-
Jeremías... profeta impopular de los juicios de DiosLa Atalaya 1988 | 1 de abril
-
-
Ciertamente el escenario de aquellas observaciones en Judá a mediados del siglo VII a.E.C. imponía una tremenda responsabilidad en este profeta en ciernes. Tenía que enfrentarse a una nación orgullosa y satisfecha de sí misma que confiaba en su santa ciudad, Jerusalén, y su templo, como si fueran un talismán. Mientras completaba su ministerio profético de 40 años en Jerusalén tendría que presentar su mensaje durante los reinados de cinco diferentes reyes (Josías, Jehoacaz, Jehoiaquim, Joaquín y Sedequías). Tendría que anunciar juicios condenatorios impopulares a la nación judía y a Babilonia. (Jeremías 1:10; 51:41-64.)
-
-
Jeremías... profeta impopular de los juicios de DiosLa Atalaya 1988 | 1 de abril
-
-
Jeremías proclama con denuedo los juicios de Dios
6. ¿Qué factor hacía más difícil la asignación de Jeremías, pero qué estímulo recibió?
6 A fin de fortalecer a Jeremías para su tremenda responsabilidad, Jehová también le aseguró: “Tienes que levantarte y hablarles todo lo que yo mismo te mande. No te sobrecojas de terror alguno a causa de ellos [...] Aquí he hecho de ti hoy una ciudad fortificada [...] contra todo el país, para con los reyes de Judá, para con sus príncipes, para con sus sacerdotes y para con la gente de la tierra”. No había duda: Jeremías tendría que ser como una ciudad fortificada para encararse a los gobernantes y sacerdotes de Judá. Y no sería tarea fácil presentar un mensaje impopular y desafiador a la gente. (Jeremías 1:17, 18.)
7. ¿Por qué resistirían a Jeremías los gobernantes judíos?
7 “Y de seguro pelearán contra ti —advirtió Jehová—, pero no prevalecerán contra ti.” (Jeremías 1:19.) Pero ¿por qué querrían pelear contra este profeta los judíos y sus gobernantes? Porque su mensaje atacaba su condición de satisfechos de sí mismos y su manera formalista de adoración. Jeremías no anduvo con rodeos: “¡Mira! La mismísima palabra de Jehová ha venido a ser para ellos un oprobio, en la cual palabra no pueden deleitarse. Porque desde el menor de ellos aun hasta el mayor de ellos, cada uno está sacando para sí ganancia injusta; y desde el profeta aun hasta el sacerdote [precisamente los que deberían haber sido guardianes de los valores morales y espirituales], cada uno está obrando falsamente”. (Jeremías 6:10, 13.)
8. ¿Cómo engañaban a la gente los sacerdotes y los profetas?
8 Es verdad que estos dirigían a la nación en ofrecer sacrificios. Observaban mecánicamente la adoración verdadera, pero no lo hacían de corazón. Para ellos, los ritos significaban más que la conducta recta. Al mismo tiempo, los líderes religiosos judíos hacían que la nación cultivara un falso sentido de seguridad mediante arrullarla con el dicho: “¡Hay paz! ¡Hay paz!”, cuando no había paz. (Jeremías 6:14; 8:11.) Sí, estaban engañando al pueblo al hacerle creer que estaba en paz con Dios. Creían que no había razón alguna para preocuparse, porque eran el pueblo salvado de Jehová, que poseía la ciudad santa y su templo. Pero ¿era así como Jehová veía la situación?
9. ¿Qué advertencia dio Jeremías a los adoradores respecto a su templo?
9 Jehová mandó a Jeremías que se pusiera de pie a plena vista del público en la puerta del templo y entregara Su mensaje a los adoradores que entraban allí. Tenía que decirles: “No cifren su confianza en palabras falaces, diciendo: ‘¡El templo de Jehová, el templo de Jehová, el templo de Jehová son ellos!’ [...] Ciertamente no será de ningún provecho en absoluto”. Los judíos andaban por vista, no por fe, mientras se jactaban de su templo. Ya habían olvidado las palabras de cautela de Jehová: “Los cielos son mi trono, y la tierra es el escabel de mis pies. ¿Dónde, pues, está la casa que ustedes pueden edificar para mí [...]?”. Jehová, el Señor Soberano de este vasto universo, ciertamente no estaba restringido a los confines del templo de ellos, ¡sin importar lo glorioso que fuera! (Jeremías 7:1-8; Isaías 66:1.)
