi ciudad señorial, además de 30 talentos de oro, 800 talentos de plata, piedras preciosas, antimonio, grandes bloques de piedra roja, lechos (ataraceados) con marfil, sillas nīmedu (ataraceadas) con marfil, cueros de elefante, madera de ébano, madera de boj (y) toda clase de valiosos tesoros, sus hijas, concubinas, músicos y músicas. Para entregar el tributo y rendir obediencia como un esclavo envió su mensajero (personal)”. (La Sabiduría del Antiguo Oriente, págs. 236, 237.)
-