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AcazPerspicacia para comprender las Escrituras, volumen 1
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Al parecer, Acaz fue llamado a Damasco como rey vasallo para rendir homenaje a Tiglat-piléser III, y mientras estuvo allí, debió impresionarle el altar pagano de la ciudad, pues copió su diseño e hizo que el sacerdote Uriya construyera uno igual para colocarlo delante del templo de Jerusalén. Entonces osó ofrecer sacrificios sobre este “gran altar”. El altar original de cobre se retiró a un lado hasta que el rey decidiera el uso que debería dársele. (2Re 16:10-16.) Mientras tanto, hizo pedazos gran parte de los utensilios de cobre del templo y cambió otras cosas del recinto del templo, todo “por causa del rey de Asiria”, quizás para pagar el pesado tributo impuesto sobre Judá o posiblemente para esconder parte de la riqueza del templo de los ambiciosos ojos asirios. Las puertas del templo se cerraron y Acaz “hizo altares para sí en todo rincón de Jerusalén”. (2Re 16:17, 18; 2Cr 28:23-25.)
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AcazPerspicacia para comprender las Escrituras, volumen 1
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En cualquier caso, Acaz murió relativamente joven, y su vida se caracterizó por una constante violación de la ley de Dios. A pesar de que Isaías, Oseas y Miqueas estuvieron activos en su obra de profetizar durante el tiempo de Acaz, la idolatría crasa caracterizó su reinado. No solo permitió que existiera entre sus súbditos, sino que él personalmente y de manera regular participó en hacer sacrificios paganos, hasta el punto de quemar a su(s) propio(s) hijo(s) como ofrenda(s) en el valle de Hinón. (2Re 16:3, 4; 2Cr 28:3, 4.) Debido a esta entrega a la adoración falsa, el gobierno de Acaz estuvo plagado de muchísimas dificultades. Siria y el reino septentrional de Israel se unieron para atacar a Judá desde el N., los edomitas aprovecharon la oportunidad para atacar desde el SE. y los filisteos invadieron desde el O. Se perdió el valioso puerto de Elat, en el golfo de ʽAqaba. Zicrí, poderoso efraimita, mató a un hijo del rey y a dos de sus hombres principales en una incursión del reino septentrional que resultó en la matanza de 120.000 hombres de Judá y en que alrededor de 200.000 judaítas fueran llevados cautivos. Solo gracias a la intervención del profeta Oded, con el apoyo de algunos hombres principales de Efraín, fue posible que se liberara a estos cautivos y regresaran a Judá. (2Cr 28:5-15, 17-19; 2Re 16:5, 6; Isa 7:1.)
El mensaje que el profeta Isaías recibió de Dios, en el que se le aseguraba que Jehová no permitiría que las fuerzas siro-israelitas destruyeran Judá y pusieran sobre el trono a un hombre que no fuera de la línea davídica, debió fortalecer el ‘corazón tembloroso’ de Acaz. Aunque se le invitó a solicitar una señal de Dios, el idólatra Acaz replicó: “No pediré, ni someteré a Jehová a prueba”. (Isa 7:2-12.)
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