10, 11. ¿En qué condición espiritual se hallaba la nación denunciada por Jeremías? b) ¿Es mejor que aquella la situación que existe en la cristiandad? (2 Timoteo 3:5.)
10 Jeremías continuó con su ardiente reprensión pública: “¿Acaso se puede hurtar, asesinar y cometer adulterio y jurar en falso y hacer humo de sacrificio a Baal y andar tras otros dioses que ustedes no habían conocido, [...] y tienen que decir: ‘Ciertamente seremos librados’, a pesar de hacer todas estas cosas detestables?”. Los judíos, como el ‘pueblo escogido’ de Dios, pensaban que él toleraría cualquier clase de conducta, con tal que siguieran llevando sacrificios al templo. Sin embargo, si lo percibían como un padre sentimental que mimaba a su hijo consentido y único, les esperaba un desagradable despertar. (Jeremías 7:9, 10; Éxodo 19:5, 6.)
11 La adoración de Judá estaba en condición tan baja a los ojos de Jehová que podía plantearse la devastadora pregunta: “¿Acaso esta casa sobre la cual se ha llamado mi nombre ha llegado a ser sencillamente una cueva de salteadores a los ojos de ustedes?”. Casi 700 años después la situación no era mejor, pues Jesús, un profeta mayor que Jeremías, empleó esas mismas palabras para condenar la explotación y el mercantilismo que se efectuaban en el templo reconstruido de su tiempo. Y la situación que existe hoy en la cristiandad no es mejor que aquella. (Jeremías 7:11; Mateo 16:14; Marcos 11:15-17.)
Se pasa por alto a los atalayas; se predice desastre
12. ¿Cómo reaccionaron los judíos a los profetas que Jehová les envió?
12 Jeremías de ninguna manera fue el primer profeta que Dios utilizó para advertir a Israel y Judá del proceder equivocado que seguían. Durante los cien años anteriores, o más, los profetas Isaías, Miqueas, Oseas y Oded habían sido enviados como atalayas para dar advertencia a la nación. (Isaías 1:1; Miqueas 1:1; Oseas 1:1; 2 Crónicas 28:6-9.) ¿Cómo había reaccionado la mayoría? “Levanté sobre ustedes atalayas: ‘¡Presten atención al sonido del cuerno!’. Pero ellos siguieron diciendo: ‘No vamos a prestar atención’”. (Jeremías 6:17; 7:13, 25, 26.) Rehusaron prestar atención a Jeremías. En vez de eso, lo persiguieron y trataron de imponerle silencio. Por lo tanto, Jehová resolvió que pagarían por su arrogancia y descreencia. (Jeremías 20:1, 2; 26:8, 11; 37:15; 38:6.)
13. ¿Sobre qué base juzgaba Dios a la nación?
13 Como reacción al rechazo de Sus mensajeros por la nación, Jehová envió un llamado, por decirlo así, a las naciones de la Tierra, diciendo: “¡Escucha, oh tierra! Aquí voy a traer calamidad sobre este pueblo como el fruto de sus pensamientos, porque no prestaron atención a mis propias palabras; y mi ley... también siguieron rechazándola”. ¿Por qué experimentaría calamidad la nación? Por sus malas acciones fundadas en sus malos pensamientos. Rechazaron las palabras y la Ley de Jehová y siguieron sus propias inclinaciones egoístas, carnales. (Jeremías 6:18, 19; Isaías 55:8, 9; 59:7.)
14. ¿Hasta qué extremos llegó la adoración falsa de ellos? (Compárese con 2 Crónicas 33:1-9.)
14 ¿Y qué estaban haciendo en Judá para atraerse la ira de Jehová? Estaban haciendo tortas de sacrificio a “la Reina del Cielo”. Estaban derramando libaciones a otros dioses deliberadamente para ofender a Jehová. Por lo tanto, Jehová pregunta: “¿Es a mí a quien perjudican? [...] A sí mismos es a quien más dañan, para vergüenza suya”. (Jeremías 7:18, 19, La Biblia al Día.) Sin embargo, sus blasfemas malas acciones se hicieron más degradadas aún... ellos colocaron ídolos repugnantes en la casa que llevaba el nombre de Jehová. Edificaron altares fuera de Jerusalén, en el valle de Hinón, “a fin de quemar a sus hijos y sus hijas en el fuego”. ¿Qué precio pagarían por todo su desdén de la adoración verdadera? (Jeremías 7:30, 31.)
-