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¿Una nueva era para judíos y cristianos?¡Despertad! 1991 | 22 de junio
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Durante los primeros años que siguieron a la II Guerra Mundial, la mayoría de los líderes eclesiásticos trataron de pasar por alto el hecho de que personas que profesaban ser cristianas habían perpetrado los terrores del Holocausto. Pero el pueblo judío no olvidó esta grave realidad.
Con el transcurso de los años, los supervivientes del Holocausto empezaron a hablar abiertamente de lo sucedido. Libros, revistas y películas informaron al mundo de los terrores de los campos de concentración. Además, la lucha del Estado de Israel por sobrevivir hizo que la atención mundial se centrara en el pueblo judío. Como consecuencia, la cristiandad se ha convertido cada vez más en objeto de críticas. Como escribió G. Peter Fleck en la revista The Christian Century: “Algo va muy mal en [...] una religión y una civilización que pudo producir y tolerar semejante abominación [como el Holocausto]. Y algo debe ir mal en una Iglesia que guardó un silencio y una pasividad casi absolutos durante el horror”.
Los líderes judíos concuerdan con esa opinión. El rabino Stuart E. Rosenberg preguntó por qué, después de la II Guerra Mundial, ‘tan pocas iglesias o tan pocos de sus líderes vieron una relación entre la larga y continua historia del antisemitismo cristiano y el resultado final del nazismo: el asesinato deliberado de una tercera parte del pueblo judío’. En su libro comentó que muchos miembros de las iglesias “cerraron los ojos o, aún peor, aceptaron tranquilamente la muerte de los seis millones [de judíos] en la Europa de Hitler como sentencia divina porque ‘los judíos rechazaron a Jesús’”. (The Christian Problem [El problema cristiano].)
Asimismo, Elie Wiesel declara en su libro A Jew Today (Un judío de hoy): “¿Cómo puede explicarse que la Iglesia jamás excomulgara ni a Hitler ni a Himmler, que Pío XII nunca viera necesario —por no decir indispensable— condenar Auschwitz y Treblinka, que una gran proporción de los miembros de las S.S. fuesen creyentes y permaneciesen fieles a sus lazos cristianos hasta el fin, que hubiese asesinos que practicasen [el sacramento de] la confesión entre una masacre y otra y que todos ellos procediesen de familias cristianas y hubiesen recibido una educación cristiana?”.
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¿Puede cerrarse la brecha?¡Despertad! 1991 | 22 de junio
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Por otra parte, la extendida idolatría de la cristiandad ofende a los judíos, al igual que la doctrina de la Trinidad, a la que ven en clara contradicción con “la esencia del judaísmo”, es decir, de la doctrina monoteísta implícita en las palabras: “Oye, Isra-e-l: el Señor, nuestro Dios, el Señor es uno”. (Deuteronomio 6:4, La Biblia [Versión castellana de León Dujovne, Manasés Konstantynowski y Moisés Konstantynowski].) El erudito Jakób Jocz observó: “En este punto la brecha entre la Iglesia y la Sinagoga se abre ante nosotros con toda su profundidad e importancia. [...] La enseñanza de la divinidad de Jesucristo es una ofensa imperdonable a los ojos del judaísmo”. (The Jewish People and Jesus Christ [El pueblo judío y Jesucristo].)
El cristianismo y el judaísmo también tienen diferentes modos de ver la ley mosaica y sus tradiciones. El Rabino Stuart E. Rosenberg razonó: “Sin el pacto de Dios no habría nación judía. [Ese pacto] forjó el mismo comienzo de la nación y ellos nunca lo abandonaron. [...] Pero desde el mismo principio, los cristianos han tenido un dilema con el pacto de Israel”. En realidad, el apóstol Pablo dijo respecto a la ley mosaica: “[Dios] borró el documento manuscrito [...]; y Él lo ha quitado del camino clavándolo al madero de tormento”. (Colosenses 2:14.)
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¿Puede cerrarse la brecha?¡Despertad! 1991 | 22 de junio
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Al fin y al cabo, ¿qué han hecho las religiones de la cristiandad para recomendarse a la vista de los judíos? El rabino Samuel Sandmel cataloga algunos de los horrores de la historia como errores “llevados a cabo por cristianos contra cristianos, en el nombre del cristianismo” y pregunta: “Desde este punto de vista, ¿pueden ustedes razonablemente esperar que aceptemos el juicio de que su religión es superior a la nuestra? ¿Ha producido mejores personas? ¿Ha zanjado las cuestiones de paz y guerra, de prosperidad y tranquilidad entre las naciones cristianas?”.
Además, el Holocausto también ha puesto de relieve la cuestión de la supervivencia judía, como pueblo, religión y cultura. Por eso los judíos tienden a ver la conversión, no como el mero acto de adoptar doctrinas heréticas, sino como una traición. La revista Journal of Jewish Communal Service se lamentaba con estas palabras: “No podemos permitirnos el lujo de perder a nadie de esta generación adulta de judíos. [...] Lo que los nazis no pudieron hacer en el Holocausto, todavía puede efectuarse mediante [el proselitismo]”.
Por consiguiente, el rabino Henry Siegman llega a la siguiente conclusión: “El recuerdo de conversiones obligadas está muy arraigado en la conciencia del pueblo judío y ha sido el peor obstáculo para que prosperen las relaciones entre cristianos y judíos”.
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